sábado, 18 de junio de 2016

PRISIONEROS ILUSTRES VERSUS PRISIONEROS MAL LLAMADOS DE LESA


El día 2 de mayo próximo pasado estando a 48 horas de lograr ser trasladado a mi hogar por la  prisión domiciliaria que se me había concedido 11 días antes,  en la página pusimos un escrito que en uno de sus párrafos decía: “Ayer, con uno de los prisioneros que se movilizan en silla de ruedas, nos anotamos para salir al patio de la planta baja de estas instalaciones a las 16:00 horas y de esta manera, poder oxigenarnos. Como ya lo expresé, en este lugar, por falta de ventilación en los espacios comunes nos movemos en un aire viciado y luz artificial. Cuando las 4 horas de la tarde se aproximaban nos avisaron que la salida se postergaba ya que tenían prioridad los ilustres Jorge Chueco y Adrián Conci. El primero, abogado de Lázaro Baez. Conci, organizador de fiestas electrónicas que dejaron un costo de cinco jóvenes sin vida.

Nosotros pudimos acceder al patio a las 17:30 horas. Nos acompañaba la enfermera de turno, de nombre Patricia, quién propulsaba la silla de ruedas del otro prisionero”.

EL OTRO

Ese otro prisionero era  LUIS ABELARDO PATTI, de 64 años de edad,  ex miembro de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, muy conocido entre otras cosas por haber sido Intendente ampliamente reelegido por más del 75 % de los votos en ESCOBAR,  y también por su gestión como interventor del MERCADO CENTRAL DE BUENOS AIRES. Posteriormente, fue elegido Diputado en el año 2005, lo cual tuvo un desenlace poco ortodoxo.   En 1986 yo era Jefe de la Brigada de Investigaciones Tigre,  que cubría un área que iba de San Fernando  a Zárate, y  PATTI en Seguridad (Comisaría), se desempeñaba en la localidad de Escobar, jurisdicción que el mantenía con muy baja o nula incidencia delictiva.

Luis Abelardo Patti, en una imagen de 2013. En silla de ruedas y con cuello ortopédico. Fue durante vídeo conferencia, en el hall del Hospital de baja complejidad del Servicio Penitenciario Federal de Ezeiza, donde sigue detenido.

EL PATIO

Mas delante en el escrito, quedó registrado: “Este patio, aparte de no tener ningún elemento donde reposar por un instante, tiene sectores orinados, mucha basura y restos de comida. Pretendí no ver. Me dediqué a seguir a Patricia y luego de treinta días de encierro, caminé los veinte minutos concedidos, en este lugar tan feo. De cualquier forma, me concentré en observar el cielo, a respirar profundamente y a continuar con mi caminata. Pese a todo, me fortalecí para lo que vendrá”.


LO QUE NO DIJE

Me faltó decir que las altas paredes de este lugar, son de un triste color gris. Que por el horario tardío de salida,  la sombra cubría todo el lugar y hacia frio. También que PATTI  había tenido intención de que el sol diera sobre las zonas del torso afectadas por la sarna -que se había contagiado días antes-. Él y la enfermera Patricia quedaron quietos en un rincón, esperando que yo terminara de caminar mirando el cielo. Pero no solo caminé, en algún momento me detuve  algunos minutos a una distancia de 25 metros de ellos y los observé. Eran, una enfermera joven y voluntariosa y un hombre mayor, avejentado e impedido conversando, en un escenario indigno y desagradable. Recordarlo  como era PATTI 30 años atrás y  el verlo postrado en una silla de ruedas, con un cuello ortopédico y sus miembros inferiores sin masa muscular debido a sus limitaciones, me hundió en la desesperanza.  Me pregunté y lo hago aún hoy: cómo es posible que estando en el mal estado físico que está, continúe a través de tantos años alojado en una prisión, en un área de máxima seguridad?  Luego se me entrecruzó el sentimiento de que “nunca hay que golpear al caído”,  con la presencia de “los dos prisioneros ilustres” y tantos otros como ellos, o  la existencia de esta “justicia” que subsiste gracias la actuación o no actuación de los políticos, y mi pregunta deja de tener sentido alguno.

“En tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo”.
William S. Maugham


Claudio Kussman
Mayo 29, 2016
PrisioneroEnArgentina.com









PERIODISMO PERVERSO


“Toda persona acusada por la comisión de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa”. (Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos)

“Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad”.  (Artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos)

"...ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso..." (Artículo 18 de la Constitución Nacional.)

Leemos y escuchamos a diario, a través de todo tipo de informaciones orales y escritas, los adjetivos “represor” o “genocida” con que se apostrofa a integrantes de las Fuerzas Armadas sujetos a los llamados Juicios de Lesa Humanidad. Cualquiera fuere el estado de la causa los periodistas, sin distinción de medios o nivel profesional, no dudan en denostar a quien fuere, anteponiendo ese cruel adjetivo sin considerar siquiera el avance o resultado de la causa que lo tiene como imputado.

No haré crítica alguna  a la ilegitimidad de tales juicios, ni tampoco a la aberrante aplicación  retroactiva de la ley, menos aún a la vergonzosa prisión “preventiva” que en cientos de casos se demora una década sin llegar siquiera a la declaración indagatoria, pese a que es un recurso procesal aplicable al caso de peligro de fuga, de destrucción de pruebas o de obstaculización del proceso. Motivos inexistentes en estas causas imputadas a octogenarios o nonagenarios en delicado estado de salud.

Prestigiosos juristas nacionales e internacionales se han referido a los ilegítimos juicios llevados a cabo por jueces prevaricadores, fiscales vergonzantes y testigos mendaces. Los reclamos han llegado hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos… pero nuestras autoridades miran hacia otro lado.

