domingo, 16 de diciembre de 2018

TENDIENDO “PUENTES DE UNIÓN”



En nuestro país, el Vicariato Castrense fue erigido el 28 de junio de 1957 establecido por Acuerdo entre la Nación Argentina y la Santa Sede “Sobre jurisdicción castrense y asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas”. El 18 de marzo de 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner firmó un decreto por el cual dejó sin efecto el acuerdo gubernamental que había designado en 2002 a monseñor Antonio Baseotto como obispo castrense. Esa decisión duró hasta la designación del nuevo responsable del vicariato castrense, recién el 30 de junio de 2017 asumió el nuevo Obispo Castrense, Monseñor Santiago Olivera.


Es decir que nuestras Fuerzas Armadas estuvieron sin guía espiritual religiosa durante más de 12 años, un tiempo demasiado extenso para esas instituciones que no pasaron durante ese período por sus mejores tiempos.

Desde su asunción el nuevo Obispo Castrense ha ido construyendo su ministerio en base a un sereno y prudente tiempo hasta poder construir un “puente de unión” entre su grupo particular fieles y el resto de la sociedad, sobre la base que “la misericordia no excluye la justicia y la verdad”. Lo demuestra, una vez más, en su última carta de lectores a LA NACIÓN, la que dejamos a continuación:


DOS POR UNO

“La voz valiente de los profetas”, titula Marcos Aguinis el artículo publicado el 18 de agosto pasado en LA NACION; refiriéndose al libro Locos de Dios, del preclaro pensador de nuestro tiempo Santiago Kovadloff. “...El profeta no solo condena, sino que llama a la autocrítica, implora sensatez y arriesga su vida para que el pueblo llano y los ensoberbecidos dueños de poder caminen por la senda de la moral...”. Las palabras de Aguinis evocan la condición bautismal de los cristianos por la que todos somos profetas.


Con humildad medito y comparto aquello que estoy viendo y escuchando. No es fácil hablar en estos tiempos y no puedo evitar preguntarme qué mueve el obrar de algunos. Será que es más fácil hablar para la tribuna. No creo que Dios pida eso. ¿Cómo puede ser que abogados y jueces plasmen en sus dictámenes discriminaciones hacia los delitos de lesa humanidad, como si entre muchos aberrantes delitos algunos fueran más condenables/ perdonables que otros? Adhiero al editorial de LA NACION del 26/11 “El dos por uno y la vigencia de la ley penal más benigna”. Aplicar esta ley con la certeza de que todos somos iguales ante ella no quiere decir que se aprueben inaceptables y condenables acciones acontecidas durante la última dictadura. No habrá paz sin verdad y justicia. ¿No será hora de que los argentinos depongamos las armas ideológicas y veamos con objetividad y valentía ese triste pasado en el cual perdimos todos? Además de los cientos que ya obtuvieron sentencia, más de 400 detenidos por delitos de lesa humanidad, algunos injustamente, aún aguardan condena y llevan años de prisión preventiva, habiendo entre ellos mayores y enfermos. Esto no parece justicia, quizá se llame de otro modo?


Santiago Olivera
Obispo castrense de la Argentina


NOTA: Las imágenes, referencias y destacados no corresponden a la nota original.

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