Domingo 15 de julio de 2012 | Publicado en edición
impresa
Por Mariano De Vedia | LA NACION
Agustín Toulemonde no sólo heredó de su padre la pasión por
la Armada y la vida en el mar. También le tocó sufrir en carne propia el
malestar de las autoridades navales y del Ministerio de Defensa, que lo
sancionaron con dos días de arresto por denunciar la discriminación de
oficiales por "portación de
apellido".
Con el grado de teniente de corbeta, a los 27 años, el
joven nacido en Puerto Belgrano pidió la baja, dolido por la situación que
vivió su padre, el capitán de fragata
Marcelo Toulemonde, que en abril último fue pasado a retiro obligatorio.
Esa jubilación forzosa llegó luego de sucesivas sanciones derivadas del
episodio en el que su esposa le gritó a la Presidenta,
en un acto oficial, para reivindicar el
papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión.
"Al fundamentar mi pedido de baja,
expresé mi preocupación por lo sucedido con el retiro de mi padre y la
existencia de arbitrariedades, falta de valores y actitudes de mis superiores y
de funcionarios del Ministerio de Defensa, que desalentaron mis expectativas", relató el hijo de Toulemonde a LA NACION.
"También expliqué por escrito mi
asombro por los recursos obsoletos y la falta de medios con que hoy conviven
los oficiales y suboficiales de la Armada", contó el joven marino, que guarda un
récord digno del libro Guinness: el
año pasado cursó un año de especialización en la Escuela de Submarinos, donde históricamente se impartían 180 días
de navegación y tuvo apenas 29 horas de inmersión para operar en el mar, como
parte del entrenamiento profesional.
La baja le fue concedida, finalmente, a partir del 1° de
este mes. Pero previamente fue notificado de la sanción de arresto por exponer "apreciaciones improcedentes"
en los fundamentos de su petición.
"Molestó mucho la mención del caso de
mi padre, pero no tanto la descripción de la falta de recursos", explicó el joven oficial, que en los últimos meses fue jefe de navegación, con
diez subordinados en el submarino Salta, un buque que no navegaba.
El acto de su propia graduación, en diciembre de 2007, 7,
le anticipó las turbulencias que llegarían después.
Su madre, Mónica Liberatori, interrumpió con un
grito el discurso de Cristina Kirchner
en el Colegio Militar, para
reivindicar el nombre del coronel
Argentino del Valle Larrabure, secuestrado por el ERP en agosto de 1974 y
muerto un año después, en pleno gobierno constitucional.
"Viví el calvario de mi padre, pero no
sentí un hostigamiento personal", admitió Toulemonde,
cuyo hermano Matías, dos años menor,
también integra la fuerza y recibió el sable de guardiamarina, al graduarse, de
manos de Cristina Kirchner.
"Sí percibí la atmósfera de
incertidumbre y falta de rumbo en la institución. La Armada dejó de participar
en entrenamientos internacionales y nos acercamos a Venezuela y Angola. Sin
adiestramientos serios, no podemos conducir a nuestros subordinados", lamentó el joven oficial.
El teniente Toulemonde sufrió con sus compañeros los retiros forzados de oficiales muy destacados, primeros en su promoción, por portación de apellido. "El Ministerio de Defensa hurga siempre en el pasado y pareciera que no le importaran otros temas, como el insuficiente entrenamiento por falta de recursos", describió. "Sabía que no era una carrera para hacer dinero. Pero nunca imaginé que iba a tener que lidiar con medios tan obsoletos", agregó, preocupado por el rumbo de la fuerza.
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