Sólo quiero referirme hoy a la nefasta costumbre de endilgar a los imputados el carácter de “genocidas” o “represores”.

Señores Periodistas: La presunción de inocencia es un derecho humano amparado por nuestra Constitución. El sentido común y el respeto humanitario indican que, mientras no haya sentencia firme condenatoria, pasada en calidad de cosa juzgada, no hay delito, no hay delincuente, no hay represor, no hay genocida.

Señores Periodistas: Bueno sería que a todos sus conocimientos profesionales sumaran una cuota de honestidad y respeto hacia quien no puede defenderse. Sus actitudes denotan una cobardía e insensibilidad indignas de la profesión elegida.

Juan Manuel Otero

viernes, 17 de junio de 2016

LUCHA ANTITERRORISTA


Al señor Otero, autor de una carta publicada el 5 de junio, le digo que tiene razón, las Fuerzas Armadas y de seguridad no creo que salgan a luchar nuevamente contra el terrorismo, pues ven a sus compañeros presos hace más de diez años, sin juicio, abandonados y muriéndose de a poco. Hasta la fecha son 360 los muertos en cautiverio. Conste que la orden fue dada por un gobierno elegido por el pueblo, por un presidente constitucional que se encuentra libre, mientras que los que recibieron las órdenes (muchos de ellos tenían en aquel entonces entre 20 y 30 años), se mueren en prisión, gracias a que el gobierno K tergiversó la historia e hizo que la ciudadanía se "trague el sapo" de los jóvenes idealistas. Solo los terroristas argentinos son considerados buenas personas, a pesar de haber torturado, puesto bombas, etc. Y repito: en un gobierno constitucional.

Ni las Fuerzas Armadas lucharán nuevamente contra el terrorismo ni los familiares de los "secuestrados políticos" volverán a votarlos el año que viene. Se ganó por muy poco, yo estoy entre los que lo hizo por Macri, pero soy uno de los aproximadamente dos millones de personas (entre familiares directos e indirectos y amigos) que lo pensaremos en las próximas elecciones.

María E. Vásquez
DNI 3.821.665


jueves, 16 de junio de 2016

CARTA DE UN PRESO POLÍTICO EN EL GULAG ARGENTINO


Lamentablemente al Suboficial (R) de la FAA, señor Julio Rolando Escudero le dieron otro año más de prisión preventiva. Ontiveros escribió una carta al juez federal que entiende en su causa, la cual fue desestimada y lo mantiene injustamente en prisión preventiva sin causa.

Su carta es bien explícita y nos hizo recordar la nota EL GULAG ARGENTINO, la que deja un fiel testimonio de porque los detenidos -en los juicios mal llamados de “lesa humanidad”- se consideran Presos Políticos. Algún día los jueces y fiscales que intervienen en estos juicios deberán explicar lo actuado en este tenebroso episodio de la justicia argentina. ¡SERA JUSTICIA!

Actualmente el Suboficial Ontiveros ha caído en un peligroso estado depresivo y el estado debe velar por su salud… aunque más debería velar porque se respete su derecho a la libertad al igual que el resto de sus camaradas “alojados” en el gulag.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre


Mendoza, Abril  2016
Juzgado Federal N°1 de Mendoza Secretaria “F”
Juez Federal Dr. Walter Ricardo Bento

Juez Federal Dr. Walter Ricardo Bento

Señor Juez, me dirijo respetuosamente a usted, a los efectos de expresarle mi situación en torno a mi procesamiento y prisión preventiva por delitos de lesa humanidad. No soy un represor, ni un genocida, solo soy el producto de un error, voy a cumplir dos años privado de la libertad, solo porque el fiscal Dr. Dante Marcelo Vega realiza una interpretación arbitraria de mi carrera militar a través de mi legajo personal.

La arbitrariedad puesta de manifiesto en el accionar contra mi persona, queda demostrada, al observar, que la causa en la que estoy imputado comenzó en el año 2004, y hasta la fecha han pasado mas de 12 años, no hay un testigo que me mencione, identifique o asocie con algunos de los hechos investigados, lo que hace para mis abogados y para mi mas incomprensible mi situación.

Yo estuve destinado en la compañía COIN como subinstructor de tropa, porque esa era mi especialidad, muchos jóvenes soldados estuvieron conmigo a lo largo de 5 años cumpliendo con su servicio militar obligatorio, pero eso no me hace un asesino o un delincuente irrecuperable, hoy usted ve un hombre en el ocaso de su vida, pero en aquellos años yo era un joven de 19 años, con el grado de cabo y solo un año de antigüedad en la fuerza, sin ninguna responsabilidad en la conducción ni en el mando de la compañía, ya que no tenia la experiencia ni los conocimientos para ello, por debajo de mi solo estaba la tropa

La otra gran obsesión del fiscal contra mi, tiene que ver con el hecho de ser de “inteligencia” en el año 1980 me anote para ir a la escuela de inteligencia de la Fuerza Aérea, para realizar durante un año el curso de “Auxiliar de inteligencia”, en 1983 en los albores de la democracia, volví a Mendoza a donde permanecí destinado hasta pasar a situación de retiro. Los hechos investigados sucedieron entre los años 1976 y 1978, he buscado en mi mente un sentido a esta aberración, por supuesto no he encontrado una respuesta lógica ¿Qué pasa por la cabeza del fiscal? ¿Es un profesional encargado de investigar y hacer justicia, o es un hombre confundido, caprichoso, enceguecido? ¿Se ha equivocado conmigo? ¿no habrá otros mas? Todas las noches me pregunto ¿porque a mi?

