Gracias
al permanente apoyo y trabajo que nos brindan nuestros lectores y amigos,
subimos esta nota del doctor Mariano Grondona, publicada en La Nación el 16 de octubre de 2012… la que se nos había
pasado por alto.
En la misma el autor y Santiago
Kovladoff abordan temas con los cuales nuestra asociación viene bregando
desde hace mucho tiempo al igual que otras, tales como Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, AAFyAPPA,
Libertad a los Presos Políticos, Víctimas del Terrorismo, etc.
Si
bien nosotros ya habíamos tocado el tema del libro Los
Hombres del Juicio y La
media verdad que nos falta en una nota que publicamos el 10 de octubre
de 2012, nos faltó continuar el tema con las reflexiones de Mariano Grondona… error que subsanamos
hoy, ya que el problema persiste y se profundiza aún más la falta de justicia.
Si bien hay juicios del autor que no compartimos totalmente, no debemos pasar
por alto su llamado a una reconciliación nacional y el reconocimiento que el
estado a ocultado la otra media verdad de la guerra revolucionaria que
ensangrentó al país de la mano de las organizaciones terroristas y la reacción
política de aniquilar a la subversión que ansiaba el poder por medio de la
violencia.
También
hace tiempo que venimos bregando y afirmando que “Es hora de Paz, Concordia, Justicia –bajo el imperio de la igualdad ante la ley-, Historia completa –revelando esa media
verdad oculta-, Perdón y Reconciliación. Si los argentinos nos
unimos dentro del marco de la Paz, podremos construir un país –hoy en ruinas-
digno de legar a las generaciones que nos precedan”.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Definitiva
Por una Nueva Década en Paz y para Siempre
Domingo
16 de octubre de 2011 | Publicado en edición impresa
Casi mil militares presos sin condena: al enemigo ni justicia
El
lunes pasado, el filósofo Santiago
Kovadloff publicó en LA NACION un artículo titulado "La
media verdad que nos falta", en el cual analiza en términos elogiosos
el reciente libro de Pepe Eliaschev Los
hombres del juicio, que su autor ha dedicado a entrevistar a los magistrados que juzgaron y sentenciaron
a prisión perpetua, por unanimidad, a los ex
comandantes del Proceso. Con 531 páginas, el libro de Eliaschev dista de ser una mera colección de entrevistas. Es, más
allá, un estudio completo y profundo de las circunstancias y las personalidades
que se reunieron para impulsar el llamado "juicio
del siglo", la primera vez en nuestra historia que, por iniciativa del
presidente Raúl Alfonsín, un
tribunal civil se animó a juzgar al gobierno militar que lo precedió, lo cual
no había ocurrido en 1931, 1946, 1958, 1963 ni en 1973, las cinco ocasiones
previas a 1983 en que un régimen militar devolvió el gobierno a un sucesor
constitucional.
Strassera, Valerga Aráoz, Moreno Ocampo, Ledesma, Torlasco,
Arslanian y Gil Lavedra, jueces y fiscales que hicieron historia. Foto: Archivo
/ Daniel Pessah
En
su artículo, Kovadloff alaba no sólo
la concienzuda obra de Eliaschev,
sino también los conmovedores testimonios de los magistrados que se "confesaron" ante éste,
dejando al desnudo el drama y los dilemas que les tocaron vivir hasta que una
madrugada, a las seis de la mañana, completaron insomnes su tarea con una
mezcla de alivio y de dolor después de haber pasado días y noches en medio de
ásperas discusiones y cruciales interrogantes.
Es
que hay dos diferencias esenciales entre el traspaso de lo militar a lo civil
de los cinco golpes anteriores y el traspaso de 1983, cuando se volvió a fundar
la democracia en la que hoy vivimos. La primera es que, de 1931 a 1973, el
gobierno civil se restauró a medias porque las Fuerzas Armadas le trasladaron
el gobierno a un presidente electo, pero se quedaron con el poder,
condicionando así a sus sucesores. Esto no ocurrió en el caso de Alfonsín, quien fue el primer
presidente civil que asumió tanto el "gobierno"
como el "poder" debido a
que las Fuerzas Armadas habían quedado desmembradas por la Guerra de las Malvinas, un conflicto que Juan Bautista Yofre acaba de narrar en su libro 1982, un documento
tan imborrable como el del propio Eliaschev.
La segunda diferencia entre ambos traspasos es que los "pecados" de los gobiernos militares entre 1930 y 1973,
que sin duda existieron, no fueron ni remotamente comparables a la feroz
represión del régimen militar de 1976-1983, que generó miles de atentados sin
parangón contra los derechos humanos.
LA "MEDIA VERDAD"
En
su análisis del libro de Eliaschev, Kovadloff se ocupa de "la media verdad que nos falta".
