sábado, 26 de enero de 2013

LAMENTAN EL ESTADO DE LA FRAGATA "SANTÍSIMA TRINIDAD"





Lo ocurrido con la fragata “Santísima Trinidad" es un ejemplo más del profundo deterioro en que se encuentran las Fuerzas Armadas de la Nación.
Durante la madrugada del día de hoy la fragata misilística “ARA Santísima Trinidad”, amarrada en un muelle de la Base Naval de Puerto Belgrano, quedó semihundida y con una escora de aproximadamente 50°. El hecho se produjo por una  avería en una tubería del sector de máquinas.


La Diputada Nacional Patricia Bullrich expresó: “Es la triste agonía de otro de los navíos que supo ser orgullo de nuestra flota de mar. Inactiva por razones desconocidas desde el año 1989, fue en parte “canibalizada” a fin de sostener la operatividad de su hermana gemela la fragata misilística “ARA Hércules”.

“Lo ocurrido es un ejemplo más del profundo deterioro en que se encuentran las Fuerzas Armadas de la Nación, a cuya magnitud la actual administración gubernamental evita referirse dado que, de manera sistemática y gracias a mayorías circunstanciales, ha ignorado tanto las interpelaciones como los pedidos de informes que al respecto he presentado”. Finalizó Bullrich.



Carlos Vicente Ruá
Coordinador  Equipo de Defensa

viernes, 25 de enero de 2013

LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD DEBEN SER PROBADOS

Jueves 24 de enero de 2013 | Publicado en edición impresa

Debido proceso

Por Emilio Cárdenas [1]| Para LA NACION

Luego de derrotar militarmente a la Alemania nazi, los aliados decidieron organizar de inmediato los tribunales de Nuremberg para juzgar a los máximos responsables de las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el horrible genocidio perpetrado contra el pueblo judío. Ése fue, históricamente, el primer ejemplo claro de lo que hoy llamamos "justicia transicional".


Cabe recordar que, desde su inicio, esas conversaciones evidenciaron la existencia de dos posiciones marcadamente diferentes. Por una parte, la de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que procuraban hacer justicia con equidad, respetando el debido proceso legal. Por la otra, la de la Unión Soviética, que consideraba a los líderes nazis culpables ex ante, simplemente en función del contexto de la Segunda Guerra, como si por eso no hubiera sido necesario probar responsabilidad personal alguna. Los soviéticos veían los procesos judiciales apenas como un mecanismo para graduar, en cada caso, las penas por imponer. Nada más.


Es obvio que los soviéticos procuraban esencialmente propaganda y revancha pública, lo que poco y nada tiene que ver con hacer justicia. El fiscal soviético Andrei Vyshinsky sostuvo entonces que la presunción de inocencia debía, a lo sumo, considerarse "un prejuicio burgués". En rigor, los soviéticos estaban, además, tratando de ocultar su atroz matanza de centenares de oficiales polacos en Katyn, que recientemente Rusia ha reconocido como realizada por mandato de las autoridades soviéticas. Por su parte, el delegado soviético I. T. Nikitchenko sostuvo que las Declaraciones de Moscú y de Crimea (Yalta), por su contenido, debían tenerse por condenas, sin que fuera necesario dictar sentencias judiciales de ningún tipo para seguir adelante contra los jerarcas nazis.


Para los soviéticos, la carga de la prueba debía estar a cargo de la defensa, invirtiendo así la regla tradicional -exigida por el debido proceso legal y por el principio de presunción de inocencia- que postula que la prueba está -en cada caso- a cargo del fiscal acusador.

Nikitchenko, por lo demás, no comprendía qué era lo que los norteamericanos querían decir cuando insistían constantemente en que los jueces debían ser -y actuar- como personas independientes e imparciales. Lo que supone que debían dejar de lado las presiones externas, así como las derivadas de sus propias emociones, esto es, de sus respectivas ecuaciones personales. Para Nikitchenko, eso sólo suponía demorar las cosas innecesariamente.

Robert Jackson

El formidable fiscal norteamericano Robert Jackson, por su parte, estaba atónito frente a la pretensión soviética de concebir los juicios apenas como una formalidad, puesto que los soviéticos creían que eran importantes por razones políticas, pero no de justicia: la ideología les impedía ser, en esto, objetivos; y los lanzaba en dirección a la venganza. Por eso, en su momento, Jackson señaló: "No se debe poner a ninguna persona en juicio si uno no está decidido a dejarla en libertad si no se prueba su culpabilidad. Si uno está dispuesto a ejecutar a esa persona en cualquier caso -agregó-, no debiera organizarse ningún proceso penal, porque el mundo no respeta a aquellos tribunales que han sio simplemente organizados para condenar".

Desde entonces, la comunidad internacional ha evolucionado mucho y bien en materia de regulación de los crímenes de lesa humanidad y ha adoptado un principio, hoy reconocido universalmente, que es el de la necesidad de que los fiscales procedan a probar siempre los cargos que formulan "más allá de toda duda razonable". Una vez más, se confirmó el conocido principio de actori incumbit probatio. Si este requisito, que es una exigencia del Estado de Derecho y del debido proceso legal, así como de la necesidad de respetar las garantías judiciales esenciales, no se alcanza, debe absolverse al acusado. Ese y no otro es el estándar penal hoy universalmente aceptado por la comunidad internacional, que ha sido adoptado expresamente en los instrumentos y normas que regulan la actividad de los tribunales penales internacionales. En todos los casos.

