sábado, 31 de agosto de 2019

LAS ENCRUCIJADAS ANALÓGICAS

Nicolás Rodríguez Peña
Nicolás Rodríguez Peña[1] dio la justificación usual en todas las revoluciones “… Que fuimos crueles. ¡Vaya con el cargo! Mientras tanto, ahí tienen ustedes una patria que no está ya en el compromiso de serlo. La salvamos como creímos que había que salvarla… nosotros no vimos ni creímos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos. Arrójennos la culpa a la cara y gocen los resultados… nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres”.

Con la justificación de Rodríguez Peña les dejamos a continuación una nota de nuestro amigo y periodista español, Ricardo Angoso, sobre las recientes y preocupantes noticias provenientes de nuestra Nación hermana la Republica de Colombia.

Después de finalizar la lectura recomendada, por favor recuerden los siguientes temas:

1.  El terrorismo es inaceptable en todas sus formas y manifestaciones (Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo).

2.  Las FARC declararon y desarrollaron el enfrentamiento civil armado durante el período más largo de América (1948-2016)[2], innumerable cantidad de muertos y victimas. En nuestro país la guerra contrarrevolucionaria duró 2 años.

3.  Al igual que en la República Argentina los ex terroristas de las FARC se infiltraron en toda la estructura del estado colombiano.

4.  En la República Argentina el 10 de diciembre de 2015 asumió un nuevo gobierno que propuso un cambio al populismo.

5.  La oposición fue feroz y sin tener en cuenta el bien común, su único objetivo fue sabotear la acción de gobernar.

6.  El gobierno acorralado por esa oposición feroz no tuvo la capacidad o valentía para enfrentarla… optó por optó por mutar hacia un progresismo gradualista (se convirtieron en lo que la gente llamó “kirchneristas de buenos modales”).

Ahora… es “demasiado tarde”.
El pueblo argentino enfrenta una encrucijada y la misma presenta solo pocas opciones… sepa el pueblo elegir el mejor camino hacia el bien común y un futuro digno de ser legado a nuestros descendientes.

Las analogías o no, entre Argentina y Colombia quedan libradas a su propio criterio, después de leer el final del artículo de Angoso.

Por nuestro lado solo pedimos que antes del cambio o continuación de un nuevo período de gobierno, se disponga efectuar una auditoría jurídica para revisar todo lo actuado en los llamados juicios de lesa humanidad. Esta petición está fundamentada por la igualdad ante la ley y cumplimiento del art. 18 de la Constitución Nacional… servirá para cumplir parcialmente el objetivo no logrado de unir a los argentinos[3]



COLOMBIA, EN LA ENCRUCIJADA

Por Ricardo Angoso[4]

Quizá, a la larga, en estas circunstancias, la única vía para los colombianos es la que impulsó el asesinado primer ministro israelí Isaac Rabín durante el proceso de paz con los palestinos, cuando concluyó que iba  sentarse a negociar la paz como si no existiera el terrorismo, pero que también iba a combatir el terrorismo al mismo tiempo como si no existiera proceso de paz.

Iván Márquez, ex número dos de las FARC, retoma las armas
La declaración de un grupo disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), liderado por el prominente jefe guerrillero y número dos de este grupo Iván Márquez, de volver a las armas y abandonar definitivamente los acuerdos alcanzados en el proceso de paz entre este grupo terrorista y el gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos, ha caído como un jarro de agua fría sobre la mayoría de los colombianos. Nadie lo esperaba, esa es la realidad, y menos el gobierno del presidente Iván Duque, que atraviesa sus horas más bajas y arrastra en su primer año largo una crisis de legitimidad intensa debido a su nula popularidad y escaso liderazgo.

las FARC
Mientras tanto, las FARC, todavía con representantes en la Cámara de Representantes y en el Senado y con personalidad jurídica para concurrir a las próximas elecciones locales y departamentales, donde presentan algunas candidaturas aunque sea a modo testimonial -en las últimas elecciones generales recibieron una cosecha de votos bastante exigua-, ya se han desmarcado de este regreso a las armas de sus antiguos compañeros de lucha. Por otra parte, los partidos moderados del centro derecha se han mostrado consternados y han mostrado su rechazo a esta declaración unilateral del regreso a la violencia por parte de las disidencias de las FARC, que están encabezadas por el ya citado Márquez, el fugado y narcotraficante Jesús Santrich -liberado por Duque ignominiosamente- y otro jefe guerrillero apodado alias el Paisa.

