domingo, 9 de diciembre de 2012

“Aunque usted no lo crea” 

Autor Mauricio Ortin

El “pensamiento único” es un fenómeno totalitario típico que trasciende la orientación, de izquierda o de derecha, del tirano de turno. José Stalin, Adolfo Hitler, Fidel Castro y nuestros contemporáneos, Rafael Correa, de Ecuador, y Hugo Chávez, de Venezuela, son un notorio ejemplo de ello. Para el totalitario, consensuar con la oposición o atenerse estrictamente a la ley es una muestra de debilidad que afecta a la gobernabilidad. Prefiere ser temido antes que respetado. En función de ello y según el grado de autoritarismo que está dispuesta a aceptar la sociedad, gobierna.


Hitler, por ejemplo, que no se andaba con vueltas, afirmó el “pensamiento único nazi” asesinando a los que pensaban distinto.

Stalin, en cambio, asesinaba a los que no pensaban como él pero, también y por las dudas, a los declarados y probados stalinistas (el georgiano fue un auténtico perfeccionista). Fidel Castro (hoy emblema de las organizaciones de derechos humanos de izquierda) un tanto más moderado a la hora de exterminar disidentes, los encerraba de por vida en cárceles inmundas.

Por su parte, los proto totalitarismos o totalitarismos incipientes, que recién están haciendo sus armas, más que a los opositores en persona prefieren atacar primero a los medios de prensa que difunden el pensamiento de casi todos los que piensan diferente al oficialismo. De allí, que el control o la supresión de los medios que no se doblegan a “la verdad única” sea para el poder: “la madre de las batallas”. De allí, que en todos los países latinoamericanos presididos por regímenes fascistoides (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina) el principal enemigo del poder sea la, buena o mala, prensa independiente.


Al respecto, muy bien nos ilustra Rafael Correa, el presidente de Ecuador (quien, además, con los argumentos propios de un energúmeno antisemita, tuvo el atrevimiento minimizar el atentado a la AMIA en que mataron a 85 argentinos). Pues bien, en relación al “pensamiento único” y la libertad de prensa dijo, Correa: “No hay prensa libre e independiente si es sometida a intereses privados y a los designios del capital”. Ahora bien ¡Quién fue el trasnochado que le dijo a este señor que los intereses privados son malos en sí mismos! ¿Creerá, acaso, que sólo él representa la verdad y el bien porque fue elegido presidente por la mayoría? ¿La minoría que no lo votó debe ser silenciada por no pensar como él? Correa, está confundido. Él fue elegido presidente, no Faraón de Ecuador. Además, ¿cuales son “los designios del capital” y quién es “el capital” al que se refiere? ¿Acaso, Hugo Chávez, Rafael Correa y Cristina Kirchner, que se hicieron multimillonarios en el gobierno, no forman parte del capitalismo con sus propios designios?


La madre de las batallas, con Generales de la talla de Rafael Correa, más que sangrienta se revela así grotesca. Pero, todavía, hay más. Sí, porque la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (tal vez, en un intento de alcanzar fama mundial a través de figurar en el célebre: “Aunque usted no lo crea, de Ripley”) distinguió a Rafael Correa, con el premio anual que otorga a los que, supuestamente, honran la libertad de prensa. Ya hizo el intento en años anteriores premiando a Hugo Chávez, Evo Morales y Hebe de Bonafini (es insultante la indiferencia del señor Ripley).


Por cierto, la facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata funciona en el edificio “Néstor Kirchner” (¡aunque usted no lo crea!).

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