En su búsqueda por encontrar pruebas contra mi, vió  en mi legajo un  diploma de honor, firmado por el General Bussi, fue suficiente para que el concluyera que estaba poco menos ante “RAMBO”.  La Realidad es muy distinta, la Fuerza Aérea ordeno la custodia y seguridad del Aeropuerto “Benjamín Matienzo”  es decir hacíamos guardia. Señor juez con todo respeto le pregunto ¿Cómo puedo luchar contra la imaginación  de un hombre que hace su propia interpretación de hechos que sucedieron 40 años atrás, la palabra de un abogado, un profesional contra mí? Un hombre común, la desigualdad es muy grande , pero confío y espero que usted ponga las cosas en su lugar

Otro desatino tiene que ver con considerarme como jefe u organizador de una asociación ilícita, a esa corta edad solo tenia estudios primarios, no existían ninguno de los avances tecnológicos que la juventud tiene a su disposición para informarse, ese termino hoy tan popular a través de los medios de comunicación y redes sociales era desconocido para mi, soy un suboficial retirado de la fuerza aérea, no un bandido.

Haciendo uso de la posibilidad de dirigirme a las máximas autoridades del país, envié cartas contando mi caso al Presidente de la Nación, al Ministro de Defensa y al Ministro de Justicia. Tiempo después de la secretaría de audiencias de presidencia, le enviaron una carta a mi esposa derivándola a los ministerios de Defensa y Justicia respectivamente, audiencias que ya fueron solicitadas, copias de todas las cartas mencionadas le adjunto a la presente, como así también de lo actuado por mi familia como Infobae y Redes sociales

Hago propicia esta oportunidad para referirme a situaciones que generalmente son planteadas por la fiscalía para denegar la excarcelación: En lo referente al peligro de fuga quiero que sepa señor juez, que la momento de producirse el operativo para detenerme, yo no estaba en mi domicilio, había salido con mi esposa, mis hijas me avisaron y volví inmediatamente, como puede ver tuve todas las posibilidades para fugarme, pero jamás intente eludir la acción de la justicia, testigo de lo dicho son los 3 gendarmes que integraban la comisión.

Relacionado con la posibilidad de amedrentar a testigos, esto en mi caso es imposible, porque como he mencionado al comienzo, no hay ningún testigo que me acuse, es el fiscal a través de mi legajo quien arbitrariamente me pone en esta situación. Nací en un hogar humilde, mi padre (Fallecido) y mi madre, apenas terminaron la escuela primaria, pero en su inmensa pobreza nos educaron en el camino del bien, la honestidad y el trabajo, valores que he honrado a lo largo de toda mi vida

Otro aspecto esta vinculado a la probabilidad de interferir en la investigación de la causa, a través de la destrucción o entorpecimiento en la recolección de pruebas, señor juez como podría llevar a cabo algo así, si de lo único que se vale la fiscalía para acusarme es mi legajo personal y esta en poder del juzgado, por lo tanto no existe la mas mínima posibilidad de entorpecer el accionar de la justicia.

Se van a cumplir dos años de mi detención sin ninguna prueba, todavía no hay fecha del juicio, ni conformación del tribunal, a lo largo de doce años de investigación el fiscal no consiguió una prueba contra mi sin embargo lejos de reconocer su error sigo privado ilegítimamente de la libertad.

Señor juez he leído mucho en estos años y algunas frases me han quedado grabadas, particularmente las que dicen “LA VERDAD A MEDIAS NO ES VERDAD” y “LA JUSTICIA A MEDIAS ES VENGANZA”.

Mi vida, mi libertad y fundamentalmente mi honor y honradez están en sus manos, en sus conocimientos, en su sabiduría.

Un día una de mis hijas me trajo una foto con mis nietos y al pie de la misma decía “NO TE RINDAS!! PORQUE NUNCA SE SABE SI EL PROXIMO INTENTO ES EL QUE FUNCIONARA”. Espero que Dios ilumine su decisión y me permita volver a mi casa en paz a disfrutar de mi familia y los afectos.


Atte. Julio Rolando Escudero 

EL GULAG ARGENTINO

Aun cuando hubieran abusado del poder del Estado para someter a la guerrilla sin reparar en los métodos, los presuntos represores juzgados en estos años merecen ser respetados en sus derechos

Por Horacio M. Lynch[1]


En la Argentina hay un grupo de detenidos en cárceles comunes, o en sus casas convertidas en prisión, que no tienen visibilidad. No están lejos, como en la Siberia de la Rusia soviética, pero, aun así, es como si no existieran. Salvando las distancias, este gulag se diferencia del soviético en que aquí quienes lo han creado no son los comisarios políticos de la Rusia comunista, sino los propios jueces de la Nación. Cuando se menciona en forma oficial a estos detenidos, se los llama genocidas. Son los detenidos por lesa humanidad o, simplemente, "lesa". Se trata de personas mayores, y muchos de ellos ya han muerto en estas condiciones. Fueron apresados en procesos cuestionables, pero quien reclame garantías para ellos será acusado de protegerlos. De modo que son pocos los que se animan a hablar.

Ciertas organizaciones de derechos humanos impulsan estos procesos sin reparar en las irregularidades que se cometen. Del total de los detenidos, algunos han sido condenados, pero muchos se encuentran en proceso y representan un porcentaje muy superior al normal. La mayoría de ellos coexiste en cárceles con delincuentes comunes. Otros están enfermos y han convertido sus hogares en prisiones; aun sin el infierno de la cárcel, el otoño de sus vidas los encuentra sin libertad. La pregunta es inevitable: ¿quién les devolverá esos días de vida en caso de que sean desprocesados?

Resulta fácil apelar a los derechos humanos para proteger a una disidente de un país asiático. Pero muy difícil sostenerlos cuando se trata de criminales abyectos, violadores pederastas, torturadores, secuestradores de niños, enemigos o terroristas, o aun de espías como los que vemos en la película Puente de espías[2]. Se olvida un principio angular de los derechos humanos: dar igualdad de trato y las mismas garantías aun a acusados de los más graves crímenes.