Pero la conmoción general no es señal de que el gobierno colombiano vaya a ganar este pulso con las disidencias de las FARC, sino más bien lo contrario: su falta de carácter y su pusilanimidad en casi todos los aspectos relativos a la seguridad nacional, así como su falta de músculo político, le hacen ver ante la sociedad como un ejecutivo incapaz de conducir a buen puerto al país, ahora sumido en la zozobra, la incertidumbre y la crisis en casi todos los órdenes.  El presidente Duque se mostró dubitativo, poco rotundo y contundente frente al terrorismo, complaciente con las FARC y sus disidencias e hizo poco o nada frente al flagelo del narcotráfico, que está claramente ligado al grupo terrorista, recogiendo ahora las consecuencias de esta catarata de errores graves.

general de 5 estrellas Douglas MacArtur
Decía el general norteamericano MacArtur que las guerras se pierden por dos palabras: demasiado tarde. "La historia de los fracasos en la guerra puede resumirse en dos palabras: demasiado tarde. Demasiado tarde en la comprensión del letal propósito del enemigo; demasiado tarde en tener conciencia del mortal peligro; demasiado tarde en lo tocante a la preparación; demasiado tarde en la unión de todas las fuerzas posibles para resistir; demasiado tarde en ponernos al lado de nuestros amigos", aseguraba el veterano militar norteamericano. ¿Será demasiado tarde para Colombia y habrá perdido definitivamente la batalla contra el terrorismo?


El  reciente discurso del presidente Duque, pese a su claridad y firmeza en la defensa de la legalidad y la justicia frente al terrorismo y la criminalidad, sin embargo, tampoco despeja muchas dudas. Su escasa determinación en la lucha contra el narcotráfico, envuelta en el eterno debate sobre el glifosato y criticada por el mismo presidente norteamericano Trump, y el envío de señales equívocas a  los terroristas, como fue el apoyo a la justicia que juzga los crímenes por delitos de lesa humanidad (JEP), la tolerada y humillante fuga de Santrich y el haber aceptado, sin apenas modificaciones, los acuerdos firmados por Santos, que tanto Duque como otros dirigentes de su partido juraron rectificar durante su campaña electoral, le han dejado en un pésimo lugar.

La JEP y la Comisión de la Verdad
Así las cosas, y sin que nadie tenga dudas en esta ocasión, Colombia se encuentra en una compleja encrucijada. Tiene dos caminos ante sí y Duque tendrá que tomar decisiones al respecto. Por un lado, el presidente Duque, apoyado por el partido del ex presidente Uribe, el Centro Democrático, tiene la opción guerrerista, embarcando al país en una nueva cruzada militar de inciertos resultados sobre el campo de batalla y tal como le demandan algunos sectores del país. Y, en el otro extremo, intentar reconducir el problema de este regreso a la vía armada por parte de guerrilla por la vía del diálogo, en unas hipotéticas negociaciones que incluyeran al Ejército de Liberación Nacional (ELN) -un grupúsculo superviviente a la Guerra Fría de orientación procastrista- y a las disidencias de las FARC, que ahora anuncian a bombo y platillo su regreso a la violencia.

LAS DOS OPCIONES QUE TIENE ANTE SÍ COLOMBIA


Al mismo tiempo, cualquiera de esas dos opciones tendría que convivir con la salvaguarda de los acuerdos de paz firmados por el ex presidente Santos en La Habana, toda vez que la comunidad internacional -incluida la Unión Europea (UE) y numerosas potencias internacionales- es garante de los mismos y las FARC, ya como partido político, se han comprometido a cumplirlos. La izquierda colombiana exige al presidente Duque el cumplimiento exhaustivo de dichos acuerdos, la integración política, social y económica plena de los antiguos guerrilleros en la vida del país y el final de la vía guerrerista, a la que siguen apelando algunos sectores de las fuerzas democráticas y numerosos representantes cualificados del Centro Democrático, paradójicamente el partido bajo cuyas banderas ganó el actual mandatario en las elecciones presidenciales celebradas en el año 2018.

