La victoria electoral de Chávez es una derrota para la
democracia en Venezuela, en la República Argentina es un llamado de atención a
no bajar los brazos en nuestra oposición a la RE-REELECCIÓN, no se debe
permitir la reforma de la Constitución –nuestra carta magna prohíbe un tercer
mandato presidencial-, debemos defender nuestra libertad plena y oponernos a
todo recorte o restricción a la misma. También debemos exigir que “la
ley está por encima del poder y que todos debemos ser iguales ante la ley”.
Carteles de la Juventud Radical
La oposición debe dar muestras que está dispuesta a
cumplir las exigencias de la sociedad, hacer una correcta lectura de los
comicios venezolanos y trabajar en concordancia con ese aprendizaje.
Ricardo Angoso (1966, Salamanca), nuestro amigo, es
sociólogo, analista internacional y periodista. Ha escrito, trabajado y
colaborado, en los últimos años, para El Independiente, Diario 16, El Mundo,
Fax Press, Colpisa, La Aventura de la Historia, Safe Democracy, Infomedio,
Atenea Digital, Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo, Historia 16, Radio
Francia Internacional, Radio Exterior de España, Ideas y Debate, NTN 24 HORAS,
Raíces e Historia y Vida.
Durante mucho tiempo ha residido en el extranjero, siendo
un buen conocedor de los Balcanes y habiendo pasado largas temporadas en
Albania, Bosnia y Herzegovina, Hungría, Rumania, Macedonia, Montenegro, Serbia
y Turquía. Como observador electoral de la Organización para la Seguridad en Europa
(OSCE) ha participado en numerosos procesos electorales en una decena de
países. A su vez, ha sido profesor en la Universidad Nacional de Honduras y
becario del Ministerio de Asuntos Exteriores español en Hungría, Rumania y
Turquía. También ha ganado varios premios literarios, entre los que destacan el
Joven y Brillante, el Ciudad de Periana y el Ateneo de Jaén. En la actualidad,
colabora en varios medios de comunicación y es Corresponsal de Cambio 16 en
Bogotá, Colombia.
Libros publicados: Chávez perdió: Honduras se salvó,
Europa a Debate, Kosovo: la herida abierta de los Balcanes, Las próximas
guerras europeas, Kosovo. Las semillas del odio, Rapsodia húngara sobre fondo
rojo y su último libro Jorge Rafael Videla se confiesa. Desde Bogotá nos hace
llegar sus reflexiones sobre las elecciones presidenciales de Venezuela en
2012, las que compartimos con ustedes… nos parecen muy atinadas.
EN DEMOCRACIA, PRIMERA PREMISA: ACEPTAR LAS
REGLAS DEL JUEGO
En democracia la primera premisa básica es aceptar el
resultado de las urnas, sea cual sea el veredicto que las mismas entreguen e
independientemente que el desenlace final no sea de nuestro agrado.
Chávez ha ganado democráticamente en las urnas, y punto;
no hay nada más que decir. Mejor dicho sí: se debería, por parte de la
oposición, hacer una autocrítica seria y
responsable, atendiendo a lo que realmente acontece en Venezuela y menos sujeta
a los análisis de salón que elaboraban las empresas encuestadoras, de la "burguesía", que diría el
candidato gubernamental, y los medios de Miami. Ni hubo fraude masivo, ni el
chavismo estaba previamente derrotado; éramos nosotros los que estábamos
equivocados en la percepción de lo que realmente estaba y está pasando
Venezuela. No reconocer nuestro error, o refugiarnos en pueriles subterfugios,
como ahora hacen algunos, es escurrir el bulto del problema principal: no hemos
entendido la naturaleza de un movimiento que se nutre del fracaso del sistema
político anterior y del alto grado de descomposición social que acosa a este
país.
Es hora de analizar las cosas en profundidad y extraer
lecciones para el futuro, sin estridencias ni fundamentalismos, sino mirando
hacia las "entrañas" de la
oposición y repensando en profundidad si las estrategias utilizadas en los
últimos años para derrotar al régimen fueron las adecuadas. Y, desde luego, en
algo hemos fallado casi todos si nos atenemos al balance obtenido; nos hemos
equivocado y es hora de ser humildes no echando balones fuera, como se dice en
el argot futbolístico.
PRIMERAS DERROTADAS, LAS EMPRESAS
ENCUESTADORAS
Como primera consecuencia que se puede extraer de las
últimas elecciones es que las grandes derrotadas son las empresas
encuestadoras, tanto venezolanas como extranjeras, que emitieron sus estudios
antes y durante la campaña electoral venezolana. Ni una de ellas supo predecir
la gran diferencia de votos que hubo entre el candidato oficialista, Hugo
Chávez, y el candidato opositor, Henrique Capriles; entre ambos hubo más de un
millón de votos válidos a favor del primero y ningún estudio de mercadeo
electoral, incluso de los considerados serios en Venezuela, supo prever la
magnitud de la diferencia entre ambos y sus vaticinios resultaron algo más que
errados.
