Por José Luis Milia
Es también el día en que al menos deberíamos obligarnos a
dedicar unos minutos a pensar y rezar por aquellos que hoy pueblan los penales
federales por haber combatido por nuestra libertad.
Y también pedirle a Dios Nuestro
Señor que nos perdone por no agradecer su sacrificio en la guerra y haberlos
olvidado en la Paz
que ellos nos dieron.
Oración de los cautivos
¡Señor!, Tú sabes que nuestro cautiverio se debe a que,
en cumplimiento de un juramento que prestamos ante Ti, fuimos a la guerra para
defender a nuestra Patria.
Muchos pueden pensar que por esto, por ser cautivos, nos sobra tiempo para
rezarte, Pero tu sabes Señor que en nuestro ser más profundo explota a cada
instante la rebelión y aunque nos sobre el tiempo para rezarte, solo Tu sabes
lo que le cuesta rezar a quienes la injusticia y la venganza han privado de la
libertad.
Es difícil rezar, y Tú que nos conoces sabes cuanto cuesta creer cuando uno se
siente abandonado por amigos, por camaradas, por aquellos que nos mandaron a
cumplir nuestro juramento y nos olvidaron en su conveniencia.
Sé que nos comprendes porque desde Getsemaní al Gólgota también Tú supiste del
dolor de la soledad, de los azotes que mordían tus carnes, de la burla y el
dolor de la bofetada, el manto y la corona de espinas. Porque Tu
también en la Cruz
tuviste que gritar tu angustia, tu cólera, tu desilusión, tu amargura:
“Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”
Quizás sea esta la única oración que podamos hacer.
A Ti Señor, Víctima Viva de todas las injusticias humanas, dirigimos nuestro
grito. Humildemente te pedimos que los aceptes como oración de reconciliación
para con los que nos persiguen, los que nos abandonaron y los que nos
olvidaron.
AMEN
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