22sep12
A medida que transcurren las horas, el gobierno ingresa
más y más en un estado de severa preocupación que gira entre dos temas
fundamentales: el estado de salud de la presidente
Cristina y el creciente malestar social que ya eligió la nueva fecha para
la concentración popular cuya organización se puso en marcha al día siguiente
del jueves 13. Después de varias gestiones realizadas entre distintas
estructuras de comunicación, se fijó
definitivamente el próximo 8 de noviembre a las 20, en la Plaza de la República,
para marchar desde el Obelisco a la Plaza de Mayo. En el ínterin, a
través de la SIDE, la Casa Rosada intentó diversas maniobras distractivas, como
la de fijar días y horas falsas para confundir al gran público, lo que puso de
manifiesto la notable inquietud con que el kirchnerismo asiste a su propia
declinación.
Prácticamente sobre el filo de esta novedad, los asesores de Cristina aceptaron
adelantar en 24 horas su viaje a los Estados Unidos para participar de la Asamblea Anual de la Naciones Unidas,
como principal actividad oficial, aunque quienes conocen la intimidad de la familia Kirchner le asignan una especial importancia a las conversaciones
que la viuda mantendrá con su hija Florencia
quien, se asegura, se negó a bajar a Buenos Aires. Desde hace un tiempo, ésta
se ha convertido en una severa crítica de la situación política y anímica por
la que atraviesa su madre, de allí la trascendencia de este encuentro que no
pudo concretarse en Buenos Aires por razones adicionales que hacen, incluso, a
la deteriorada salud presidencial.
Además, Cristina
debe afrontar el grave problema que le provoca la adicción de su hijo Máximo, quien se resiste a abandonar el
vicio que ya se ha convertido en una comidilla de la sociedad santacruceña, de
los medios políticos oficiales y de la oposición. El tema, también forma parte
de las preocupaciones de Florencia,
quien ha sido aconsejada por el embajador
argentino en España, Carlos Bettini,
viejo amigo de la familia quien a su vez había criticado meses atrás los planes
cristinistas que están en ejecución. Tanto fue así, que -como se recordará- Bettini declinó participar del
proyecto, actitud que significó un duro golpe para la presidente de la ex República. En tal sentido, hace tiempo que dejó
de ser un secreto su necesidad de medicarse todos los días para poder afrontar
sus obligaciones cotidianas, que la llevaron incluso a suspender
transitoriamente el ritmo que requiere la atención de los problemas públicos.
En tal sentido, pese a la lógica reserva con que se
maneja este tema, no son pocos quienes evaluaron la posibilidad de un pedido de
licencia por un lapso relativamente breve, pero el caso es que existe un severo
e inevitable impedimento, como es la imposibilidad política -y moral- de que Boudou (Amado), ejerza el interinato, habida cuenta de las graves sospechas
que han signado para siempre su capacidad para ocupar la Casa Rosada. A simple
vista surge un atolladero de difícil superación pero a esto deberá añadirse que
la crisis que afecta el desempeño de Cristina
ya se ha extendido internacionalmente. El breve plazo de tres meses que le
otorgó el Fondo Monetario Internacional para que de una vez por todas se
aclaren las cifras de la realidad económica tergiversada por el INDEC como es
público y notorio, añade un nuevo componente a este escenario por demás
difícil. Pero el tema no termina aquí, pues durante su estadía en Nueva York, Cristina W. Fernández deberá afrontar
un escrache que afectará más aún a su deteriorada imagen, un asunto que no
registra muchos ejemplos en los anales de la historia política argentina. En
apretada síntesis, algo así como un papelón que se anuda al descontrol
económico y a la ausencia de medidas coherentes. El ideologismo produce estas
cosas pero más aún, la incapacidad administrativa, con las consiguientes
contradicciones para llevar adelante una gestión de gobierno que se debilita
por momentos. Surge entonces un gran interrogante que tal vez los gobernadores
puedan contestar dentro de unos días. Como es obvio, las miradas giran hacia
Córdoba, donde el gobernador De la Sota se
ha colocado en el centro de lo que podría ser una nueva etapa del difícil
proceso institucional.
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