viernes, 16 de agosto de 2019

PEQUEÑA SEMBLANZA DE UN HÉROE CONTEMPORÁNEO

En estos días de confusión política, económica y social, es cuando más se nota la ausencia de liderazgo de la clase política que nos representa. Dícese que un líder es una persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad. Persona o entidad que va a la cabeza entre los de su clase, especialmente en una competición… en este caso la competencia es política y electoral.

Ayer se conmemoró el aniversario del fallecimiento del considerado justamente Padre de la Patria, el General José de San Martín. A quién la historia a consagrado como nuestro máximo prócer y héroe nacional. Él fue una persona de alta calidad y dignidad, que tomó las armas para estar presente en las batallas y así defender los ideales de la época. Con su decisión obtuvo el objetivo del liberar del imperio español a los hoy 3 países conocidos como Argentina, Chile y Perú.
A 169 años del paso a la inmortalidad del general José de San Martín, es bueno recordar su ejemplo y entrega por lograr la libertad americana y por la firmeza de sus convicciones, que mantuvo hasta su muerte en el exilio francés, en 1850. Una de “sus máximas” debería orientar hoy a los argentinos desorientados o mal intencionados:

“Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.

Los fundadores de nuestra Patria se encuentran en la calidad de próceres y héroes, ellos fueron los patriotas ilustres que con determinación y valor nos legaron la independencia de nuestra Patria. Merecen nuestro honor y gratitud. 

En una categoría distinta se hallan muchos héroes de nuestra Patria y que no son considerados próceres,  son aquellas personas que realizaron acciones  abnegadas en beneficio de causas nobles, son ilustres y famosos por sus hazañas o virtudes. Actuaron de  manera valerosa y arriesgada y se convirtieron en objeto de especial admiración. En nuestra historia se identifican a varios de ellos: el Sargento Cabral, Falucho, el Tamborcito de Tacuarí, Dorrego, Lavalle, Espora, Rosales, Murature, Güemes, Mitre, Liniers, etc… solo por nombrar algunos.

En nuestra historia más reciente en Malvinas también tenemos, héroes algunos ya fallecidos y otros que que aún viven: Busser, Poltronieri, Esteban, Castillo, Gorosito, Robacio, Giachino, Losito, Nani, Stel, los Bravos de Manchalá, etc. y especialmente los soldados que descansan eternamente en el cementerio de Darwin, los tripulantes del Crucero A.R.A. General Belgrano que descansan en el fondo del mar al igual que pilotos de nuestra Fuerza Aérea que fueran derribados y nunca recuperados. Todos ellos merecen la gratitud, admiración, honor y gloria que les pueda dar el pueblo argentino.

Desgraciadamente el relato sesgado y mal intencionado por intereses políticos y hasta económicos del “curro de los derechos humanos” han colocado a muchos de ellos en prisión por los mal llamados “juicios de lesa humanidad”. Esa es una injusticia que debe ser reparada por el estado y la sociedad argentina.

Hoy deseamos mostrarle a uno de esos héroes y cuyo honor ha sido manchado en la ciudad de Mar del Plata. El 9 de Junio de 2011 el arquitecto Marcelo Artime, presidente del Concejo Deliberante de esa ciudad, retiró un cuadro con la imagen del héroe Señor Capitán de Fragata de I.M. (Post Mortem) Don Pedro Edgardo Giachino “por pedido de organizaciones de dd.hh.”. Les dejamos una semblanza escrita, hace unos años, por una camarada y que nos describe detalles de un oficial de la Infantería de Marina, con una brillante carrera profesional y que ofrendó su vida en cumplimiento de la misión que la Patria le había encomendado.


Ojalá su ejemplo, el de los héroes y la memoria del Padre de la Patria junto a sus fundadores, sirvan para mostrarles el camino correcto a quienes tienen la responsabilidad política e histórica de conducir los destinos de nuestra Nación… se debe recuperar el concepto de Patria, hoy tan olvidado o relegado.


