Para algunos analistas, la
Ciencia Política es el estudio de la configuración y reparto del poder. Otros
enfoques sostienen que la política es sencillamente la lucha por el Poder. Es
un tema puntual sobre el cual se han utilizado ríos de tinta. Desde Max Weber
hasta Jouvenel. Desde Gaetano Mosca hasta Wilfredo Pareto. Hay infinidad de
autores y libros que han analizado el fenómeno del poder político desde la más
remota antigüedad.
Tanto es así que hay una
disciplina que estudia el poder en su naturaleza y en todas sus
manifestaciones: la cratología.
No pretendo escribir un
artículo sobre este fenómeno esencial de la política. Simplemente quiero
reflejar una particularidad del poder. El lado oscuro del poder.
Sistemáticamente el poder político que no
está restringido, controlado y limitado, el poder se excede.
Rara vez, por no decir nunca, el hombre ha ejercido un poder ilimitado
con moderación y comedimiento. Karl Loewenstein, un constitucionalista alemán, afirma
que el poder lleva en si mismo un estigma, y solo
los santos entre los detentadores de poder, serían capaces de resistir la tentación de abusar del poder. (ref.1)
Después de asumir su segundo mandato con el 54% de los votos y ante la
ausencia de una oposición debidamente
organizada, la pasividad de gran parte de los argentinos, otros indiferentes,
anestesiados por el festival consumista y su personal legión de aduladores, permitieron
que la presidente avanzara sobre los demás Poderes previstos por nuestra
Constitución.
Los organismos de control republicanos fueron neutralizados o fueron
desapareciendo y el poder presidencial se constituyó en hegemónico. Además Cristina,
por otros factores concurrentes se fue encerrando en si misma, alejándose de la
realidad existente. En su orfandad y soledad, se fue convirtiendo en personalista, autista
y autoritaria simultáneamente.
Hoy la mandataria tiene la suma total del poder político, por la ciega
obediencia y complacencia del Congreso Nacional y una Corte de Justicia débil y
complaciente.
De acuerdo a lo explicado en el quinto párrafo de este artículo,
nuestra presidente no es precisamente una santa.
Más precisamente, por su notoria falta de virtudes, su mala fe, resentimiento y
odios, está más cerca del infierno que del cielo.
Cristina Kirchner está cada vez más, en una situación que la coloca en
el limbo de las leyes y la Constitución. Esa suma de poder, en vez de favorecer su gestión
gubernamental, la lleva a cometer errores y desatinos cada vez más graves y
groseros. No solo su
poder avasalla el Derecho, sino en su autismo hace caso omiso de las innumerables
críticas que se le formulan. Cristina
sin control o límites, se excede y desnaturaliza
cada vez más el Poder, en su esencia de instrumento del Derecho necesario para
gobernar democráticamente.
Tenemos una enorme cantidad de ejemplos históricos en los cuales el Poder
sin control termina irremediablemente en
catástrofes y tragedias inconmensurables.
Los ejemplos más conocidos de poderes sin control, son las nefastas
dictaduras que sufrió el mundo contemporáneo: Hitler, Mussolini, Stalin,
Marcos, Stroessner para citar solamente a algunos.
En nuestro país la dictadura de los dos primeros gobiernos de
Perón marcan el comienzo y el
afianzamiento de la corrupción pública, la falta de ética y moral y en definitiva la declinación pronunciada de las
instituciones y la cultura cívica de los argentinos.
Creo que no hay nada más
ilustrativo que el famoso epigrama de Lord Acton, en que refleja acertadamente
el elemento patológico inherente a todo el proceso del poder: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe
absolutamente”.
¿Terminará la mandataria como los ejemplos mencionados en uno de los
párrafos precedentes? ¿Sabrá Cristina que está caminando en el filo de una
navaja?
07-Jul-1205
Dr. ALFREDO RAÚL
WEINSTABL
NOTAS:
1.
Karl
Loewenstein - “TEORÍA DE LA
CONSTITUCIÓN” - Ed. Ariel
- Barcelona
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