internacional
RICARDO ANGOSO
Venezuela
Un duelo sin precedentes. El
actual presidente y el líder de la oposición medirán sus fuerzas entre duras acusaciones,
sin apartar a un lado ni el destino que se le da a la riqueza petrolera ni el
peso de la enfermedad.
La oposición acusa a Chávez de utilizar los recursos del Estado a su antojo para poder conseguir otra victoria electoral al cabo de 13 años de mandato, cueste lo que cueste.
Las espadas ya están en alto. Los dos candidatos con verdaderas posibilidades,
Hugo Chávez y el líder opositor Henrique Capriles, han
oficializado sus candidaturas a la presidencia de Venezuela y el país asiste,
con incertidumbre pero también con temor, a un duelo sin precedentes en la
historia de esta nación. Los 13 años de chavismo
han llevado al país, según la oposición, al borde de la catástrofe, casi la
guerra, con más de 200.000 homicidios en estos años y “una economía devastada, junto con el saqueo de la riqueza petrolera en
aras del proyecto bolivariano”.
Es el balance que hacen sus detractores de este sistema al que se
apellida como el socialismo del siglo
XXI. Para Chávez, del que dicen que
utiliza los recursos del Estado a su antojo para conseguir una victoria
electoral al coste que sea, esta campaña electoral no es más que una batalla
más para derrotar, aniquilar en la política y dejar fuera de juego a los “escuálidos”, que es como denomina no sólo
a los opositores, sino a todos aquellos que disienten de su gestión de
Venezuela.
Hoy Venezuela, alegan los de Capriles,
es el país de América Latina que menos inversiones externas recibe, el menos
competitivo según diversas
fuentes de su entorno y también el que tiene las tasas de criminalidad
y homicidios más altas del continente.
Mientras Chávez se
dedica a descalificar al adversario
que no cesa de proferirle constantes insultos, el rival a batir, la oposición, de la mano de Capriles, trata de vertebrar sin mucho
éxito un discurso orientado hacia el futuro, hablando de las bases sobre las
cuales reconstruir el país si se produce el punto y final tras un largo periodo
de supremacía.
Los rumores en torno a la gravedad de la enfermedad de Chávez, que sufre un cáncer muy
agresivo, según aseguran diversas fuentes, circulan por toda Caracas. Muchos piensan
que, incluso, el máximo líder no está en condiciones de afrontar una campaña
tan larga como la que se presiente. Su tono, sin embargo, como ocurrió en las
últimas campañas, sigue siendo el mismo de siempre, repetitivo, populista.
Pese a todo, y gane quien gane, la herencia que reciba el próximo presidente
de Venezuela será la de un país acosado por tanta violencia. En estos años de
desidia y despilfarro de la riqueza generada por la industria petrolera, sobre
todo debido a la financiación de las economías ruinosas del bloque bolivariano,
como Cuba y Nicaragua, las
infraestructuras fueron descuidadas, no se hicieron inversiones en
la modernización industrial y la salud y la educación, pese a la propaganda oficial
que presume de lo contrario, fueron cubanizadas en el peor sentido de la palabra,
es decir, presentan un estado lamentable y anticuado, tal como denuncian los números
profesionales de ambos sectores. Es la base argumental del discurso de Capriles.
El mismo que habla de que grandes inversiones, como tales, solo se
han producido en la defensa, ya que el Gobierno
chavista, con el fin de contentar a
los militares y acallar la disconformidad
creciente, gastó ingentes cantidades de dinero en armamento. Se calcula que
Chávez, porque en definitiva es él quien
decide todo en este país, ha gastado más de 15.000 millones de dólares en los
últimos seis años en la compra de armamento en los mercados internacionales, pero
principalmente en Rusia, China, Irán y España. Venezuela es el cuarto país de la
región en importaciones de armas tras Brasil,
Chile y Colombia.
Lo que la derecha antepone en su propaganda es que fruto del delirio
y el narcisismo nacionalista del máximo
líder, Venezuela se ha convertido en un país donde nadie sabe a ciencia
cierta en qué se gastan los réditos de la industria petrolera y dónde van a parar
las millonarias plusvalías de la principal empresa que explota estos recursos, PDVSA.
Tan sólo el cáncer de Chávez
parece haber costado 20 millones de dólares, entre los desplazamientos masivos
de su séquito y los gastos extras en hoteles y aviones privados, y eso pese a que
el lugar elegido, Cuba, no era el
mejor para el tratamiento que el enfermo exigía. Lo que
nadie conoce es el presupuesto de la residencia presidencial,
Miraflores,
aunque el diputado opositor Carlos
Eduardo Berritbeitia asegura que tan sólo en festejos, comidas y bebidas
alcohólicas el presupuesto del máximo
líder alcanza los 40.000 dólares mensuales y, en seguridad, más de medio
millón de dólares al año.
La inseguridad pública, el principal problema Esos gastos
desorbitados en seguridad para Chávez
y sus colaboradores contrastan con la cruda realidad de un país donde cada día
ocurren casi 60 homicidios, de los cuales el 93 por ciento quedan impunes,
nunca son esclarecidos. Caracas ya es, con una tasa de
homicidios que supera los 130 cada 100.000 habitantes, una de las ciudades más peligrosas del mundo, tal como asegura la
revista norteamericana ‘Foreign Policy’, que elaboró una lista
de las urbes con más homicidios en el mundo. Caracas, Kabul y Bagdad son las tres peores ciudades del
mundo en materia de seguridad pública, todo un récord a añadir a una larga
lista de despropósitos. Según la misma fuente, desde que Hugo Chávez llegó al poder, en el año 1998, la tasa de crímenes ha
aumentado hasta un 67 por ciento. El año
pasado, el 2011, hubo casi 20.000 homicidios en todo el país, las cárceles
están atestadas de presos y desbordadas absolutamente. Existe una población de 45.000
presos para unos centros penitenciarios con capacidad tan sólo para 15.000. El terror domina en las calles venezolanas,
donde casi nadie se atreve a salir después de las seis de la tarde, denuncian
los opositores. Además, las cárceles del
país se han convertido en verdaderas escuelas para la criminalidad, donde las
mafias imponen sus leyes, y donde aparte de los consabidos retrasos procesales
se producen más de 500 homicidios al año, una cifra que debería preocupar a las
autoridades y que ha llevado a los familiares de los presos a movilizarse en
numerosas ocasiones.
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Balance. Los opositores de Chávez le acusan de haber llevado al
país en estos 13 años seguidos de mandato al borde de la catástrofe total, casi
a la guerra, devastando una economía que ha sido puesta en manos de lo que
llaman proyecto bolivariano. Los seguidores de Capriles están convencidos de
que en esta ocasión va la vencida, que las urnas le llevarán al poder, pero las
encuestas no refrendan esa voluntad al cien por cien. Hasta última hora no se
decide el futuro de Venezuela.
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En resumen, ahora que comienza la verdadera batalla, la electoral,
que para los que aspiran a hacerse con el poder no será limpia porque los que
gobiernan jugarán con el ventajismo.
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