Para cumplir con esta pauta es necesario no sólo probar el elemento físico de los delitos (actus reus), sino también su componente mental (mens rea), esto es, la intención de delinquir. Ambas cosas. Y que, cuando se trate de participaciones delictivas en las que, además, exista -y se pruebe- un plan común, es necesario que el presunto partícipe conozca la mens rea de quien cometerá materialmente el delito.
No es posible asignar culpa por mera identidad política o ideológica. Ni tampoco por creencias o inferencias subjetivas.

Danilo Zolo

Como sostiene Danilo Zolo2, los jueces deben separar la política de la justicia, de modo que el proceso penal no sea simplemente una engañosa teatralización ritual de la lucha política o de la estigmatización de quien es considerado enemigo. Los procesos penales, es cierto, pueden estar sujetos a manipulaciones, interferencias y hasta a presiones indebidas. En algunos casos, realmente escandalosas. Cuando esto sucede, quedan viciados de nulidad

Es hora entonces, en nuestro medio, de dejar de invocar mecánicamente el precedente interamericano del caso Veláquez Rodríguez, de los años 80, con el que, en algunos casos, se pretende asignar culpabilidad sobre la base de meros indicios y presunciones y de un pretendido "contexto" general de la Argentina de los años 70. Se evita así la responsabilidad de tener que probar "más allá de toda duda razonable".

Ocurre que, desde los años 80 hasta hoy, el derecho humanitario internacional ha avanzado enormemente y adoptado, sin excepciones, esa regla esencial. La de la necesidad de probar las acusaciones que se realizan "más allá de toda duda razonable". Cabe asimismo recordar que la referida decisión interamericana aclara que ella se aplica sólo a los tribunales internacionales y ciertamente no a los internos. Además es necesario apuntar que, aunque ella sólo pueda invocarse en el ámbito internacional, lo cierto es que exige que siempre se deduzcan conclusiones consistentes con los hechos y no con la fantasía o las emociones de los juzgadores.

Si la Argentina no abraza con rapidez y claridad la pauta probatoria utilizada y definida por el resto del mundo para los delitos de lesa humanidad -esto es, la necesidad de probar siempre la comisión de los delitos "más allá de toda duda razonable"-, la historia tendrá, en las decisiones judiciales que caprichosamente den la espalda a ese principio, vehículos de revancha. Lo que sería lamentable y algo de lo que nuestras generaciones futuras nunca podrán estar orgullosas. La visión soviética de la segunda posguerra mundial no puede ser, de pronto, adoptada entre nosotros, y menos aún cuando la comunidad internacional toda ha adoptado la estricta pauta probatoria antes referida para el juzgamiento de los delitos de lesa humanidad.

FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1548408-los-delitos-de-lesa-humanidad-deben-ser-probados

NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.

REFERENCIAS:



[1] EMILIO J. CÁRDENAS, Director Ejecutivo de HSBC Argentina Holdings S.A.
Abogado. Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires; University of Michigan (MCL).
Profesor de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Católica Argentina   en la Universidad de Illinois
Fue Embajador y Representante de la República Argentina ante las Naciones Unidas y Embajador Argentino ante Dominica y Guyana.
En 1997, fue designado Representante Personal del Secretario General de las Naciones Unidas en Irak.
Presidente de la International Bar Association y miembro del Comité Internacional Asesor del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU
En 1999 fue designado por el Secretario General de las Naciones Unidas, miembro del “Comité de Inversiones de las Naciones Unidas”.

[2] Danilo Zolo (Rijeka, Croacia, 1936) es un filósofo y jurista italiano. Catedrático en la Facultad de Derecho de la Universidad de Florencia y profesor en diversas universidades anglosajonas (Cambridge, Princeton, Harvard, Pittsburgh) y latinoamericanas. En 1993 se le concedió la Jemolo Fellowship en el Nuffield College de Oxford. Su pensamiento, de carácter interdisciplinar, abarca desde la epistemología a la filosofía política y las relaciones internacionales. Actualmente es director de Jura Gentium, un espacio web dedicado al análisis filosófico de temas de derecho internacional y política global..

LA FALSA TREGUA DE LAS FARC

Las negociaciones entre las FARC y el gobierno colombiano continúan, mientras las armas no han dejado de sonar y el escepticismo se extiende entre los colombianos.

POR RICARDO ANGOSO
rangoso@iniciativaradical.org

Según informan los medios colombianos en estos días, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nunca han respetado la tregua anunciada. Los ataques terroristas han continuado en todo el país, a pesar de que las negociaciones entre esta organización y el equipo negociador designado por el ejecutivo colombiano se siguen desarrollando en La Habana. Se contabilizan más de 52 ataques terroristas con el sello de las FARC desde que en noviembre del pasado año voceros autorizados de esta organización anunciaran una tregua.

