“Luego hazte la pregunta: ¿dónde
está ahora todo esto?
Humo, cenizas, leyenda; o, tal vez, ya ni siquiera leyenda”.
Marco Aurelio
Humo, cenizas, leyenda; o, tal vez, ya ni siquiera leyenda”.
Marco Aurelio
La viuda de Kirchner confundió –al igual
que su marido desde los lejanos días
de la Gobernación de Santa Cruz- “Estado”
con “Gobierno”, “Gobierno” con “Poder
Ejecutivo”, la “representación”
de los votantes por la “delegación”
de esa soberanía, y “República” con “Imperio”. En razón de esa confusión,
actuó como hemos visto, es decir, transformó a los bienes y medios del Estado
en gubernamentales, redujo a una categoría constitucional inferior al Poder
Legislativo y pretendió hacer lo mismo con el Judicial, y desconoció que, en
una República, “gobierno” son los
tres poderes, transformándola, en su febril imaginación, en una monarquía
absoluta.
El
jueves, un día antes del terrorífico pero finalmente inocuo 7D, la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, objeto de un
inmundo e irracional atropello del Poder
Ejecutivo, dictó una resolución que,
sin exageración alguna, salvó a la República
del abismo en cuyo borde mismo se encontraba. Doña Cristina, la auto-celebrada “abogada exitosa”, resultó aplazada en el examen de Derecho Constitucional al que eligió presentarse sin leer bolilla alguna.
Por
la noche, después de digerir lo sucedido durante el día (más allá de la nube
tóxica y el diluvio, el hecho más relevante de la década fue la declaración de
todas las asociaciones de jueces del país) se me ocurrió una metáfora muy
complicada. Los emperadores romanos, para calmar los reclamos de los ciudadanos
en épocas de crisis, celebraban grandes fiestas, cuyo epicentro era el Coliseo,
en el cual los cristianos y los gladiadores debían enfrentar a fieras salvajes.
Doña Cristina hizo lo propio pero,
con las tribunas llenas de fanáticos que aspiraban ver sangre, los que debían
morir para contentarlos faltaron a la cita, por orden judicial.
Lo
lógico hubiera sido que uno de los muchos maestros de ceremonias de la Casa
Rosada –Sanatella, Ala-k, Abalito, Anímal, Guita-rrita o Metralleta Kunkel- presentara las excusas del caso y despidiera a
la multitud vociferante. Por orden directa de la Presidente, no se hizo y los actos previstos para hoy continuarán
su desarrollo, aunque deban haber cambiado sus consignas. ¿Será así o seguirá
echándose leña al fuego, aunque esté mojada? Con las desmesuras a las que la
Casa Rosada nos tiene acostumbrados, es muy difícil prever qué sucederá, y ese
incierto futuro inmediato no puede más que generar una honda preocupación.
Si
la Comisión Nacional de Valores
decidiera utilizar su nuevo recurso pseudo legal, que le permite prácticamente
intervenir, en nombre de las minorías, los órganos de administración de las
empresas, para destruir a Cablevisión
con la excusa de “proteger” a Fintech, dueña del 40% (una situación
incompatible con su condición de prestador de servicios públicos), generaría no
sólo el descontento de sus usuarios, que son muchísimos, sino la reacción
airada de sus combativos empleados; en resumen, una situación de complicado
pronóstico.
Desde
el viernes, desde Olivos emana un perfume a flores marchitas que predice, sin
dudas, el comienzo del período del “pato rengo” en el pseudo imperio
kirchnerista, confesamente sin herederos. Los sindicalistas, los suboficiales
de las fuerzas armadas y de seguridad, los “barones”
del Gran Buenos Aires, los gobernadores, los jubilados, la clase media, la
Iglesia, los empresarios, los jueces y hasta los caciques del PJ han comenzado
a percibirlo en sus fosas nasales y están preparando sus garrochas para
abandonar el fracasado “modelo” de
tan rimbombante nombre.
La señora de Kirchner, que no tiene un
pelo –ni una extensión- de tonta, también está olfateando su final pero, como
sostengo desde hace años, creo que estará dispuesta a transformarse en Nerón e incendiar Roma antes que
someterse a la reglas de la democracia. Si Ud., lector, no me cree, simplemente
cierre los ojos y trate de pensar en una foto en la cual se vea a doña Cristina entregándole banda y bastón a un sucesor que no sea del
mismo palo. En cualquier escenario, el desastre que dejará cuando, finalmente,
sea desalojada del poder –se mida en términos económicos o sociales- exigirá de
quien se siente en el sillón de Rivadavia y en la ciudadanía toda un verdadero
esfuerzo de imaginación y de coraje, de seriedad y de sacrificio.
Nada
de eso es imposible, salvo que los argentinos insistamos en preferir este falso
progresismo que tanto nos ha costado en materia de educación, de desarrollo, de
empleo, de producción, de inseguridad, de descontrol gubernamental y hasta de
secuestros de naves. Para readmitirnos en su seno, el mundo entero nos exigirá
comportarnos como si fuéramos gente civilizada, capaz de respetar las normas y
ser esclavos sólo de las leyes y de la palabra empeñada. Si, en lugar de buena
educación o adecuado sistema de salud, de una infraestructura adecuada, de
viviendas dignas o del autoabastecimiento energético, seguimos optando por
irracionales subsidios, Fútbol para Todos, Aerolíneas Argentinas o la
confiscación de YPF, si continuamos sin respetar contrato alguno o sentencia
desfavorable, si continuamos tolerando que se barra con las instituciones,
nuestro futuro será la nada, vestida de disolución nacional.
Bs.As.,
9 Dic 12
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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