martes, 4 de diciembre de 2012

APARICIÓN DE HUESOS Y OTROS SECRETOS


04 / 12 / 2012
Investigación

Primicia: Elefante Blanco, la denuncia que faltaba


Mientras que el gobierno nacional y los periodistas afines al oficialismo silencian el libro “El negocio de los derechos humanos”, la realidad muestra que la obra anticipó nuevos escándalos y destapó temas ocultos: desde las advertencias de la DEA por los vínculos de funcionarios del gobierno con traficantes de efedrina (primicia de Tribuna de Periodistas) a la adjudicación descontrolada de los departamentos de Sueños Compartidos, incluso para la instalación de talleres clandestinos. Aquí, la denuncia que faltaba.


Elefante sin bazar

El libro estaba imprimiéndose cuando recibí un llamado que me desconcertó. Luis, hay cosas que no te quise contar porque estábamos amenazados y no queríamos cagar a la persona que sabía y estaba metido en el medio”, me dijo uno de los informantes desde Ciudad Oculta. El llamado fue un mediodía de fines de agosto y me agarró devorando un sandwiche de milanesa con lechuga y tomate. Nunca concluí ese humilde manjar. Le respondí que ese mismo día iría a visitarlo al barrio y que no tocara el tema por teléfono.

No era la primera vez que su celular era intervenido por personas del gobierno nacional que reportaban para Hebe de Bonafini. El hombre se había animado a decirle “ladrona” en la cara a la Madre de Plaza de Mayo pero el miedo a una represalia era insignificante en comparación con la bronca que sentía por la deuda que, decía, tenían con él. Conocí la historia del ex trabajador de Sueños Compartidos acompañado por otro ex empleado y su amigo, testigo ocular del hecho, y que se largó a llorar mientras se confesaba ante mí. Colegas de prestigiosos medios de comunicación desecharon la historia: “Es demasiado, ¿vos lo viste? ¿Entonces?”.

Una semana después nos adentramos, junto con Sebastián Turtora, en el lugar de los hechos, en el subsuelo del Elefante Blanco, un enorme edificio que se construyó durante el primer peronismo para que funcionase un centro de salud de alta complejidad en la zona sur de la ciudad y que sería el más grande de América Latina. 60 años después, en la madrugada del 1 de enero del 2012, TDP informó, en exclusiva, que las 100 familias que lo habitaban habían salvado sus vidas milagrosamente tras un feroz incendio en unas de las habitaciones del segundo piso cuando ingresó un “tres tiros” por una ventana en medio de los festejos de otro año nuevo. Al lugar lo conoció hasta Ricardo Darín cuando filmó la película homónima de Adrián Caetano pero, si en la trama del film, los curas eran los estafadores que lucraban con la construcción de viviendas, en la Argentina real —no la de celuloide— el robo se pergeñó entre un ex apoderado todoterreno, un gobierno cómplice y una mujer que jamás cumplió sus promesas…

Subsuelos

El periodismo argentino conoció Elefante Blanco desde sus pasillos interiores y sus dos primeros pisos. Pocas personas se adentraron en el basural que habita el subsuelo del gigantesco edificio que, aún a fines del 2012, está resguardado por los “pochos”, hombres de confianza de Rubén “Pocho” Brizuela. El ingreso fue de película, con una filmadora escondida en una mochila y con la carta de presentación que veníamos a desratizar el oscuro lugar.


En esa visita no encontramos lo que pretendíamos encontrar… En cambio, observé cómo los habitantes de los primeros pisos —sólo están habitados los primeros dos pues el edificio corre serios riesgos de derrumbe— tiraban la basura sobre nuestras cabezas. Cuenta la leyenda que, en el año 2006, cuando desembarcó la Fundación Madres de Plaza de Mayo prometiendo una universidad, un centro de salud, un jardín de infantes que funcionó hasta el escándalo Schoklender y viviendas sociales, la basura alcanzaba más de 3 metros de altura acumulada.


