lunes, 9 de abril de 2012

SRA. PRESIDENTE ¿NO SE DA CUENTA QUE SE ESTÁ HABLANDO ENCIMA?

Debo reconocer que este ingenioso y descriptivo título no es de mi auditoría. Lo he leído hace unos días en algún lado. Me pareció gracioso e ilustrativo del permanente e inconducente discurso público de la presidente.
Pero esta característica de la presidente ya dejó de ser simplemente unas de las tantas discutibles particulares de Cristina para convertirse en una verdadera afrenta a la población que además de ser insolente, es profundamente agraviante.
En prácticamente todo sus discursos se puede avizorar sin mayores problemas, la fragilidad o directamente la falsedad de sus argumentaciones.
Cada vez que abre la boca en público pronuncia un disparate, error o sencillamente tergiversa la realidad y en la cual el oyente fácilmente se percata de lo engañoso o falso de lo expresado.
¿Surge todo de su febril imaginación, es pésimamente asesorada por las pocas personas que están en su círculo más cercano, o es producto de su compulsión irrefrenable de hablar sin pensar o meditar previamente lo que expresa?
Hace pocos días en Tecnópolis, la presidente señaló: "Estamos todo el día trabajando y por eso nos queda poco tiempo por ahí para contestar o para hablar". Luego agregó: "Como tenemos que trabajar mucho, no podemos hablar tanto. Otros, como no hacen nada, se la pasan todo el día hablando".
¡Caramba! No puedo creer que se pasa el día trabajando.
Me parece una contradicción con el siguiente informe:Los 30 días posteriores a su regreso después de la operación de tiroides resultaron relajados para Cristina Kirchner. Por los días feriados y su agenda aliviada, la Presidenta sólo tuvo 15 días de actividad oficial. Únicamente en siete de ellos asistió a la Casa Rosada; otros siete permaneció en Olivos durante toda la jornada en forma exclusiva, y hubo otro día en que la desarrolló en El Calafate.
El resto del mes, que dedicó al descanso, los repartió en entre Río Gallegos, El Calafate y Olivos. Viajó al Sur tres veces: del 26 al 30 de enero; del 14 al 21 de febrero y desde anteayer hasta mañana.
De los siete días que asistió a la Casa Rosada, en cinco lo hizo para encabezar grandes actos con anuncios y discursos oficiales. Presidió otro acto público más, pero en El Calafate, el 15 de febrero. En total fueron seis discursos, algunos con conexiones a distancia mediante videoconferencias.” (ref.1)
En el reciente viaje a Chile el mes pasado durante la recepción que le ofreció el presidente chileno Piñera cuando Cristina tomó el micrófono para agradecer las palabras del presidente trasandino, dio rienda suelta a toda su verborrea. Estuvo largos minutos hablando de aspectos que se sobreentienden, casi dando clase  y se notaba ostensiblemente la incomodidad de los anfitriones por la desusada extensión de sus palabras.
¿Será su soberbia, su exacerbado narcisismo y egolatría o tendrá una neurona que no le responde adecuadamente?
Su discurso en esa ocasión no solo evidenció su exceso verbal sino también su falta de ubiquidad, al adoptar el rol de “maestra Siruela” de vez de agradecer simplemente el trato recibido. Retomó los mismos conceptos una y otra vez como si no pudiese controlar su torrente verbal.
Podría afirmar que Cristina logró su reelección a su capacidad oratoria. Construyó un país de fantasía, irreal, que logró convencer al 54 % de votantes, un poco más de 11 millones de argentinos. Pero en el país somos cerca de 42 millones de argentinos. No obstante ese 54 %, una cuarta parte de los argentinos, le permitió repetir su mandato. Pero eso son las reglas de juego, no se puede cuestionar la legitimidad de su nuevo mandato.
Pero no solo fue su oratoria, sino los enormes fondos estatales disponibles para su dispendio en un desenfrenado populismo y demagogia
Pero los fondos se acabaron y la brillante oportunidad para la Argentina, de un entorno económico mundial tan favorable, fue irresponsablemente desperdiciada.
Y por otra parte, la credibilidad de la presidente, a causa de sus permanentes inexactitudes, errores, falsedades y arteros engaños fue declinando hasta casi desaparecer. Hoy día, ya nadie cree en Cristina. Ni siquiera esa franja tan grande de argentinos esperanzados, ilusos, crédulos, cándidos e inclusive militantes y partidarios del mismo oficialismo.
No solo no se cree en la presidente sino también ella logró que no se crea en absoluto en la Argentina. Ni Europa, ni EE.UU., ni nuestros propios vecinos nos creen. No creen en lo que se dice, no creen en los índices socioeconómicos,  como tampoco creen en la buena fe del gobierno.
Pero además en sus febriles fantasías personales expresadas en sus discursos, sus presentaciones son cada vez más familieras, casi chabacanas y ordinarias, impropias de una persona que ejerce tan elevada investidura. Ello ocurre no solo en sus habituales coloquios autistas, sino en sus discursos por la cadena nacional.
Este aspecto también es llamativo ya que la presidente hizo uso de la cadena en 25 oportunidades en el año 2011 constituyendo un verdadero record durante la gestión de los Kirchner y batiendo su anterior performance del año anterior en las cual utilizó la cadena nacional  22 veces.
Es evidente en esta manía el carácter narcisista de Cristina porque en muchas de sus presentaciones el tema no ameritaba que lo diga la presidente, pudiendo haber sido pronunciado por algún secretario de Estado o inclusive ni siquiera un      secretario, sino simplemente por el vocero presidencial.
Pero de los temas más importantes que afectan a todos los argentinos nunca habló: la inseguridad y la casi descontrolada inflación.
Cuando realmente debe hablar la presidente no lo hace y se oculta en su “bunker” en la localidad de Calafate. Como simplemente ejemplos muy recientes, podemos mencionar la tragedia ferroviaria del ferrocarril Belgrano en la estación Once en la cual murieron 51 personas y hubo cientos de heridos y actualmente, su mutismo inexplicable en el increíble “affaire” de corruptela, tráfico de influencias y otros números delitos, del alegre muchachón de la campera y guitarra, que personalmente Cristina eligió como vicepresidente.
En definitiva y como conclusión alguien debería informarle a la presidente el conocido refrán popular que dice que “en boca cerrada no entran las moscas”.
Cuando la presidente abre la boca es casi siempre negativo para ella, para el  gobierno y consecuentemente para el país.
Para mantener el estilo de esta nota y no utilizar una palabra discordante y desagradable simplemente utilizaré una metáfora “Presidente cuando Ud. habla se está hablando encima”.

             07-Abr-12                                      Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL                                 
                                                                                      alfredo@weinstabl.com.ar

Notas:
1.- En el último mes, la Presidenta trabajó la mitad de los días”. Por Mariano Obarrio -  diario “LA NACION

1 comentario:

  1. Concuerdo en parte, pero mi pregunta es. Todos sabemos que este gobierno no le sobran luces y mucho menos es el que todos desearíamos... Ahora Quien otro? Porque lo que seria la ""oposición"" solo dice no, porque es no!! Nunca veo a la oposición juntarse y hacer algo, proponer algo!!! Es todo no porque no... Mi intriga es, ponemos a macri que es como menem que privatiza todo? A Alfonsin (que se cree el padre) y volvemos 40 años atrás en la historia? A biner que me recuerda a de la rua porque se hace el pensador pero yo que vivo en rosario se que no tiene nada de eso!! A quien ponemos???

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