martes, 11 de septiembre de 2018

EL RESPETO POR SÍ MISMO


Por Mauricio Ortín










Néstor, Cristina y su banda, ¿robaron o no robaron en volúmenes oceánicos a los argentinos? Por lo pronto, el que una legión de empresarios, (los más importantes y adinerados del país) se auto incriminen y auto escrachen confesando la comisión de delitos no es algo que pasa todos los días.

El club de los arrepentidos. Ángelo Calcaterra, Héctor Zavaleta, Javier Sánchez Caballero, Carlos Wagner, Armando Losón, Juan de Goycochea, Guillermo Neira y Aldo Roggio.

Dejar de lado la imagen de hombre venerable y presentarse, ante la familia, los amigos, el mundo de los negocios y la posteridad como un corriente “coimero” no es algo que un empresario hace de buena gana. Menos, todavía, si ello implica exponerse a dar con los huesos a la cárcel. La prisión suele ser mucho más dura para aquellos que lo tienen casi todo.

Fotografía inolvidable e inocultable

Suena insólito y grotesco pensar que los empresarios que declaran acogiéndose a la ley de arrepentidos estén mintiendo y participando de un siniestro plan, urdido entre Bonadío y Macri, para eliminar a Cristina Kirchner de la política y/o tapar la crisis económica que atraviesa el país. Más aún cuando sus confesiones son congruentes con la otra legión: la de los funcionarios y cómplices arrepentidos.


Todos, casi al unísono, señalan a Néstor y Cristina como los jefes de la asociación ilícita. No hay día en que no aparezca arrepentido y acusado nuevo. La escala del robo no tiene antecedentes en la Argentina y, en América, sólo el chavismo-madurismo podría disputarle el título de campeón para luego ir por la corona mundial con algún despotismo asiático. De allí que los que sostienen, alegremente, que los procesamientos judiciales contra Cristina, De Vido y otros son políticos o cortinas de humo para tapar la crisis, tienen poco de cándidos y mucho de encubridores.


Entre estos, la pincelada extravagante la pone la izquierda; ya que, Bonadío, le entrega en bandeja la cabeza de la burguesía “cochina” y capitalista y la izquierda inexplicablemente la rechaza y, más aún, atacan al juez. ¿Pero no era que estaban contra el capitalismo?, ¿No es paradójico que Víctor Hugo, Sylvestre, Brancattelli, Moyano, los “Curas de la Opción por los Pobres” (casi se me escapa, “Opción por los Chorros”), D’Elía, Bonafini, experimenten éste súbito arrebato de amor al empresariado?


¿En qué quedamos? Resulta que Macri es el verdugo de los “cochinos” capitalistas y la izquierda la perdonavidas. Hay que reconocer, nobleza obliga, que este giro copernicano ha requerido, seguramente, el concienzudo y duro entrenamiento de los músculos faciales al que se sometieron periodistas y políticos. De que otra manera sino, podrían mostrarse impertérritos, tipos como Silvestre o Víctor Hugo, cada vez que manifiestan cosas como: “si no aparecen los cuadernos no hay pruebas”; “que robaban, pero, bueno… todos roban”, o “que robaban pero también repartían (lo robado)”.

Se llevaron todo!

El kirchnerismo no anda con chiquitas. Siempre van por todo. No sólo buscan evitar que Cristina y la banda paguen sus atrocidades sino que, además, quieren volver sujetar la sartén por el mango. Recuperar la teta del estado con Cristina presidente en el 2019 es el objeto de toda su prédica. Dicha ambición de impunidad y poder, obviamente, no hace buena a la mediocre gestión de Macri.


En un país decadente tal cosa es perfectamente posible. No así, como es obvio, en un país que contara con una masa crítica mínima de gente decente (no muchos más de la que Dios le pidió a Lot). Entregar conscientemente y sin una pistola en la cabeza, la salud y la moral pública, a una ladrona y a su banda sería algo así como un suicidio colectivo. ¿Qué respeto tendría entonces el mundo por los argentinos? Y, peor todavía ¿Qué respeto tendrían los argentinos por sí mismos?

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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