Lo preocupante es que en nuestro país, supuestamente para defender los derechos humanos, resulta lícito castigar a este grupo a riesgo de violar sus garantías. Como axioma, el ejemplo que damos al mundo desde la Argentina es que estas personas deben ser, efectivamente, escarmentadas, sojuzgadas y llevadas al límite del castigo.

Así como en los años de plomo se llegó a la conclusión -hoy vista como demencial- de combatir a la guerrilla terrorista con otra forma superior de terrorismo, ahora se acepta otra peculiar visión: para afirmar los derechos humanos en la Argentina pueden aceptarse ciertas violaciones de los derechos de los presuntos represores aun cuando, al hacerlo, se desconozcan las convenciones internacionales sobre la edad y la prisión preventiva, entre otras.


En la Argentina, el promedio de condenas a prisión efectiva es del 0,5%, mientras que el de los juicios de lesa humanidad es del 91%. ¿Qué es, entonces, lo que justifica esta inusual desigualdad en un mismo sistema judicial? ¿Cómo explicar que se llegó al resultado de incriminar a un bando y salvar al otro anulando leyes y una sentencia firme de la Corte Suprema? Cuando actúa la Justicia, el deber del Estado es ser neutral. Pero en los mal llamados casos de lesa humanidad, durante la administración kirchnerista el Estado hizo lo opuesto: se comprometió a no ser neutral y se empeñó en buscar condenas a cualquier costo.

Para "perseguir" a posibles represores, de manera deliberada o no, se desniveló brutalmente la balanza de la Justicia. Se destinaron todos los recursos del Estado a perseguirlos -infraestructura, oficinas, personal, abogados- mientras que los detenidos carecen de recursos para su defensa y no tienen libertad. ¿Cómo podrían equipararse, cómo reconstruir los hechos, cómo revisar causas diseminadas por todo el país, cómo convocar a testigos?

Tan graves como la doctrina que permitió estos juzgamientos sesgados son las pruebas, que en muchos casos no existen, que son parciales en otros y que en numerosas ocasiones fueron irregularmente obtenidas. El germen fue un "organismo pseudojudicial", los llamados Juicios por la Verdad, que, con la valiosa misión de encontrar las tumbas de los desaparecidos, se reorientó a producir innumerables pruebas sin los mínimos recaudos legales. Estas piezas viciadas constituyeron luego la base de los procesos. Por ejemplo, la irregularidad de testigos que no pueden ser repreguntados. Lo que se prioriza, en verdad, es evitarle un hipotético riesgo a la libertad de los acusados. Hubo audiencias con banderas, insultos, bombos y pancartas. Recordemos que un abogado defensor salió sangrando de la sala de audiencias y en una ocasión hasta se hostigó a Alfonsín cuando declaraba como testigo.

Se ha desviado el poder del Estado en su expresión más prístina, como es la Justicia, para castigar a los del gulag. Éstos abusaron del poder del Estado para someter a la guerrilla sin reparar en los métodos, alentados por los "cantos de sirena" de una sociedad que reclamaba la paz a cualquier precio al tiempo que decía "por algo será".

La aceptación social de este gulag tiene cierta semejanza y parecida irresponsabilidad si se considera el hecho de que hoy no se verifica aquella conmoción social que entonces sacudía el país. Atribuyo esta aceptación también a la experiencia de una "ingeniería social" que hizo posible que las actuales generaciones tuvieran una versión deformada de lo ocurrido en los años 70, tanto de la guerrilla como de su represión aplicando el terrorismo de Estado. Eso hace posible que quienes no vivieron aquellos hechos ni siquiera se planteen la posibilidad de que lo ocurrido no fue exactamente como se lo contaron. Muchos de los que lo vivieron prefieren aceptar la tesis oficial de la administración kirchnerista. En consecuencia, todo intento de que se respeten los derechos resulta políticamente incorrecto.

Descuento la buena fe en la mayoría de los casos. Pero en algunos hay mala fe y no vacilan en desviar al Poder Judicial para una venganza que tiene cierto grado de perverso virtuosismo. Con el argumento de recurrir al poder punitivo legal del Estado, se lo desvía para perseguir a unos y salvar a otros. Es una manera de cubrir a los "combatientes" de entonces con la aureola de martirio que certifican estas decisiones judiciales.

Afortunadamente, ya se escuchan algunas prestigiosas voces que reaccionan. En definitiva, lo que se pide es que la ley se cumpla para todos.

El derecho de gentes, las normas internacionales y los principios inmutables del derecho de las naciones civilizadas coinciden en que la justicia tiene que ser igual para todos. Que los derechos elementales deben ser respetados y que nadie es culpable hasta que una sentencia lo declare.

La igualdad de las partes en el proceso es otro principio rector, y debe procurar que el derecho de defensa esté nivelado. Las garantías en la producción de las pruebas, que tanto ha avanzado en el derecho penal con la teoría de la prueba venenosa, que descalifica aquellas obtenidas sin garantías, fueron brutalmente ignoradas en nuestro caso.

En la antigüedad se segregaba a los leprosos por asco y por pecadores, y escandalizaba que Francisco de Asís los besara. Los del gulag son los leprosos del siglo XXI. Esperemos que el Año de la Misericordia que proclamó nuestro Francisco lleve a imitar aquellas actitudes, en consonancia con su reciente mensaje en la cumbre contra la trata: "Y esta delicada conjunción entre la justicia y la misericordia, que en el fondo es preparar para una reinserción, vale para los responsables de los crímenes de lesa humanidad".


NOTA: Los destacados no corresponden a la nota original.



