El Dr. Armando Ribas nació en Cuba en
1932, y se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en
la Habana. En 1960 obtuvo un Master en Derecho Comparado en la Southern
Methodist University en Dallas, Texas.
Ese año
llegó a la Argentina, donde trabajó en Shell y -de 1967 a 1972- fue Economista
Jefe de FIEL. De 1972 a 1976 se desempeñó como economista del Fondo Monetario
Internacional, en Washington, y a su regreso a la Argentina fue asesor del
Ministro de Economía y de la Secretaría de Agricultura. Entre 1983 y 1990 actuó
en política, y fue diputado nacional de la UceDé por la Capital Federal.
Es autor
de varios libros, entre los que se encuentran Teoría monetaria, inflación y
tasa de interés y El rol del empresario (Editorial El Ateneo); La inflación en
Argentina, Pensamientos para pensar y El príncipe y el principito (Editorial El
Cronista Comercial); Entre la libertad y la servidumbre y El retorno de Luz del
Día (Editorial Sudaméricana); Cuba entre la independencia y la libertad
(Ediciones Universal) y Propiedad, fuente de libertad que publicara Atlas
Economic Research Foundation, Virginia, EEUU.
Es
columnista de diversos medios de comunicación, consultor de empresas, profesor
en el ESEADE y miembro del Consejo Académico de la Fundación Atlas.
Conduce
el programa televisivo "Sin fronteras", que se emite por Política y
Economía. Y es un habitual invitado a brindar conferencias en institutos
educacionales o entrevistas en importantes programas televisivos.
Antes de
dejarles el artículo que escribiera y publicados el Informador Público, los
invitamos a ver una breve entrevista en un programa de televisión, donde el Dr.
Ribas además de mostrar un acabado conocimiento del tema que trata hace gala de
un fino y agudo humor político.
Querría estar equivocado
septiembre
3, 2012
By
Armando Ribas
Tengo un
mal recuerdo de aquel momento en que oyera el discurso de Fidel Castro en la
Habana en enero de 1959. En aquel denominado discurso de “la paloma” en un momento Fidel
preguntó ¿Voy bien Camilo? Por
supuesto parece que no estuvo de acuerdo y por ello en poco tiempo lo hizo
desaparecer en el avión a Camilo
Cienfuegos. Pues bien en aquella oportunidad al terminar el discurso me
dirigí a mi familia presente y dije: “Vamos
mal cubanos”. Lamentablemente no me equivoqué y pueden tener la seguridad
mis lectores que me hubiese encantado haberme equivocado, y no las actuales
autoridades del mundo que pretenden ignorar el sufrimiento de los cubanos en la
isla y los crímenes de Fidel Castro
y adláteres.
Pero en
esta oportunidad no me voy a extender en la problemática de Cuba que ya sabemos
o debiéramos de saber lo ocurrido a partir de la llegada del movimiento 26 de
Julio. Desde ese momento desapareció cualquier vestigio de libertad en Cuba y
por supuesto se destruyó la economía más adelantada del continente al Sur del
Río Grande. Mi preocupación trasciende a aquel momento ante la propuesta de
acuerdo entre el gobierno de Colombia y las FARC, guerrilla que ha pretendido
por más de cincuenta años convertir a Colombia en otra Cuba en el continente.
Como ya
se sabe aparentemente una gran parte de la población parece apoyar al presidente Santos en este entuerto, y
asimismo participa la representación de la Iglesia Católica. Pero qué podíamos
esperar al respecto si el Papa fue a
visitar a Fidel Castro. Ahora bien
también ha sido apoyado por la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos. Todo
parece indicar que nos empeñamos en desconocer la historia. Pero debo aclarar
que la oposición al proyecto de acuerdo con las FARC, no implica que se esté a
favor de la guerra. La paz es un objetivo, lo que está en discusión no es la
intención sino la forma de lograrla.
Al
respecto me parece pertinente recordar una vez más el intento de acuerdo de
Munich con Hitler y Mussolini llevado a cabo impunemente
por Chamberlain y Daladier y que convinieron
criminalmente en entregar a Checoslovaquia a los nazis. Al regreso de Chamberlain a Inglaterra Churchill se expresó de esta manera: “Han perdido el honor para evitar la guerra,
y ahora tendrán la guerra sin el honor”. A los hechos me remito, como
prueba del realismo de aquella observación en su oportunidad. Fue en razón de
la misma que me permití llamar a Uribe
el Churchill de América cuando se
opuso al plan de UNASUR de restablecer las relaciones entre Colombia y
Venezuela. Hoy por supuesto el ex
presidente se ha opuesto públicamente a dicho proyecto, y una vez más
comparto su criterio.