A la gravedad de estos ataques se le viene a sumar el reciente secuestro, presumiblemente por el otro gran grupo terrorista del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de tres ciudadanos extranjeros y dos colombianos. Más de un centenar de ataques terroristas de ambas organizaciones se han producido en los últimos meses, pese al optimismo de los negociadores y el espíritu "pacifista" del ejecutivo colombiano. Casi el 70% de los colombianos, según un sondeo reciente, no confía en que las negociaciones lleguen a buen término.

En este clima de clara desconfianza entre las FARC y las autoridades colombianas, se le viene a unir ahora el reciente hallazgo de un depósito con más de 250 kilogramos de anfo, un potente explosivo que, al parecer, iba a ser utilizando para atentar en la capital del país, Bogotá, contra instalaciones policiales y militares. Al igual que otros grupos terroristas, como el español ETA y el irlandés IRA, las FARC parecen estar aprovechando esta "tregua" no declarada por parte del gobierno para hacer acopio de armas, reorganizarse internamente y prepararse para si, llegado el momento, las negociaciones fracasan y nuevamente hay que reprender la vía armada con toda su intensidad.

El proceso de paz iniciado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, empieza a encontrar importantes escollos, como lo son el asunto agrario, la estructura del Estado y una supuesta asamblea constituyente que demandan los líderes negociadores de las FARC. El gobierno, mientras tanto, no tiene un gran margen de maniobra en las negociaciones, toda vez que si hace demasiadas concesiones a las FARC saldría demasiado debilitado del proceso y quizá deslegitimado, como le pasó al presidente Andrés Pastrana durante las negociaciones del Caguán. Pero también porque se ve duramente criticado, sobre todo desde la derecha, ya que se considera que el diálogo esta asentado sobre premisas falsas y que solo beneficia al grupo terrorista.

POCO TIEMPO, ESCASOS RESULTADOS
Luego, el presidente Santos ha anunciado que las negociaciones solo continuarán hasta noviembre, ya que para esas fechas se estará ya en plena campaña para las legislativas previstas para el 2014 y quizá también para las presidenciales que se celebrarían ese mismo año. El mismo Santos podría ser candidato presidencial. Un fracaso en las negociaciones podría tener resultados impredecibles.

En primer lugar, para Santos significaría una desautorización en toda regla y tendría que hacer grandes esfuerzos para convencer a la opinión pública de su país  de que se hizo todo lo que se pudo. Luego, y en un segundo orden, dejaría en una posición muy delicada a la izquierda, siempre vista por muchos sectores como un mero apéndice de las FARC, y les reduciría sus posibilidades de éxito electoral en las comicios previstos. Y, en tercer lugar, una vez anunciada la candidatura de Alvaro Uribe encabezando una lista para el Senado de Colombia, las posibilidades de éxito del uribismo crecerían, incluso para uno de sus candidatos a la presidencia, lo cual paradójicamente sería el peor escenario para las FARC y la izquierda. Es decir, el más adverso resultado para el presidente Santos, pero también para las FARC, sería que el proceso negociador iniciado el pasado año en Oslo fracasase.

Es por ello que es más que seguro que en estos meses se avance más que hasta la fecha y se concreten algunos resultados. Las dos partes lo necesitan y, ahora más que nunca, tratarán de evitar una naufragio en las conversaciones en curso. Santos, si el proceso da los resultados previstos, obtendría importantes réditos electorales, lograría un prestigio internacional con el que siempre ha soñado -¿estará preparando el camino para la Secretaría General de las Naciones Unidas una vez deje la presidencia?- y  se colocaría en una posición de indudable ventaja de cara a las elecciones presidenciales, casi asegurándose su segura reelección.

Luego nadie duda ya en Bogotá que el presidente Santos, habilidoso en el manejo de los tiempos y en el marketing político, no ha llegado a esta mesa de negociación sin previamente haber cerrado un acuerdo de mínimos; es más que  una sospecha que no habrá grandes sorpresas y al final se anunciará un pacto entre las partes. Las FARC saben que las cosas están cambiando en el continente y que la vía armada ya no es aceptada ni siquiera por la izquierda en ninguna parte del mundo.

El problema radica en saber la naturaleza del futuro acuerdo que saldrá de las negociaciones y que marco político se acordará para desarrollar el proceso de inserción de las FARC, el verdadero quid de la cuestión, en la sociedad colombiana. Este aspecto, crucial pero que esconde numerosos riesgos, es la clave del proceso de paz, tal como lo fue en Irlanda del Norte y como lo está siendo ahora en España con ETA.

EL ESPINOSO ASUNTO DEL NARCOTRÁFICO
Sin embargo, en vista de los acontecimientos que se desarrollan en estos días y  con la cada vez más creciente ligazón de las FARC con el narcotráfico, habiéndose convertido este grupo en el mayor cartel de drogas no del país, sino quizá del continente, las dudas asaltan a numerosos analistas y periodistas bien informados con respecto al proceso. ¿Serán las FARC capaces de abandonar tan lucrativo negocio y dejar atrás las armas para dar el salto a la vía política e institucional?