Si eso ocurrió, y lo digo como sociólogo, es que la
muestra realizada de encuestados no era representativa del censo electoral; no
se efectuaron oportunamente y selectivamente las encuestas atendiendo a los
parámetros socioeconómicos, y, por último, tampoco se supo calibrar hacia donde
iría el voto indeciso –los famosos “ni-ni”-,
que erróneamente eran atribuidos sistemáticamente al campo de la oposición.
Pero, lo más grave, no supieron captar la existencia de un voto “cautivo” del chavismo que en los
últimos momentos emergió contundentemente y decidió el curso de la batalla.
ESTRATEGIA ELECTORAL FALLIDA DE LA
OPOSICIÓN PARA COMPETIR CON EL RÉGIMEN
Luego, como segundo aspecto a tener en cuenta, la
oposición no estableció una estrategia tendente a ganar a los partidarios del
régimen, fielmente adoctrinados tras lustros de discurso único en los medios y “comprados” a través de las dádivas,
prebendas y regalos que se les otorga a través de las famosas “misiones” y otras formas de establecer
el clientelismo reinante en Venezuela.
Los tímidos gestos de Capriles, los llamados a la
tranquilidad y cierto discurso social bocetado en remedos de arengas con
tufillo progre, por no hablar de otros elementos criticables, poco o nada
hicieron para cambiar la invariable tendencia que nadie supo siquiera atisbar
Desmontar un régimen clientelista, como hizo el PAN con el PRI en México,
requiere tiempo, ingentes recursos, habilidades tácticas y ponerse en el lugar
del otro a la hora de votar.
VERTEBRAR Y ARTICULAR UN VERDADERO MOVIMIENTO
POLÍTICO
En tercer lugar, se ha demostrado que con la unidad
retórica no se consigue avanzar y dar el "sorpasso"
definitivo, es decir, hace falta crear una verdadera fuerza política que sea el
motor vertebrador y articulador de toda la oposición democrática. Chávez ha mostrado en estos años que tiene un
movimiento detrás capaz de movilizar al electorado, organizar una campaña y
ganar la batalla final. Hay que abandonar los personalismos, ponerse a
construir un verdadero movimiento democrático al estilo del de Chávez y consolidar un liderazgo de cara a las
próximas citas electorales. Quizá con ese movimiento no se ganen las próximas
elecciones, pero se sentarán las bases para el futuro y quizá se podrá dar la
contienda en igualdad de condiciones. No digo que con ese movimiento se vayan a
ganar con toda seguridad las próximas elecciones, pero seguramente sin esa
organización no se ganen nunca.
ESCASO ÉXITO EN LOS ESTRATOS SOCIALES MÁS
BAJOS O POBRES
Por último, y como factor a destacar que no se puede
obviar, es claramente constatable que la oposición no consigue calar en los
estratos mayoritarios, como las clases bajas y pobres. En esos sectores, la
hegemonía del régimen y de su máximo líder es total. La oposición democrática
tendrá que salir de sus cuarteles y ser capaz de dar la lucha en esas zonas,
bajar a los arrabales y favelas de las afueras de Caracas para arrebatarle sus “nichos de mercado” al chavismo. De lo
contrario, el proyecto acabará pereciendo y el régimen tendrá en la inacción de
sus detractores su mejor arma.
REARME POLÍTICO SIN DESMORALIZACIÓN
La oposición democrática no puede desmoralizarse ahora ad
portas de otros procesos electorales, como las elecciones a gobernadores, sino
que tiene rearmarse políticamente, dotarse de nuevas estructuras políticas y
consolidar un liderazgo colectivo, que, dicho sea de paso, no lo hubo en las
últimas elecciones.
Y, en esa dirección, tiene que hacer autocrítica,
elaborar un programa con contenidos serios y dando respuestas a las demandas de
los ciudadanos y evitar la tentadora tendencia a la atomización que es la
consecuencia subsiguiente de toda derrota electoral. No es hora de bajar la
guardia, ni de echarse a los montes de la radicalización política, sino de
sentarse a repensar el futuro haciendo una necesaria reflexión con respecto al
pasado y examinando en qué se fracasó. Parafraseando al general francés Charles de Gaulle desde su exilio londinense
tras la caída de Francia en las garras de Hitler, Venezuela ha perdido una
batalla, pero no la guerra. Y la “guerra”
sigue; seis años en política son una eternidad y el grado de descomposición
social y económica del régimen es tan agudo que es más que seguro que el
próximo mandato del presidente Chávez no será, desde luego, un paseo triunfal.
Incluso no descartemos sorpresas, cuando no sobresaltos, y cambios políticos
inesperados. Atentos.
Ricardo Angoso
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