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lunes, 10 de septiembre de 2012

Oprobioso homenaje


Domingo 09 de septiembre de 2012 | Publicado en edición impresa
Editorial II

Una muestra de enorme cinismo dan nuestras autoridades al homenajear a terroristas mientras integran organismos internacionales que los condenan.


Mientras el gobierno kirchnerista participa en el exterior de diversos organismos internacionales relacionados con la defensa de los derechos humanos, en el país, las mismas autoridades sostienen un discurso diametralmente distinto del que brindan en el exterior.

Esta hipocresía de elaborar diferentes mensajes según quien sea el interlocutor reconoció esta semana un nuevo hito. La República Argentina participa como miembro de la Junta Consultiva del recientemente creado Centro de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, fundado en septiembre de 2011 para "apoyar la aplicación de la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo y fomentar la cooperación internacional".

Sin embargo, parece que el kirchnerismo tiene una visión distinta y, por ello, anteayer, conmemoró con la presencia de militantes el Día del Montonero, en recuerdo de los terroristas montoneros Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina, tío del actual jefe de Gabinete, ambos muertos en un enfrentamiento en Hurlingham, en 1970.

Cuando la Argentina solicitó integrar la Junta Consultiva, manifestó conocer y adherir a los principios emanados de la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, cuyo plan de acción del año 2006 deja sumamente en claro que no existen excusas que permitan la comisión de atentados terroristas, por ser el objeto del terrorismo la destrucción de los derechos humanos, las libertades fundamentales y la democracia, además de amenazar la integridad territorial y la seguridad de los Estados.

Por ello, resulta grave para el Estado de Derecho que desde organizaciones que reciben subsidios estatales o responden políticamente al kirchnerismo se convocara al homenaje a dos de los fundadores de una de las organizaciones que más atentados terroristas cometió en nuestro país durante la década de 1970.


Más grave aún es que entre quienes hayan convocado al acto del viernes pasado estuvieran la Agrupación Kolina, de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; Nuevo Encuentro, del diputado kirchnerista Martín Sabbatella; Tupac Amaru, de la jujeña Milagro Sala; el Movimiento Evita, del ex piquetero y actual subsecretario de Agricultura Familiar, Emilio Pérsico, y Negros de Mierda, la agrupación en la que milita el jefe del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel.


La Argentina, ¿puede continuar sosteniendo su compromiso de luchar contra el terrorismo, cuando desde las más altas esferas se recuerda a quienes militaron en esos grupos, insultando la memoria de miles de víctimas inocentes que padecieron los asesinatos, secuestros, bombas, heridas y agresiones que Montoneros cometió contra la población civil y no combatiente?

Más violatorio aún de los derechos humanos es que el jefe del Servicio Penitenciario Federal haya participado de la convocatoria a ese homenaje, puesto que bajo su ala se encuentran los agentes del Estado acusados de delitos de lesa humanidad en su combate contra esos mismos montoneros.


Surge, por lo tanto, una pregunta obligada: ¿puede desempeñar su función con imparcialidad quien adhiere al homenaje a dos terroristas, puesto que debe ser custodio de quienes los combatieron? Es difícil creerlo. Por ello, la Argentina asiste, una vez más, a un espectáculo dantesco y de un gran cinismo.

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