En
esta cada vez más intricada y confusa relación entre el Estado y el Gobierno
aunados a la lamentable y ya más que
prolongada pérdida de rumbo y objetivos y la aparición de jóvenes torpes y
inexperientes en el horizonte político, hacen que el deterioro y declinación de nuestro país deja entrever un final
realmente negro.
A
ello habría que adicionarle la vulneración permanente de las leyes y la
Constitución Nacional. El país republicano que prevé nuestra Carta Magna solo
existe en la ficción. Las más importantes instituciones solo conservan su
fachada, en realidad prácticamente no existen. Hay infinidad de ejemplos que se
podrían citar, desde FF.AA. sin capacidad operativa, hasta un Poder Judicial
complaciente, que en muchísimos casos es absolutamente funcional al gobierno.
Con
la información oficial tergiversada groseramente, sin transparencia de los
actos del gobierno y con los medios de expresión presionados y amenazados, todo
hace ver que esta pseudo democracia está en su recta final.
Todos
culpan de esta declinación a la presidente. Obviamente ella tiene parte de la responsabilidad y
culpa de este estado de cosas. Pero no es la responsable de toda esta
situación.
La
Constitución tiene mecanismos que prevén que es lo que hay que hacer en estos
casos, y que simplemente por intereses personales y espurios no se aplica.
En
la oposición política prácticamente una sola voz se alza con claridad y
precisión sobre la presidente y la actual situación del país. Una voz
desacreditada por otras cuestiones, pero que tiene el coraje de decir las cosas
tal cual son. A esta solitaria voz se suma la de un periodista que muestra en
su programa televisivo, objetivamente, la miseria, los excesos y la corrupción
en nuestro país. Por supuesto hay otras voces similares, pero que no tienen la
llegada masiva de los nombrados anteriormente.
Ante
tanta mentira, tergiversación y engaños, que por otro lado, son tan torpes y
escandalosos que cualquiera se puede dar cuenta, ante tanta falta de
credibilidad, es absolutamente lógico que uno arribe a sus propias conclusiones
en base a las informaciones que se obtienen en los medios. ¿Por qué afirmo que
la presidente no tiene toda la culpa?
La presidente es una persona muy enferma, fuertemente
presionada por los graves problemas de su cargo y fuertemente alterada por el
stress cotidiano.
Ello
no hace más que complicar la enfermedad que la mandataria ya padecía cuando
comenzó su primera gestión presidencial.
Me refiero al trastorno bipolar, también
llamado psicosis maníaco depresiva o trastorno afectivo bipolar.
Esta
patología presenta frecuentes estados ciclotímicos, al alternar raptos de
alegría y euforia y momentos de irritación y profunda depresión. Las fases de
exaltación, alegría desenfrenada o irritabilidad y grosería, alternan con otros
episodios en que la persona está con depresiones intensas, con bajo estado de
ánimo, incapacidad para disfrutar, falta de energía, ideas negativas y, en
casos graves, ideas de suicidio.
En estos
últimos, estaría impedida de razonar coherentemente y adoptar decisiones
adecuadas.
Estos
estados de ánimo son claramente evidentes y visibles en las frecuentes
apariciones públicas de la presidente. Esta enfermedad esta contraindica con el
stress. Al soportar una persona el stress máximo puede entrar en pequeños
lapsos de ataques psicóticos (locura temporal que desvirtúa la realidad).
Pero
no solo la patología que presenta Cristina afecta la gobernabilidad de la
presidente. Sus problemas en su vida privada inciden fuertemente. Recordemos
que el matrimonio de los Kirchner no era precisamente un ejemplo de matrimonio
bien avenido. Casi una ficción, por sus violentas discusiones y numerosas
infidelidades mutuas. Más que un matrimonio era prácticamente una unión de
conveniencia política y económica.
Sumémosle la enfermedad de su hermana Giselle, su hijo Máximo, que a los 35
años de edad, su curriculum muestra
solamente una página en blanco y su fotografía, que por cierto, no le favorece
en absoluto. (No se habla de sus adicciones), su hija Florencia vaya a saber
por dónde anda estudiando cine.
Y si
esto fuera poco, sumémosle el temperamento y fuerte carácter de la presidente.
Se dice que el fallecimiento de Kirchner se debió precisamente a una fuerte y
violentísima disputa que habría tenido el matrimonio esa fatídica noche (¿Será
Cristina y no Moyano la que fulminó a Kirchner?)
A
ello se suma su preocupación por su personal futuro. Las perspectivas son muy
angustiosas.
Resumiendo,
un verdadero cóctel que atenta
directamente contra la estabilidad emocional, el equilibrio, la mesura, la paz
interior, la moderación que debe tener un gobernante.
Y todo se
traduce en decisiones políticas alocadas, verdaderos gruesos errores y torpezas mayúsculas.
Y a
todo lo mencionado habría que agregarle que Cristina en realidad sabe que está
impedida psíquicamente para ejercer el Poder y no encuentra el apoyo necesario
que en vida le proporcionaba Néstor. Antes
era una marioneta en manos de su esposo. Ahora es una marioneta en manos de
inescrupulosos, que aprovechando la situación originan los increíbles
dislates gubernamentales.
Ahora
está gravemente enferma, sola, sin nadie en quien confiar y rodeada de gente
interesada en que siga en su cargo. Está
realmente incapacitada para sus importantes funciones.
En
todos los niveles del gobierno existe la preocupada certeza de que Cristina de
Kirchner se encuentra muy enferma y por cierto incapacitada. De dejar la
presidente el sillón de Rivadavia, todo su entorno y los funcionarios
designados seguramente deberán dejar sus cargos y muchos de ellos empezarán su desfile por los
juzgados.
Lo
que no se entiende es porque los funcionarios electivos, aquellos que fueron
elegidos en los comicios, sabiendo que el país está totalmente a la deriva y el
final se está convirtiendo cada vez más en una certeza más que probable, no actúan en consecuencia.
Fundamentalmente
me refiero a los legisladores, ya que de abandonar Cristina la presidencia no
afectará la estabilidad de los mismos en sus cargos. Por otro lado es la
obligación del Poder Legislativo entender en situaciones de esta naturaleza.
El
poder sin límites del kirchnerismo, sus proyectos hegemónicos, sus atropellos a
todo que se le oponga, su “revolución”
social, su “modelo” económico de
acumulación y "distribución del
ingreso", su capitalismo de amigos disfrazado de Justicia Social,
todo, absolutamente todo, se estaba derrumbando y ya no hay retroceso
posible en esta caída.
Solo
la intervención del Poder Legislativo y el Poder Judicial podrán minimizar los
costos y daños para el país.
La
única posibilidad de recuperarnos en cierta medida es volver a que las
instituciones republicanas vuelvan a funcionar y pongan coto a los delirios del
Poder Ejecutivo. Ya estamos en los últimos puestos en varios parámetros socios
económicos. Ya no contamos con el tibio apoyo de las organizaciones
internacionales a las cuales pertenecemos. Ya
no estamos por caer del mundo. En realidad ya nos caímos.
Hablemos
claro. La “hipotensión arterial” de
la presidente oculta indudablemente su manifiesta incapacidad de afrontar sus
obligaciones razonablemente.
07-11-12
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar
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