Uno de nuestros acostumbrados columnistas, nos hizo
llegar su editorial del día de la fecha, su aguda pluma no tiene empacho alguno
en comparar la realidad cotidiana con una antigua comarca donde reina una mujer
maligna, perversa, infame, estafadora, mentirosa, corrupta y que ahora sufre
una rara enfermedad oftalmológica.
15 sept 2012
Definitivamente son, además de ladrones… una recua de infames… Una banda de perversos…
como las hordas de visigodos de Alarico, entrando en Corinto, violando,
asesinando… y arrasándolo todo.
Son bárbaros descerebrados… que tomaron mi República.
Una comarca espléndida.
Allí, la reina … al principio parecía Catalina
Montenegro de Irfan, que había nacido sin ojos… Sin cuencas oculares… lisa y
llanamente.
Pero no…
Supe después… que padecía la llamada “visión de
túnel”… que es la pérdida de la visión periférica… con conservación de
la del centro… de modo que el campo visual, queda restringido casi a un punto fijo.
Ese
punto fijo… le deja ver sólo la riqueza, el poder y la vanidad.
No
hay nada fuera de tales imágenes. No hay
ni siquiera una mínima conciencia de la noción de prójimo.
Ahora
lo tengo un poco más claro …
Una
multitud, le golpeó suavemente la barbacana del castillo…
Gente
silenciosa… sin maquinarias de asedio…
…sin
arietes de rueda… y sin prisa para darle caza… le pintó con una cruz, la torre
de homenaje de su palacio…. y mojando sus pies en el agua sucia de su fosa… le
avisó que vuelve pronto.
Ella está decidida a disimular todo.
Su visión de túnel la inclina a profundizar su aferramiento al
lenguaje visual de símbolos que parece tomar del sarcófago de Keops.
Cada vez son menos las cosas que le deja ver su túnel… Cada vez… se abandona más a su bajas pulsiones.
No ve.
Ni su condición de titular de un consenso muy dudoso, ni su calidad de
inquilina de un poder ectópico, ni su enorme omnipotencia en el mensaje autorreferencial.
Tampoco su intolerancia a cualquier matiz que contradiga la letra fría
de la verdad en un discurso de retórica vacía … que enarbola.
Operaria absoluta de una política que manipula como mercadería en
subasta… lo que no puede comprar… lo dinamita.
Es tan degenerada, tan rechifladamente inmoral que ahora impulsa una
guerra civil. Organiza una provocación absolutamente pirada…
Un zafarrancho de ensayo ambulatorio que jamás podrá lograrse sin
arrastrar lacayos con dinero, con micros y con amenazas.
Los lanzaría en ataque contra sus compatriotas si por ella fuera.
Provocaría un caos de sangre… no se dude.
Esa es… y no otra… su terrible y retorcida mente de caníbal social.
Una chorra, hoy cuasi cercada, que… al ver el escenario complejo que
empieza a prefigurarse… toma rehenes.
Su dominio, inspirado en el poder adquisitivo que ejerce sobre un
territorio plagado de venales… acumula con la compra y estigmatiza con la
enemistad abierta.
Y sus enemigos… entiéndase muy bien esto… siguen siendo los que
piensan diferente, los que no la votaron, los que osaron abrir la boca para
desviarse un milímetro del dogma que decidió implantar… los que escribieron
algún cuestionamiento político… fuese leve o profundo… los que no quisieron
ingresar a ser peronistas del nuevo seudo peronismo… Ese que
fue expulsado de la Plaza, precisamente por no serlo… Y además… los que
ideológicamente se hayan ubicado a su derecha, siquiera por media pulgada.
Pero desde los visillos de palacio… vieron cosas… y para salvar su
visión de túnel… le fueron a informar:
… “Sin arietes de rueda… y sin prisa para darle caza…
pintaron con una cruz, la torre de homenaje del castillo…. y mojando sus pies en el agua de su fosa… nos
avisaron que vuelven pronto”.
La nueva técnica de esta monarca ambliope consiste en una especie de
ironía bizarra y sin estilo alguno, que bascula entre la diatriba indirecta y
la parábola amenazadora.
Hábil hacedora de “magia de lejos”… despliega su arte de punguear
glorias ajenas… de apalear a cualquier tullido, de humillar a los pusilánimes,
de arrear a los borregos y de hacer mucha leña… de los árboles caídos.
Son riesgos que se anima a seguir tomando esta farsante.
…sin arietes de rueda… y sin prisa para
darle caza… pintaron con una cruz, la torre de homenaje del castillo…. y mojando sus pies en el agua sucia de su
fosa… le avisaron que vuelven pronto.
La proclama estrepitosa de algún exterminio, que es hecha a los
gritos, resulta ser un escenario que ella
busca repetir una y mil veces para consolidar, ante la impavidez social, el falso
perfil de la heroína ultramontana cuyo rigor y cuya autoridad, sólo admiten una
de dos respuestas :
- El temor o la veneración…
- Cuando no, la abnegación… que es la hija putativa de ambos y que es… además… “virtud” vergonzosa de los siervos.
Escarmentadora temible de cualquier contrapoder, taita de todas las taitas,
implacable y muy severa admonitora de quienes se atrevan a oponérsele, siquiera
expresando una disidencia de menor cuantía.
Con total objetividad, cuesta entender, la poca o nula dignidad de una
dirigencia empresaria y política temerosa de estos gambitos de compadrona a la
violeta que nos han hecho revivir intensamente a todos, las páginas más
notables de los tangos de Cadícamo.
Esos empresarios, forman parte del paisaje inmediato cuando ella los convoca al atril. Y de allí deviene su miserable
dignidad, entregada oblicuamente a esta monarca sin ningún nivel… a la que
conocen muy bien como secreta comensal
de la farsa.
A esos empresarios, cuyo mutismo tan paradójicamente sonoro pasará a
la historia de esta época de sojuzgamiento… les importa un rábano la herencia
malsana de esa infamia, superior a todo freno ético y sin el menor resuello de
grandeza.
Convertidos en alfombras, vuelven a sus casas a ver a sus hijos sin
que se les mueva un músculo de la cara.
Inmoral por vocación, ella ha elegido el ropaje de la simulación y la
hipocresía para abrevar un poco de valor desde algún aplauso y enmascarar mejor
el enorme susto del que vive transida en su soledad.
Una cáfila encorbatada de bandoleros, en derredor suyo, después de
haber cambiado el matagato por el teléfono celular, escuchan sus hazañas de los años 70 y hacen
esfuerzos por contener su asombro ante esta avezada narradora de cicatrices que
nunca muestra.
Son la hipertrofia pérfida de este peligroso clima de guerra civil en
el gran desierto político que ella ha repujado.
Un desierto en el que hoy germina lo que enfoca su visión de túnel: la más grave fractura social de toda nuestra historia.
Lic Gustavo Adolfo Bunse
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