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miércoles, 23 de enero de 2013

CON CUBA, LAS COSAS POR SU NOMBRE












MAURICIO ORTIN

En función del marketing político, sacarse una foto con Fidel Castro no es lo mismo que retratarse junto a Augusto Pinochet.


Resulta paradójico que la izquierda (más propiamente, el marxismo-leninismo) goce todavía la simpatía de buena parte de la población y de la mayoría de la prensa independiente después de que se hayan hecho públicas las horrendas violaciones a los derechos humanos allí donde los comunistas llegaron al poder.


Nadie, en la historia de la humanidad, ha asesinado más gente inocente y no beligerante que el régimen comunista chino de Mao Tsé Tung (60 millones). Le sigue el comunismo ruso de Lenin y Stalin (20 millones) y, más atrás, el nacionalsocialismo alemán de Hitler (6 millones; la mayoría, de religión judía) y el comunismo de los Kmer Rouge en Camboya (dos millones sobre una población de cinco). La izquierda marxista-leninista (no la socialdemocracia o los partidos socialistas, en general) ha batido todos los récords mundiales en genocidio y, sin embargo, cual Dorian Gray, conserva su candorosa e inmaculada imagen. La derecha, en cambio, es sinónimo de barbarie. No conozco a ningún político que se defina como de “derecha”.


Sacando a los pocos que actúan como piensan, ser de izquierda por estos días es una pose que, sin importar lo que uno haga, otorga en forma gratuita estatus intelectual y moral. Tan es así que, a menudo, se encuentra uno con gente que despotrica contra la oligarquía y los capitalistas pero que compra zapatos Vuitton de cinco mil dólares. Cantan por izquierda y cobran por derecha. Eso sí, todos defensores del régimen totalitario cubano y su revolución. Ahora bien, extrañamente, ninguno elige vivir o hacerse una casita en Cuba. La presidente Cristina, por ejemplo, quien en lugar de un barrio de La Habana o Camagüey eligió la ciudad de Nueva York (el centro del “cochino imperialismo”), en la Avenida 45, frente al Central Park, para comprar su departamento en suite de tres millones de dólares (este tipo de zurdos “son locos pero no comen vidrio”).


Es que, fuera del poder, ningún izquierdista quiere para sí vivir bajo un régimen despótico que les coarte libertades básicas y la posibilidad de disfrutar su dinero. Ni siquiera cuando se exiliaron, eligieron Cuba o un país europeo detrás de la Cortina de Hierro. Optaron, más bien, por los capitalistas España, Francia, México, Suiza, Suecia y Holanda.


Es un lugar común ya que la prensa, cuando se refiere a individuos que participaron en la guerra contra el terrorismo en los años ‘70 como Jorge Rafael Videla, Benjamín Menéndez, Luis Patti, y demás, siempre lo haga con los calificativos de represor, dictador, etc. y no observe idéntica conducta con el señor Fidel Castro, quién lleva más de cincuenta años oprimiendo a su pueblo en nombre de la revolución y que, además, ha eliminado desde el comienzo mismo de su dictadura, la libertad de prensa ¿Por qué los periodistas argentinos no se solidarizan con los periodistas cubanos que sufren prisión por opinar distinto? La dictadura de Fidel Castro fue mucho más larga, feroz y totalitaria que la de Videla y Pinochet, juntas. Ningún presidente del mundo democrático se anima, hoy, a denunciar a la oligarquía castrista por la violación de los derechos humanos. Más bien, le hacen mimos (el ex intendente de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, lo declaró ciudadano ilustre). El último que le reclamó algo fue el hoy “innombrable” Carlos Menem; quien, públicamente, le espetó al dictador que Cuba era la única dictadura sobreviviente del continente americano. Quince años han pasado y nada ha cambiado para bien. Peor aún, otros presidentes latinoamericanos, admiradores de Castro, siguen su estela totalitaria ¡Qué nadie se sorprenda! O es que, acaso, debiéramos esperar algo distinto después de maldecir, sistemáticamente, al liberalismo y ser indulgentes con los totalitarios de izquierda.


Si de verdad se quiere libertad, democracia y república hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Por eso: al pan, pan y a Fidel Castro, el más grande tirano liberticida de América.

FUENTE: http://www.eltribuno.info/salta/244931-Con-Cuba-las-cosas-por-su-nombre.note.aspx

NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.

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