[1] Abogado, fue presidente del Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia
[2] Década de los años 60. Estados Unidos y la Unión Soviética se encuentran en plena Guerra Fría. El 1 de mayo de 1960 un avión espía estadounidense es derribado por el ejército enemigo cuando sobrevolaba territorio soviético. Sorprendentemente, el piloto Francis Gary Powers (Austin Stowell) logra escapar gracias a su paracaídas. Cuando ya se creía a salvo, el piloto del avión U-2 es capturado por los soviéticos. Tras este suceso, el abogado especializado en seguros James B. Donovan (Tom Hanks) es reclutado por la CIA como encargado de negociar la liberación del soldado.

Ante este encargo casi imposible de negociar, el abogado de Brooklyn se ve súbitamente inmerso en las entrañas de la Guerra Fría, ya que su misión supone llevar a cabo intensas negociaciones, para canjear al piloto estadounidense capturado y poder así liberarlo. La pieza clave del acuerdo con los soviéticos será Rudolf Abel (Mark Rylance), espía del Kremlin atrapado por el FBI en la Brooklyn de 1957.

Con el único objetivo de hacer lo que es justo y correcto, este hombre ordinario y padre de familia tendrá que enfrentarse a situaciones extraordinarias, y arriesgarlo todo en defensa de valores como la integridad, el idealismo y la honradez.

Basado en hechos reales, este thriller de espionaje ambientado en los años 60 lo dirige el oscarizado Steven Spielberg (Lincoln, Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal). En esta ocasión, el director cuenta con la colaboración de los hermanos Ethan y Joel Coen (A propósito de Llewyn Davis) al frente del guión, junto a Matt Charman (Suite francesa). El reparto lo componen Tom Hanks (Capitán Phillips, Ángeles y demonios, La guerra de Charlie Wilson), el actor teatral británico Mark Rylance (Caza al asesino, Wolf Hall), Amy Ryan (Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), Plan de escape), Alan Alda (The Blacklist, Sácame del paraíso), Domenick Lombardozzi (Lazos de sangre, Boardwalk Empire) y el alemán Sebastian Koch (El libro negro, Amén).

miércoles, 15 de junio de 2016

UN CAPÍTULO QUE ES NECESARIO CERRAR.


Es pues necesario cerrar el capítulo “última dictadura militar”, porque se están cometiendo injusticias y porque se necesitan todas las energías para resolver problemas actuales y, quizá lo más importante, porque la sociedad argentina tiene necesidad de amigarse consigo misma.

Este artículo tiene por objeto contribuir al debate sobre el modo y continuidad de los juicios penales a los implicados en “crímenes de lesa humanidad” durante la dictadura militar 1976/83, llamada a sí misma Proceso de Reorganización Nacional. También al debate paralelo sobre la responsabilidad de las organizaciones armadas que nacieron durante otra dictadura militar (1966/73), en los años que siguieron. Este último aspecto no puede dejar de considerarse por sí mismo, pero mucho menos aquí: el firmante, un periodista profesional con muchos años de experiencia, militó en 1972/76 en una de esas organizaciones, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), cuyo “brazo armado” era el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Me caben pues las generales de la ley (ver recuadro).

Este gravísimo asunto, que tuvo un comienzo democrático, legal y legítimo de resolución con la acusación del Presidente Alfonsín a las cúpulas militares y algunos jefes guerrilleros y el consecutivo Juicio a las Juntas, evolucionó a lo largo de los siguientes 30 años de un modo confuso y contradictorio, hasta llegar a la situación actual. La de una democracia que en ese punto -y en tantos otros- se niega a sí misma al impartir mala y tardía justicia y la de una sociedad que agrava sus divisiones, en un marco de problemas económicos, políticos y sociales de una extrema gravedad.

Es pues necesario cerrar el capítulo “última dictadura militar”, porque se están cometiendo injusticias y porque se necesitan todas las energías para resolver problemas actuales y, quizá lo más importante, porque la sociedad argentina tiene necesidad de amigarse consigo misma.

Es necesaria una síntesis que reconozca, aclare y deslinde responsabilidades y haga realmente justicia. Este capítulo negro de nuestra historia -tenemos varios- debe cerrarse cumpliendo con la ley argentina y los pactos internacionales; pero además ejerciendo tanto la crítica como la autocrítica ciudadanas; sino para justificar, al menos para comprender lo ocurrido y dejarlo atrás, en la categoría de experiencias históricas a no repetir.


La cronología desde el Juicio a las Juntas hasta hoy es conocida y los argumentos políticos y legales esgrimidos en los sucesivos vaivenes del asunto exceden largamente este espacio. Pero la síntesis es que más de tres décadas después el tema no solo no se ha resuelto, sino que se complica cada vez más.

Resumiendo, después de la ejemplar condena inicial a las Juntas, vinieron los indultos -que incluyeron a ex guerrilleros a punto de ser juzgados; o sea que se “indultó” a quienes aún no tenían condena-; luego se anularon los indultos; se extendió la posibilidad de acusar de crímenes de lesa humanidad más allá de “los altos mandos” y se limitaron las posibles acusaciones a “lo actuado” por la dictadura militar 76/83.

Sobre esto último, si los eventuales crímenes cometidos por las organizaciones guerrilleras estaban prescriptos, no era el caso de la “Triple A”, organizada por el gobierno peronista desde el Estado y por lo tanto pasible de ser acusada de crímenes de lesa humanidad, no prescriptibles.

Actualmente hay más de 1.100 ciudadanos entre procesados y detenidos sin sentencia y sentenciados que se encuentran procesados en otras causas. Hay 970 imputados detenidos, ya sea en unidades penitenciarias (57%), sus domicilios (40%), dependencias de la fuerzas de seguridad (1,5%) y en hospitales (0,5%), mientras que los condenados son 563. O sea, que hay numerosos presos sin condena. El constitucionalista Roberto Gargarella sostiene que se deben evitar estas condiciones para todos los detenidos: “Implican violaciones de derechos sobre personas concretas, por más que se trate de las personas a las que menos queremos”.