PEQUEÑA SEMBLANZA DE UN HÉROE CONTEMPORÁNEO



PEQUEÑA SEMBLANZA DE UN HÉROE CONTEMPORÁNEO
Por Eloy Eguren[1]

[…] aquel que cae entre los luchadores y pierde la vida tan querida, cubre de gloria a su ciudad, a sus conciudadanos y a su padre, y atravesado el pecho, el escudo y la armadura, es llorado por todos, jóvenes y viejos; su doloroso recuerdo llena la ciudad entera y su tumba, y sus hijos son honrados entre los hombres y los hijos de sus hijos y todo su linaje; jamás se extingue el honor de su nombre y, aun cuando yazga bajo la tierra, se hace inmortal[2].

La grandeza o mezquindad de un hombre se manifiesta en el modo generoso o mezquino de ver las cosas, o mejor, en el modo generoso o mezquino de comportarse; y es, sobre todo, en esos momentos en que se pone a prueba la calidad de un hombre cuando se aquilata lo que cada uno lleva adentro […] Son las situaciones difíciles las que muestran lo que un hombre lleva adentro, lo que realmente es, esa clase de situaciones que fuerzan al hombre a sacar a la superficie lo mejor o lo peor que anida dentro de su alma. Y […] puesto en el medio del conflicto, sacó lo mejor de sí mismo; pues al estar hecho de la mejor calidad, mostró aquello de lo que abundaba[3].

Qué es un héroe

Si bien hoy en día la palabra héroe se asocia con cualquier comportamiento digno de reconocimiento y elogio en los más variados marcos de la vida cotidiana tales como el deporte, la cultura u otros, la acepción original es mucho más precisa y restrictiva.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define heroísmo como el esfuerzo eminente de la voluntad hecho con abnegación, que lleva al hombre a realizar actos extraordinarios en servicio de Dios, del prójimo o de la Patria[4].

Antiguamente, en la cultura grecolatina se consideraba héroe al […] nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le reputaban más que a un hombre y menos que a un dios[5].

Busto de Heracles, también conocido como Hércules

Esta doble progenie del héroe, divina y humana, quedaba reflejada particularmente en la guerra, al protagonizar hazañas repletas de fortaleza y audacia que se creían propias de los dioses; a su vez, se diferenciaba de éstos y se igualaba a los hombres por su condición de mortal, por lo que su tiempo para el heroísmo era limitado, siendo singularmente apreciada una vida corta y digna, y si es posible, coronada con la muerte en combate[6].

El mito del talón de Aquiles 

Cada una de las epopeyas de la antigüedad aparece relacionada con un héroe; normalmente ese personaje era el jefe y caudillo que arrastraba a la mayoría, a través de un comportamiento ejemplar tanto por la abnegación como por la destreza en el manejo de las armas, siempre tras la búsqueda de la gloria y el honor, independientemente de la victoria, la derrota o la muerte.

Una vez muerto, el héroe pasaba a desempeñar una función educadora respecto de la juventud, siendo propuesto como arquetipo, permaneciendo vivo en la memoria de las sucesivas generaciones.

Un oficial más[7]

Pedro Edgardo Giachino ingresó a la Escuela Naval Militar, integrando la Promoción 96, el 3 de febrero de 1964, proveniente de la ciudad de Mendoza. Luego de cursar la misma, realizó el Viaje de Instrucción en la fragata Libertad, al término del cual fue promovido al grado de Guardiamarina de IM el 30 de diciembre de 1967, 8vo en orden de mérito sobre un total de 14.

Su primer destino fue el Batallón de IM Nº 5 (BIM5)[8], en Río Grande, desempeñándose como Jefe de una Sección de Tiradores y Segundo Jefe de Compañía. Estando en esa Unidad, fue comisionado a Bariloche para realizar el Curso Básico de Montaña Estival, en la Escuela de Tropas de Montaña del Ejército, en el cual obtuvo la capacitación de Escalador Militar[9].

Luego de 2 años, en 1970, fue destinado a su solicitud a la Compañía de Reconocimiento Anfibio (CIRA), ubicada en Mar del Plata, para realizar el curso de capacitación correspondiente, formándose en ese mismo año también como Paracaidista Militar en el Ejército, y al año siguiente, ya siendo Jefe de la Sección de Reconocimiento Anfibio, realizó voluntariamente el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería[10].

En 1972 fue trasladado al Batallón de IM N°3 (BIM3), ocupando diversos puestos en las Compañías del mismo; cumplido el Curso Básico en la Escuela Politécnica Naval, regresó como Teniente de Fragata a la CIRA para ser Jefe de la Sección de Operaciones Especiales.