Con camiones especializados y, bajo la atenta supervisión del ingeniero Diego Saina, en esa época, comenzó a limpiarse uno de los basurales más siniestros de la ciudad de Buenos Aires. 100 familias vivían encima de la mugre y de las ratas como Liliana, una de las protagonistas del libro “El negocio de los Derechos humanos” (1) quien le escribió sendas cartas a Hebe de Bonafini y hasta a la Presidente de la Nación. La mujer de 40 años, que aparenta el doble de edad, apareció brevemente en la película de Darín, bolo que cobró en la casa del puntero del barrio, “Pocho” Brizuela.

Pero el momento de mayor trascendencia de su vida fue cuando se cruzó con la mismísima Cristina Fernández de Kirchner cuando se presentó a inaugurar el obrador de Castañares en febrero del 2011. Faltaba poco para el escándalo y hasta la Presidente se sumaba al engaño: las 780 viviendas de Castañares nunca se terminaron y las familias de Villa El Cartón que tenían la prioridad para que se les adjudique sus viviendas, aún esperan respuestas.


A Liliana la conocí cuando era parte de un grupo de ex trabajadores que cortaban la general Paz en agosto del 2011 y me explicó detalles del manejo patoteril dentro de la Fundación, desde aportes adicionales a Pocho para “limpieza del Sacachispas”, club donde es amo y señor, gentileza de su padrino político, Beto Larrosa. Liliana también conocía la historia que me contarían un año después los ex trabajadores de Sueños Compartidos y un capataz de ese obrador.

La entrevista

Víctor renunció a la Fundación en el año 2008 disgustado por los magros sueldos pero, ante la falta de mejores propuestas laborales, regresó un año después. El ingeniero Diego Saina era su referente en Castañares a quien conocía del 2006 cuando pintó la guardería aledaña al Elefante Blanco por donde pasaron Néstor Kirchner y su hermana y el grueso del gabinete nacional. Alicia me felicitó personalmente, le gustó el color de la pintura que había elegido para la guardería”, recuerda Víctor. “Al Elefante lo querían demoler una parte y la otra reciclar, pero empezamos limpiando los subsuelos, vinieron palas mecánicas y, las mujeres se encargaban de sacar mugre, basura, ratas, de todo…y así empezaron a salir cositas”.

¿Cómo qué?, pregunté ante el misterio de los allí presentes.

“Como huesos humanos”

¿Y qué hicieron cuando los encontraron?

Lo primero cuando eran huesos, a veces aparecía un fémur, y como que las chicas se asustaban, se impresionaban. Pero, eran huesos que no sabía de quién era. Mucha bola no se le daba.

¿Tenían que informar cuando pasaba esto?

Yo me enteraba de parte del ingeniero Saina. Yo estaba manejando gente, controlando que laburen en la oficina y ahí me enteraba. Hasta que una mañana, tipo 10, estábamos recorriendo la parte del elefante, la parte de atrás, y vemos que salen corriendo las mujeres que estaban limpiando. Las palas mecánicas, salieron. Hasta que nos enteramos que habían encontrado el cadáver de una criatura de aproximadamente 3 años porque recién le estaban saliendo los dientes. Había una chapa, arriba había mucha mugre, que se fue sacando y cuando levantamos la chapa, estaba el cuerpo completo de una criatura. Las chicas, lloraban. Mi señora llevaba los chicos a la guardería del elefante, -que pinté yo-… Pasé y le dije al ingeniero: Diego, esto es grave, hay que llamar a las noticias”. “Sí Víctor, tenes razón pero si vos abrís la boca, si esto sale a la luz, nos quedamos sin laburo todos. Clausuran la obra, a las Madres les hacen un quilombo bárbaro, o sea que mejor no digas nada, hacete el boludo”. Las mujeres lloraban, desconsoladas, imaginate, son todas madres.

¿Quiénes crees que sí supieron además del ingeniero?

Para mí lo supo Hebe, lo supo Sergio

¿Qué te hace sospechar que lo sabían?


Porque Diego era muy legal, oreja, le contaba todo. Le rajaba uno y le contaba todo a Sergio, a Patricia. De hecho, cuando pelee por mi ascenso porque trabajaba como capataz pero cobraba como oficial, Diego me dijo: “No, anda a hablar con Patricia, que ya está todo arreglado” Y de hecho, así fue. Por eso te digo, para mí que sí sabían. Lo que yo les decía a los muchachos, al principio, yo estuve enamorado de las viejas, de las madres. Decía: “Hay gente honesta, todavía hay gente que se la juega por los que nada tenemos. Después de tanto tiempo que los políticos, venían y prometían, al final, vino alguien a hacer y eso para mí y para muchos, era así con las viejas”. Pero no era tan así.