La encrucijada está ahí, el dilema para el actual inquilino de Casa Nariño -la sede de la presidencia de la República de Colombia- está encima de la mesa. Pero tampoco son  tiempos para la duda y la incertidumbre, para acrecentar la zozobra que se abate sobre la sociedad en estos momentos y generar un vacío de poder ante la situación que agravaría la gravedad del momento, sino que es hora de tomar decisiones y hacer frente a la situación con realismo y contundencia, no obviando las graves responsabilidades que tiene ante sí el presidente Duque frente a su país en esta difícil coyuntura.


¿Qué hacer ahora? Quizá una combinación de las dos vías que surgen en el camino, es decir, la vía militar frente a la nueva estrategia del terror y volver a la mesa del diálogo, pese a la continuidad violencia, podrían proporcionar la clave de la que podría ser una política de paz para los próximos años en Colombia, aunque eso no excluye que seguramente habrá nuevos atentados terroristas y nuevas víctimas que unir a la lista de asesinados, secuestrados y heridos en este país por la violencia terrorista. Y que el camino hasta lograr la verdadera paz -nunca lograda por el proceso de paz de Santos, técnicamente mal desarrollado- será largo y doloroso. Quizá, a la larga, en estas circunstancias, la única vía para los colombianos es la que impulsó el asesinado primer ministro israelí Isaac Rabín durante el proceso de paz con los palestinos, cuando concluyó que iba  sentarse a negociar la paz como si no existiera el terrorismo, pero que también iba a combatir el terrorismo al mismo tiempo como si no existiera proceso de paz. Colombia, otra vez en su historia, como tantas veces, puede que se encuentre ad portas ante ese horizonte incierto.

Ricardo Angoso García
Espíritu Santo, 27 Local B
Madrid 28004 Madrid
España
Teléfono 00 34 606 828 959

Carrera, 4, número 17-59
Bogotá
Colombia
Teléfono 00 57 320 880 01 99

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.



[1] Fue un comerciante y político argentino conocido principalmente por su actuación en contra de las 2 Invasiones Inglesas  (1806 y 1807),   durante la Revolución de Mayo y por haber integrado el Segundo Triunvirato. Un prócer importante de nuestra historia patria.

[2] Al igual que en nuestro país, las organizaciones guerrilleras en Colombia, fueron mutando en el tiempo, adoptando distintos nombres -Autodefensas Campesinas,  Guerrillas de Marquetalia, Bloque Sur, Ejército Popular de Liberación etc.- pero manteniendo inalterable su accionar violento para hacerse del poder político, aplicando la influencia del Che Guevara y de Mao en la guerrilla comunista. Pasaron de la lucha por supuestos ideales de liberación del capitalismo al narco tráfico o narco terrorismo que envenenó a gran parte del mundo… hasta el ingenuo proceso de paz en Colombia propuesto por el entonces presidente de Colombia Juan Manuel Santos y finalizado con la firma de Los Acuerdos de Paz de La Habana firmados el lunes 26 de septiembre de 2016 entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en Cartagena de Indias, Colombia.

[3] Mauricio Macri: “Nuestras prioridades son pobreza cero, derrotar al narcotráfico y unir a los argentinos” (10/12/2015).

[4] Ricardo Angoso (1966, Salamanca) es sociólogo, analista internacional y periodista. Ha escrito, trabajado y colaborado, en los últimos años, para El Independiente, Diario 16, El Mundo, Fax Press, Colpisa, La Aventura de la Historia, Safe Democracy, Infomedio, Historia 16, Radio Francia Internacional, Radio Exterior de España, Ideas y Debate, Raíces e Historia y Vida. Durante mucho tiempo ha residido en el extranjero, siendo un buen conocedor de los Balcanes y habiendo pasado largas temporadas en Albania, Bosnia y Herzegovina, Hungría, Rumania, Macedonia, Montenegro, Serbia y Turquía. Como observador electoral de la Organización para la Seguridad en Europa (OSCE) ha participado en numerosos procesos electorales en una decena de países. A su vez, ha sido profesor en la Universidad Nacional de Honduras y becario del Ministerio de Asuntos Exteriores español en Hungría, Rumania y Turquía. También ha ganado varios premios literarios, entre los que destacan el Joven y Brillante, el Ciudad de Periana y el Ateneo de Jaén. En la actualidad, colabora en varios medios de comunicación, es Coordinador General de Diálogo Europeo y dirige la revista Lecturas para el Debate. Libros publicados: Europa a Debate, Las próximas guerras europeas y Rapsodia húngara sobre fondo rojo.

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