lunes, 6 de febrero de 2012

LA NÁUSEA

por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse     6/ 2/ 2012
   
    La Argentina…  ya no es nada…
    y  a nadie le importa un cuerno
   el honor…,  es un enfermo…
   y la ley… está postrada
   Aquí… respirar,  se paga
   y el que cobra… es el gobierno
   … todo parece un infierno…
   porque opinar es delito…
   el Congreso… es un garito…
  y la náusea… está en la entrada          
  
(G.A. Bunse Poemas de la Argentina trágica)

Ella ha creado un organismo de monitoreo de los diarios digitales.

Por decir lo menos…  es un verdadero aborto de la naturaleza… Un engendro… que repugna a cualquier óptica esencial de la libertad

Un proyecto de mordaza, propio de su obsesión por violentar la libertad de expresión en cualesquiera de sus formas… Un disparate del más profundo cuño calvinista,… que sólo puede ocurrir en una Venezuela… o en esta comarca, por ahora muy mal disfrazada de no ser una Venezuela.         

Fue ella y sólo ella… quien… paso a paso… fue diseñando este esquema de control dirigista de baldío. 

Por cuanto es ella… ¿quien otra? la obsesionada por comandar lo que digan los medios de comunicación. Para eso… ya tiene varios “boletines oficiales”… empezando por Tiempo Argentino y Página 12, que son verdaderos bandos de la realeza, coloreados a su antojo en un molde laudatorio que destila un servilismo deleznable.

Podría decirse que… mucho más allá de Clarín,… un medio inexcusable por haber estado absolutamente arrodillado a su servicio… lo de ella es una enfermedad… un enorme trauma de tipo paranoide… algo mucho peor que una caracteropatía.

Una excrecencia… diseñada casi como si fuera la hija putativa de la Ley de Medios, aunque armada por fuera -jurídicamente-  de esta.  Su idea fija… cada mañana es hablar de este tema. Da náuseas.

Puso a dirigir esta oficina stalinista… a esa conocida ralea infamante de jóvenes tan “distintos”… egregios, ilustres… la supuesta reserva moral de nuestra Nación, embrión de la lucidez y el patriotismo… esperanza de la nobleza más pura para el devenir de la República Argentina.

Son el apriete y la violación de la libertad de expresión… dan náuseas.

Deseo decirles claramente… enérgicamente… a estos jóvenes solemnes forrados en sueldos astronómicos, que… aún sin representar a nadie, me animo… en mi nombre personal… y en nombre de más de trecientos medios privados de difusión de opinión… que jamás dejaremos de decir lo que pensamos… y que nos importa un bledo vuestro innoble castigo.

No tienen excusa posible. Y no pueden ya… ni siquiera,  inventarla.

Deseo que, al fondo del túnel, haya un calabozo para todos. Lo que les corresponde: La ergástula para los rastreros del mal.

Que sean juzgados por la estricta letra de la Constitución, por jueces de verdad… y que alguna vez en la vida tenga andamiento la vindicta pública en esta comarca de ovejas. Sólo por haber imaginado que pueden callar a quien quiera expresar libremente sus ideas, son la peor lacra de las instituciones republicanas.

Ojalá que sea esta…  y no otra… la primera opinión que caiga dentro del  monitoreo de estos aprendices de Torquemada.

Todas las actividades, los gestos, las acciones y hasta las intenciones que han de producir… serán espasmos de su mercenarismo, reflejos de vulgar improvisación, falsificaciones y conductas absolutamente truchas.

Deben saber que producen náuseas, aún cuando la obediencia debida, en algún momento, pueda ser invocada por todos… para evitar el castigo por esta enorme aberración contra la libertad… que están perpetrando.

Dan náuseas a simple vista
Y aquí… la repugnancia, parece insuficiente como reacción fisiológica.

Todo es un formidable montaje realmente infamante y de una artificialidad tan elemental, que insulta a la inteligencia de cualquiera.  

Son todos… cómplices frenéticos la más explícita delincuencia.

Y hasta la Corte Suprema de Justicia…. que debería zamarrear a los jueces delirantes que avergüenzan toda la República permitiendo estas demasías junto al Consejo de la Magistratura… permanece absolutamente muda.  Esa Corte Suprema que tenemos en la comarca… tomada por algunos como el supuesto paradigma de la independencia de poderes, no es más que otra enorme cueva de complicidad y del mayor desdén antirrepublicano.

Y de los legisladores, olvidémonos ya: A partir de ahora, sólo deberemos esperar los actos más simples de una brutal cohonestación rastrera de ellos hacia cualquier voluntad extravagante de la corona.