Este asunto, el del narcotráfico, no ha sido abordado lo suficiente y el gobierno, con el fin de esquivar las cuestiones más críticas, bien para dejarlas para al final o para otro tramo negociador más allá del plazo marcado por el presidente Santos, parece ser obviado deliberadamente por ambas partes. Por ahora, las negociaciones continúan, pero también las armas siguen sonando y los secuestrados -si están todavía con vida- siguen esperando encadenados en la selva el final de una pesadilla interminable que es un anacronismo más de esta Colombia del siglo XXI.

PARÁBOLA DE LA CRIMINALIDAD


 25 ENERO 2013

por el Lic Gustavo Adolfo Bunse

«Gutta cavat lapidem, non vi sed saepe cadendo»
 (La gota horada la piedra… no por fuerza,
sino por constancia) (Ovidio)





La apuesta es… hasta consumir toda la munición.

Si para demostrarnos su autoridad hace falta desangrar la Comarca hasta dejarla exánime… la reina no ha de tener dudas en proceder a dar las órdenes para seguir… hasta que la agonía ya ni siquiera tenga la fuerza para comunicar un estertor… desde su asfixia.

Campea pues… como un dogma vesánico y maligno, un propósito que incluye las dos componentes básicas de la criminalidad :

Dolo abierto… y deseo deliberado de daño.

Son criminales encaramados en el poder.   No se tengan dudas.
A quien se oponga… lo despanzurran vivo.

Han encallado el país… y al que se atreva a señalárselo le aplicarán  a mansalva la fuerza del Estado… al cual consideran propio.

Ella “es” el Estado… y por tal razón usa la totalidad de su fuerza coercitiva… sólo para la venganza y para el silenciamiento.

La oposición mide, de un modo irresponsable, todos sus pasos de impugnación hacia el Palacio… temerosos no sólo de la reina… sino de la pérdida de votos por ser vistos como demasiado agresivos.

Y las arcas de ese Estado… desangradas por el latrocinio… sufragan además, una devastación por impericias de un tenor tan inaudito… que ya no pueden configurar otra cosa que no sea daño deliberado.

Quien esto escribe… ha dicho varias veces… antes de hoy, que ella se va a despedir a los tiros. Eso, sin duda, pertenece a la esencia de su catálogo de criminalidad. 

El poder político es un gran burdel…  de esos que no disimulan su existencia.
De esos que tienen un cartel luminoso que lo dice en su frontispicio.

Por si algún distraído todavía no pudo advertirlo.

Parece pues… escandalosamente fácil verlo ahora:

La distribución discrecional de los fondos del Estado, desde las entrañas mismas de las arcas de la Nación, tiene prioritario destino sobre ciertos individuos selectos, sobre ciertos “grupos especiales” y sobre ciertos cajeros de saco y corbata, todos ellos organizados desde el pináculo del poder,  para perpetrar orondamente la rapiña progresiva y sistemática de los dineros públicos.

Individuos, grupos y sectores… designados, cada uno de ellos, con una especialidad perfectamente pre verificada y demostrada en las artes del latrocinio y del saqueo profesional.

En ese fotograma lastimoso… es natural ver que, estas bandas del desaforado despojo nacional…  aunque parezca un contrasentido, se autodestruyen como clase política dirigencial… precisamente por su terrible antropofagia desfalcadora y carterista.

En efecto:         

Se empiezan a robar entre ellos… y a disputarse  -como lo hacen las hienas frente a la carroña- los restos finales de cualquier descarrilamiento financiero ocurrido en medio de su escamoteo.

Tal como una fauna congénitamente caníbal,… no pueden resistir la tentación de traicionarse mutuamente… y de hacer descuidismo salvaje entre sus propios miembros. Son antropófagos del robo en poblado y en banda.

Y esa banda fraudulenta… se hace conducir por una descerebrada  apologista… en Vietnam… de una guerra de la que no tuvo ni tiene la más mínima noción… tan terriblemente hipócrita que entre sus conceptos elogia abiertamente a la guerra total… la regular y la irregular… como único vehículo para lograr la paz. 

Si señores…de vomitar sobre los uniformes como antimilitarista dogmática, pasa hoy a reivindicar los conflictos armados ajenos… vestida de verde oliva…mientras pierde su propia flota de guerra, entre buques secuestrados… submarinos paralíticos.. o navíos hundidos por su propia infame decisión de ahogo logístico.

Si tuviera su propia guerra… amanecería pues ridículamente perdida antes de iniciarla… porque … en varias de sus cabriolas de enorme imbecilidad…   se habría ocupado de fulminar en forma personal, todos los preceptos constitucionales de la Defensa Nacional.

Un gobierno que ya configura hoy la asociación ilícita calificada más “distinguida”… moviéndose al socaire de los derechos humanos y de una telaraña de subsidios a la vagancia en cuya desarticulación eventual se esconde hoy  silenciosamente la explosión social más violenta y numerosa que se haya conocido.

Sus colaboradores… usan uniforme de carteristas.

Vulgares ladrones a cielo abierto… iniciados como guardaespaldas o choferes del difunto, ya varias veces sorprendidos en medio del acto de latrocinio, la hacen enmudecer a ella misma de una manera tan cómplice y evidente… que queda incursa en la trama del mismo acto de pillaje, con todas sus huellas digitales puestas en las manijas del botín.

