domingo, 1 de abril de 2012

La Vigilia de Armas y la Cara Oculta de Malvinas


La “vigilia de las armas” es un acto solemne donde los soldados, poniendo como testigo a Dios, juran rendir la vida por el bien de su patria y el servicio a los demás. Esta ceremonia proviene de los caballeros del medioevo, y es sagrada para todo soldado que entrará en combate.

Normalmente consiste en la celebración de la Santa Misa o de una Liturgia de la Palabra que prepara espiritualmente a quienes dispondrán la entrega su vida a Dios y a la Patria. Por eso, el mejor camino para comprender tan sublime ofrenda es Jesucristo, quien dio su vida por la salvación de todos los hombres. El Evangelio señala: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Y el mismo Señor dice: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15, 13).

La ceremonia de jura de la bandera se remonta al 25 de Mayo de 1812 en Jujuy, se dice que más que jurar lealtad a la bandera se bendijo para que proteja a los soldados del ejército. El General Manuel Belgrano, hizo formar a su hombres, enarboló la bandera y mirándolos les dijo “Hasta este punto hemos tenido la gloria de vestir los símbolos nacionales que nuestro Gobierno ha designado; para defenderlo, nuestras armas aumentarán las suyas, juremos vencer a nuestros enemigos, exteriores e interiores; haciendo de América del sur el templo de la Independencia, de la libertad y de la unión. En fe de que así suceda, juradlo y decid conmigo “viva la patria”. Una vez concluido el discurso del General Manuel Belgrano se dio por terminada la jura de la bandera patria, la misma que hoy se realiza cada 20 de julio de todos los años, donde cada soldado de cualquier jerarquía que se haya incorporado ese año jura “Defender la Patria y su Bandera hasta perder la vida”.


Ese juramento es fuente de reflexión colectiva e individual antes de entrar en combate, seguramente en la Fuerza de Tareas Anfibias que tuvo la misión de recuperar en forma incruenta a nuestras Islas Malvinas, el día 01 de Abril de 1982 se realizó el acto de la “vigilia de armas”. Además del oficio religioso que se haya llevado a cabo en cada unidad de esa Fuerza de Tareas Anfibias, cada soldado en soledad debe haber reflexionado sobre su sagrado juramento, recordado con inmenso cariño a sus seres queridos, encomendado su alma al Señor e inmediatamente pasó a verificar el correcto funcionamiento de sus armas y equipo, repasar las ordenes recibida, la misión asignada y estar en estrecha camaradería con su superiores jerárquicos, camaradas y amigos embarcados. Es un momento sublime de cada soldado, en su espíritu se mezclan el miedo, el valor, la incertidumbre,  sus sueños, el amor a la patria, a sus familias, a la sociedad y a sus camaradas. Ese hombre se está preparando para ofrendar su vida y merece todo nuestro respeto, reconocimiento y agradecimiento por la tarea que va a realizar al día siguiente.


Desde hace una semana que algunos medios, cercanos al Nac&Pop, están desarrollando una campaña de difusión del tema Malvinas con un marcado acento de nacionalismo popular… inclusive destacan la valerosa acción de los soldados conscriptos –que las hubo y muchas- e injustamente desmerecen la actuación de oficiales y suboficiales. No hay que ser un erudito en estrategia o guerra para comprender que los planes no los hacen los soldados conscriptos, los buques navegan y los aviones vuelan porque en ellos están los soldados profesionales capacitados para esas tareas. Al igual que el fuego de artillería tampoco es conducido por los soldados conscriptos, ellos no están capacitados para esa tarea, sí para operar y colaborar en la operación de las piezas… pero toda batalla necesita de su conductor estratégico, operacional, táctico y de combate. Esos son distintos niveles de conducción que requiere de soldados profesionales capacitados durante muchos años y que constituyen los cuadros orgánicos de las Fuerzas Armadas de la Nación.

Muchos de esos Jefes, Oficiales y Suboficiales hoy se encuentran encarcelados y juzgados como Presos Políticos de otra guerra. Es extraño ver tras las rejas a oficiales que han servido a la Patria y tienen su pecho lleno de medallas y condecoraciones otorgadas por el mismo Congreso de la Nación Argentina, esa misma institución que en su momento avaló los decretos de María Estela Martínez, viuda de Perón, de Italo Argentino Luder, del Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Qué paradoja estrafalaria ¿No? Sin embargo ellos también son nuestros héroes de guerra.


En estas páginas no vamos a juzgar lo equivocado o no de la decisión estratégica y política que llevó a nuestros soldados a emprender semejante epopeya. Vamos a rescatar la cara oculta de Malvinas y para ello hemos elegido un artículo escrito por Rosendo Fraga para la Nación el día 24 de marzo de 2012, basado en el ahora famoso Informe Ratenbach, seguramente muchos ya lo habrán leído… pero vale la pena releerlo por segunda vez y comprender su mensaje.



El llamado Informe Rattenbach fue encargado por la última Junta Militar -la que asumió tras la derrota en Malvinas- y sus conclusiones fueron presentadas antes que asumiera la Presidencia Raúl Alfonsín en diciembre de 1983.
Su elaboración estuvo a cargo de seis oficiales superiores retirados de las Fuerzas Armadas -dos de cada una de las tres Fuerzas-, quienes trabajaron intensamente para terminarlo en la fecha prevista.

