El
poder de turno en Argentina se encuentra desbordado y desorientado ante la
explosión social que culminó en los saqueos previos a la Navidad: la presidente
se escapó a su mansión en El Calafate
y no ha dicho una sola palabra al respecto, sus voceros calificados salieron a
echar culpas a diestra y siniestra, buscando un “chico expiatorio” no tuvieron peor idea que echarle la culpa al
líder de la CGT Argentina y de los camioneros, Hugo Moyano. El camionero les contestó con una conferencia pública y les dijo de todo… menos bonitos –la presidente
incluida- y el único efecto logrado fue la solidaridad de Calo hacia Moyano. En
las ahora temidas redes sociales, se demostró que a la gente no le gustan los
sindicalistas… pero los prefieren a los kirchneritas.
La presidente siempre acusa a la inerme oposición…
“Nunca se les cae una idea”, hoy parece que ella y sus funcionarios padecen
el mismo mal, Por eso les dejamos el brillante reportaje que nuestro amigo Ricardo Angoso le hiciera al expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, quién con inteligentes
respuestas puede inspirar hasta gobernantes a quienes solo les funciona media
neurona o lo que quede de ella.
Aprovechamos
para desearles a todos una Muy Feliz
Navidad y que el niño Jesús nos traiga su inmenso regalo
de perdón, paz y amor. Tal vez allí
encontremos los pilares necesarios para recuperar a la República inexplicablemente Pérdida en Democracia.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre
por una Nueva Década en Paz y para Siempre
Domingo,
23 de diciembre de 2012
ÁLVARO URIBE, EXPRESIDENTE DE COLOMBIA
“La paz se puede firmar, pero
dudo que dé resultados”
Ricardo
Angoso
Colombia
vive una encrucijada histórica clave para garantizar la convivencia pacífica y
democrática. La negociación con las FARC
para el desarme será un camino difícil. Muchos colombianos echan de menos la
seguridad democrática del expresidente
Álvaro Uribe.
Del expresidente Álvaro Uribe se puede
decir ya sin ambages que se ha convertido en el máximo líder de la oposición a
las políticas del presidente Juan Manuel
Santos. Uribe se mueve en la
arena política como pez en el agua y sigue siendo un referente moral para
millones de colombianos. Ahora, quizá desde las filas de un nuevo partido
político, que podría responder a lo que ya se denomina como Puro Centro Democrático, no descarta
dar la batalla electoral para las próximas elecciones legislativas, previstas
para el año 2014.
¿En
qué consiste esa política que enarboló durante su mandato y que definió en su
momento como la “seguridad democrática”?
Nosotros
trabajamos sobre un propósito: construir la confianza de los colombianos en
Colombia y de la comunidad internacional en nuestro país. La palabra clave,
entonces, es confianza, que está cimentada sobre tres pilares: la seguridad, la
promoción de la inversión y la política social. La seguridad y la promoción de
la inversión como medios; y la política social como fin y legitimador de las
dos primeras. ¿Por qué la seguridad democrática? Porque es la seguridad con
respeto a las garantías civiles, a los derechos políticos, a los derechos
humanos, sin censura a los medios de comunicación, con respeto a las libertades
fundamentales, con pluralismo, así fueron esos años y es una fuente de recursos
que perdura todavía. Es un valor democrático, ya que sin seguridad es imposible
la práctica de la democracia, y sin seguridad no se dan recursos de inversión
que se necesitan para resolver los problemas sociales.
¿Es
cierto que le quedaron secuelas físicas del atentado que sufrió en el Hotel
Orquídea Real?
En
el año 1990, ejerciendo como senador, se tramitó una reforma laboral en
Colombia, de la que yo fui coautor y ponente, reforma que salvó a las empresas
y a los trabajadores. Fue tan importante que al día de hoy nadie la ha echado
para atrás, y eso me generó muchos atentados de estos grupos terroristas. Yo
viví un tiempo en la Universidad de Harvard, donde hice un posgrado en el año
91 y después, al regresar al país, asumí toda la responsabilidad y fui ponente
en un proyecto de reforma de la seguridad social. En el curso de ese proyecto
nuevamente se reproducen las amenazas contra mí, hay nuevas dificultades, y
ahí, en ese momento, ocurre el atentado del Orquídea Real que registro en el
libro que acabó de presentar. Fue muy doloroso. La bomba la pusieron en el baño
contiguo al baño de mi habitación y explotó a los pocos minutos de haber
entrado en la misma. Y también hubo otros atentados esa noche en Bogotá,
resultando víctimas de los mismos algunos jóvenes de Ecopetrol, tal como relato
en mi libro. Pero ¿cómo procedimos?
