"Hemos sufrido presiones internas, externas,
subterráneas y planetarias. Vamos a resistir cualquier extorsión, porque con
extorsión van a lograr nada de la Argentina"
(CFK – en Mar del Plata)
No
voy a decir que hace calor porque después dicen que solo me quejo. Pero hace un
calor de mil demonios, como decía mi abuelita cada vez que subía a la terraza a
colgar la ropa. Yo le preguntaba si podía acompañarla… era siempre verano… y
ella decía “no quedáte acá que afuera
hace un calor de mil demonios”. Por suerte abuelita se fue sin haber visto
este peronismo y sus mil demonios.
De
todos modos yo subía con ella a la terraza. Ella zapatos siempre de tacos, una
falda larga hasta pasando las rodillas, fuentón rojo bajo el brazo y ropa
mojada desbordando de sus entrañas. El ascensor hasta el último piso, un último
tramo por las escaleras oscuras… un puerta de chapa al final de la escalera. El
fuentón al piso, sacar la llave del bolsillo enorme del delantal, la cerradura
que se queja pero que se deja, el picaporte que protesta, las bisagras que
chillan, y la mañana que nos ciega con su disparo de luz. Abuela que levantaba
el fuentón del piso y salía a la terraza y miraba en derredor. Elegía el lugar
y la soga… y otra vez el fuentón en el piso, y un broche en la mano y otro en
la boca y esa rutina vistosa de colgar una por una las prendas. Remeras con
remeras, pantalones con pantalones, vestidos con vestidos… medias con medias…
Yo miraba a mi abuela en su ritual y miraba en derredor los demás edificios que
enmarcaban todo el paisaje gris sin nada de verde.
La
cúpula de la Iglesia de San Agustín parecía al alcance de la mano… y cuando la
suerte acompañaba y tronaban las campanas… el vaivén de de las moles de hierro
forjado se veían con la misma claridad que la mañana. Mi abuela escurría la
ropa primero y después la colgaba con infinita paciencia. Yo aprovechaba ese
momento de gloria para llenarme los ojos de edificios y ventanas… me llamaban
más la atención que el cielo de azul fulminante. Al cielo lo tenía todo el año
al alcance de la mano.
Todos
los días mi abuela cumplía con el mismo ritual… y todas las veces que yo estaba
allí de visita pugnaba por ese paseo preciado para un chico de provincia. Hoy
también el calor es de “mil demonios”.
Pero ya mi abuela no está, ni tampoco están mis ojos de niño inocente. La
ciudad me ha domado a fuerza de calores y malos tratos. La vida por su lado, me
curó la inocencia. Resignación.
Las
noticias hoy son monotemáticas. En la base
naval de Mar del Plata, la presidente ha preparado a toda orquesta el
festejo mayor. Después de varias semanas a buen resguardo, parece que necesita
aparecer con luces de circo y el regreso de la Fragata Libertad le viene como anillo de Cartier a su regordete dedo.
Todo
está presto. Las órdenes llegaron precisas al pobre jefe de la base, que desde hace 20 días, cuando recibió la “buena nueva”, trabaja contra reloj para
tener su unidad acorde al protocolo de la visita ilustre. Colimba… Corren
limpien barran que la jefa ha
elegido ese lugar. Las órdenes llegaron con un mapa bien detallado con los
lugares que ocupará cada integrante del staff. El lugar más grande demarcado en
el mapa dice: Militantes.
Claro
que la Fragata Libertad, esa que
alguna vez comandara el acérrimo peronista Emilio
Massera, no llega victoriosa de ninguna batalla contra un poderoso enemigo
de la Patria, sino que ha zafado de una burla del desatino del régimen que nos
gobierna, que dejó que la retuvieran en un puerto africano de Ghana, culpa de
unos acreedores internacionales que intentaron un embargo en el barco
equivocado.
Los
superiores embarcados afirman por lo bajo que los africanos avisaron del posible
embargo antes del cocktail de bienvenida. Y afirman que las autoridades
consultaron a Cancillería y que la
orden fue clara: No huir. Después lo
sabido. Y después de lo sabido el régimen que adhiere a un festejo que,
futbolísticamente hablando, es como festejar la anulación de un gol en contra.
Pero no importa. Los regímenes siempre aprovechan la ocasión para forjar el
relato y trocar mentiras por épica de morondanga.
el hijo bobo de Jacobo
Y
entonces el circo. Los militantes con remeras de asistencias: Del partido, de las orgas, del intendente, del municipio.
Unos con bombo y otros Handy. Al régimen le atraen las puestas en escena. Cristina capitana y Aníbal marinero. Cristina capitana de la dignidad, y Boudou… el del palo mayor. Cristina
capitana y todos al carajo. La
fiesta de todos en versión 3 D. Un discurso como siempre, agrietando heridas en
lugar de tender puentes. Dividiendo hasta el todos contra todos. Con nosotros o
con ninguno. “Papá, ¿porqué siempre Cristina está enojada?”, me pregunta mi
hijo menor mientras miramos el discurso virreinal. No tengo idea Bauti…no tengo idea…
No
digo que este gobierno sea una dictadura. Estaría mintiendo. Digo que si uno
mira la tendencia de hace diez años a la fecha, se da cuenta de la peligrosa
curva que poco a poco va perfilándose hacia un autoritarismo que, de no
cambiar, desembocará en el peligroso “Luisquincismo”: El Estado soy yo[1]... claro que el cartelito lo levantarán ellos.
Luis XV, “EL bienamado” -
Llega
la Fragata Libertad tras el viaje trunco por un embargo… el capitán Pablo Lucio Salonio tiene las
manos rojas de tanto aplaudir. No es alergia, sino que es producto de su
impresionante voluntad para prestarse al circo de la obediencia debida y
agachar la cabeza hasta esa incómoda posición de la cabeza tan abajo y el
traste tan arriba. Es una posición que necesita mucha práctica… se practica se
practica hasta que uno logra perder la dignidad… y ahí listo.
Salonio, en un emotivo
acto de obediencia debida, obediencia por la cual muchos de sus camaradas que
lo precedieron en historia Gloriosa de
la Armada Argentina sufren hoy injusta prisión, entregó en su nombre y en
el de sus subordinados, una hermosa placa de bronce con la siguiente
inscripción: "El comandante de la Fragata A.R.A. Libertad,
Capitán de Navío Pablo Lucio Salonio
y su tripulación a la señora Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas de la República Argentina, Doctora
Doña Cristina Fernández de Kirchner con motivo de su gestión por la Defensa de la Soberanía y la Dignidad
Argentinas luego de la artera detención en el puerto de Tema - (República
de Ghana) Mar del Plata, enero de 2013” No se sabe si la placa el capitán la mandó a hacer en San Pablo durante el viaje de regreso,
si recibió presiones “planetarias”, o
si se la dio el gobierno con órdenes
de entregarla sin chistar. Bah… yo sí lo
sé.
Horacio Ricardo Palma
El Día de Gualeguay
Gualeguay
Entre Ríos
NOTA: Las negritas y
algunas imágenes no corresponden a la nota original.
[1] «El Estado soy yo» se le atribuye frecuentemente a Luis IV, aunque está considerada por los historiadores como una imprecisión histórica, ya que es más probable que dicha frase fuera forjada por sus enemigos políticos para resaltar la visión estereotipada del absolutismo político.
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