“Por ejemplo, tenemos procesados sin condena durante largos, imperdonables años, algo que no aceptamos en ningún caso; personas de edad avanzada y en condiciones de salud precaria que no reciben, a diferencia de otros ‘presos comunes’, arresto domiciliario” (http://chequeado.com/ultimas-noticias/zannini-un-hito-son-los-521-acusados-de-crimenes-de-lesa-humanidad-ya-condenados-o-los-1200-en-proceso/).

Otras fuentes indican que “el promedio de edad de los afectados en estas causas, es de más de 73 años (73,24 años exactamente) y el promedio de prisión preventiva de los detenidos en penales es de más de 6 años (6,16 años exactamente), sumado al altísimo porcentaje de fallecidos (344 al 1-03-16)”

Desde que el peronismo kirchnerista reposicionó así el problema, la sociedad argentina se divide, grosso modo, entre los que están dispuestos a llevar las acusaciones y los juicios más allá de todo plazo y legalidad, y los que, como la señora Cecilia Pando y muchos otros, no solo niegan culpabilidad, sino que reafirman objetivos y métodos. En medio, la “resistencia armada” y sus responsabilidades históricas, políticas y eventualmente legales, negadas taxativamente por unos y sirviendo así de justificación a otros. Resultado, una situación concreta extremadamente confusa en lo legal; un “debate” irracional; un asunto grave de nuestra historia que ha devenido desvergonzada herramienta política y, una vez más, una sociedad dividida y al borde del enfrentamiento.

Reflexiones de un ex guerrillero:

A efectos de precisar criterios, reproduzco párrafos de la introducción de un libro sobre la “lucha armada” en los ’70, que vengo trabajando y destrabajando, sumido en mil dudas y contradicciones, desde hace dos décadas.

“Han pasado más de 30 años y aún no sé qué hubiera ocurrido si un día un compañero me hubiese puesto una pistola en la mano ordenándome pegarle un tiro en la cabeza a ese teniente primero tal que todos los días esperaba su colectivo en la parada cual. Tengo el sentimiento de que no hubiera podido; no por falta de valor, sino porque mi educación familiar y política, algún principio muy profundo anclado vaya uno a saber desde cuándo ni de qué manera, me lo hubiera impedido. Pero, ¿es seguro que no hubiera obedecido? Estaba de acuerdo con la lucha armada; aceptaba el principio de matar y morir para tomar el poder y liberar a los trabajadores y desposeídos de la opresión, por un mundo más noble y justo, como decíamos con el lenguaje entre épico y pomposo de entonces. Pertenecía al Servicio de Inteligencia del Ejército Revolucionario del Pueblo y no puedo ni podré nunca afirmar que no hubiera cometido un crimen semejante (…).

Lo que estoy tratando de decir, o mejor, el tema de aquí en adelante, será el de la vieja cuestión del fin y los medios, de la moralidad de los propósitos y la eventual inmoralidad de la acción. También, describir las circunstancias políticas singulares en los que nació y se desarrolló la guerrilla en nuestro país: todos los que apoyamos la lucha armada en los ’70, tenemos la justificación moral –y constitucional- de haberlo hecho para luchar contra otra dictadura. Crecimos aprendiendo “Educación democrática” e “Instrucción cívica” en el colegio, pero no vimos a ningún gobierno electo acabar su mandato. No obstante, estoy convencido de que es hora de hablar de nuestra propia responsabilidad en el drama argentino de este final de siglo. Sabemos ya qué nos hicieron; se ha hablado mucho menos de lo que hicimos y por qué. No hubo dos demonios, es verdad, sino sólo uno. Pero tampoco ángeles, sino mesianismo y en ocasiones violencia injustificada e injustificable. Es hora de que todo eso comience a decirse, a analizarse”.


Por Carlos Gabetta -socio del CPA- para el Boletín del ICIMISS, 27 de marzo de 2016. ICIMISS: Instituto de investigaciones de Políticas y Proyectos públicos del Círculo de Ministros, Secretarios y Subsecretarios del Poder Ejecutivo Nacional


FUENTE: * 1 8 1 0 – BICENTENARIO – 2 0 1 0 *POR UNAMEJOR ARGENTINA PARA RECUPERAR LA PATRIA PARA RECUPERAR LA REPÚBLICA Año 8  Nº 279 y http://www.con-texto.com.ar/?p=1992

lunes, 13 de junio de 2016

ENTREVISTA A CARLOS ALBERTO MONTANER

por Ricardo Angoso

CARLOS ALBERTO MONTANER es analista político del canal norteamericano de televisión CNN, periodista y escritor. Sus columnas de opinión se publican en decenas de medios del continente y se calcula que más de seis millones de personas le leen semanalmente. Tiene un blog (http://www.elblogdemontaner.com)  sobre asuntos latinoamericanos muy valorado y visitado, ha publicado numerosos libros de ensayo y novela y es una de las voces más escuchada y respetada en las Américas.


Ricardo Angoso: ¿Cree que estamos ante el fin de ciclo de gobiernos de izquierda en América Latina?

Carlos Alberto Montaner: Sí. Lo sucedido en Argentina, con la elección de Macri y en Brasil, con el impeachment a Dilma Rousseff lo demuestra. Eso no quiere decir que se haya liquidado permanentemente al populismo de izquierda. El cliclo, más que izquierda-derecha es desbarajuste-ajuste. La verdad es que el populismo tiene un viejo arraigo en nuestras tierras. Volverá dentro de una década.

R.A.: ¿Se atrevería a vaticinar cuál será el final de la larga agonía de Venezuela?