A llegar al grado de Teniente de Navío, luego de realizar el Curso de Aplicación en la Escuela de Oficiales de la Armada, Pedro Giachino fue Jefe de Compañía de Tiradores y Jefe de Operaciones del Batallón de IM N° 1 (BIM1) en 1977 y 1978 respectivamente[11]. En 1980 volvió a la Agrupación de Comandos Anfibios (APCA) como Jefe de Operaciones y al año siguiente asumió como Segundo Comandante de la misma. En 1981, último año de la jerarquía, fue Jefe de Operaciones de la Fuerza de Apoyo Anfibio (FAPA).

A fines del mismo, con 34 años, ascendió a Capitán de Corbeta, y se lo designó Segundo Comandante del BIM1.

Haciendo un balance sintético de su carrera hasta ese momento, el flamante Capitán había cimentado una solidez profesional considerable; en conocimientos técnico-tácticos, a través de la realización de numerosos cursos de capacitación y en experiencia de mando, cubriendo todos los roles de combate previstos dentro de las unidades de IM, para las distintas jerarquías; además, se mantenía en un excelente estado físico. Por lo tanto, debería estar en condiciones de ejercer adecuada y eficazmente la conducción de fracciones operativas mediante el ejemplo personal, obligación primaria que la Armada demanda de cualquier oficial y que constituye la esencia de nuestra profesión. En poco tiempo tendría oportunidad de demostrarlo acabadamente.

La misión

En otro orden de cosas, también a fines de 1981, el Comité Militar a cargo del Gobierno Nacional resolvió impulsar decididamente las negociaciones diplomáticas para lograr que los británicos se sentaran a discutir el tema de la soberanía y en caso de un fracaso de las mismas, recurrir a la fuerza, para obligarlos en el mismo sentido.

Operación Rosarios

Como previsión para esta segunda opción, en el mes de enero de 1982, por directiva superior, el Comandante de Operaciones Navales ordenó […] iniciar un planeamiento preventivo ante la eventualidad de tener que emplear fuerzas de la Armada debido a la mala evolución que mostraba la negociación diplomática con Gran Bretaña por la recuperación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur[12]; para dar cumplimiento a ésta, el Comandante de la IM conformó un pequeño Estado Mayor, con el fin de elaborar la parte del plan tentativo que le correspondía.

El antiguo cuartel de los Royal Marines ubicado en Moody Brook

Dentro del mencionado plan, a la Agrupación de Comandos Anfibios (APCA) le tocaba jugar un rol fundamental[13] ya que debía, antes de la Hora H, conquistar el cuartel de los Royal Marines ubicado en Moody Brook, 6 km al W de Puerto Stanley, y controlar cinco objetivos vitales diseminados dentro de la localidad misma[14], para garantizar su funcionamiento hasta el arribo de la Fuerza de Desembarco (FD).

El 19 de marzo desembarcó en la isla San Pedro, Georgias, el personal civil contratado por Constantino Davidoff para desguace de las factorías balleneras, desencadenando inesperada y sorpresivamente una desmedida reacción británica.
Por tal motivo, alrededor del 23 se impartió la consiguiente orden de preparar las fuerzas para ejecutar la operación, debiéndose revisar el plan con urgencia.

Entre muchos otros aspectos, un nuevo análisis de las responsabilidades de los Comandos Anfibios llevó finalmente a resolver el problema de otra manera: asignarle al Comandante de la APCA (UT 40.1.3 - 70 hombres), CCIM Sánchez Sabarots, la tarea de sorprender a los 40 Royal Marines en sus alojamientos y capturarlos; y conformar otra UT para accionar sobre los objetivos vitales[15].

Como se preveía que esta UT ejecutaría lo establecido prácticamente sin oposición, su fuerza efectiva no necesitaba ser grande, por lo que se le asignaron solamente 8 Comandos Anfibios[16], la mayoría de los cuales no estaban de pase en ese momento en la APCA, y se los complementó con 8 Buzos Tácticos. Éstos se incluyeron por dos razones: debido a su “origen” naval poseen mayor idoneidad para mantener en servicio sistemas eléctricos, telefónicos o de comunicaciones y por su entrenamiento específico están en condiciones de efectuar un desembarco nocturno en botes y una aproximación terrestre junto a los Comandos[17].

Contraalmirantes de I.M. Carlos Busser, fallecido en prisión

El Comandante de la FD decidió poner a cargo de la misma al CC Giachino, ya que era un oficial jefe comando anfibio totalmente apto para tal tarea, y la Unidad en la que revistaba, el Batallón de IM N° 1, aportaría para la operación solamente la fracción que se desempeñaría como Reserva de la FD, por lo que estaba relativamente libre de otras responsabilidades[18]. En la tarde del 25 de marzo fue convocado, se le impuso la misión[19], y comenzó fervientemente la preparación para la misma, terminando de reunir sus 15 hombres y el equipo correspondiente el día 27[20].
Completados los preparativos, la Fuerza de Tareas Anfibia (FTA) 40 se hizo a la mar el 28 de marzo. La operación estaba lanzada. Navegando a bordo del destructor ARA Santísima Trinidad, Giachino pudo finalizar el planeamiento[21].

Desde hacía 72 horas estaba viviendo aquello que todo militar anhela: ser convocado para una operación de combate real. Le aguardaban aún nuevos acontecimientos que traerían aparejados mayores sorpresas.

Cambio de planes a último momento

La tormenta que se desató durante la travesía obligó a la FTA a reducir la velocidad de navegación y postergar el Día “D” 24 hs. Sería el 2 de abril.

Además, se recibió la confirmación de que en las islas se estaba en conocimiento de la inminencia de la operación, por lo cual uno de los requisitos básicos de ésta, la sorpresa[22], sería muy difícil de materializar.

La nueva guarnición de Royal Marines había arribado y los salientes habían sido retenidos en las islas, con lo cual el número total aumentaba a casi 90 hombres. La milicia local (Falkland Islands Defense Force - FIDF) había sido alertada y poseía armamento y algún entrenamiento militar. El aeropuerto estaba obstruido con maquinarias y obstáculos, por lo que requería ser despejado por tierra previamente a su utilización.

En cuanto a la captura del Gobernador, cuya responsabilidad recaía hasta ese momento en una fracción del Regimiento de Infantería 25 del Ejército, que tenía previsto desembarcar en forma helitransportada en proximidades de su residencia y sorprenderlo en la misma sin posibilidades de resistencia debió también modificarse, en parte por la pérdida de la sorpresa y también a causa de la inutilización de uno de los helicópteros durante el temporal.

Los problemas que trajeron acompañadas estas cuestiones llevaron a resolver que la fracción de Sánchez Sabarots (UT 40.1.3), luego de conquistar el cuartel, se debía dirigir al poblado para ubicar y aferrar al resto del enemigo, ya que éste seguramente estaría desplegado y no reunido en Moody Brook. A Giachino (UT 40.1.5) se le encomendó la captura del Gobernador.


En palabras del Comandante de la FD: La operación de captura del Gobernador, si bien podía parecer audaz, no se presentaba como una operación de ejecución extremadamente difícil y además era necesaria para lograr lo antes posible la rendición en caso que hubiera fuerzas militares que se resistieran demasiado en otros lugares[23]; por lo que a Sánchez Sabarots y a Giachino les volví a reiterar que sus objetivos eran las fuerzas del enemigo y no los edificios o instalaciones materiales[24]. La fracción del Ejército desembarcaría con el grueso por superficie, conquistaría y despejaría el aeropuerto, y recibiría en ese lugar al resto del Regimiento que arribaría en aviones de transporte.

Este cambio obligó al Comandante de la UT 40.1.5 a emprender una planificación nueva en su gran mayoría y a escasas horas de comenzar, ya que esta última orden se recibió cerca del mediodía y el zafarrancho de combate estaba previsto alrededor de las 1900. Si bien contaban con planos de la ciudad a causa de la antigua misión, no tenían ningún detalle de la casa del Gobernador ya que ésta no entraba dentro de la esfera de sus responsabilidades[25], por lo que el Capitán se abocó a recolectar cuanto pudiera, e idear el modo de acción para llevarlo a cabo.

Superados los inconvenientes, pudo finalizar el plan e impartió su orden de operaciones.

A las 1900, los integrantes de la UT se reunieron en el cuarto de máquinas y electricidad, donde hicieron los últimos preparativos referentes al equipo y el armamento, se colocaron los trajes secos, se enmascararon y a las 2130 fueron llamados a cubierta. Realizaron el transbordo a los cuatro botes y a las 2230, junto con la UT 40.1.3 (APCA) se dirigieron a playa Verde. Arribaron media hora antes de la medianoche. El 2 de abril estaba por comenzar.

Finalmente en tierra

Una vez en la playa, por turnos se sacaron los trajes secos, se alistaron para continuar la operación en tierra y poco después de medianoche comenzaron la aproximación. Recorrieron cerca de 6 km en forma lenta, pero eficaz ya que no fueron detectados por los Marines dispersos en la zona[26]. El Jefe de la UT encabezaba la marcha, inmediatamente detrás de los exploradores, verificando al navegante. Por momentos se adelantaba, se interiorizaba de la situación, regresaba para dar recomendaciones al resto, siempre totalmente imbuido de su tarea[27]. A las 0550 iniciaron la adopción del dispositivo en proximidades de la casa. Si bien corroboraron que existía enemigo dentro, no pudieron determinar la cantidad de efectivos[28].

Una vez en posición, el Capitán Giachino ordenó al Teniente García Quiroga, por su dominio del idioma inglés, que intimara al Gobernador a rendirse. Les respondieron con demoras, evasivas y con fuego de fusiles y ametralladoras.


Teniendo en mente que era imprescindible lograr la anulación de la guarnición en forma rápida e incruenta, y anular rápidamente la voluntad de combatir del Gobernador y la guarnición británica[29], y que la Hora H se acercaba, decidió: ¡Hay que entrar! Para lo cual, estableció a uno de sus escalones como base de fuego y le ordenó que comenzara a disparar sobre las ventanas de la casa, buscando la intimidación de los defensores, mientras que él, encabezando otro pequeño grupo, ingresó al objetivo por la parte trasera violentando una puerta.


En el interior de la casa, obviamente desconocida para ellos, trataron de encontrar la manera de avanzar, hasta que una ráfaga dió de lleno en el Capitán Giachino y en el Teniente García Quiroga que lo seguía inmediatamente. Lo primero que atinó es “avisarle” a su esposa –Me dieron, Cristina, me dieron–; comenzó a llamar al enfermero, quien también cayó herido sin poder auxiliarlos[30]. A pesar del dolor, que le arrancaba fuertes gritos, no estaba dispuesto a permitir que lo tomen prisionero, para lo cual retuvo una granada en su mano, por si los ingleses intentaban aproximarse[31]. Fue su forma de concretar la consigna de Brown:

¡Irse a pique antes que rendir el Pabellón!

Mientras tanto, de la casa nadie podía entrar ni salir, a pesar de que los Royal Marines, los legendarios Comandos ingleses conformaban un grupo muy numeroso; como se supo posteriormente, el Gobernador […] tenía prácticamente toda su guarnición dentro de ella[32]. El resto de la fracción argentina, sabiendo que su jefe estaba herido y que esperaba de ellos el completamiento de la misión, los mantenía bajo fuego soportando una respuesta aún mayor.

A todo esto, el grueso de la FD desembarcó en una playa no muy lejana y comenzó el avance hacia la localidad. Durante el trayecto, le avisaron por radio al Comandante que el Gobernador estaba dispuesto a parlamentar en su casa y allí se dirigió, con un grupo reducido de acompañantes. Una vez en su despacho, pudo comprobar que éste se hallaba en estado de crisis, producto de haber sido mantenido bajo fuego directo durante un tiempo prolongado, sin conocer que era apenas rodeado por lo que quedaba de la UT 40.1.5, cerca de una decena de hombres. En definitiva, fue el accionar de esos valientes que terminó convenciéndolo de cesar la resistencia a pesar de no tener muertos ni heridos. Formalizada la rendición, se pudo dar atención a los heridos.


A esta altura, Pedro[33] ya había perdido muchísima sangre, principalmente por el impacto en la arteria femoral; no obstante, era consciente de su situación y sólo un afán lo mantenía con vida. Necesitaba verlo aunque fuera un tiempo muy breve a uno de sus compañeros de Promoción, que se desempeñaba como Ayudante del Comandante[34], por lo que seguramente debería hacerse presente tarde o temprano. Al llegar, éste se anunció: Pedro, soy Tito y él contestó en forma clara y fuerte: Tito, por fin llegaste. Pedro no podía más; fueron suficientes sólo unos instantes como para enterarse de la victoria y poder encomendarle a su amigo el cuidado de su familia, de su esposa y sus dos hijas; mientras le era administrado un calmante[35] se quedó ya tranquilo y finalmente se durmió cuando era cargado en un vehículo para llevarlo al hospital. Los intentos para conservarlo con vida resultaron infructuosos.

Al diseminarse la noticia, las reacciones del personal que lo conocía fueron diversas: los que pudieron, fueron a darle el último adiós a la morgue del hospital[36], otros, sorprendidos en algún lugar del ya Puerto Argentino no pudieron contener algunas lágrimas[37] o la bronca[38], y muchos simplemente lo evocaron o rezaron por él mientras debían continuar con las actividades pendientes[39].


Esa misma tarde, en medio de los festejos y la algarabía de todo un país, su cuerpo fue entregado a su familia y velado en la Capilla Stella Maris de la Base Naval Puerto Belgrano.

Vivo para siempre

En este apretado relato aparecen claramente encarnados en Pedro Giachino un conjunto de comportamientos y actitudes que permiten encuadrarlo dentro de las consideraciones iniciales: es un héroe en el sentido estricto de la palabra.


Así lo consideraron en su momento las autoridades. La Nación le otorgó la más alta condecoración vigente, la Cruz al Heroico Valor en Combate; la Armada, por su parte, recompensó sus acciones con un ascenso por mérito y le colocó su nombre a una de sus principales unidades de combate: el Batallón de Infantería de Marina N° 2. Además, en estos 25 años, una innumerable cantidad de localidades a lo largo y ancho de nuestro país le rindieron homenaje de la misma manera, bautizando una plaza, una calle o una escuela.


Haciendo un breve resumen de sus cualidades desde el punto de vista profesional resulta patente su idoneidad y una profunda y prolongada preparación: recibió una misión de combate 72 horas antes de embarcar, asignándosele personal que si bien tenía una capacitación acorde, no conformaba una fracción orgánica, sino que provenía de unidades diversas, debiendo completar el planeamiento y la preparación en navegación. Algunas horas previas al desembarco, producto de un cambio en la situación, se le impuso una nueva misión, considerablemente diferente de la anterior, la que asumió con máxima responsabilidad, supliendo con criterio semejante contingencia. Condujo una infiltración terrestre nocturna a través de un terreno sumamente dificultoso[40], y, en base a las órdenes expresas recibidas y a la información de inteligencia disponible, rodeó y atacó el objetivo asignado, intentando la captura de la autoridad, resultando gravemente herido en la acción.

Sus dotes de conductor, basadas en el ejemplo personal, imprimieron en su reducido grupo de hombres la necesidad de continuar el cumplimiento de la misión a pesar de estar en condiciones de inferioridad total, provocando a su vez, en gran medida, la impresión en el enemigo de la inutilidad de la resistencia.

Mención aparte merece su sentido del honor, el cual lo sostuvo para evitar ser tomado prisionero, a pesar de estar gravemente herido. En situaciones límites, esta actitud sólo se mantiene cuando está asentada en convicciones sólidamente incorporadas.

Finalmente, son destacables también sus valores personales, ya que el amor a su familia y la responsabilidad para con ella fueron lo suficiente fuertes como para no entregarse a la muerte hasta haberla podido dejar en buenas manos; y también se entrevé su disposición para la amistad y la camaradería, la cual hizo brotar de todos aquellos que se consideraban dentro de este amplísimo círculo, distintas manifestaciones de tristeza, afecto y respeto[41], sean superiores o subalternos.

Independientemente del aporte que su accionar haya producido en el conjunto de la operación[42], y de los reconocimientos mencionados, su sacrificio y el de su familia seguirán valiendo la pena, en la medida en que rescatemos su ejemplo para cada uno de nosotros, de modo que tenga influencia cierta en nuestro quehacer cotidiano.

Si pretendemos prepararnos seriamente en todos los aspectos que involucra el combate al igual que él, deberemos invertir mucho esfuerzo y constancia, cualquiera sea nuestra jerarquía y escalafón. Es nuestra obligación principal.

Además, cuando el trajín de lo cotidiano nos haga perder de vista aquellos valores trascendentes por los cuales decidimos ingresar a la Escuela Naval y afrontar esta vocación con espíritu de servicio, amenaza más que frecuente, seguramente también nos servirá de ayuda la reflexión acerca de su comportamiento y de su entrega.

En definitiva, para poder estar en condiciones de dar una respuesta adecuada cuando la Nación nos lo requiera, Pedro Giachino nos seguirá mostrando lo que tenemos que hacer todos los días; que lo hagamos o no, depende principalmente de nosotros.

FUENTE: Boletínes del Centro Naval N° 819 del año 2008.

NOTA: La mayoría de las imágenes, las referencias en color azul y destacados no corresponden a la nota original. Los destacados en rojo son del propio autor.




[1] El autor es Infante de Marina y pertenece a la Promoción 119 de la Escuela Naval Militar. Está especializado en infantería, capacitado como comando anfibio, paracaidista y buzo. Durante el año 2006 fue Comandante de la Agrupación de Comandos Anfibios.

[2] Fragmento de una elegía dedicada a un soldado espartano atribuida a Tirteo (poeta griego, siglo VII a. C.)

[3] F. Suárez, José, Esposo de María, Ediciones Rialp.

[4] Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, vigésima primera edición, Madrid, 1992. Voz Heroísmo.

[5] Ibídem. Voz Héroe.

[6] La leyenda griega cuenta que Tetis, madre de Aquiles, advirtió a su hijo antes de partir hacia Troya que en caso que participara en la expedición su fama sería inmensa, pero su vida breve; en caso que desistiera, viviría muchos años pero sin gloria.
Aquiles, sin vacilar, optó por lo primero. Cfr. P. Grimal, Diccionario de Mitología Griega y Romana.
Paidós, 4ta reimpresión en español, Buenos Aires, 2005, pág. 40.

[7] Los datos respecto de su carrera fueron obtenidos de un resumen del Legajo Personal confeccionado por el Archivo General de la Armada.

[8] Heroica unidad de la Infantería de Marina Argentina, -cuya actuación fuera reconocida por el propio Comandante británico del ataque a la posición defensiva argentina-, durante la batalla por Puerto Argentino y en la última semana del conflicto, combatieron al mando del entonces CFIM Hugo Robació y fueron 1000 valientes en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams, contra una fuerza combinada británica superior en cantidad de hombres y más poderosa en armamento y tecnología, conformada por:

a.    La Brigada de Royal Marines (RM) Escolta de la Reina, compuesta por Tres Batallones, los RM 40, 42 y 45.

b.   La V Brigada del Ejército Británico, compuesta por Tres Regimientos de Infantería, uno Galés, otro Escocés y otro de Ghurkas Nepaleses.

c.    Dos Regimientos de infantería Aerotransportada (Paracaidistas), el PARA-2 (tres batallones) y el PARA-3 (tres batallones).

Lo que conformaba una fuerza de aproximadamente 10.000 combatientes.

En la noche y madrugada del 13 al 14 de Junio, el CFIM Robacio desoyendo la ya impartida orden de rendición emanada del General Menéndez, Gobernador y Comandante Militar Argentino de las Islas, siguió junto a todos sus valientes, combatiendo a los británicos y logrando mantenerlos aferrados por varias horas y haciéndolos retroceder en 14 kilómetros el avance de las fuerzas británicas, derribando además en la mañana del 14, dos helicópteros ingleses.

[9] En 1969 el héroe argentino, Pedro Edgardo Giachino, dirigió una expedición terrestre -encabezada por la antropóloga internacional Dra. Anne Chapman- desde la ciudad de Río Grande hasta Penísula Mitre (extremo sureste de la IGTF) buscando indicios y antecedentes de la vida de los pueblos originarios en esa región.
Giachino fue la primera baja argentina al cumplir su misión de capturar al gobernador inglés en nuestras Islas Malvinas, el histórico 2 de abril de 9182.

[10] Es probable que su opinión, volcada en el informe correspondiente al término del mismo, influyera en la decisión de que dicho curso pasara a ser una etapa obligatoria en la formación del Personal de Reconocimiento Anfibio a partir del año siguiente. Esta reorientación de la capacitación implicó también un cambio de la misión de la Unidad, adquiriendo una prioridad importante el adiestramiento para la ejecución de operaciones de comandos por sobre el reconocimiento anfibio; con el tiempo trajo aparejado además cambios de denominaciones tanto en la capacitación como también en la Unidad, la que a partir de 1975 pasó a ser Agrupación de Comandos Anfibios (APCA).

[11] El entones TNIM Giachino participó del despliegue de la Infantería de Marina, en la IGTF, durante la operación conjunta planificada por el conflicto de 1978 por la soberanía de las islas del canal Beagle.

[12] C. Büsser (compilador), Operación Rosario. Asociación de Oficiales Retirados de Infantería de Marina (AORIM), 2da edición ampliada y corregida, Buenos Aires, 1999, pág. 14.

[13] Cfr. ibídem, pág. 240.

[14] Los objetivos eran la usina generadora de energía eléctrica, la estación de radio, la central telefónica local, la central de comunicación telefónica transoceánica y el destacamento de policía.
Cfr. ibídem, págs. 270 y 271.

[15] Cfr. ibídem, págs. 150 y 151.

[16] En realidad, los Comandos Anfibios eran siete: el CC Giachino, del BIM1, el TF Lugo, del BICO, el TF Álvarez, alumno del Curso de Aplicación en la ESOA, los CP Flores y Ortiz, el CI Alegre de la APCA. El enfermero de la patrulla, el CI Urbina estaba de pase en la APCA como cursante comando anfibio.

[17] Cfr. C. Büsser, op. cit., págs. 272, 286 y 300.

[18] Existían otros Comandos Anfibios pero estaban afectados a la operación en otros roles de combate: el CFIM Weinstabl, Comandante del BIM2, núcleo de la FD, y uno de los Jefes de Compañía de dicha Unidad, el TNIM Aruani.

[19] Cfr. ibídem, pág. 151.

[20] Cfr. ibídem, pág. 153.

[21] Cfr. Ibídem, pág. 155.

[22] Cfr. C. Büsser, op. cit., pág. 16: “El segundo requisito consistía en ejecutar la operación por sorpresa, debido a que ésta era la única forma de poder lograr un éxito sin oposición y sin bajas, fueran éstas propias o enemigas”.

[23] Cfr. Ibídem, pág. 106.

[24] Ibídem, pág. 107.
[25] Cfr. ibídem, pág. 107. El grueso de la cartografía de detalle de la casa del Gobernador estaba en poder del Tcnl Seineldin, Jefe del RI 25, embarcado en el BDT ARA Cabo San Antonio, cuya fracción (UT 40.1.10) tenía la responsabilidad inicial de capturar al Sr. Hunt.

[26] Cfr. ibídem, pág. 285.

[27] Cfr. ibídem, págs. 295 y 296.

[28] Cfr. ibídem, pág. 296.

[29] Cfr. ibídem. pág. 17.

[30] Cfr. ibídem, pág. 306.

[31]Cfr. ibidem, pág. 128.

[32] Ibídem, pág. 126.

[33] Fue una profesional muy respetado y querido dentro de la Armada Argentina, tanto que simplemente era conocido como Pedrito.

[34] Era el entonces CCIM Oscar Monnereau.

[35] Cfr. ibídem, pág. 205.

[36] Cfr. ibídem, págs. 136, 205, 206, 283, 285 y 331.

[37] Cfr. ibídem, págs. 190 y 342.

[38] Cfr. ibídem, pág. 130.

[39] Cfr. ibídem, págs. 217 y 263.

[40] Cfr. C. Büsser, Operación Rosario…, p. 144.

[41] Cfr. ibídem, págs. 202, 205, 206, 217, 228, 342 y 343.

[42] El Comandante de la FD le atribuye a su accionar un valor altísimo, aseverando que debido al mismo se pudieron ahorrar vidas, tanto británicas como propias. Cfr. ibídem, pág. 144 y C. Büsser, Malvinas. Conflicto vigente. Ediciones Vórtice, Buenos Aires, 1999, págs. 124 y 125.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

No dejar comentarios anónimos. Gracias!