También
podríamos decir: Eduardo Luis Duhalde: “El
Secretario que no fue para todos los argentinos”. Las políticas
instrumentadas desde su secretaría de estado fueron y mantienen una clara
identificación ideológica marxista, coincidente con la historia que Horacio no hace llegar.
Falleció esta semana
Eduardo Luis Duhalde, secretario de derechos humanos de la república Argentina.
Las minúsculas de tamañas palabras… derechos humanos… son adrede y también son
adrede las minúsculas de república.
Y
con él falleció uno de los principales hacedores del mentiroso relato
setentista instaurado con éxito por la jauría que hasta hoy se relame la sangre
de argentinos, derramada inútilmente en la década infausta de los egos.
A
Eduardo Luis Duhalde, la izquierda
rococó vernácula lo apodaba el “Duhalde bueno”, dando a entender
que el otro Duhalde, el de Lomas de
Zamora, el que hizo erigir presidente de la nada a un tal Néstor, de apellido Kirchner,
es el Duhalde malo.
“Duhalde
el bueno” ocupó
con los Kirchner una función que
nunca podría haber ocupado de haber nacido en un país sensato: Secretario de
derechos humanos.
Eduardo Luis Duhalde en
derechos humanos fue el zorro cuidando el gallinero.
Así
es. “Duhalde
el bueno” que fue abogado defensor del jefe terrorista argentino Santucho tras el secuestro y asesinato
de Oberdán Sallustro. Que fue uno de
los fundadores del Movimiento Todos por la Patria , MTP, junto a Gorriarán Merlo en Nicaragua,
y que fue una de las voces oficiales de las organizaciones terroristas que
mataron en Argentina a más de 1500 personas, llegó luego a ser el ¡“curador”
de los derechos humanos!: Insensatez.
Los
periodistas y escritores Felipe Celesia
y Pablo Waisberg, adscriptos al
relato oficial de los violentos años 70, autores de entre otros libros de la
biografía del Dr. Rodolfo Ortega Peña,
quien fuera socio de Duhalde
abogado, y el compañero de su lucha militante en la causa terrorista,
escribieron sobre “Duhalde el bueno”: “…Ahí
estuvo cuando el peronismo se adivinó el sujeto revolucionario de la historia,
cuando la liberación de Cuba alentó agendas insospechadas, cuando el
sindicalismo burocrático necesitó ser dotado de doctrina y cuando la juventud
se erigió en un poder tan breve como definitivo… Su primera militancia se
ubica… dentro del grupo trotskista “Palabra Obrera”… Junto a Ortega Peña, hasta la asunción de Héctor Cámpora representaron en los tribunales a todo el peronismo,
desde Envar El Kadri a Norma Kennedy, y a todos los miembros
de las organizaciones armadas: ERP, FAR, FAP, Montoneros y demás…
lanzaron la revista Militancia Peronista para la Liberación … En ese
trabajo lo encontró la muerte de Ortega
Peña, el 31 de julio de 1974… Era el primer crimen firmado por la Triple
A y el mensaje era claro... al día siguiente Duhalde condujo el cortejo
fúnebre…parado frente a la fosa abierta, con un impermeable negro, rodeado de
puños cerrados y dedos en ve, Duhalde
dijo: “En mi despedida no hay llanto
porque en otras despedidas aprendimos cómo se saluda a los soldados del pueblo
que caen… Por eso, porque morir por el pueblo es vivir, en esta hora de apretar
los puños y de tristezas, reafirmamos aquel juramento: ‘la sangre derramada por
Ortega no será negociada’. Y decimos simplemente, como a él le hubiera gustado:
‘Ha muerto un revolucionario, ¡viva la revolución!”.
Muchas
veces me pregunté si le pesaba o no a “Duhalde el bueno” la realidad de
esta Argentina tan alejada de su amada “revolución”.
Esta Argentina que tiene mucho aún en su ADN, esa genética violenta que en los
setenta él mismo alentó con su pluma con su espada y su palabra. Siempre me
pregunté ¿qué sentiría? al ver las imágenes calcadas ante cada hecho de
inseguridad con que nos amanecemos cada día los argentinos y al escuchar a los
familiares de las Víctimas de la inseguridad cruel y desalmada que vivimos,
gritando ante las cámaras de la tele las mismas dolorosas palabras de siempre: “¿Y dónde están nuestros derechos humanos?”.
