Una foto recorre el mundo... es la famosa foto del Che Guevara tomada por Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 en
La Habana. "Un fantasma recorre el
mundo...". Y éste es el comienzo del libro que ha producido el mayor
quebradero de cabeza en la historia moderna: Manifiesto comunista. El
documental narra la historia de aquella foto e intenta restituir al fotógrafo
cubano su copyright definitivo, después de ver usurpada y expandida su imagen
por el mundo gracias al póster que el editor
y militante de la izquierda radical
Giangiacomo Feltrinelli publicó para acompañar el Diario en Bolivia.
La foto de Korda
se llamó “Guerrillero heroico”. El
póster de Feltrinelli tuvo un título
algo más psicodélico: “Che in the sky
with jacket”[1].
Korda siempre mantuvo la idea de que
esa foto debía representar la figura de un revolucionario y, aún más, de la
revolución misma, pero terminó siendo la
imagen del marketing. No nos invita al socialismo, sino al consumo. No es
el Che, sino su fantasma. O, dicho
con más exactitud por Rodrigo Fresán,
"no es un fantasma, sino la foto de
un fantasma la que recorre el mundo".
El marketing
es un proceso que comprende la identificación de necesidades y deseos del
mercado objetivo, la formulación de
objetivos orientados al consumidor, la construcción de estrategias que
creen un valor superior, la implantación de relaciones con el consumidor y la
retención del valor del consumidor para alcanzar beneficios.
Marketing, en castellano, suele traducirse como mercadotecnia, mercadeo o mercática,
aunque otros autores también lo traducen como estrategia comercial o como promoción
y propaganda.
El fenómeno del “che” marketing roza la ignorancia
supina… la usan personas identificadas ideológicamente con la extrema izquierda
o la derecha. En ambos casos demuestran una ignorancia total sobre el personaje
en cuestión, prueba de ellos es la aparición de jóvenes del PRO en un acto partidario con una
remera amarilla y la famosa imagen en el pecho, pretendiendo asociarlo a la de Mauricio Macri… a algunos miembros del
partido no les cayó nada bien la ocurrencia, seguramente inconsulta.
La foto que oportunamente obtuvo Korda, rodeada de un halo de romanticismo heroico… impropio de
quién supo ser un asesino serial. Ya en otro momento nos hemos referido a la
discriminación homofóbica que sufría este asesino, ahora se reaviva la
discusión –siempre presente- sobre este controvertido personaje que por su
Patria no hizo nada.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para
Siempre
El mataputos del Malecón o la hipocresía “progre”
En La Habana de Batista los
gays cubanos tenían su “paseo”. Al atardecer salían a juntarse con amigos, o
a ofrecerse, los que se prostituían, fuera por gusto o necesidad, a los
turistas que atraídos por la sangre caliente de los cubanos y los casinos de la
mafia americana poblaban en bandas las calles de la ciudad.
La revolución cambió todo. No era
esta solo una revolución política sino que traía en las cabezas de sus jefes
todo un proyecto de ingeniería social que, basado en la re-educación de las
masas, imaginaba crear lo que hasta hoy sigue siendo una fábula, el hombre
nuevo.
Fidel Castro, Ramiro Valdés y Ernesto Guevara de la Serna, eran dueños de una patológica obsesión homofóbica. En
ellos cabía la idea que cualquier conducta o preferencia sexual desviada podía
ser modificada con trabajo exhaustivo, con dietas hipocalóricas, reeducación
política y la crueldad necesaria para abatir cualquier pensamiento que no se
adaptara al concepto que ellos tenían de la revolución y de sus hombres. Si la
revolución no era tolerante con nadie, ¿Por qué lo iba a ser con los
homosexuales a los que despreciaban?
Así, el nombrado en tercer término de
este “trío de la bencina” se abocó
con entusiasmo y ferocidad a reeducar a aquellos “desviados morales”. De él
fue la idea de crear las UMAP, las
tristemente célebres Unidades Militares
de Apoyo a la Producción donde la “reeducación”
de los homosexuales alcanzó niveles de extraordinaria crueldad. El proceso era
sencillo en su ferocidad- poca comida, pocas horas de sueño, trabajar sin descanso
y reeducación política- si al cabo de un tiempo no se conseguía la reeducación
esperada el tiro en la nuca solucionaba
el problema. Si el proceso era “exitoso”
salían en libertad pero eran vigilados sin descanso, si reincidían no había una
nueva reeducación, el tiro en la nuca
cerraba el proceso.
Más que causar gracia da pena ver en
manifestaciones, sean del “orgullo gay” o
simplemente “progres”, ciento de remeras con la efigie del “Che”
lucidas con fanfarronería por manifestantes que, o son ignorantes de quien era
el hombre cuya imagen llevan o son sencillamente hipócritas. Alguna vez
deberían leer un poco de historia y tener el coraje de Reynaldo Arenas, homosexual perseguido sin piedad por Guevara, víctima de él en las UMAP y uno de los mejores escritores cubanos, que fue quien con
triste ironía apodó al “Che”
el “Mataputos
del Malecón” por la saña que éste ponía en el trato que daba a los
homosexuales cubanos
JOSE LUIS
MILIA
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