martes, 29 de mayo de 2012

EL ABSURDO Y LOS PRESOS POLITICOS


Desde que tengo uso de razón, los que poblamos esta bendita República vivimos en un estado de desasosiego y crispación permanente: revoluciones, golpes de estado, devaluaciones,  corralones, corralitos, terrorismo, bombas. Vidas y haciendas se pulverizan en un solo día. Inmersos en este vertiginoso torbellino que digita nuestros días, nos hemos acostumbrado a vivir en un país donde nuestros derechos pueden ser conculcados sin que los ciudadanos tengan  algún reflejo de reacción, sin que les importe un rábano, como en la fábula de la rana y  el agua hirviendo, que en el caso de los argentinos ya ha sido cocinada y está lista para servir a cualquier aventurero que se apropie del poder.

Ahora bien, los gobernantes que nos han tocado en suerte y que detentan ese poder, han dedicado sus esfuerzos a dividir y enfrentar a sus gobernados, que aman esta tierra. ¿Acaso es esto normal, cuando vemos que en otros países, lejos de pretender un poder hegemónico, los gobiernos buscan solucionar los problemas de sus habitantes y satisfacer sus necesidades básicas, buscando la armonía y el bienestar de todos?

¿Es normal que en un gobierno democrático como es el de Argentina, elegido por el voto popular, se gobierne para una parte de la población y se discrimine al resto, transformándolo en rehén de un sistema autoritario, corrupto y mentiroso, que ha cooptado, comprado o extorsionado a los poderes encargados de hacerle contrapeso?

A lo largo de la humanidad, la evolución de los pueblos llevó a la desaparición progresiva de los castigos y espectáculos públicos punitivos, crueles y sangrientos que caracterizaron a la antigüedad, por considerarse que el castigo por la sangre no hacía más que generar la venganza por la sangre. ¿Qué pensar pues de la agresión a los procesados, del festejo anticipado de veredictos cuyo resultado está descontado, por ser los juicios meros circos para solaz de una ralea vengativa mal llamada “derechohumanista"? ¿No se trata acaso de actos punitivos que vuelven a poner en vigencia el valor de la VENGANZA, al igual que las prácticas de la antigüedad, donde las familias eran las encargadas de juzgar con sangre las muertes privadas de sus integrantes?



El tema del absurdo y su relación con la vida, con nuestro lugar en el universo, con la política, el arte y la literatura, siempre despertó en mí una gran curiosidad. En momentos como los que estamos viviendo, la experiencia de mis 74 años de vida (de los cuales cinco han transcurrido en un injusto encierro, semejante al que padeciera Josef K, el célebre protagonista de la novela “El proceso” de Kafka, condenado a muerte sin que hubiese un motivo de condena) me lleva a pensar que las vicisitudes actuales de nuestra patria constituirían un argumento perfecto para una obra del absurdo como “la Cantante Calva”, de Ionesco, gran maestro de esa disciplina teatral.

En efecto, la época de nuestro país que nos toca vivir nos coloca frente a sucesos carentes de lógica, en el que un universo paralelo hace su aparición, ubicado entre la realidad y el relato. Así, se condena por y para el relato, del cual son cómplices los tres poderes de la Nación. La realidad de las leyes y códigos vigentes  no coincide con los dictados de los magistrados. La inflación no tiene cabida en el relato, a pesar de que devora nuestros salarios. La justicia excarcela delincuentes, en nombre de pautas progresistas recitadas por jueces que han envenenado a generaciones de abogados con teorías garantistas o abolicionistas, pero niega la excarcelación de presos políticos sin condena, en nombre de leyes y códigos paralelos, con una finalidad lisa y llanamente política.