C.A.M.: El fin del chavismo será precedido por una caótica sucesión de motines callejeros y asaltos a cualquier lugar en donde haya comida y agua. Primero las FFAA intervendrán para impedir esos brotes de violencia. Eventualmente, unos militares, cuyos nombres y rangos hoy desconocemos, cansados de combatir los síntomas del problema y no las causas, virarán sus armas hacia el gobierno. La secuencia probablemente sea la misma de 1958 que llevó a Larrazábal al poder. O la que en Perú liquidó a la dictadura de Velazco Alvarado. Ese proceso desembocaría en elecciones generales. 

R.A.: ¿Cómo examina el cambio de la política norteamericana hacia Cuba?

C.A.M.: Se ha pasado de la estrategia del containment (contención) que, en la práctica, había sido progresivamente abandonada desde el gobierno de Clinton, a la del engagement (abrazo). Tampoco conseguirá reintroducir la democracia en  la Isla. Algunos cubanos vivirán un poco mejor, pero sin libertades políticas. Si en algo son expertos los latinoamericanos es en la convivencia entre la empresa privada, la dictadura y las buenas relaciones con Washington. Eso fueron Stroessner, Somoza o Trujillo durante décadas.

"El problema no es la desigualdad social, sino el crecimiento de la economía y la superación de la pobreza"


R.A.: ¿Cree que estos gobiernos de izquierda del continente tuvieron algunos éxitos, por ejemplo en el asunto de la inequidad social?

C.A.M: El problema no es la desigualdad social, sino el crecimiento de la economía y la superación de la pobreza. En Chile apenas ha cambiado el Indice Gini[1], pero la pobreza se redujo sustancialmente. En Cuba la desigualdad disminuyó y hoy el 90% de los cubanos son pobres.

R.A.: ¿Qué significado tiene el final del mito del incorruptible Lula?

C.A.M.: Mucho significado. La corrupción del PT o la del chavismo en Venezuela demuestra que los populistas de izquierda son ladrones voraces. Venezuela es el país más corrupto de América Latina. Brasil está cerca.

"Argentina es un país cuyos fundamentos ideológicos están podridos por la vertiente populista del peronismo. A Macri le resultará muy difícil introducir en el país un comportamiento responsable"

R.A.: ¿Qué percepción tiene de la evolución actual de Argentina tras el cambio político?

C.A.M.: Argentina es un país cuyos fundamentos ideológicos están podridos por la vertiente populista del peronismo. A Macri le resultará muy difícil introducir en el país un comportamiento responsable. Hasta ahora está tratando de hacerlo.

R.A.: ¿Qué opinión le merece el proceso de paz entre las FARC y el ejecutivo colombiano?

C.A.M: El 70% de los colombianos están de acuerdo con la paz, pero ese mismo porcentaje coincide en que no es ésa paz la que quieren. Temo que la incorporación de los narcoterroristas de las FARC, que son comunistas, a las actividades políticas, les permita comprarse la presidencia con varios cientos de millones de dólares logrados por medio de los peores delitos (narcotráfico y extorsiones). Santos cree que puede manejarlos hábilmente una vez que entren al ruedo, pero se equivoca. Las FARC cuentan con más mermelada que él, le ganarán la partida y comenzará otro viacrucis para los colombianos.



[1] El índice de Gini indica la forma en la distribución del ingreso (o, en algunos casos, los gastos de consumo) entre individuos u hogares dentro de una economía se desvía de una perfecta igualdad. La curva de Lorenz los porcentajes acumulados de los ingresos totales percibidos en contra de la cantidad acumulada de receptores, empezando por los individuos o los hogares más pobres. El Índice de Gini indica el área entre la curva de Lorenz y una línea hipotética de igualdad absoluta como un porcentaje de la superficie máxima por debajo del umbral. El coeficiente de Gini varía de 0 (igualdad perfecta) a 100 (desigualdad perfecta).

domingo, 12 de junio de 2016

PENOSA CONFIRMACIÓN


"La amenaza es el arma del amenazado".
Leonardo Da Vinci

Hace dos semanas alerté acerca del indignante plan de desestabilización que el kirchnerismo, ante la inminencia de la cárcel, está organizando contra la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y, en una carambola, afectar la gobernabilidad del propio Presidente; el objetivo es amenazar a los jueces federales, que aceleran ahora las causas de corrupción (en defensa propia), con un imaginado y vengativo retorno. Lo que hemos visto esta semana, con piquetes y cortes de calles y avenidas, que requieren de ingentes sumas para transporte y alimentación (se pagaban con "cajas" oficiales y ahora lo hace Cristóbal Timba López, también con nuestros impuestos robados), no ha hecho más que confirmar ese pronóstico: no sólo han vuelto los encapuchados armados con garrotes sino que, de la mano de los Moyano, los gremios que representan a los trabajadores mejor pagados realizan huelgas salvajes e irrazonables, que dejan a la población sin combustibles y sin aviones.

No niego, obviamente, que la situación económica está muy complicada para muchos de nuestros conciudadanos, pero no está de más recordar que los aumentos en la energía y el transporte no han impactado sobre los más débiles, que continúan recibiendo subsidios, inclusive mayores, mediante la tarifa social y la tarjeta SUBE, sino sobre las clases medias, tradicionalmente pasivas; entonces, y más allá de la terrible inflación en los precios de la canasta básica, no puede comprenderse la protesta sino atribuyéndola a intencionalidades políticas. Por ello, la Casa Rosada está extremando los cuidados porque es harto probable que regresen los violentos saqueos a supermercados. Algunos caciques vinculados a lo peor del kirchnerismo residual, como Fernando Espinoza y Verónica Magario, ambos de La Matanza, tratan de encender la hoguera, como ya hicieron en 2001, cuando el fuego y la sangre, que tanto promovieron, llevaron al cajón de la historia al gobierno de Fernando de la Rúa.