Al
día siguiente de ese atentado yo estaba en el Congreso de la República
continuando con mis deberes de legislador.
¿Cuál
fue el momento más duro de sus ocho años como presidente?
El
ejercicio público en cada hora da treinta segundos de satisfacción y cincuenta
y nueve minutos y treinta segundos de dificultades. Las dificultades son
naturales, son parte de la esencia al servicio público. Los momentos más duros son los que yo calificaría de tristeza y son
varios: la bomba contra el Club Nogal de Bogotá, los asesinatos de Guillermo
Gaviria y Gilberto Echeverri y los integrantes de las Fuerzas Armadas que estaban
con ellos, la muerte en accidente de aviación del ministro Juan Luis Londoño,
la muerte de Pedro Juan Moreno, en otro accidente de aviación, el asesinato de
los diputados vallecaucanos a manos de las FARC…Los momentos de dificultad son
obvios, pero los de tristeza afectan mucho y perduran para siempre.
Hay
un gran debate en América Latina sobre el tema del narcotráfico, incluso
algunos líderes regionales plantean la legalización de algunas drogas, ¿qué
opinión tiene sobre ese asunto?
Para
hacer una política razonable no se necesita legalizar nada. La Constitución
colombiana, mediante una reforma nuestra, definió que el consumidor no tiene
que ser llevado a la cárcel, pero que sí debe ser rehabilitado. Hay países como
Portugal que van más allá y dicen que hay que rehabilitarlo pero el consumidor
se tiene que dejar ayudar, o de lo contrario se le puede multar, se le puede
hasta sancionar administrativamente si no cumple con esa rehabilitación. Creo
que se necesitan campañas de sanidad pública para llegar a una mayor
prevención, pero hay que ser muy duro, muy drástico, con el distribuidor y
llevarlo a la cárcel, indudablemente.
La
verdad es que si hoy se legaliza la marihuana, mañana se acaba legalizando la
cocaína. En el mundo hay más de 1.800 drogas y en los países donde se avanzó en
materia de legalización de las mismas hay problemas con sus comunidades. Por
ejemplo, en Holanda se han cerrado muchos de los coffee-shops donde se
consumían drogas. Y hay una realidad que no se puede evadir: lo que distingue
al ser humano de otros seres vivos es que el ser humano tiene control sobre su
voluntad, que es lo que le hace libre; las drogas ilícitas, por el contrario,
lo enajenan, lo esclavizan y le hacen perder su libertad. El ser humano cuando
pierde su libertad, cuando está enajenado, se convierte en un peligro para la
comunidad. Siendo yo presidente recibí informes de la policía colombiana de que
el 100% de los sicarios arrestados en Colombia a punto de cometer un crimen
estaban bajo el efecto de drogas ilícitas. Entonces, vuelvo al principio, puede
haber políticas razonables contra el narcotráfico sin necesidad de legalizar
determinadas drogas.
Las FARC no están hoy tan fuertes como en 2002, cuando Fidel Castro le dijo
a Gabriel García Márquez que su oferta de negociación encubría el rearme.
Castro le dijo a García Marquez que le dijera que las FARC solo querían un proceso de diálogo
para rearmarse, ¿cree que estamos en un momento parecido, que estas
negociaciones actuales responden a lo mismo?
Aquella
conversación con García Marquez fue
en febrero de 1997, era yo gobernador de Antioquía. Las FARC crecieron mucho hasta el 2002. En el gobierno nuestro, que comenzó
ese año, fueron reducidas y pasó de 30.000 hombres a 6.800; desafortunadamente,
bajo la actual administración, algo se han recuperado. De haber seguido la
tendencia de nuestro gobierno, hoy las FARC
tendrían como máximo 2.000 hombres y, sin embargo, tienen más de 8.000. Diría
yo que todavía tienen la capacidad de hacer daño, pero no están tan fuertes
como estaban en el 2002. ¡Dios quiera que no vuelvan a recuperar esa fortaleza!
Indudablemente, lo que sí están haciendo hasta ahora es recuperar un protagonismo
político que no se le debe de permitir a los terroristas y que le puede hacer
mucho daño a la democracia colombiana. Con la paz, dicho sea de paso, todos
estamos de acuerdo, pero somos muchos, entre lo que me incluyo, que decimos paz
sí, pero impunidad nunca. Decimos también paz sí, pero elegibilidad de
extorsionistas, terroristas, secuestradores y narcotraficantes, no.
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