El tipo de sociedad de la que el matrimonio ha sido
siempre el pilar más fuerte es lo que algunas veces se llama sociedad
distributiva; la sociedad en la que la mayoría de los ciudadanos tienen una
participación mediana de la propiedad, especialmente propiedad en mano. En
todas partes del mundo la granja va con la familia y la familia con la granja.
A no ser que el grupo doméstico entero se mantenga junto con una especie de
lealtad o de patriotismo local, a no ser que la herencia de la propiedad sea
lógica y legítima, a no ser que las peleas de la familia se mantengan fuera de
los tribunales del oficialismo, la tradición de la propiedad de familia no
puede ser trasmitida sin deterioro.
De otro lado, el Estado Servil, que es el
opuesto del Estado Distributivo, se ha encontrado siempre molesto con esta
institución del matrimonio. Es una vieja historia que aquella esclavitud de los
negros de "la cabaña del Tio Tom"
tuvo su peor efecto en la destrucción de las familias. La misma historia se
cuenta por ambos lados, lo que resulta curioso. Porque los apologistas de los
estados de la esclavitud, o al menos, de los estados del Sur, hacen la misma
admisión aun en su propia defensa. Si negaban la destrucción de la familia de
esclavos era porque negaban que hubiera una familia de esclavos para ser
destruida.
El amor libre es el enemigo directo de la libertad. Es el
más obvio de todos los sobornos que pueden ser ofrecidos por la esclavitud. En
sociedades serviles una cantidad enorme de laxitud sexual puede darse en la
práctica, y hasta en la teoría, excepto cuando una u otra vez algún especulador
chiflado o algún rico demente tiene el antojo de una casta especial de esclavos
como una casta de ganado. Y aun con toda esa locura no durará mucho, porque los
lunáticos son minoría entre los que poseen esclavos. La esclavitud atrae a la
naturaleza humana con un atractivo mucho más sano y sutil que ése. Es mucho más
probable que, tras unos cuanto antojos y modas caprichosas, el nuevo Estado
Servil caiga en la resignación amodorrada del viejo Estado Servil, el antiguo reposo
pagano en la esclavitud, tal como estaba antes de que la fe cristiana viniera a
estorbar y confundir al mundo con los ideales de la libertad y de la
caballerosidad.
Uno de los inconvenientes de aquel mundo pagano era que,
por debajo de un cierto nivel de la sociedad, nadie necesitaba realmente
preocuparse en absoluto sobre genealogía o paternidad. Cuando los esclavos
empezaron a preservar su dignidad como vírgenes mártires, empezó un mundo
nuevo.
La cristiandad es la civilización que esos mártires construyeron;
y la esclavitud es el regreso del enemigo. Pero de todos los sobornos que la
antigua esclavitud pagana puede ofrecer, este relajamiento y lascivia es el más
fuerte, y tampoco niego que quienes desean la degradación de la dignidad humana
han escogido aquí muy bien sus instrumentos."
G.K Chesterton
Ensayos sobre el hombre y la mujer, el amor y la familia
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