Tibias letanías se oyen… de una oposición que no está dispuesta a promover ni siquiera el más elemental principio correctivo para este drama… ni el menor estrépito que correspondería desatar.

Estamos atrapados.

Nadie puede ser tachado de escéptico ni de prejuicioso si camina, en esta rara comarca con miles de prevenciones, luego de haber transitado una vida seudo democrática repleta de traiciones y mentiras perpetradas por la misma dirigencia política.

No es en absoluto una paranoia suponer, cada mañana, que lo normal ha de ser que ella intente engañar a todos, una y otra vez…

Que les mienta a todos en forma burlona y que, simultáneamente,  de postule a un ejército de corruptos para que, obligada a votar, la ciudadanía convalide la única oferta electoral disponible en la que cuelgan…  como murciélagos… solamente ellos.

La sensación de un engaño burdo,  ya es certeza.

Y no sólo ya por ver al gobierno… enmascarado en el humo de la hipocresía, sino por constatar… en modo palmario… que hay un Poder Legislativo corrompido hasta los tuétanos… e impune de toda impunidad, como si estuviese “pintado al óleo”.

Sometido también con la misma “caja”, a cambio de dejar que todo se haga por disposición de superpoderes napoleónicos que se han prorrogado cien veces… sine die

Por bastante menos que este rampante  “road show” del latrocinio oficial, en el país menos normal,  cualquier mandatario involucrado debe asistir a la fulminación inmediata de su estabilidad política.

Y debe huir, antes bien, por carecer del sustento moral elemental.

Debe escapar por el “pronto” tratando de esquivar el conflicto sobre la hora próxima,…  aún cuando pueda exhibir claro… un origen democrático de representatividad legítima. 

En la comarca no.

Allí… aunque parezca difícil tapar las defraudaciones prohijadas desde el Monte de los Olivos… aún con el silencio de los sátrapas… pues como la oposición es una caterva de algas humanas… nadie hace ni hará un reverendo bledo… acerca de esta depredación.        

Seguirá el silencio,…  pese a que la mancha de aceite corrompido caiga por las escalinatas del castillo real. Seguirá viéndose un desdén sarcástico, como práctica habitual… frente a lo que ella hoy considera, sin ninguna duda,  un pueblo de ovejas.

Y en este contexto de impotencia, ninguno de los poderes se salva de integrar una comparsa prostituida.

Ser incrédulo y  sospechar… es pues, un imperativo para la gente.

Un deber cívico…

La certeza plena de que… para esta banda de asaltantes… el crimen “paga”.

Lic Gustavo Adolfo Bunse

jueves, 24 de enero de 2013

LOS MITOS DE LA GUERRILLA

enero 24, 2013

By Max Boot[1]

Para un estudiante de la historia militar, el aspecto más asombroso de la actual coyuntura internacional es la ausencia de un conflicto donde se enfrenten dos fuerzas armadas uniformadas. El último fue una breve escaramuza entre Rusia y Georgia en 2008. En la actualidad, el fantasma de la guerra convencional, que ha dominado la imaginación de Occidente desde los días de los hoplitas griegos casi ha desaparecido.


El mundo, sin embargo, dista de haber alcanzado la paz. Argelia combate a quienes secuestraron a un grupo de personas en una planta gasífera. Francia lucha contra islamistas extremistas en Malí. Israel enfrenta a Hamas. Estados Unidos y sus aliados combaten a los talibanes en Afganistán, mientras que en Siria, el presidente Bashar Al-Assad pelea contra los rebeldes que tratan de derrocarlo. Colombia sigue confrontando, y negociando, con las FARC, al paso que México lucha contra las bandas de narcotraficantes. Eso sin olvidar a los países africanos que pelean contra el Ejército de Resistencia del Señor.

Países africanos que pelean contra el Ejército de Resistencia del Señor

Son guerras sin frentes de batalla, sin fechas de inicio ni fin claramente definidas. Son conflictos enredados y sangrientos en los que los atacantes, a menudo sin uniformes, realizan emboscadas y atacan a la población civil. Se trata, en suma, de guerras de guerrillas y son mortales. Más de 60.000 personas han muerto desde 2011 solamente en Siria, según la Organización de Naciones Unidas. Casi 50.000 han perecido en la guerra contra las drogas en México desde 2006. Las guerras civiles africanas han cobrado cientos de miles de vidas. Los últimos 10 años han sido testigo de atentados terroristas sin precedentes, desde los ataques del 11 de septiembre hasta los bombardeos suicidas en Irak. Para entender la realidad actual, hay que entender a las guerrillas y las organizaciones terroristas que son sus parientes cercanos.


Francia lucha contra islamistas extremistas en Malí


Por desgracia, nuestra ignorancia sobre la guerra de guerrillas es profunda, pese a que nos vemos enredados cada vez más en esta clase de conflictos. Contrario a lo que muchos creen, ni el Che Guevara, ni Mao Zedong inventaron la guerra de guerrillas y el terrorismo es mucho más antiguo que los Juegos Olímpicos de Berlín en 1972. La insurgencia tampoco es, como algunos han sugerido, un tipo de guerra “oriental”, algo que a los occidentales les cuesta entender.


