lunes, 3 de septiembre de 2012

Estado bueno y Estado totalitario


3 de agosto de 2012
MAURICIO ORTIN
EL TRIBUNO

No es poca la gente que opina que el estado es algo bueno en sí mismo. Un padre protector de mano blanda en tiempos normales y una especie de Papá Noel en época de elecciones. Las nacionalizaciones de importantes empresas se justifican en la idea de que el estado es moralmente superior a cualquier empresario o empresa; ello por, supuestamente, no perseguir fines de lucro y sí el bien común. Los políticos, en su gran mayoría, suelen participar de manera entusiasta de esta axioma fascista.

Es comprensible que así suceda, de hecho, ellos son (o serán) el estado y endiosarlo es endiosarse a sí mismo. Ahora bien, puede que lo hagan por convicción o conveniencia; mas, ese actuar de buena fe, tampoco es prueba de la bondad intrínseca del estado. Se advierte también que, considerado en abstracto, el estado no es ni bueno, ni malo y que, dichos aspectos están, en todo caso, en relación directa con la probidad los gobernantes. De allí, que se entienda que votar por los mejores (en el sentido moral y político) es la única garantía de un buen estado. Esto, para muchos, es tan verdadero como antiguo. No así para el filósofo, Karl Popper, quién no estaría para nada de acuerdo con lo primero.

El buen juicio de la mayoría a la hora de elegir presidente no asegura, ni que se elija bien, ni que el demócrata elegido se transforme luego en tirano. Ello, porque el riesgo de que llegue al poder, por los votos, un aventurero totalitario es demasiado alto y se paga demasiado caro. Hitler, Hugo Chávez y muchos otros, están ahí para despejar cualquier duda. Mucho más prudente, dice Popper, es evitar semejante situación limitando al máximo razonable el poder del estado. Por ejemplo, exigiendo que se cumpla de forma rigurosa con la división e independencia de poderes y con el respeto irrestricto a la libertad de prensa. El único estado bueno es el estado débil porque, decía Carlos Marx, el estado es un instrumento de dominación.

El enemigo y ladrón más peligroso de la propiedad privada, según Juan Bautista Alberdi. No existe nada, ni nadie que pueda hacer más daño y de allí que deba estar vigilado e investigado como ninguno. En teoría, los tres poderes cumplen esta función controlándose mutuamente. En la práctica, se ha revelado notoriamente insuficiente dicho control. Es el caso de países como Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia, etc. en los cuales el poder legislativo y el judicial son meros apéndices del ejecutivo y el ataque a la prensa libre es sintomático. Ello, porque la prensa es el único poder que puede denunciar públicamente al tirano y así minar la tiranía.

Un gobierno es de facto, cuando la voluntad del gobernante violenta lo que la ley establece. El que haya sido producto de un golpe de estado militar o del resultado de las urnas, es una mera circunstancia. El problema del estado totalitario no radica en ser: de izquierda o de derecha; de inclusión o de exclusión social; fruto de elecciones libres o de golpe militar. El problema del totalitarismo consiste, específica y fundamentalmente, en que es totalitario.

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