Sábado 17 de noviembre de 2012 |
Publicado en edición impresa
De
no creer
Por
Carlos M. Reymundo Roberts | LA NACION
Cristina nos sacudió.
Todos sus soldados habíamos salido a decir que el 8-N fue un fracaso, que no se juntaron más que unos pocos
ricachones nostálgicos de la dictadura y cosas por el estilo, y ella nos dio un
baño de realidad. "No nos engañemos
-dijo, la voz firme y un rictus de tristeza en la cara-. Un millón de personas
es mucha gente, acá y en la China. No podemos ignorarlas. Para peor, no los
llevó nadie, se juntaron y se dispersaron en orden, había de todas las clases
sociales? Seríamos muy necios si no reaccionáramos. Tenemos que darles señales
de que los hemos escuchado."
La
verdad, no podíamos creerlo. La señora,
a la que todos (empezando por muchos de los nuestros) ven como la
personificación de la soberbia, de pronto se había convertido, no en la
abanderada de los humildes, pero sí de la humildad. "Sépanlo: al pueblo nunca se le da la espalda -catequizó-. Además, con
esa bocha de gente en la calle no hay re-reelección posible. ¿Qué vamos a
esperar, que la próxima vez junten tres millones? Me llamó Hugo [Chávez] y me dijo:
«Ojo, Cristinita, que no te veo en
condiciones de hacerle frente a un Capriles».
Tiene razón. Está todo dado para que aparezca un De la Sota, un Massa, un
Urtubey, y canalice ese descontento.
Debemos hacer algo ahora mismo. Yo voy a dar el ejemplo."
Y lo
dio, por supuesto. Nos mostró el camino del cambio, de la rectificación, con
hechos bien concretos. Los voy a mencionar, pero ni falta que hace. Ya los
habrán visto y apreciado. Quizá lo más significativo fue que desde entonces usó
una sola vez la cadena, y además lo hizo a las 4 de la tarde, después del partido
de la selección y mucho antes del prime time. Es decir, no quiso interferir ni
a Messi ni a Tinelli. Una demostración de cuánto piensa en la gente. Sin duda ha
sido un enorme sacrificio. Me contaron que, para mitigar el síndrome de
abstinencia, en Olivos se pasó toda la semana hablando en cadena para
funcionarios, para su familia, para los empleados de la residencia. Lo cruel
llegaba a la hora de los aplausos: extrañaba el olor de multitud.
En
el discurso del miércoles anunció que al aguinaldo de diciembre no se le
descontará Ganancias, un beneficio surgido del mismo espíritu: demostrar que el
8-N la hizo reaccionar. Me van a
decir que dio una miseria y que no subió el mínimo no imponible. No seamos
mezquinos. Yo la conozco y sé que tirarnos esas monedas le dolió más que cuando
tuvo que pesificar sus dólares. Además, la pobre
tiene un problema con el nombre del impuesto: reconoce que le cuesta repartir
algo que se llame Ganancias.
También
fue producto del cacerolazo el haberse puesto las pilas con lo de la Fragata Libertad. ¿La acusaron de
débil? Pues entonces les ordenó a los 40 tripulantes que sacaran las armas para
defenderse. ¿La acusaron de no hacer nada? Les dio un ultimátum a los de Ghana y los amenazó con recurrir al Tribunal del Mar. La Fragata no está más cerca ahora de volver al país, pero la señora dio una lección de coraje y,
sobre todo, de creatividad diplomática: hizo convivir las balas con el derecho
internacional.
Otro
guiño a los de la protesta fue declarar que se siente "muy orgullosa de pertenecer
a la clase media". Devolvámosle la gentileza. Cris, los orgullosos somos nosotros: nunca pensamos que uno de los nuestros iba a tener 82 palos.
Si
un reclamo se oyó en las calles fue el de respetar la independencia de la Justicia. Nos achacan haber hecho un
verdadero desastre en el Consejo de la
Magistratura y en los tribunales,
moviendo cielo y tierra con tal de conseguir jueces amigos para aplicar la ley
de medios. La señora no se hizo la
distraída y atendió el clamor de las multitudes. Le arrancó al Congreso el recurso del per saltum . Ahora, en todo caso, va a
presionar a la Corte. Apenas 9
tipos. Está convencida de que el país sabrá apreciar la diferencia.
Otra
señal de que quiere seducir a los que protestaron es que Cynthia García seguirá
en 6,7,8. Ya confirmaron las
sospechas de que fue una infiltrada que trabajó para el 8-N y, sin embargo, no la echarán. Incluso le van a seguir pagando
la fortuna que gana hoy.
¿Más
ejemplos de rectificaciones? La Presidenta
ha dado la orden de que el famoso video del partido de Sabbatella, en el que los caceroleros son presentados como unos
oligarcas sin alma, explotadores de pobres y violadores de los derechos
humanos, no debe ser pasado en las escuelas. Fue clara y terminante. No debe
ser pasado en las escuelas, salvo que lo pida algún profesor o algún alumno,
algún padre, alguna autoridad, algún funcionario, alguna institución, algún
vecino o algún llamado anónimo.
Lo
mismo con la película sobre Néstor,
que se estrena hoy. Cristina tomó
nota del rechazo a los excesos en el "relato"
y mandó restringir su difusión. No será proyectada en los andenes de trenes y
subtes, en los aviones de Aerolíneas
no reemplazará al video con las instrucciones sobre el uso de la máscara de
oxígeno, no podrá pasarse más de cinco veces por día en la Televisión Pública, los sacerdotes no estarán obligados a
recomendarla desde el púlpito y a los críticos de cine que se animen a decir
que no les gustó no les caerá una inspección de la AFIP.
¿Estamos
ante otra Cristina? Me animaría a
decir que sí. Yo ya casi extraño a la anterior. Me gustaría juntar fuerzas para
decirle: "Señora, nadie le pidió tanto".
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