El abuelo un día
cuando era muy joven
allá en su Europa
miró el horizonte
y pensó que otra senda
tal vez existía.
Y al viento del norte
que era un viejo amigo,
le habló de su prisa,
le mostró sus manos
que mansas y fuertes,
estaban vacías,
y el viento le dijo:
"Construye tu vida
detrás de los mares,
allende tu España, allende tu Italia".
Y el abuelo un día
en un viejo barco
se marchó de España.
El abuelo un día,
como tantos otros,
con tanta esperanza partió de su Italia.
La imagen querida
de su vieja aldea
y de sus montañas
se llevó grabada
muy dentro del alma,
cuando el viejo barco
lo alejó de España, lo sacó de Italia.
Cristina Fernández ha
dicho que los que bajaron de los barcos hace poco más de 100 años, lo hicieron muertos de hambre. Como si
haber venido con las ilusiones de quien quiere salir de una situación de
angustia, de países arrasados por guerras y calamidades, los convirtiera en
seres despreciables o inferiores a los que hay que reprocharles la apertura que
tuvieron para ellos otros gobernantes argentinos que hacían honor a la
denominación argentino.
Esos
que ella llama muertos de hambre
fueron nuestros abuelos, que no sólo vinieron para saciar su hambre, sino que lo
hicieron sin buscar que los alimentaran gratuitamente con las limosnas dadas a
los pobres, hoy llamadas por ella planes, que no son trabajar, sino planes
haraganear, para mantener a sus beneficiarios en la dependencia de la pobreza y
así canjearlos por votos que le aseguran
mantenerse en el poder y en su enriquecimiento vergonzoso.
Casa Patagónica Hosteria Los Sauces esta ubicada en El Calafate, Santa Cruz y su fama viene por sus propietarios. Todos saben que este es un emprendimiento de la familia Kirchner.
Esos
muertos de hambre, señora Presidente, fueron quienes
hicieron rica nuestra patria hasta alcanzar el 6º lugar en el mundo.
Esos
muertos de hambre, señora, clavaron el arado por primera
vez en la mayor parte de la tierra argentina para hacerla el granero del mundo.
Esos
muertos de hambre, señora, iban a trabajar llevando un
pan, dos cebollas y medio litro de vino, para poder ahorrar lo suficiente y así
poder traer a su mujer y sus hijos a compartir esta bendita tierra.
Esos
muertos de hambre, señora, amaron esta tierra como usted
ni siquiera puede imaginar, sembraron en ella no sólo el trigo, sino que le
dieron muchos hijos y nietos, que hoy somos esa clase media que usted
desprecia, y esos hijos y nietos aprendimos que la dignidad del hombre comienza
con el trabajo, porque significa cumplir el mandato bíblico "ganarás el pan con el sudor de tu
frente".
Claro,
que algunos de esos hijos se dedicaron, como usted y su marido, a trabajar
prestando plata con usura y apoderándose de los bienes de quienes no podían pagar sus deudas, lo que sí
los convirtió en muertos de hambre.
Por
todo esto, señora presidente, su
desprecio a nuestros abuelos, los que hicieron la Argentina próspera, la Argentina del trabajo en paz. En la que
la gente se quería y se sentaba por las tardes en la puerta de su casa, con la
seguridad de que nada alteraría su descanso luego del trabajo honesto, y
mandaban a sus hijos a la escuela y la universidad gratuita, para que ellos
pudieran llegar a estar en esa clase media despreciada por usted, ese desprecio digo, señora,
es el desprecio a lo más rico y generoso que puede ostentar nuestra patria: ese hombre simple, que no es revolucionario
con las armas que matan, sino con las herramientas que producen vida.
Usted, señora, es rica, multimillonaria con
infinidad de propiedades, entre otras, esos costosísimos departamentos de
Puerto Madero, o el lujosísimo que su niña Florencia
utiliza en Estados Unidos, y ricos
son también sus amigos-súbditos del gobierno, que nos tildan a los "acaudalados laburantes de la clase
media" que pagamos sus lujos y caprichos, como los bien vestidos. Como
si no tuviésemos al menos la pobre libertad de vestirnos decentemente.
Estamos indignados. Señora presidente, ya no porque nos ofenda como lo hace habitualmente,
sino porque ha ofendido a nuestros
padres y a nuestros abuelos,
esos hombres honestos a los que usted
debería rendir homenaje renunciando a su soberbia y a su pretendida ilusión de
perpetuarse en el poder, y ofreciendo su fortuna a la proclamada y no cumplida
distribución de la riqueza.
Un consejo señora:
desde hoy guarde luto por las ofensas que ha inferido al pueblo argentino, en
especial a nuestros ancestros y a sus descendientes, la clase
media. Y llore, sí llore de tristeza verdadera por el daño que le está haciendo
a la sociedad argentina, a la que ha dividido como nunca lo estuvo en su
historia.
Llore
señora presidente, llore mucho hasta
que termine su mandato y váyase al exilio lejano, que será el lugar donde quizá
encuentre el olvido de todos los argentinos de bien aunque allí gaste la
fortuna, que comenzaron sus ancestros
FERNANDEZ.
Fdo: YO EL CIUDADANO DE CLASE MEDIA, que
dejó un momento su trabajo, para defender el honor de mis abuelos, esos muertos
de hambre que bajaron de los barcos, para hacer la patria grande que hoy
estamos perdiendo.
NOTA: Las imágenes y
negritas no corresponden a la nota original.
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