En la conmemoración del bicentenario de la batalla de San
Lorenzo, el vicepresidente Amado Boudou comparó el liderazgo del General San
Martín y el del General Belgrano con el ejercido por el ex presidente Kirchner
y el de su esposa Cristina.
Esta afirmación
del guitarrista motoquero de pelo largo y sonrisa complaciente y aduladora,
resultó casi divertida e hilarante sino fuera tan obscenamente patética. ¡A que extremos ha
llegado este personaje, al resignar públicamente su dignidad en aras de la
obsecuencia!
Pero esta grosera afirmación del cuestionado
motoquero de la campera, me da pie a redactar unas reflexiones, precisamente
sobre liderazgo.
Muy joven aún, cuando
todavía no había cumplido los diez años formé parte de una agrupación de Boys
Scout. Cuando empecé la escuela primaria lo hice en un colegio alemán y posteriormente
en un colegio inglés en donde terminé el ciclo primario.
En los tres lugares se
impartían clases muy elementales sobre liderazgo. En el resto de mi formación académica
volví a recibir esporádicamente conceptos referidos a ese tema. Ya mayor, al
organizar una pequeña empresa, adquirí algunos libros referidos a Conducción
Empresaria para tratar de estar en mejores condiciones para conducir
exitosamente este emprendimiento, tanto en su aspecto administrativo como en lo
referente a conducción del personal.
Es todos los casos y fuentes, todos coincidían que la
piedra basal para lograr un liderazgo exitoso era que el líder debía predicar con su ejemplo personal. Este solo
hecho predispone a los conducidos favorablemente para lograr los objetivos
propuestos. No obstante el líder o conductor debe poseer los valores esenciales
de una persona de bien. No detallaré estas cualidades para no
convertir este artículo, que pretende ser un comentario crítico de la política
nacional, en un manual de Liderazgo.
Simplemente quiero poner de
relieve los conceptos esenciales de esta disciplina. En todos los lugares en
los que pude abrevar algún conocimiento sobre liderazgo, se repetían con
diferentes puntos de vista, con diferentes palabras y explicaciones, prácticamente
los mismos conceptos. Todas confluían a un mismo concepto general.
No obstante la enseñanza que
aún hoy retengo y recuerdo como si lo tuviese grabado a fuego, tal vez por su
elemental simplicidad, es la que adquirí
en los boys scouts en los primeros años de mi infancia.
El objeto de esta introducción
es fundamentalmente recordar los aspectos básicos de la conducción y del liderazgo.
Y para ello quiero repetir esos conceptos tan elementales. El jefe para ser
merecedor de ese cargo y lograr la adhesión voluntaria a su liderazgo de sus
empleados o dependientes, debe cumplir a rajatabla los siguientes puntos: Guiar, Proveer y Proteger.
- Guiar implica
indicarles claramente a sus dependientes la tarea a realizar; fijarles un
objetivo concreto a lograr, imponerle normas de orden; encarrilarlos cuando se
apartan de la meta; alentarlos a cooperar; desarrollarles el sentido de
pertenencia al grupo, incentivarlos en sus tareas, marcarles la dirección a
seguir y dirigirlos cuando estén desorientados o se apartan del objetivo
asignado.
- Proveer
significa
otorgarle todos los medios necesarios, en su sentido más amplio, ya sea materiales,
psíquicos y espirituales, para que se encuentren en las mejores condiciones
para afrontar las tareas a realizar. Entre
ellos, simplemente para dar unos ejemplos: conocimientos o consejos, descanso,
vacaciones, compensaciones adecuadas y otros
incentivos.
- Proteger a sus dependientes. Impone evitarles riesgos o daños físicos por imprudencia, tenerlos cubiertos por seguros adecuados, saber defenderlos cuando son injustamente tratados o excesivamente exigidos y hacerlos sentir seguros de sus capacidades y habilidades. Esta acción puede incluir también, al núcleo familiar del conducido.
El
líder no debe descender al nivel de sus dependientes, empleados o subordinados,
porque si lo hace entonces será uno más del grupo y habrá abandonado el puesto
de enorme responsabilidad que ostenta. En otras palabras para mandar hay que tener autoridad moral. Quien mande debe ser
virtuoso.
Sobre
las condiciones para ser un líder, un conductor en todo el contenido y sentido
de la palabra, habría conceptos esclarecedores para escribir varios libros. De
hecho hay infinidad de publicaciones de diferentes autores que abordan esta
problemática desde diferentes puntos de vista.
Pero todos de alguna manera, terminan con otras palabras, en las tres
acciones que se mencionaron precedentemente: Guiar, proveer y proteger.
El lector se preguntará el porque de esta larga y tediosa introducción, ya que seguramente es más que
conocida por la mayoría. Pero la realidad muestra que aquellos que necesaria,
casi imprescindiblemente, las deben
conocer, las desconocen.
Me refiero a la dirigencia. Pero muy especialmente a la dirigencia política.
Si bien el liderazgo de una
organización verticalista no es lo mismo que el liderazgo de una organización
política, los argumentos basales son absolutamente validos para ambas.
No podría confeccionar una lista, ya que sería demasiada
extensa. La mayoría de los dirigentes políticos en particular aquellos que
tienen en su esfera de acción, personal que
liderar o conducir, desconocen absolutamente estos sencillos conceptos, o tal
vez de conocerlos, simplemente los ignoran, por la cual su gestión
específica se ve seriamente
comprometida.
A modo de ejemplo vimos que recientemente se produjeron
gravísimos problemas en varias instituciones fundamentales del país, las
Fuerzas de Seguridad y Policiales, justamente porque los directamente
responsables no aplicaron estos sencillos conceptos.
Lo que ocurrió en estas
instituciones es realmente gravísimo ya que deja heridas muy difíciles de cerrar…o
tal imposible de cerrar.
Pero el ejemplo más demostrativo de la no aplicación de
lo expresado en los tres puntos, es la conducta y comportamiento de la
presidente Cristina Fernández, entre muchísimos otros.
Es difícil ver en Fernández una líder. Precisamente por una numerosa carencia de los valores
esenciales de una persona equilibrada y con sentido común. Todo en ella es
temperamento fuerte, descontrolado, falta de moderación. No solo ello, su
personalidad deja traslucir odio, resentimiento, agresividad, agresión. Una verborragia exagerada, un flujo verbal
inagotable y desordenado… y lo peor, engañoso y muchas veces lisa y llanamente
mentiras escandalosas que permiten ver trampas e impostura.
¿Cómo puede conducir una persona con
semejantes defectos y falta de virtudes? ¿Cómo puede controlar esa persona a
las demás si es incapaz de moderarse o controlarse asimismo?
Su liderazgo es
autoritario, personalista e intolerante. Consiste en
extorsionar y agredir a aquellos que no están en su misma frecuencia. Todo lo
contrario a lo que debe ser un líder o conductor.
El
diálogo, los consensos, el bien común, el esfuerzo compartido, la persuasión,
casi totalmente ausentes.
Nombro
solo a la presidente en aras de la brevedad de esta nota, pero la mayoría de
los dirigentes incurren en errores y fallas similares. No puede ser de otra manera: es el ejemplo de la más alta autoridad del
país. Realmente lamentable.
04-Feb-13
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
No solo no hay autoridad moral ya que se justifica todo de parte de los aliados (complices) y todo es sancion y repulsa si se trata de opositores, sino que tambien hay una estremecedora ineptitud en camporitas y otras lacras similares haciendo malamente de funcionarios a cargo de importantes tareas destinadas para la gente que las necesita. Hasta cuando soportaremos este estrago!!!
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