Mauricio Macri ha tenido, en algunos campos, mala suerte. Su indisposición, mal manejada desde el punto de vista comunicacional, opacó hasta la invisibilidad el imprescindible informe que, con el título de "El estado del Estado", hubiera debido ser la noticia del semestre, ya que en él se describe, área por área -por cierto, no está completo- cómo la desidia, la ignorancia, la torpeza y, sobre todo, el más descarado latrocinio influyeron en el lamentable legado que la "noble viuda" dejó a su sucesor. Si no fueran tan trágicos, moverían a risa muchos episodios conocidos recientemente, como el viaje de una comitiva de Fabricaciones Militares al Festival de Cannes para aprender cine o la falsificación de facturas de hoteles y traductores por Guita-rrita Boudou.

Lo mismo sucedió con muchas otras buenas noticias -la recuperación de Cresta Roja, el arreglo con los holdouts, las extraordinarias medidas para pagar la eterna deuda previsional (el cobro irá directamente al consumo), la escasa repercusión de la inevitable devaluación, la incorporación a la Alianza del Pacífico como observadores, la devolución del IVA a los más necesitados (como deben exigir factura, impedirá la evasión y favorecerá la recaudación y, por eso, no comparto la imposición de un límite máximo), etc.- que no tuvieron la trascendencia que merecían por la irrupción de brulotes informativos, como fueron los Panamá Papers, otro caso de flagrante mala comunicación. Recuerdo que un colega brasileño me comentó que lo sorprendía que los argentinos estuvieran más preocupados por saber qué hizo Macri con su dinero que por lo que hizo Cristina con el de todos; más asombroso aún es que estén reclamando al Presidente soluciones mágicas, y como tales inexistentes, para los gravísimos problemas generados, en muchos casos adrede, por la asociación ilícita que nos gobernó durante los últimos doce años y medio.

Sin embargo, los opositores, incluso aquellos que parecen más colaborativos, se quejan por la falta de inversiones productivas, pero ¿cómo podrían venir si la monumental crisis energética que gestó el kirchnerismo para robar YPF -y, de paso, en la importación de gas licuado- no puede solucionarse de un plumazo? Para regresar al perdido autoabastecimiento y, con ello, tranquilizar a los interesados en venir, se necesita tiempo y continuidad en las políticas para el sector. En ese mundo no hay locos; por eso, sería desconcertante el arribo de capitales para instalar nuevas industrias mientras los cortes en el suministro de energía continúen siendo recurrentes.

A pesar de todo, la ciudadanía sigue acompañando al Presidente, que registra un nivel de aceptación enorme (56%, según encuestadoras peronistas) aun cuando, con toda lógica, el heredado desmadre de la economía y las medidas adoptadas para intentar corregir su rumbo de colisión final, todas muy antipáticas pero indispensables, hubieran debido hacer caer mucho la apreciación popular. Pero, insisto: esta prolongada luna de miel sólo subsistirá si la sociedad percibe que se terminó la impunidad, que todos somos iguales ante la ley, que ya nadie tiene privilegios y que quienes robaron tanto a tantos terminan en la cárcel; la mera comparación con lo que está sucediendo en este tema en Brasil, al menos por ahora, nos hace pasar vergüenza como país. Pero, además, Macri debe recordar que los votos que le permitieron vencer provienen de varias canteras de pensamiento pero tienen denominadores comunes en materia de exigencia: la transparencia y la decencia de su equipo; la vara con que se lo medirá estará entonces infinitamente más alta que la que usamos con sus antecesores.

En otros terrenos, en cambio, se percibe ya una brisa favorable: las commodities agropecuarias mantienen sus altos precios después de la debacle del año anterior, la industria de la maquinaria agrícola ha vuelto a despegar y los tonelajes de granos que sobrevivieron a las lluvias e inundaciones siguen trayendo buenas noticias y, a pesar que el alza en las cotizaciones del petróleo encarecerá las importaciones de energía, ese daño se verá bastante compensado con la reducción de los subsidios internos a las compañías. Además, la exportación de servicios informáticos ya supera -cinco veces más- a nuestras ventas de vinos finos al exterior. Y el lanzamiento del muy ambicioso plan de obras públicas mejorará la deteriorada infraestructura que recibió el Gobierno de su antecesora y generará miles de puestos de trabajo genuinos; resta saber qué sucederá cuando los actuales beneficiarios de planes "no-trabajar" deban tomar el pico y la pala, ya que al menos dos, sino tres, generaciones de ellos nunca han tenido una ocupación digna de tal nombre.

No me preocupa que el Ejecutivo deba negociar cada proyecto legislativo y efectuar en muchos casos concesiones a los adversarios, porque en esa negociación, créase o no, está en el ADN de la democracia. El inconveniente actual es que la oposición está manifiestamente desmembrada y carece de líderes ciertos, por lo cual los votos necesarios se obtienen de a uno, pero no es menos cierto que no hay partido o "espacio" alguno que pueda ignorar a los otros y, salvo los impresentables (Diana Conti, Máximo Kirchner, Carlos Kunkel, Guillermo Patotín Moreno, Luis ¡Amor, amor! D'Elía, Fernando Garrote Esteche y algunos pocos más) nadie quiere que el Gobierno descarrile. Porque lo que evitamos en las últimas elecciones fue transformarnos en un miserable país, como el que han convertido a Venezuela los corruptos tiranos Hugo Chávez (q.e.p.d.) y Nicolás Maduro, totalmente aislada del mundo civilizado y sumida en el hambre más pavoroso y la violencia más sanguinaria.

Tengamos paciencia. Es claro que las medidas económicas duelen, y mucho, pero debemos saber a qué y a quién debemos tener que adoptarlas, y exigir el condigno castigo para los responsables.

Bs.As., 12 Jun 16

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado