OPINIONES PUNTO DE VISTA
30.08.12
MAURICIO ORTIN
El modelo
totalitario de inclusión social, kirchnerista, que ha recibido el aval del 54 % del electorado argentino y de
la mayoría de los gobernadores e intendentes del país, recientemente y a través
del señor Guillermo Moreno, uno de
sus más conspicuos representantes, ha hablado “Urbi et Orbi”. Se refirió a la fundamental tarea de controlar los
precios de los productos (de la canasta familiar y los otros también) que los
oligarcas “agiotistas” argentinos se
empeñan en aumentar. Es que, como todo el mundo sabe, los empresarios son
fieles devotos del dios dinero, mientras que, por el contrario, a los políticos
kirchneristas los moviliza el bien común, la patria y los derechos humanos
(casi podría decirse que, a éstos, el dinero les produce náuseas, sarpullido y
algo de meteorismo). Se me replicará, con oportunidad: ¿Porqué, entonces, se
enriquecen como ninguno? Hay una respuesta bien fundada para ello y es la que
sigue. El hecho de que los funcionarios K se hayan enriquecido como lo hicieron
(y lo siguen haciendo) se entiende exclusivamente porque los K, en su camino
hacia la santidad y la perfección marxista, quieren alcanzar el magno estatus
de “zurdo probao”. Todo aquel que
hace fortuna, la acrecienta y la disfruta, con el único objeto de probarse a sí
mismo el desprecio absoluto que siente por la vida capitalista es, un “zurdo probao”.
Por eso Moreno, un “zurdo probao” de aquellos y no un “cochino derechista”, tiene la sobrada autoridad para decir cuánto
cuesta algo (se trate de un chupetín o de YPF). El que en su vida nunca haya
administrado ni un kiosko de choripán es un detalle nimio que no debe tenerse
en cuenta. Él es bueno y sensible con los desposeídos y malo con los ricos, eso
es lo que importa. Mas, para estos “kijotes”
también hay molinos de viento invencibles. Pobrecitos, ellos no saben que la
receta del control de precios ha fracasado hasta en el planeta Mongo. Sólo ha
significado pobreza, desabastecimiento, despotismo y lágrimas. En la Cuba de Fidel, por ejemplo, gracias al control
de precios un helado de crema cuesta diez veces menos que en EEUU (el único
problema es que no hay). Los automóviles y las casas, también, si algún día se
fabrican, serán gratis o muy baratos. Es que nadie quiere trabajar si el estado
se queda con la ganancia y además fija el precio del trabajo. Por eso, en los
modelos totalitarios de inclusión social, hasta que la gente aprenda a ser
solidaria de una buena vez, se debe disciplinar a todos. Salvo, claro está, a
aquellos que ya lo son pero se siguen probando: “los zurdos probao”.
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