La desorientación y la inmoralidad política y social
junto a la pobreza y la indigencia, la falta de transparencia legislativa y
judicial, el permanente hostigamiento del gobierno al Consejo de la
Magistratura y a algunos jueces en particular para menoscabar su autonomía, la
violencia y la droga, lograron relajar
las buenas costumbres en nuestro país y a partir de allí, cada uno de los
aspectos infinitos de nuestra vida colectiva, pública, e individual, está
demostrando que vamos en franco retroceso.
El progreso que debiera ser un bien común argentino, no
alcanza en definitiva más que a una cada vez más pequeña fracción de
privilegiados, mientras aumenta la masa de los que permanecemos fuera de
carrera…
El mapa nacional se ha despedazado, con todos los peligros
que ello representa. Las desigualdades sociales se han desparramado por todas
las provincias poniendo en peligro el “bien
común”. Los hechos esenciales aparecen hoy con toda crudeza; el hambre está
en todas partes.
La deserción escolar y la repitencia no baja por más que
por decreto se disponga que nadie repita el primer grado, o se bajen las
exigencias en los agonizantes colegios secundarios.
La miseria engendra miseria y la pobreza por sí sola no
puede poner fin a este encadenamiento. Después de 30 años de democracia, 14
millones de familias sienten hambre (el 23,8% vive en las villas; el 16,2% en
centros urbanos pobres y el 4,4% pertenece a la clase media). Allí el hambre es
mucho más que hambre; es a la vez causa y consecuencia de que el desarrollo sea
insuficiente; ES LA RAÍZ DEL CIRCULO
VICIOSO DE LA MISERIA no solo que insulta a la dignidad del hombre, sino
que puede llegar a exacerbar las tensiones y comprometer la paz social y la
estabilidad de un gobierno.
La marginalidad social es un tema
indiscutible.
Lo lamentable es que este esbozo, todavía imperfecto, no
se trata de literatura, ¡SON HECHOS,
REALIDADES! De un lado, lujo…, del otro, ni siquiera lo necesario… y lo
peor de todo es que nos hemos acostumbrado a vivir así, aceptado la realidad
con una indiferencia vergonzosa, explicable sólo en pueblos en decadencia en
donde el camino del corazón, pasa primero por el estómago o el bolsillo.
Todo tiene hoy olor a escándalo…,
Hoy, nada es seguro, PERO
TODO ES POSIBLE, porque la historia de mañana depende de nosotros, de cada
uno de nosotros. NO PODEMOS SER MÁS
EXPECTADORES, DEBEMOS SER ACTORES DE NUESTRO PRESENTE Y DE NUESTRO FUTURO.
En esa empresa debemos estar todos comprometidos según
nuestra propia CONCIENCIA, pero
todos, TODOS, DEBEMOS TENER HAMBRE Y SED DE JUSTICIA.
En azul y blanco, Hugo
César Renés
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