Mao Tse Dong
Un examen del extenso historial de la guerra de guerrillas no sólo desempolva numerosos personajes interesantes y medio olvidados, sino que echa por tierra muchos mitos y nos permite abordar el tema de seguridad más apremiante de nuestra época. A continuación, las lecciones que debemos aprender, pero no hemos aprendido, de la historia de la guerra de guerrillas.

  • La guerra de guerrillas no es nueva. La guerra tribal, en la que una fuerza guerrillera se enfrentaba a otra, es tan antigua como la humanidad. Una nueva modalidad de la guerra de guerrillas, en la que un grupo subversivo luchaba contra un ejército convencional es solamente un poco más reciente: se originó en la Mesopotamia hace 5.000 años. Denominar a la guerra de guerrillas “irregular” o “no convencional” es entender el concepto al revés: es la norma del conflicto armado.



Muchas de las actuales fronteras y formas de gobierno en el mundo fueron determinadas por batallas entre ejércitos y grupos insurgentes. El Reino Unido, por ejemplo, fue “unido” cuando los ingleses derrotaron a movimientos guerrilleros escoceses e irlandeses centenarios. El repliegue del imperio británico fue en parte el resultado de una resistencia armada exitosa de grupos insurgentes, desde el Ejército Republicano Irlandés en los años 20 hasta los sionistas en los años 40. Incluso antes, la guerra librada por los colonos estadounidenses, algunos de los cuales peleaban como guerrilleros, formaron EE.UU., que alcanzó sus actuales fronteras al librar una guerra implacable contra los insurgentes indígenas del país.

Cuesta pensar en cualquier país en el mundo que se haya salvado de los estragos provocados por la guerra de guerrillas, al igual que cuesta pensar en cualquier organización militar que no haya dedicado una parte considerable de su energía a combatir las guerrillas.


  • La lucha guerrillera es la forma de conflicto universal elegida por los débiles, no una forma de guerra “del oriente”. Gracias en mayor parte al éxito de los comunistas chinos y vietnamitas para tomar el poder en el siglo XX, hubo una tendencia a presentar las tácticas guerrilleras como la expansión de Sun Tzu y otros filósofos chinos que supuestamente se enfrentaron a las tácticas convencionales adoptadas por próceres occidentales como Carl von Clausewitz.



En realidad, los antiguos ejércitos chinos e indios eran tan enormes y convencionales en su orientación como las legiones romanas. No fueron los chinos los que eran culturalmente proclives a la guerrilla sino más bien sus enemigos nómades.

Pero incluso poblaciones tribales como la turca, árabe y mongola, quienes usaron tácticas de guerrilla en su ascenso al poder, recurrieron a ejércitos convencionales para proteger los imperios que tanto les costó ganar. Su experiencia sugiere que son pocos los que eligieron la guerra de guerrillas de forma voluntaria. Es la táctica de última instancia de aquellos que son demasiado débiles para crear ejércitos regulares. Asimismo, el terrorismo es la táctica de última instancia para los que son demasiado débiles para crear movimientos guerrilleros.

  • La guerra de guerrillas ha sido tanto subestimada como sobreestimada. Antes de 195, el valor de las campañas guerrilleras en general era subestimado, lo que llevó al desastre a oficiales demasiado confiados como George Armstrong Custer en su batalla contra los indígenas estadounidenses en 1874. Debido a que los irregulares se rehúsan a pelear cara a cara, no han recibido el respeto que merecen, a pesar de su capacidad consistente, desde los asaltos bárbaros a Roma, de humillar a los mayores imperios del mundo.



Desde 1945, la opinión ha ido demasiado lejos al otro extremo al considerar que los movimientos guerrilleros son invencibles. Esto se debe en mayor medida al éxito que disfrutaron un puñado de rebeldes como Mao Zedong, Ho Chi Minh y Fidel Castro. Pero estos casos distraen del ignominioso final que tuvieron la mayoría de los insurgentes.

En realidad, aunque las guerrillas a menudo han podido luchar durante años y causar grandes pérdidas a sus enemigos, rara vez han alcanzado sus objetivos. Los terroristas han sido aún menos exitosos.


  • Los insurgentes han tenido más éxito desde 1945, pero siguen perdiendo casi siempre. Según una base de datos que compilé, de 443 insurgencias desde 1775, los guerrilleros tuvieron éxito en 25,2% de las guerras concluidas mientras que los ejércitos oficiales se impusieron en 63,8%. El resto fueron empates.

Desde 1945, la tasa de victorias de los subversivos ha de hecho subido, a 39,6%. Pero las campañas contrainsurgentes vencieron en 51,1% de los casos. Como muchas empresas que empiezan, la mayoría de las organizaciones guerrilleras fracasan.


  • El evento reciente más importante en la guerra de guerrillas ha sido el ascenso de la opinión pública. ¿Por qué las guerrillas se han vuelto más exitosas desde 1945? Gran parte de la explicación se puede encontrar en el poder creciente de la opinión pública, impulsada por la expansión de la democracia, la educación, la tecnología de comunicación, medios masivos y organizaciones internacionales, todos los cuales han socavado la voluntad de los estados para involucrarse en campañas de contrainsurgencia prolongadas, en especial fuera de su propio territorio, y aumentado la capacidad de los insurgentes para sobrevivir incluso después de sufrir reveses.

