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DIC 2012
Lic. Gustavo Adolfo
Bunse
Ya importa poco… si existe alguien que se ocupe del país.
Ya importa poco… si
habrá algún milagro que nos ataje en la caída.
En un terremoto… nadie se tiene que preocupar por toda la vajilla de cristal que empieza a estrellarse contra el piso. Ni siquiera podrá verse a alguien que quiera tratar de volver a un edificio a buscar un medicamento que le toca tomar en media hora.
El centro de gravedad de
todo el escenario es una especie de ruleta rusa en la que puede salir el
disparo en cualquier momento… Una injusticia
metafísica que nos toca vivir.
Un terremoto psicosocial, que
nos obliga a estar a bordo de un tren en algo muy parecido a un descarrilamiento
interminable.
Ese tren… lleva el germen de
nuestro destino:
La malignidad… de
una crispación extravagante, llovida sobre cada uno de nosotros… como si fuera
una suerte de obligación defensiva en la que se debe tomar partido por las
salvajadas.
O se está a favor de
las salvajadas, aceptando todo… o se debe decir que uno no lo acepta y que se
declara en contra… pasando en forma automática a ser un enemigo del Estado
(como que el gobierno de ese Estado lo conduce como un armamento de su propiedad)
Quien esto escribe…
quisiera pensar que esta mujer… y la cáfila de depredadores que la rodea…
padecen alguna confusión muy seria o acaso un desorden de valores… como
consecuencia natural de algún golpe
traumático… profundamente espiritual, psicológico o incluso afectivo. Pero no.
Los síntomas o signos
de sus conductas y de sus prácticas morales públicas, ofrecen una formidable
evidencia de que se trata… en todos los casos… de su propia determinación…
lamentablemente deshonesta.
No puede ella, premiar
a un enorme depredador como Rafael Correa, socio pleno de Mahmud Ahmadinejad y de las FARC que financiaron todas sus campañas
políticas según documentación encontrada por las Fuerzas Colombianas en
varios combates.
Y premiarlo con los
galardones especiales para quienes defienden la libertad de prensa… viéndolo alegremente justificar dos
masacres que fueron crímenes de lesa humanidad con 114 muertos en total.
No puede hacer eso.
No. No sin antes convertirse en una aliada,
cómplice, encubridora y suscriptora firme de esa argumentación absolutamente
nazi.
Ella y el difunto prócer de la fantasía… con una premeditación
casi científica… y con fines perfectamente prefigurados, fueron quienes
diseñaron, articularon compusieron y decidieron el formato de esta catalepsia a
través de una gran farsa.
Las soluciones que se adoptan en el Gobierno son precisamente las que
indica la versión ó el rumor que fue engendrado en el pueblo mismo, como si
fuera el más lógico escenario esperable para un momento determinado luego de navegar
todos en lo irresoluto.
La incertidumbre y el descreimiento, convierten a la sociedad en una masa
refractaria que se aísla y se “protege”
hasta de la verdad más pura … esquivando, sin distinciones… lo que viene y lo
que va.
Y así, por ejemplo una “desmentida”….
se toma como confirmación, y una “proclama”
como el aviso del próximo engaño.
Un “gesto político” como burda
señal justamente de lo contrario a lo que se diga… o a su sentido normal.
Todos… se obligan, como una trágica defensa… al fariseísmo, a la
apostasía y al cinismo. Un pueblo de ácratas[1]…
que reacciona luego de un modo que es una función directa de su mansedumbre… y
de su instinto de conservación.
Pero el instinto de conservación colectivo no existe en una Nación sin
Estado y sólo han de prevalecer allí las conductas individuales como estigma de
los bordes confusos de la tolerancia y la dignidad.
En cualquier país del
mundo más o menos serio, un grave caso
como el de Amado Boudou… arrasaría con el gobierno.
Obligaría a
renunciar al susodicho y… seguramente, empujaría a que… cualquier
parlamento decente,… se rindiera postrado ante las evidencias de este gran
desfalco organizado desde el poder.
Y su socia plena, en el cargo de la primera magistratura,… tendría que regurgitar su retórica plañidera,
pero ante un tribunal de jueces honestos… para que explique como rayos ha hecho para
ignorar completamente y no ser cómplice natural de la saga criminal de este
asalto a las arcas de la Nación.
Es autora del
descalabro moral… y ahora se auto
incrimina en un nazismo que ya supera lo retórico y el idioma de los gestos
Es que ella… está
flotando aún en esa nube de impunidad que
se acostumbró a respirar cerca del ladrón difunto. Su escenario
inmediato es una apuesta muy compleja y peligrosa.
Todo lo que se ha
venido improvisando, postergando y
simulando en la Argentina… todo lo que
se ha artificializado y todo lo que se barrió bajo la alfombra, prefigura un
escenario que la obliga a subir interminablemente la apuesta de la mentira.
Los errores
estratégicos son tan groseros que
resulta inconcebible que ningún asesor se los advierta. La única
explicación es que nadie se anima a señalarlo por el clima de terror que aún
cunde en “palacio”.
En este paroxismo de la
mentira y de la incertidumbre… tenemos derecho a creer en cualquier rumor y en cualquier versión… porque la mitómana que nos conduce… no nos
dice nada y lo poco que nos dice, es mentira.
Y tenemos derecho… a sostener
que el odio nazi que ella
tiene por quienes pensamos diferente… es señal absoluta acerca de que el descalabro
moral… es su objetivo personalísimo.
Lic
Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar
[1] Acracia (del griego α-, a
"no", y κράτος, kratos "autoridad") designa una concepción
que niega la necesidad de que exista cualquier clase de autoridad. Usada
ampliamente como sinónimo de anarquía, la raíz del concepto no es la misma:
mientras anarquía alude a la ausencia de un gobierno o Estado que dirija la
sociedad, acracia supone la ausencia de coerción.
En este sentido
etimológico la palabra acracia amplía la idea de anarquía señalando no sólo una
sociedad organizada anti-estatalmente sino además un orden social basado en el
principio de no invasión, en que las normas sociales de convivencia sean
resultado de acuerdos voluntarios, y donde se rechace la legitimidad de
cualquier imposición por la fuerza. Las palabras ácrata (adjetivo) y acracia
probablemente se originaron durante el siglo XX.
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