“Es
siempre preferible el ruido de la prensa
libre al silencio de las tumbas de las dictaduras”.
Dilma Rousseff
libre al silencio de las tumbas de las dictaduras”.
Dilma Rousseff
Voy
a comenzar esta nota con una anécdota personal. Hace muchísimos años –aún
gobernaba Fernando Henrique Cardoso-
fui invitado a hablar en un almuerzo en San Pablo. Dije, entre otras cosas, que
el Brasil era entonces más corrupto
que la Argentina, pero que la
diferencia estribaba en que el lucro de esa corrupción se quedaba en el país,
mientras que aquí, además, se fugaba. Uno de los presentes, con un dejo de
humor, me interrumpió: “Enrique, no se meta con la corrupción
en Brasil; es nada más que una forma de redistribuir la riqueza”.
Mucha
agua -dos gobiernos de Lula y tres
de los Kirchner- ha pasado desde
entonces bajo nuestros puentes y, como todos sabemos, también mucho ha cambiado
Brasil. Esta misma semana, el Supremo Tribunal Federal impuso
severísimas penas de prisión, de cumplimiento efectivo, y enormes multas a los
principales jerarcas del Partido dos
Trabalhadores (PT), hoy en el poder, y la Presidente ya se ha desembarazado de seis ministros acusados de
corrupción por la prensa nacional. Dilma
no solamente ha respetado a ultranza la libertad de expresión sino que ha
contemplado, impávida, como la Justicia de su país arrastraba a la cárcel a sus
camaradas de muchos años de lucha. La población ha respondido a esa actitud
otorgándole nada menos que 80% de imagen positiva, lo cual ha permitido al
mismo PT hacerse hasta con la
alcaidía de San Pablo, tradicionalmente en manos de su competidor, el PSDB.
La
historia económica de la Argentina
dice cuánto el país ha debido soportar, antes de que los precios de los
commodities alcanzaran su niveles actuales, en razón de crisis que llegaban del
exterior; los efectos Tequila, Caipirinha, etc., explican los apuros que debieron pasar los gobiernos locales
de entonces.
Hoy,
sin embargo, y con el empuje notable que le dio la ciudadanía el 8N, resultaría determinante para
nuestro futuro que llegaran a estas playas, por imitación, los saludables y
moralizadores efluvios de este sorprendente efecto Caipirovska.
Es
que, desde 2003, han sido tantos, y tan graves, los casos de corrupción
ocurridos en la Argentina, y tan
rápida la sucesión de ellos, que la memoria humana –al menos, la mía- no
permite recordarlos. Por ello, apelo a la suya, resignado lector, para que me
ayude a enumerarlas, a fin de construir, entre todos, un verdadero catálogo que
nos permita, cuando este negro período de nuestra historia termine
–constitucionalmente, claro- enjuiciar a todos los funcionarios que se hayan
visto involucrados en estos delitos. Hay ya decenas de libros escritos por
periodistas de investigación sobre el tema, y he leído muchos de ellos; sin
embargo, no he tenido la previsión de confeccionar siquiera un mínimo
inventario como el que, ahora, me propongo hacer. Para evitar manos negras,
adelanto que ese archivo será guardado en la nube, es decir, en un ámbito que
la tecnología nos proporciona para impedir que el mero robo de una computadora
invalide el esfuerzo.
Cierto
es que el 19 de febrero (“Señora, ¿no le da vergüenza?”) y el
7 de septiembre de 2010 (“Señora, ¿aún no le da vergüenza?”)
–ambas notas pueden leerse en mi blog- dirigí a doña Cristina sendas cartas abiertas sobre el tema, y que ellas
contenían algunos de los episodios más truculentos de entonces, y que en muchas
otras me referí al tema de la corrupción, pero nada de ello me parece
suficiente en comparación con la hercúlea tarea que, con su indispensable
colaboración, me propongo acometer ahora. Para que la Argentina vuelva al camino correcto, para que pueda reinsertarse en
un mundo del cual nos hemos caído, resulta indispensable terminar con este flagelo
y con otros, íntimamente conectados: la droga
y la inseguridad.
Pero
no será posible hacerlo sin contar con dos pilares esenciales: la Justicia y la prensa libre. Ambos, hoy, están en riesgo terminal en nuestro país.
Tamaño
argumento merece que, cuando concluya su mandato y carezca de fueros, esta energúmena sea juzgada a la luz del artículo 29 de la Constitución Nacional, esa misma Carta Magna que obliga –sí,
obliga- a los ciudadanos armarse en su misma defensa (art. 21).
Ante
la guerra a la cual el empecinamiento de doña
Cristina nos conduce irremediablemente, y cuya batalla final parece que se
desarrollará alrededor del 7D, sólo
cabe una afirmación. No pelearé en ella en defensa del grupo Clarín, pero sí lo
haré, y denodadamente, por mi derecho a elegir. Si todas las voces se
transforman en un coro uniforme, como el Gobierno pretende, tampoco tendremos
la posibilidad de enterarnos de esta corrupción que tanto corroe a nuestra
sociedad entera y cuya magnitud reviste todas las características de un
genocidio.
Espero,
como dije, que los ciudadanos nos emborrachemos con esa Caipirovska que, tan oportunamente, Brasil nos ha enviado.
Bs.As., 15 Nov 12
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401/02
Fax (+5411) o (011) 4801 6819
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
Cel. en Brasil (+5521) 8128 7896
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