Todos… son parásitos de la misma escoria social, sin ninguna excepción.

En este país de fantasía, ningún funcionario va preso por estafa colectiva y ningún gobernante es destituido por manipulación social en concurso real con la falsificación flagrante de su gestión.  Por eso, todo da náuseas.

No se tenga la menor duda: 
Ella… marca y seguirá marcando los pasos de este minué de Poitou.

Así que… el famoso organismo de Control y Monitoreo… esa gran boca séptica, vomitadora del derecho más inalienable… y fusiladora de la libertad más augusta… es pues, el claro invento stalinista de la mayor hipócrita latinoamericana que haya conocido la historia.

Ella es la autora… no sólo de eso… sino de toda esta bacanal.
Pues lo único que nos consta aquí, es el fraude moral  y la estafa política.
     
Ella necesita ser atacada y para eso ha diseñado un juego de cámaras en primer plano que la hacen aparecer,  con sus mil gestos… desde los ojos llorosos… hasta la sonrisa oblicua y burlona… para finalizar luego su propia representación… debiendo aclarar, que se encuentra en estado de emoción… por el extraordinario amor que siente hacia todo el pueblo.

Algo verdaderamente conmovedor, a lo que habría que prestar atención por cuanto se trata de un espectáculo de detalles singularísimos y de unos efectos especiales,  arrancados… a pedazos… de una comedia de Moliere.  ¿Como contener las náuseas?

La conciencia crítica… es casi un acto íntimo.

Una persona hipócrita no ignora que está diciendo algo que no piensa ni siente. Sabe perfectamente, cuando y cómo engaña a la gente con sus actos y con cada una de sus palabras.

Con un vestigio mínimo de moral, suele sentir el regusto amargo de saber que se la reconoce…  y se la aplaude… por lo que,  en verdad, no es.

Sueña con poder ser… en realidad, alguna vez… aquello por lo que recibe efectivamente la adulación o el reconocimiento social.

Pero es en vano.      
Se desespera en la intimidad por la certeza de que eso jamás ha de ocurrir.

Si quiere recibir ese reflujo de halagos en potencia simétrica con lo que dice que irradia, deberá seguir… necesariamente,  engañando a todos.

Deberá seguir, en suma, siendo lo que es: Una gran hipócrita.

Varios emperadores romanos necesitaban la sonora ovación del ágora. Algunos pudieron percibirla en toda su amplitud de espontaneidad.

Otros no.     Como Vitelio, Nerón y Cómodo, que mandaban a sacar de las casas a toda la población de Roma, con grupos de soldados, a lanzazos, y las arrastraban hasta el ágora…  sin decirles la causa.

Los vigilaban desde atrás:

Al que no vitoreaba en modo estrepitoso,  lo separaban de la multitud y lo ataban de un pie, para arrastrarlo luego con un caballo,  hasta morir.

Llegaban a tener actos de verdadera contrición.  Y lloraban después amargamente entre sus consejeros diciéndoles que sabían que toda esa multitud era algo totalmente falsa, irreal, y que en verdad, sufrían porque nadie los vitoreaba en forma espontánea.

Un rapto fugaz de conciencia crítica.

Pero todas las semanas hacían lo mismo: Llamaban a un cónsul y le ordenaban colmar el ágora con ciudadanos romanos, llevados a empellones, ancianos, niños y todos los que ocuparan una vivienda en Roma, sin excepción.

El gran miedo y la mutilación moral… convertían a todo ese espectáculo impresionante del ágora en un  paisaje de clamor ortopédico.

Un enorme sofisma popular de expresión pública condicionada, vigilada y mañosamente construida sólo para el placer del emperador y para el efecto óptico generalizado.       

Para lograr un aplauso esencialmente falso, transido de vapores de terror, de escarmiento y de extorsión.

En estas artes… un espectáculo aparte lo constituye la alucinante fauna de empresarios con su cuerpo entrenado para convertirse,  en medio minuto, en una gran alfombra persa  para ser pisoteada por la monarca.

Reptantes profesionales, que no descansan hasta no sentir el pié encima.
Dan náuseas…  Todo… en la comarca… da náuseas.

Y ahora lo peor: Esa Oficina de Monitoreo de páginas web y diarios digitales… no se compensa ni siquiera con el contrafacto de la náusea.

No alcanza con ella. El vértigo se nos expande hacia la petrificación.

¿Esto es lo que ha votado el 54% de la gente?
Pues mi esperanza candorosa… es que a la mayoría de ellos que vea y entienda un
poco de este engendro…  sienta náuseas… como yo. 


                                              Lic Gustavo Adolfo Bunse 
                                                gabunse@yahoo.com.ar

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