Un ejemplo ocurrió en la Guerra de Vietnam, donde Estados Unidos fue vencido no porque fue superado en el campo de batalla, sino porque la opinión pública se puso en contra del país. Lo mismo casi ocurrió en Irak en 2007, y puede pasar en Afganistán.



  • Pocas campañas de contrainsurgencia han tenido éxito al causar terror en masa. Cuando se enfrentan a enemigos escurridizos, los ejércitos a menudo han recurrido a torturar sospechosos en busca de información, como hizo EE.UU. luego del 11 de septiembre de 2001, y a tomar sangrientas represalias contra los civiles, como están haciendo ahora las fuerzas de Bashar Al-Assad en Siria. Ese tipo de estrategias ha funcionado de vez en cuando (a menudo cuando los rebeldes dejan de recibir apoyo externo), pero con la misma frecuencia ha fracasado.

Incluso en el mundo antiguo, cuando no había activistas de derechos humanos o canales de noticias por cable, los imperios descubrieron que pacificar poblaciones inquietas a menudo involucraba garrote y zanahoria. Hubo beneficios considerables de participar en la Pax Romana, que ganó poblaciones al ofrecer “pan y circo”, caminos, acueductos y (lo más importante) seguridad frente a guerrillas y bandidos.


  • “Ganar corazones y mentes” suele tener éxito como estrategia antiguerrilla, pero no es tan emotivo como se suele suponer. El hecho de que EE.UU. y otros estados democráticos no puedan ser tan brutales como regímenes dictatoriales -o más bien, elijan no serlo- no significa que no puedan tener éxito en desactivar insurgencias. Simplemente tienen que hacerlo con un estilo más humano. En Irak en 2007-2008, el general David Petraeus mostró lo exitosa que podía ser una estrategia “centrada en la población”, al menos en términos de seguridad reducidos, al enviar tropas a vivir en áreas urbanas y al cortejar tribus sunitas.


El término mejor conocido para esta estrategia es “ganar corazones y mentes”, una frase popularizada por el general británico Gerald Templer, quien salvó a Malaya de una insurgencia comunista en la década de 1950. Pero el término es engañoso, ya que sugiere que una campaña de contrainsurgencia intenta ganar un concurso de popularidad. En realidad, el pueblo apoyará al gobierno sólo si es menos peligroso que apoyar a la insurgencia. Por eso las políticas centradas en la población que son exitosas buscan controlar a la gente con un despliegue de fuerzas de seguridad las 24 horas del día, no para ganarse su amor y gratitud al entregar pelotas de fútbol, insumos médicos u otros artículos.



  • La mayoría de las insurgencias son duraderas, los intentos de ganar una victoria rápida podrían resultar contraproducentes. La insurgencia promedio desde 1975 ha durado siete años. La cifra es incluso mayor para movimientos subversivos posteriores a 1945: casi 10 años. La duración de los conflictos de baja intensidad podría ser un motivo de frustración para ambos lados, pero los intentos de reducir el proceso normalmente provocan efectos indeseados. EE.UU. intentó hacer precisamente eso en los primeros años de las guerras de Vietnam e Irak usando su fuerza acostumbrada para cazar a los insurgentes y producir lo que John Paul Vann, un asesor legendario en Vietnam, denominó como “resultados superficiales y rápidos”. Fue solo cuando EE.UU. abandonó la esperanza de una victoria fugaz que comenzó a obtener resultados.

Una versión particularmente seductiva de la estrategia de “victoria rápido” es intentar eliminar a los líderes guerrilleros, como EE.UU. e Israel normalmente lo hacen con ataques aéreos contra grupos como al Qaeda y Hamás. Estas estrategias a veces funcionan

Pero existe el mismo número de casos en que los líderes fueron eliminados pero el movimiento prosiguió más fuerte que nunca, como ocurrió con Hezbolá tras la pérdida de su secretario general en un ataque aéreo israelí en 1992. La caza de los cabecillas tiene mayor eficacia cuando se incorpora a un plan más amplio de ataque contra la insurgencia, con el fin de separar a los insurgentes del resto de la población. Si se realizan de forma aislada, estos ataques son prácticamente igual de eficaces que podar el césped: la organización habitualmente se regenera.


  • La tecnología ha tenido relativamente poca importancia en la guerra de guerrillas, aunque eso podría cambiar. Todas las tácticas guerrilleras y terroristas, desde secuestros de aviones y terroristas suicidas hasta el secuestro y emboscadas en carreteras, están diseñadas a socavar las ventajas de armamento de las fuerzas convencionales. En este tipo de guerra, la tecnología vale menos que en los enfrentamientos tradicionales. Ni siquiera la posesión de armas nucleares salvó a la Unión Soviética y a EE.UU. de sufrir derrotas humillantes a manos de las guerrillas. Si la tecnología ha influido en los conflictos de baja intensidad, ha ocurrido con mayor frecuencia en los conflictos sin disparos.

No obstante, el papel de la tecnología destructiva podría crecer en el futuro, si los insurgentes llegan a tener acceso a armas químicas, biológicas o nucleares. Una célula terrorista del tamaño de un pelotón podría contar con mayor capacidad destructiva que un ejército entero de países sin armas nucleares como Brasil o Egipto. Las armas cibernéticas también tienen la habilidad de causar estragos.