¿Por qué?

Y bueno, una de las cosas era lo que estaba diciendo ahora. Si las Madres pelearon durante tantos años para que se esclareciera el tema de los desaparecidos… ¿y qué pasó ahí? Por más que haya aparecido un hueso… No eran cuerpos completas, pero si aparece el hueso de un meñique, para mí, ya es motivo de investigación.

¿Nunca ningún vecino se quebró, habló sobre el cuerpo del niño muerto?

Pero vos sabes, como te dije, tenía capas y capas, metros de basura. Era hueso pelado, una calavera. No había carne. Imagínate hace cuántos años estuvo ahí. Fue una guachada, era una criatura. Y eso para mí, fue en la época de los desaparecidos de la dictadura.

¿Nunca se volvió a hablar de ese tema?

No, nunca más. No, nunca se tocó. De hecho, al día siguiente con el ingeniero me dijo:Víctor no hables más, no toques el tema”. Mi señora, a veces se acuerda, todavía hoy: “Que hijos de puta que son”.

Desmentidas y confirmaciones

Por los tiempos de la edición del libro, esta historia quedó fuera del mismo. Confieso que el tema me hizo ruido, me generó sospechas de si el testimonio era verosímil y si la bronca por motivos económicos podía provocar que varios vecinos, ex empleados y habitantes de esos barrios se hubiesen puesto de acuerdo para inventar semejante historia. La autocensura es el peor castigo que sufre un periodista. Decidí mantener el tema en silencio pero llamé al citado http://periodicotribuna.com.ar/13354-primicia-elefante-blanco-la-denuncia-que-faltaba.html. La conversación fue extraña, el hombre estaba molesto pues estaba regresando, casualmente, de la Fundación de las Madres de reclamar un pago atrasado.

José López

También se había quedado en la calle y despotricaba contra los nuevos empresarios de la construcción vinculados supuestamente con José López, hombre fuerte del ministerio de Planificación, que se habían quedado con el obrador de Castañares. “Me cagaron” decía y la conversación se moría sin que pudiese llegar a la pregunta que deseaba hacer. ¿Con qué te encontraste en la limpieza del Elefante Blanco? “De todo, todo, lo que te imagines…”, dijo Saina. ¿Hasta huesos?, repregunté. “¿Huesos? ¡No! Eso fue un boludo que inventó esa estupidez, sí había pero eran de vacas…”

¿Estaba mintiendo? ¿Se mentía a sí mismo? El día anterior a que se publicara “El negocio de los Derechos humanos” regresé a Comodoro Py pues necesita más respuestas de Sergio Schoklender. Estaba convencido que el hombre no terminaba de contar todo sobre Bonafini, la Fundación y, fundamentalmente, sobre él mismo. Hablamos del tema. Conocía el mito, la leyenda pero lo negó. ¿Y por qué no se siguió con la construcción del Elefante? Supongamos que se encontró algo extraño, ¿qué hubieses hecho Sergio? pregunté sin respuestas convincentes.

Otra importante arquitecta (escuchar audio) que mantendré en el anonimato, se sinceró para el libro. Su respuesta aún retumba en mi cabeza y contradice la explicación de “los huesos de vacas” del ingeniero Saina.







Luis Gasulla[1]

Fuente: http://periodicotribuna.com.ar/13354-primicia-elefante-blanco-la-denuncia-que-faltaba.html





[1] Luis Gasulla presentará El negocio de los Derechos Humanos el próximo lunes 10 de diciembre, 17:30 horas en el 5º Piso Anexo del Senado de la Nación (Ingreso por Solís 125). Participarán de la mesa “Derechos humanos, ayer, hoy y siempre”, Ceferino Reato, Silvana Giudice, Miriam Aquino (protagonista del libro), referentes de organismos de DDHH e invitados sorpresas. Entrada libre y gratuita.

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