por Juan Manuel Otero
Entre tantos merecidos homenajes
rendidos al ilustre escritor Gabriel García Márquez me llamó la atención la
nota que publicó La Nación el 20 de abril último, surgida de la pluma del Sr.
Miguel Bonasso quien, a diferencia del resto de quienes glosaron sobre sus
condiciones y méritos literarios, omitió absolutamente tal faceta reduciendo
sus comentarios a la cita de anécdotas compartidas con Gabo y Sra. referidas
exclusivamente a su militancia política. Y bajo tal postura recuerda cuando en
marzo de 1978 se encontraba “exilado” en México trabajando “duro para que la
opinión pública internacional conociera las atrocidades que se perpetraban a
pocas cuadras de la cancha de River”, o al “grupo de 60 chupados reducidos a la
esclavitud a los cuales el Almirante Cero llamaba cínicamente mis asesores por
izquierda”. Y recordando su ingreso a la Organización Terrorista Montoneros en
1970, se me ocurre preguntarle al Sr. Bonasso si en su afán de ilustrar a la
opinión pública internacional incluía capítulos dedicados a la sangre derramada
de argentinos inocentes -desde niños hasta ancianos, incluyendo civiles,
jueces, militares, conscriptos- que la guerrilla había iniciado una década
atrás, a través de asesinatos, secuestros, robos, torturas en “cárceles del
pueblo”, ataques a guarniciones del ejército argentino, detonación de
explosivos en lugares públicos, etc. acciones todas que finalmente dieron lugar
a la represión desplegada por el Estado. Ambas deplorables, aclaro. También
supongo que habrá explicado que dentro de aquellos “chupados” estaban quienes
voluntariamente se prestaron a delatar a sus propios compañeros a cambio de un
pasaporte y dinero para radicarse en Europa. Deplorable actitud que completaron
en su regreso a la Patria recibidos en carácter de “héroes” merecedores de
importantes indemnizaciones, honores y cargos públicos. Aunque a la luz del
“relato” instalado en la última década, dudo que haya tenido la honestidad o el
coraje de divulgar la totalidad de los hechos, seguramente habrá omitido la
mitad de la verdadera historia.
Miserias al fin de toda guerra.
Juan Manuel Otero
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