Del Ejército los dos integrantes de la Comisión eran el Teniente General Benjamín Rattenbach y el General de División Tomás Sánchez de Bustamante.
A cumplirse el 30 aniversario del inicio de la Guerra del Atlántico Sur, puede ser justo recordar esta cara por lo general oculta del llamado Informe Rattenbach.
Por ser el primero de ellos el más antiguo de los seis -llevaba más tiempo como militar contabilizándose tanto los años en actividad como los de retiro- presidió la Comisión y su nombre pasó ser la denominación fáctica del informe.
Fue Sánchez de Bustamante quien filtró a la prensa el texto del informe -no de sus anexos, mucho más extensos y que no han llegado al conocimiento público- en la idea de que éste iba a contribuir tanto a la solidez de la futura democracia como a la visión de la población sobre las Fuerzas Armadas.
Es así como fue editado en diversas oportunidades. El texto estaba disponible en Internet, por ejemplo, en el sitio del Centro de ex combatientes de Malvinas de Corrientes. El texto desclasificado es exactamente el que fue difundido casi tres décadas atrás.
Son por demás conocidas las críticas que el informe realiza a la conducción militar de la guerra, la que enjuicia en duros términos. Pero son mucho menos conocidos los apartados en los cuales elogia el compartimiento militar de las Fuerzas Armadas.

El informe esta dividido en cuatro partes, integradas en conjunto por quince capítulos a su vez compuestos de casi 900 apartados.
En el capítulo VII (El accionar de las fuerzas propias) de la Parte III (Evaluación y Análisis Crítico), al evaluar el accionar del Comandante en Jefe del Ejército dice, tras criticarlo duramente, en el punto c de los apartados 605 al 609:

No obstante, la artillería de campaña y la de defensa aérea, las compañías de comandos, el escuadrón de exploración de caballería, los elementos de aviación de ejército (helicópteros), algunos elementos de apoyo de combate y elementos del Regimiento 25 de Infantería, demostraron un alto grado de adiestramiento y profesionalismo, así como una adecuada acción de comando, lo que fue puesto de manifiesto especialmente en la defensa de Puerto Argentino, donde tuvieron un desempeño destacado.
Es decir que elogia claramente la actuación de la mayoría de las unidades del Ejército que intervinieron.


La actuación del Comandante en Jefe de la Armada es tratada en los apartados 611 al 614 (inclusive) de forma muy crítica, pero al referirse en el 615 a la Aviación Naval, consigna: 

Los aviones A4Q operaron con base en el continente y junto con los recientemente incorporados Super Etendard infligieron daños fuera de toda proporción con respecto a los análisis previos de poder relativo (medios propios, medios de oposición, en influencia en el ámbito operacional)


En el apartado 616, al referirse al único Batallón de Infantería de Marina que estuvo en las islas, afirma:

El BIM 5 demostró, en cambio, vocación conjunta, un elevado grado de adiestramiento y profesionalismo y equipamiento adecuado, lo que se puso de manifiesto en el combate terrestre durante la defensa de Puerto Argentino, acción en la cual tuvo un comportamiento destacado.


El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea es tratado en los apartados 617 al 619 (inclusive), reconociendo en este caso, a diferencia de los dos anteriores, aciertos en la conducción militar.
En el apartado 620 dice:
La formación de su personal combatiente respondió cabalmente exigencias de la guerra. Sus pilotos debieron experimentar y llevar a la práctica, sistemas inéditos de ataque a buques de superficie, agregando seguidamente que pero la falta de adiestramiento específico para este tipo de lucha, sumada a la gran capacidad tecnológica y dimensión de la fuerza enemiga, provocó numerosas pérdidas de vidas y material aéreo.

En el apartado 622 agrega:
La Fuerza a su cargo no contaba con los medios adecuados ni sus tripulaciones estaban adiestradas para sostener adecuadamente un conflicto bélico de naturaleza aeronaval. Sin embargo, una vez desencadenadas las hostilidades en este ámbito, el Comandante decidió no sustraer a sus medios a la batalla, y aceptó las desventajas y los riesgos inherentes a la guerra.

En el capítulo XV y último, dedicado a las Conclusiones, dice en el apartado 882 que:
Existen numerosos actos de valor extraordinario, producidos en todas las FF.AA (Fuerzas Armadas) y FF.SS (Fuerzas de Seguridad) en el teatro de operaciones, por quienes, sirviendo a su deber, acreditaron la vigencia de nuestras mejores tradiciones castrenses.

En el siguiente afirma:
Debemos estar orgullosos por la hidalguía con la que procedieron las armas de la Patria, las que, en momento alguno, infringieron las normas de la guerra incurriendo en acciones reñidas con la ética de las tropas en lucha, tales como atacar, a las tropas, naves y aeronaves afectadas a las tareas de salvamento.

En el 884 agrega:
Más allá del resultado del conflicto bélico, nuestras FF.AA pueden estar satisfechas de su actuación durante la contienda, ya que enfrentaron a una potencia mundial de primera magnitud, apoyada política y logísticamente por los EEUU.

Finalmente, en el 885 sostiene:
Si en las condiciones mencionadas nuestras FF.AA supieron infringir daños fuera de toda proporción a la Fuerza de Tareas Conjunto del Reino Unido, a tal punto que este se vio obligado a despegar la mayor parte de sus Fuerzas anfibias, podemos afirmar que han cumplido airosamente con su deber.

Tomados estos párrafos de la versión online del sitio mencionado, que no difiere de la publicada por entregas por la revista Siete Días a fines de 1983 ni de las varias editadas en forma de libro, surge claramente que el informe elogia la actuación de las Fuerzas Armadas como tales, más allá de los errores en la conducción militar, que son los más difundidos hasta el presente.
A cumplirse el 30 aniversario del inicio de la Guerra del Atlántico Sur, puede ser justo recordar esta cara por lo general oculta del llamado Informe Rattenbach.

Rosendo Fraga

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