sábado, 21 de julio de 2012

LA REVANCHA DE LA IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA


La persecución a los militares que lucharon y luchan (todavía) contra el terrorismo marxista está llegando a cotas insospechadas. Las tesis del Foro de Sao Paulo, en el sentido de destruir desde dentro de las instituciones las Fuerzas Armadas en América Latina, se impone y casi ninguna nación del continente, de las dominadas por la izquierda, escapa a esta perversa tónica.
POR RICARDO ANGOSO
rangoso@iniciativaradical.org


Las antiguas fuerzas de la izquierda revolucionaria, que nunca consiguieron su objetivo de tomar el poder por la fuerza durante las décadas de los ‘60, ‘70 y ‘80, han conseguido a través de las urnas lo que les fue negado en el campo de batalla. Y ahora, como quizá era de prever, se toman la revancha y confirman la tesis de que su discurso sobre el "perdón" y la "reconciliación" es pura retórica para engañar a los tontos útiles, como decía aquel maestro de la revolución al que sus correligionarios simplemente llamaban Lenin. Uno de los grandes "tontos útiles" del continente es el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien ganó en nombre del centro y la derecha y gobierna para la izquierda.

Cuando han pasado más de cuatro décadas desde que Ernesto “Che” Guevara lanzara su famosa proclama de "crear uno, dos o tres Vietnam", la vieja izquierda guerrillera latinoamericana que tomó el camino de las armas después de la revolución cubana vuelve a estar de actualidad y sus herederos políticos, lejos de arrepentirse por sus crímenes, se han alzado con el poder por la vía democrática. Siguiendo los consejos del Foro de Sao Paulo y, sobre todo, del ex presidente brasileño Lula da Silva, esta izquierda ha conseguido el poder en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Los casos de El Salvador y Perú, vista su evolución política y al no haberse adherido a la "muchachada" bolivariana, son dos casos muy particulares y que debemos analizar aparte.

Durante décadas, pero sobre todo entre 1959, año en que el pistolero Fidel Castro y su aprendiz de matón argentino, Ernesto “Che” Guevara, llegan a La Habana e instalan la dictadura comunista interminable, y el final de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, las fuerzas de izquierda revolucionaria, pero sobre todo los comunistas, utilizaron la violencia como parte de una estrategia política orientada a la toma del poder por la fuerza siguiendo la senda de los "héroes" de la Sierra Maestra. "Todo dentro de la revolución, fuera nada", como sugería Castro; a los que quedaban "fuera" le esperaba el tiro en la nuca.

Como era de esperar, tal estrategia, condenada por las respectivas sociedades de América Latina por la crueldad de sus acciones y por la consabida tesis del fin justifica los medios, aunque los actos terroristas fueran indiscriminadas y dejaran inocentes en el camino, no dio los resultados previstos y la izquierda revolucionaria tuvo que variar su estrategia y utilizar, como hizo el nazismo en la Alemania de entreguerras, la vía democrática para llegar al gobierno.

Luego, como se está viendo, una vez en el poder, el orden democrático es subvertido y se genera una democracia vacía de contenidos y nulo funcionamiento de las instituciones políticas; los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, se confunden y los máximos caudillos se acaban convirtiendo en auténticos dictadores, tal como suceden con los notorios casos de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua, por poner tres de los casos más paradigmáticos… pero sin ignorar lo que hacen los presidentes Evo Morales y Cristina Fernández, Vda. de Kirchner y el destituido Fernando Lugo,  en sus respectivos países

LA VENDETTA POLÍTICA CONTRA LOS VIEJOS SOLDADOS
Pero estas fuerzas abandonaron pronto su retórica en pro de la concordia y el perdón, abogando más bien por reabrir las heridas y someter a juicios, muchas veces sin garantías procesales y jurídicas, a los que ellos consideraron sus enemigos y que les infringieron una clara derrota en el campo de batalla.

En Argentina, por ejemplo, desde la llegada de esa plaga apellidada los Kirchner, pero sobre todo desde el arribo al poder la consorte, Cristina, más de 1000 militares argentinos implicados en la lucha contra el terrorismo peronista -los Montoneros- y marxista, sobre todo el procedente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), han sido procesados y muchos de ellos condenados, al tiempo que, tristemente, más de 160 han muerto en prisión. La mayor parte de los juicios, tal como han denunciado en repetidas veces sus abogados, se celebran sin garantía y tienen un contenido más político que penal.