¿Cuál es ella? En palabras de Kovadloff,
"reconocer las acciones criminales
de quienes, antes del golpe de 1976 y en nombre de la patria socialista,
embistieron contra el orden constitucional, ya que está probado que el
terrorismo fue el primero en recurrir a la violencia armada y que siguen
pendientes de condena los responsables de tantos secuestros y asesinatos
cometidos en nombre de esa patria socialista y en desmedro de la democracia y
la Constitución". Continúa Kovadloff:
"Los terroristas jamás fueron juzgados ni tampoco sus víctimas fueron reconocidas como tales,
y ello deja la sensación amarga de que la media verdad ganada sobre aquel
oscuro país que fue el nuestro debe y puede llegar a convertirse en una verdad
entera".
Según
las fuentes a las que hemos consultado, esta otra "media verdad" tendría que incluir el hecho de que aún hoy hay alrededor de mil militares presos
sin condena. Algunos de ellos pueden haber cometido crímenes de lesa
humanidad, pero todos ellos siguen en prisiones comunes con procesos
inexplicablemente aletargados que se prolongan indefinidamente, sin que el
Estado de Derecho, que es por definición el nuestro, haya avanzado
resueltamente después de que el presidente
Kirchner, a partir de 2003, ordenó encarcelarlos.
Se
nos dirá: pero ¿no son sospechosos los encarcelados de haber cometido crímenes
de lesa humanidad? A esta pregunta que aún no tiene repuesta indudable en los
tribunales habría que agregarle esta otra: ¿cómo probar los crímenes que
supuestamente cometieron sin el debido proceso, que es el único camino que
admite nuestra Constitución? ¿O la sola sospecha acerca de sus conductas
permite encarcelarlos, como hoy, prácticamente sin término? Hay un principio
que hoy parece lejano: la presunción de inocencia de los acusados hasta que
medie una condena firme contra ellos. De 1976 a 1983, miembros de las Fuerzas
Armadas violaron horrorosamente los derechos humanos. Pero ¿basta esta
afirmación incontrastable para encarcelar indefinidamente a los sospechosos de
haber cometido esos abominables abusos, a veces por el solo hecho de que eran
militares? Al mantenerlos en la cárcel, así, ad infinítum, sin plazos a la
vista, lo que ha desencadenado el kirchnerismo desde 2003 hasta la fecha, ¿son
entonces actos de justicia o actos de venganza? ¿Son actos de justicia, cuando
una alta proporción de los detenidos tienen más de setenta años y merecerían
por ello la prisión domiciliaria que se les desconoce? ¿Son actos de justicia
cuando cerca de 140 de ellos han muerto en la cárcel sin condena, por
enfermedad o por vejez?
¿VENGANZA O CONCORDIA?
Cuando
Alfonsín arribó al poder, al
promover el juicio contra los ex
comandantes lo limitó a los supremos responsables de la represión,
siguiendo así el criterio restrictivo del tribunal que condenó a los máximos
responsables de la barbarie nazi. Dos criterios campearon en Nuremberg: uno,
que Hitler y sus secuaces habían cometido crímenes de lesa humanidad, esto es,
crímenes tan graves que habían lesionado a la humanidad como tal; el otro, que
era imposible juzgar a los miles de alemanes que, en su momento, habían apoyado
a uno de los grandes carniceros de la historia. Al limitar el juicio a los ex comandantes
del Proceso, ¿no siguió acaso Alfonsín
este mismo criterio? Las leyes de punto
final y de obediencia debida,
¿no apuntaron en esta dirección? Los indultos de Menem y de Duhalde
beneficiaron a militares y terroristas por igual.
Lo
que hubo entre 1983 y 2003, entonces, fue una amnistía gradual. Pudo pensarse
que de este modo se daba término al odio entre argentinos. Pero al asumir el
poder en 2003 el presidente Kirchner
nos retrotrajo de golpe a la raíz de los terribles años setenta. Lo que estamos
viendo ahora, ¿es por ello el retroceso
de la pacificación de 1983-2003, y su reemplazo en nombre de la venganza por lo
que ocurrió hace treinta años?
La
venganza encierra un mecanismo incesante. Cuando un grupo agravia al otro,
siente su ofensa como algo menor si se la compara con lo que siente el grupo
agraviado. Cuando éste ejecuta su propia venganza, infiere a su vez una ofensa
que el grupo ofendido siente como algo mayor. La secuencia de las venganzas
recíprocas se vuelve, así, inexorable, transmitiéndose a hijos y nietos. Este oscuro mecanismo puede tornarse
interminable; basta recordar, en tal sentido, que los serbios y los croatas,
antes de la paz actual, se han odiado a lo largo de mil años.
¿Queremos
este fatídico derrotero para nosotros? Aunque silenciadas, ya hay
organizaciones de hijos y nietos de militares que maduran, quizá, su propia
revancha. La única manera de ponerle
coto a esta fatídica secuencia es la reconciliación. Cuando Mandela tomó el poder en Sudáfrica, lo primero que hizo fue
promover el perdón recíproco de los blancos y los hombres de color. Hoy, Sudáfrica es un ejemplo de democracia.
¿Nos queda demasiado lejos este horizonte? Este es, al menos, el temor de Kovadloff.
FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1415149-casi-mil-militares-presos-sin-condena-al-enemigo-ni-justicia
NOTA: Las imágenes y
negritas no corresponden a la nota origina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!