Como es habitual en los Kirchner ante situaciones políticas
duras o difíciles se refugiaban en su bunker patagónico esperando que la cresta
de la ola volviera a su nivel normal.
Respetuosamente, salvando las distancias, y simplemente
como ejemplo, se trata de un comportamiento similar a un animal salvaje o
alguna alimaña, que ante un peligro, se oculta en su madriguera hasta que este desaparezca y se
vuelva a una situación sin riesgos.
Era
una costumbre del matrimonio Kirchner. Seguramente el ex presidente lo hacía como una estrategia política, mientras
que la actual mandataria casi seguramente lo hace por sus desequilibrios
emocionales, la ya conocida y habitual “lipotimia” de la mandataria.
Es
perfectamente comprensible la angustia y frustración de la presidente ante la
seguidilla de estruendosos fracasos de todo tipo que está cosechando. Mas
cuando alguien conlleva la patología del famoso trastorno bipolar.
¡La
“líder” de los argentinos recluida en
su casa de Rio Gallegos o en su refugio patagónico en Calafate, prácticamente
sin dar señales de vida y casi alejada de los asuntos oficiales!
¿No
debería un Líder, así en mayúscula, estar en primera fila en momentos de crisis, en su puesto de mando,
buscando paliar la tormenta en vez de dejar el manejo de la cosa pública se
arregle sola o en manos de sus reconocidos ineptos segundones?
Estrategia
o enfermedad da el mismo resultado. La
cuestión es no dar la cara.
¿A
que viene este introito? A que en
vísperas de Navidad es desataron en varias provincias y en diferentes
localidades, saqueos
y graves hechos de vandalismo a comercios y supermercados y en el que perdieron
la vida cuatro personas y que
hicieron recordar los tristes y violentos acontecimientos de fines del año
2001.
A
continuación transcribo unos párrafos de un excelente editorial (recomiendo su lectura) de un conocido
matutino al respecto (ref.1):
“…Pero lo más
desafortunado pasó por el sugestivo silencio de Cristina Fernández de Kirchner.
Cuando en vísperas de la Navidad, la ciudadanía podía esperar un mensaje
presidencial que intentara llevar tranquilidad y certezas, la jefa del Estado
optó por refugiarse en la Patagonia y no formuló comentario alguno frente a los
trágicos hechos”.
Más adelante continúa diciendo que “…Se imponía un mensaje tendiente a
pacificar los espíritus alterados, un llamado a poner fin a estériles disputas
y a presuntos odios de clase; en fin, a la reconciliación entre los argentinos”.
En concreto la editorial señala una atinada crítica
a la ausencia de la presidente mientras sus ministros repartían acusaciones por
todos los lados. Un ejemplo característico de
la ausencia de un líder, alguien que maneje y conduzca la emergencia.
Recién cuatro días después de los hechos, apareció
la presidente en la Casa Rosada pronunciando un largo (no podía ser de otra
manera) y embrollado discurso, en donde tocó varios temas saltando de un tema a
otro, sin relación entre ellos, citando porcentajes y cifras, que de los
presentes nadie entendía, y de los televidentes nadie entendía, pero tampoco creía.
Parecía
enojada, molesta y acelerada y sin el menor atisbo de autocrítica habló de los
saqueos producidos la semana anterior, repartió culpas y responsabilidades
entre los sindicalistas, el peronismo, entre otros, y principalmente a los
gobernadores que según ella son los responsables de la seguridad. De esta
manera desligó totalmente de estos acontecimientos al gobierno nacional.
Didáctica
y académicamente un verdadero desastre.
La
presidente debería saber que hablar de
corrido no es precisamente hablar bien. En realidad los que hablan de
corrido frecuentemente confunden sus conceptos.
En
ese popurrí de temas desordenados y confusos y esa larga catarata de palabras
en la que se potenciaba a sí misma, arremetió también contra la Corte Suprema
de Justicia, el Poder Judicial y contra los gobernadores “…que piensan más en las elecciones del 2015 que en su propia gestión…”
Por
supuesto utilizó el acostumbrado latiguillo de los Kirchner “…que detrás de los saqueos se encuentra una
actitud destituyente…”
Llamó
particularmente la atención la soberbia y la insolencia barata con la cual fustigó al Poder
Judicial. Recordó que ella era la que “…juntaba
la plata para que funcione la Justicia…”. ¿Que tendrá que ver esto con lo
que el tema que desarrollaba? ¿Quién sino el Poder Ejecutivo es el que recauda
para el funcionamiento de las Instituciones del país?
Definitivamente
sus discursos dividen cada vez más a los argentinos. Además no solo sus
discursos, sino su proceder y sus actitudes evidencian bien a las claras que Cristina Fernánez no está ni mínimamente a
la altura de sus importantes responsabilidades.
Así
anda el país. ¿Cómo terminará esta tragicomedia?
27-12-12
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
Referencias:
(1) “El sugestivo silencio
presidencial” – Editorial diario “La Nación” -
27-12-12
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