Ancianos como los generales Jorge Rafael Videla y  Reinaldo Bignone ya han asumido que morirán en la cárcel y que sus procesos, pese a haber sido juzgados por segunda vez y contar con el perdón presidencial de Carlos Menem, son fruto de una venganza política orquestada por los antiguos peronistas, que, por cierto, nunca fueron juzgados por sus viles y atroces crímenes.

De la misma forma, en Brasil, aunque la situación no es comparable con la de Argentina, ya se ha abierto un juicio contra un militar que participó en la lucha contra la subversión en este país y el ejército es constantemente señalado desde los poderes públicos y determinados medios de haber sido el causante de la guerra desatada por los marxistas en la década de los ‘60 y de las consiguientes consecuencias.

En Chile, tampoco se han quedado al margen de este proceso y han sido detenidos varios militares supuestamente responsables de violaciones de Derechos Humanos y dos miembros de la cúpula de la fuerza aérea de entonces han sido detenidos en las últimas semanas acusados del supuesto asesinato del general Alberto Bachelet, padre de la ex presidenta Michelle Bachelet. Varios ex responsables de la DINA, la policía secreta del régimen de Pinochet, y varios generales que estuvieron al frente de responsabilidades de cierto nivel durante aquel gobierno también fueron procesados.

No olvidemos que Chile fue uno de los países de América que más duramente sufrió el flagelo del terrorismo marxista. Más de novecientos  funcionarios, civiles, policías y militares fueron asesinados entre 1965 y 1990, sobre todo a manos de elementos subversivos de los grupos de ideología izquierdista Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP), Movimiento de la Izquierda Revolucionario (MIR) y más tardíamente por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, brazo armado del Partido Comunista Chileno.

PERSECUCIÓN A LOS EJÉRCITOS DE URUGUAY, VENEZUELA Y COLOMBIA
Pero donde el grado de venganza y rencor de la izquierda llegó al límite del paroxismo fue en Uruguay. En este país del Cono Sur se llegó a perseguir al anciano y enfermo expresidente Juan María Bordaberry hasta su muerte, casi le siguieron hasta la tumba. También el parlamento de este país, controlado por ex guerrilleros y ex terroristas, ha reabierto las heridas y pretende juzgar a los responsables del gobierno cívico-militar que derrotó al terrorismo y evitó que un régimen de corte castrista se hiciera con el poder en Montevideo.

En Venezuela, el sátrapa de esta nación atrapada por el castrocomunismo, Hugo Chávez, ha politizado a las Fuerzas Armadas de este país, les ha impuesto el juramento de "¡Patria, socialismo o muerte!" y ha establecido un férreo control político a los militares, sobre todo a través de los servicios secretos chavistas organizados por Cuba, la tristemente famosa Dirección de Inteligencia (DI), cada vez mejor organizada y activa en este país caribeño.

Por último, y para añadir a este cuadro fruto del trabajo del Foro de Sao Paulo para desacreditar a las Fuerzas Armadas de todos los países de América Latina, Colombia también se ha visto inmersa en una campaña de descrédito de su ejército, que sufre una guerra implacable a manos de la organización terrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otras bandas criminales. A la negativa del gobierno del actual presidente, Juan Manuel Santos, aliado de la izquierda revolucionaria, a conceder un fuero milita que dote a los militares de una cierta protección ante un marco jurídico dominado por ex guerrilleros, se le vienen a unir las decenas de procesos abiertos contra miembros de los cuerpos de seguridad. Todo ello por no hablar de un estado de cosas dominado por una inacción en los cuerpos de seguridad, fruto de la desmoralización y una acción de gobierno más volcado en el apaciguamiento del terrorismo que en la derrota de los grupos terroristas; la negociación con las FARC está en ciernes y parece que Caracas actúa como intermediaria.

PD. Sobre este asunto, ver también el libro: El plan del Foro de Sao Paulo para destruir las Fuerzas Armdas; descargar en la parte derecha de este blog.

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