Este es un pensamiento aleccionador con el que podemos concluir. Sugiere que en el futuro, la guerra de guerrillas podría causar problemas incluso mayores que en el pasado para los líderes del mundo. Y estos problemas han sido sustanciales, variados y duraderos.

Max Boot1

The Wall Street Journal



NOTA: Las imágenes y negritas, no todas corresponden a la nota original.

REFERENCIAS:


[1] Boot es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations) y autor del libro ‘Invisible Armies: An Epic History of Guerrilla Warfare from Ancient Times to the Present’ (algo así como, Ejércitos invisibles: una historia épica de la guerra de guerrillas desde la antigüedad hasta la actualidad), en el que se basa este ensayo.

miércoles, 23 de enero de 2013

CON CUBA, LAS COSAS POR SU NOMBRE












MAURICIO ORTIN

En función del marketing político, sacarse una foto con Fidel Castro no es lo mismo que retratarse junto a Augusto Pinochet.


Resulta paradójico que la izquierda (más propiamente, el marxismo-leninismo) goce todavía la simpatía de buena parte de la población y de la mayoría de la prensa independiente después de que se hayan hecho públicas las horrendas violaciones a los derechos humanos allí donde los comunistas llegaron al poder.


Nadie, en la historia de la humanidad, ha asesinado más gente inocente y no beligerante que el régimen comunista chino de Mao Tsé Tung (60 millones). Le sigue el comunismo ruso de Lenin y Stalin (20 millones) y, más atrás, el nacionalsocialismo alemán de Hitler (6 millones; la mayoría, de religión judía) y el comunismo de los Kmer Rouge en Camboya (dos millones sobre una población de cinco). La izquierda marxista-leninista (no la socialdemocracia o los partidos socialistas, en general) ha batido todos los récords mundiales en genocidio y, sin embargo, cual Dorian Gray, conserva su candorosa e inmaculada imagen. La derecha, en cambio, es sinónimo de barbarie. No conozco a ningún político que se defina como de “derecha”.


Sacando a los pocos que actúan como piensan, ser de izquierda por estos días es una pose que, sin importar lo que uno haga, otorga en forma gratuita estatus intelectual y moral. Tan es así que, a menudo, se encuentra uno con gente que despotrica contra la oligarquía y los capitalistas pero que compra zapatos Vuitton de cinco mil dólares. Cantan por izquierda y cobran por derecha. Eso sí, todos defensores del régimen totalitario cubano y su revolución. Ahora bien, extrañamente, ninguno elige vivir o hacerse una casita en Cuba. La presidente Cristina, por ejemplo, quien en lugar de un barrio de La Habana o Camagüey eligió la ciudad de Nueva York (el centro del “cochino imperialismo”), en la Avenida 45, frente al Central Park, para comprar su departamento en suite de tres millones de dólares (este tipo de zurdos “son locos pero no comen vidrio”).


Es que, fuera del poder, ningún izquierdista quiere para sí vivir bajo un régimen despótico que les coarte libertades básicas y la posibilidad de disfrutar su dinero. Ni siquiera cuando se exiliaron, eligieron Cuba o un país europeo detrás de la Cortina de Hierro. Optaron, más bien, por los capitalistas España, Francia, México, Suiza, Suecia y Holanda.


Es un lugar común ya que la prensa, cuando se refiere a individuos que participaron en la guerra contra el terrorismo en los años ‘70 como Jorge Rafael Videla, Benjamín Menéndez, Luis Patti, y demás, siempre lo haga con los calificativos de represor, dictador, etc. y no observe idéntica conducta con el señor Fidel Castro, quién lleva más de cincuenta años oprimiendo a su pueblo en nombre de la revolución y que, además, ha eliminado desde el comienzo mismo de su dictadura, la libertad de prensa ¿Por qué los periodistas argentinos no se solidarizan con los periodistas cubanos que sufren prisión por opinar distinto? La dictadura de Fidel Castro fue mucho más larga, feroz y totalitaria que la de Videla y Pinochet, juntas. Ningún presidente del mundo democrático se anima, hoy, a denunciar a la oligarquía castrista por la violación de los derechos humanos. Más bien, le hacen mimos (el ex intendente de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, lo declaró ciudadano ilustre). El último que le reclamó algo fue el hoy “innombrable” Carlos Menem; quien, públicamente, le espetó al dictador que Cuba era la única dictadura sobreviviente del continente americano. Quince años han pasado y nada ha cambiado para bien. Peor aún, otros presidentes latinoamericanos, admiradores de Castro, siguen su estela totalitaria ¡Qué nadie se sorprenda! O es que, acaso, debiéramos esperar algo distinto después de maldecir, sistemáticamente, al liberalismo y ser indulgentes con los totalitarios de izquierda.


Si de verdad se quiere libertad, democracia y república hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Por eso: al pan, pan y a Fidel Castro, el más grande tirano liberticida de América.

FUENTE: http://www.eltribuno.info/salta/244931-Con-Cuba-las-cosas-por-su-nombre.note.aspx

NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.