Pero
hagamos algunas disquisiciones al respecto. En primer lugar, fue en la Habana
donde se firmó el acuerdo del Gobierno de Colombia y los rebeldes de iniciar el
5 de Octubre próximo un acuerdo de paz en Oslo. Por tanto asimismo Noruega y
Cuba serían los garantes de las conversaciones. No puedo menos que recordar que
“Dime con quien andas y te diré quien
eres”. Y por tanto la aparente amistad del presidente Santos con Fidel
Castro no puede menos que causarme un desasosiego respecto al futuro de
Colombia y por supuesto de la influencia creciente de Chávez en el continente. Y esa preocupación se valida por la
ignorancia pertinaz de los crímenes de los
Castro en Cuba y a través de la
subversión en América Latina. No debiera de haber dudas de que Castro ha sido el criminal más grande
que ha producido este continente, y que en Cuba es por más de cincuenta años el
país donde la falta de libertad es más evidente, amén de la pobreza generada
por el sistema comunista.
Dicho lo
que antecede no pareciera que la alternativa que se presenta pueda constituir
una real esperanza de paz y libertad en Colombia y por demás en el continente.
Pensar que las FARC puedan abandonar su proyecto totalitario, amparada por Cuba
es un sueño de una noche de verano. Y por supuesto la realidad que se presenta
es la posibilidad de un mayor acercamiento de Colombia al socialismo del Siglo
XXI y lo que ello implica como violación pertinaz de los derechos individuales.
Por tanto ante esta evidente realidad no puede menos que más que sorprender
entristecer el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea a este proyecto.
Pero
pasemos entonces a otras consideraciones respecto a la información existente. Así
me pregunto ¿en qué puede consistir el pacto de paz, si el acuerdo no
conllevaría, indultos, ni amnistías ni leyes de punto final? Si los miembros de
las FARC van a ser sometidos a juicio y consecuentemente encarcelados, ¿qué
interés pueden tener por el acuerdo? ¿En que los beneficiaría? Por otra parte
también la agenda de negociación incluye seis puntos básicos entre los cuales
están la desmovilización de los guerrilleros, el cese de hostilidades y la
entrega de armas. La aceptación de ello más que un acuerdo implicaría una
rendición.
Pero más
aun debo insistir en que la idea multipartidaria parte del principio de que el
sistema no está en juego. Al respecto vale insistir en otro hecho histórico. A
partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, como se recordará el
partido nazi fue prohibido en Alemania. La existencia de un partido hegemónico
entraña de por sí una violación del principio republicano de la libertad. Por
tanto para que las FARC acuerden entrar en un proceso democrático tendrían que
abandonar por definición las ideas totalitarias que las constituyen. Y vale
recordar asimismo que en Estados Unidos jamás hubo un partido socialista. El
socialismo implica por definición el desconocimiento de la propiedad privada en
pro del bien público. Por consiguiente donde existe una constitución que
reconoce el derecho de propiedad, el socialismo es inconstitucional.
Entonces
arribamos a lo que constituye la mayor preocupación. Si la anterior conclusión
parece un imposible, el resultado del acuerdo podría implicar la aceptación por
parte de Colombia del socialismo del siglo XXI. Sistema que a su vez constituye
una violación de los principios de libertad que garantiza la denominada y
lamentablemente desconocida Rule of Law. Por tanto puedo concluir que el
proyecto de acuerdo con las FARC implicaría la aceptación del proyecto de Chávez, ya puesto en práctica, seguido
por Correa en el Ecuador y también
por Evo Morales en Bolivia.
Al
respecto tampoco podemos olvidar que según la información pertinente, un 70% de
los fondos de las FARC provienen del narcotráfico. Por supuesto ya sabemos que
de esa instancia participa también el Sr.
Chávez, por más que los americanos se empeñen en ignorarlo. Entonces cuál
es el rol que cumpliría el narcotráfico, cada vez más criminal en México, de
ese acuerdo trascendente de paz. “Chi lo
sa”. Entonces voy a insistir en las palabras de Uribe al respecto: “Dos años
de descuidos de la política de seguridad democrática, de recrudecimiento del
terrorismo, y este gobierno piensa que a la paz se llega negociando con un
terrorismo que el gobierno permitió”.
Todo
parece indicar que esta negociación con el terrorismo implica de hecho su
aceptación como tal. Por otra parte los puntos señalados anteriormente al
respecto implican de hecho más que un acuerdo una rendición fáctica. Y dudo
mucho que Castro y Chávez estén dispuestos a aceptar una
rendición incondicional de un movimiento que representa en Colombia los
presupuestos totalitarios de sus respectivas doctrinas totalitarias, hoy implementadas
en Cuba por más de cincuenta años. En fin no lo comprendo y dudo que las FARC
acepten una rendición incondicional, y la aceptación de cualquier
condicionamiento de su parte implicaría la violación de los principios de la
libertad. O sea que pienso que no es más que otro ensayo político para
continuar en la palestra, ante una supuesta legalización internacional del
terrorismo que representan. Por tanto insisto, querría estar equivocado.
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