¿Se habrá conmovido alguna vez “Duhalde el bueno”, ex secretario de
derechos humanos, ante alguno de estos pavorosos gritos desgarrados de las
Víctimas? Convengamos que ya eso importa poco. Duhalde ha dejado de existir, y hacerlo contestar sería entrar en
el terreno de las conjeturas.
Lo
que sí podemos decir, es que cada vez que alguna Victima de la violencia de hoy grita ese grito desgarrador: ¿Y dónde están nuestros derechos
humanos?!!… hay una verdad que brota invencible. Y es que TODA la política de derechos humanos
que han regenteado durante décadas los herederos de la violencia terrorista en
Argentina, es solo una postura. Es sólo una actitud política en busca de vengar
aquella guerra setentista que perdieron en su propia ley: la violencia. Solo a
eso se aboca la política argentina de derechos humanos hoy.
NUNCA un funcionario de derechos humanos de
este país se presentó ante las Víctimas
de la delincuencia… alguien se preguntó ¿porqué? La respuesta es simple,
toda la política de derechos humanos de Argentina es una cátedra de historia. TODA la política de derechos humanos de
Argentina está abocada sólo a saldar cuentas pendientes de hace treinta años… Y
de los derechos humanos de las víctimas de la violencia que ha engendrado este
modelo social… “que se encargue Magoya”,
como decía mi abuelita.
El zorro en el gallinero. Eduardo
Luis Duhalde publicaba en los 70 una revista llamada Militancia peronista
para la liberación. Y en aquella revista escribía un editorial titulado: “Cárcel del pueblo”. Dicha columna
resultó una avanzada en el periodismo de anticipación… pues casi todos los
señalados en aquella columna, terminaban luego muertos o atacados por alguna
organización terrorista. Cuando el grupo terrorista argentino ERP secuestró al empresario Víctor Samuelson, “Duhalde el bueno” lo
contó así: “Servidor eficiente de una de
las más grandes empresas multinacionales, el mentado Mr. Samuelson no pudo festejar, como acostumbran los ejecutivos
extranjeros, este happy new year”.
El beso de Judas. El cura Carlos Múgica fue otro que tuvo el “honor” de salir en la columna de la revista Militancia un tiempo
antes de ser casualmente asesinado. La columna de “Duhalde el bueno” sobre el Padre
Múgica decía así: “Una jerarquía
pro-oligárquica, convive con sacerdotes del pueblo. Están los curas humildes y
silenciosos, y están las estrellas publicitadas. A esta última especie
pertenece CARLOS MUGICA, Super Star. El padre Carlos (como lo conocen las feligresas de su antigua
parroquia de Santa Elena), por el cura Múgica
(como le dicen en los ambientes políticos) o Carlitos (como lo llaman los vecinos de Copérnico y Gelly Obes,
corazón de Barrio Norte)… trata de ser al mismo tiempo un
conservador-progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien
publicitado, un revolucionario y defensor del sistema. Y así le va con el
resultado… Su hábitat en el Barrio Norte y sus amistades le permiten no romper
los lazos creados en su carácter de Múgica Echagüe…
Como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente.
Montonereando en el pasado reciente, lopezrregueando sin empacho después del 20
de junio, Carlitos Múgica, cruzado
de oportunismo, ha devenido en: “¡Depurador
ideológico!”… Por todo lo expuesto quede Carlos Múgica preso en la cárcel del pueblo, aunque se quede sin
asistir al casamiento de la hija de Llambí
con Sergio Patrón Uriburu”.
Pobre
“Duhalde
el bueno”, tantos años pregonando la “coherente militancia” de la revolución socialista, para venir a
claudicar en un Sanatorio burgués enclavado en Barrio Norte. Tanto pregonar
derechos humanos populares, para que le enrostren sus quejas las víctimas del
pueblo ante cada muerte absurda, de un modelo que necesita mentirse progre,
para no admitir que han caído en la trampa burguesa de haberse enamorado de “la buena vida”. Que necesita mentir con
el relato, lo que no puede defender con los hechos.
Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos
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