De mis épocas universitarias recuerdo siempre una lectura que me estremeció y que sería una referencia permanente en mi pensamiento. Se trata de la obra de Samuel Beckett, "Fin de la partida" que plantea la ausencia de Dios, un Dios que frente al comportamiento del género humano decide abandonarlo a su suerte. El hombre sabe que Dios no está; su ausencia ha producido todos sus efectos. EL MUNDO SE HA CONVERTIDO EN UN SOTANO SIN MAS ILUMINACION QUE DOS TRAGALUCES ABIERTOS  “A LO GRIS” Y LA HUMANIDAD SE HA TRANSFORMADO EN CUATRO PERSONAJES. UN CRIADO ESTOLIDO, UN  AMO CIEGO Y PARALITICO, CUYA VIDA SE REPARTE, ENTRE DORMIR , TOMAR SU MEDICAMENTO, ESCRIBIR UNA NOVELA INACABABLE E ININTELIGILE Y GIRAR EN TORNO A LAS PAREDES TANTEANDOLAS, EL PADRE Y LA MADRE ENCERRADOS EN DOS BARRICAS, SIMBOLOS DEL ARRINCONAMIENTO Y LA INUTILIDAD DE LA VEJEZ”. ¿Será este el panorama que ofrecen a la humanidad los exploradores de un mundo desdivinizado?

En esta ordalía de  juicios  absurdos a los que nos somete el poder político y la justicia ideologizada y sojuzgada, me surge una visión apocalíptica de nuestra pobre República Argentina, modelada en la ausencia de Dios y de Justicia. Esta tiranía berreta, donde la justicia se subordina a los caprichos de una ralea de ex terroristas trepadores, oportunistas y prevaricadores de baja y alta gama, esta patria librada a su suerte aparece, en esta visión onírica, casi dantesca, como aquel sótano de Beckett, en el que una única ventana hacia el exterior deja ver la cara de una enlutada, pintarrajeada y verborrágica  y ,mujer de pie junto a un atril, rodeada de una claque de autómatas idiotizados que aplaude y repite como un mantra “Vamos por todo, hay que profundizar el modelo con producción e inclusión social”, mientras en los subsuelos, inmersos en una penumbra que sólo interrumpe brevemente alguno que otro tragaluz munido de gruesos barrotes, hombres, mujeres, niños y ancianos famélicos y en harapos, claman por sus derechos. Están los ancianos, implorando devolución por sus dineros escamoteados. Están los presos políticos, encerrados en cárceles nauseabundas,  exigiendo  verdadera justicia sobre los ataúdes de sus muertos por abandono. Están las madres, implorando justicia por sus hijos asesinados a manos de criminales protegidos por esa falsa justicia. Están los niños, hambrientos y harapientos, reclamando trabajo, pan, educación y justicia.”

He aquí pues la visión fantasmagórica,  absurda y grotesca  de  una patria sin justicia, con inclusión para pocos. De una patria donde los perdedores juzgan a los vencedores, donde la gente decente va presa y los delincuentes son excarcelados, donde los tributos a la producción y al trabajo, pagados por trabajadores y chacareros, sirven para mantener a una clase política corrupta, dispendiosa, que muestran groseramente lo que roba  y que hará lo imposible para permanecer en el poder para no tener que rendir cuentas de los atropellos cometidos ante verdaderos tribunales republicanos.

Para un preso político, el tiempo tiene un valor distinto que para el común de la gente; dispone de sobrado espacio para la reflexión, las dudas y las tribulaciones que pueblan el transcurso de una vida. A pesar de las frustraciones, a pesar de la indignación, a pesar de la agresión,  hay algo que no pueden ni podrán quitarme jamás: mis ideas, mis pensamientos, el amor de la familia, y como estandarte básico y fundamental para sobrevivir a tamaña injusticia,  la  ESPERANZA.

La Argentina vive y vivirá momentos difíciles. Es mi esperanza que a medida que las caretas caigan y las mentiras salgan a la luz, el pueblo argentino despierte, abra los ojos y vuelva a tomarse de la mano para dejar de lado los errores del pasado y buscar el bienestar de todos, en libertad y concordia.




PROMETEO

Como introductor del fuego e inventor del sacrificio, Prometeo es considerado el dios Titán , protector de la civilización humana.




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