La ansiedad me
inundaba, era la víspera del día que los futuros condenados en el mega juicio
debíamos presentarnos para recibir instrucciones relacionadas con el desarrollo del evento judicial, más trascendente, en la que se involucra a la
ARMADA y que juzgaran alrededor
de 69 personas de todas las jerarquías,
incluso civiles.
Por coincidencia
con la presentación, la noche anterior
recibí un correo que me conmovió y me transportó a aquellos ardientes años, cuando
todos estábamos en peligro, especialmente los uniformados y sus familias, a los
que los grupos terroristas señalaban
como blancos, y previa inteligencia de sus hábitos y por sorpresa, alguien podía ser acribillado al salir de su casa, ser secuestrado, o volar
por el aire por la explosión de una bomba.
En el mail referido
tenía como título:
“SIGNIFICADO
POLÍTICO DE UN TRATO DIFERENTE”
En el que se
mostraban dos fotografías:
1) La de PAULA LAMBRUSCHINI, hija del ALMIRANTE
ARMANDO LAMBRUSCHINI, fallecida por el efecto de una bomba puesta por una célula
terrorista en un departamento lindero que, además, produjo el fallecimiento de
otras personas inocentes incluyendo una anciana.
Su
padre es uno de los 176 presos políticos muerto
en cautiverio.
Este atentado
deleznable hoy solo lo recuerdan algunos camaradas y como no se difunde entre la población, se mantiene ignorante de
los hechos terroristas del pasado.
2) La otra era una
terrorista, que pertenecía a la célula que había puesto la bomba mencionada, y
que había sido indemnizada con u$s 250.000 y además
figura en el epitafio de la memoria (¿quizás por el asesinato de Paula y
otros inocentes?).
Es evidente que esta
actitud política, solo sirve para mantener abiertas las heridas, para que una
lacra humana siga medrando con los muertos, y la judicialización de los
militares con la esperanza de seguir recaudando para las arcas de los
miserables.
En el transcurso de
la reunión, tuve contacto con muchos camaradas que hacía mucho tiempo que no
veía, lo que me causó una emoción que me estrujo las entrañas, allí estábamos
todos los que vamos a ser condenados acompañados por nuestros familiares
garantes, todos los que fuimos gallardos marinos orgullosos de servir a la
PATRIA.
Estábamos allí
vestidos con lo mejor que nos permite el
magro e injusto retiro que recibimos como parte del castigo anticipado por el poder
vigente.
Pude observar el
deterioro de la salud de la mayoría, sin lugar a dudas por el efecto de 9 años
de persecución, procesados y presos sin condena, y la negación de todos los
derechos jurídicos universales que corresponden a una República.
Pero lo que más me afectó, fue cuando a uno de estos camaradas
le comentaron que el juicio podía durar por su dimensión hasta 4 años.
El replicó -¡tengo cáncer!, - o sea que es poco
probable que llegue al final de esta parodia de juicio.
Esa confesión me
estremeció en lo más profundo de mi alma
y me incentivo a escribir estas líneas, porque
el promedio de edad de los futuros condenados es de 82 años y por la
cronología lógica de la vida, por las enfermedades propias de la edad,
agravada por las persecuciones y los
sufrimientos compartidos con las familias (algunos han perdido a sus esposas)
durante una década, es muy probable que una cantidad importante de sentenciados
prematuramente no lleguen al final; de esta mascarada.
No descarto
incluirme.
Los Jueces, fiscales
y los integrantes del tribunal oral, cumplen con el deber de juzgarnos como
poder independiente de la República, poniendo en ejecución una de las pocas
políticas de estado que estableció el poder político que, con mucho celo,
supervisan e intervienen, agrupaciones con intereses ideológicos y dinerarios
que rodean este circo.
Pero señores jueces,
señores fiscales que tendrán el
privilegio de condenar despojos humanos torturados por años de acoso y
persecución, mala atención sanitaria, en particular aquellos que todavía están encarcelados
en los penales, con sin unidad coronaria y administrado por una mente resentida
que maltrata y acosa a los detenidos de “lesa”, como nos rotulan en el ambiente
penitenciario.
¡NO OLVIDEN! Que: Una
causa con tantas aberraciones jurídicas,
el día, quizá no tan lejano, que el factor ideológico vigente desaparezca,
los supérstites a estos juicios o sus
herederos pedirán con vehemencia, por tanta bronca acumulada, la
investigación de tantas acusaciones
falsas, la negación de excarcelaciones a pesar de las prolongadas prisiones
preventivas , negación del principio de inocencia, irán por la cabeza de todos
los partícipes e ideólogos de tan
grotesco proceso jurídico, y, seguramente, no serán recordados como héroes por
haber juzgado a un grupo de gerontes, a quienes les aceleraron la muerte, sino,
más bien como, verdugos.
Ni siquiera el
siniestro inquisidor Tomás de Torquemada,
de los mas crueles inquisidores de la Edad Media, se animó a juzgar o torturar a los ancianos
en aquellos oscuros años.
Lamentablemente, se
mantendrán, en la Argentina las heridas
abiertas para continuar con los ciclos del eterno retorno en el camino de la involución
social y económica.
El poder político no
puede ocultar su esencia de maldad diabólica para ensañarse de esa forma con
viejos que fueron juzgados en pésimo estado de salud postrados en camillas , o con tubos de
oxígeno siempre exigiendo su presencia en esas precarias condiciones, esto me lleva
a condensar tal actitud en una estrofa de José de Espronceda que dice:
Me
gusta que al Averno
Lleven
a los mortales
Y
allí todos los males
Les
hagan padecer.
Les
abran las entrañas
Les
rasguen los tendones
Rompan
los corazones
Sin
de ayees caso hacer
Para concluir, pude
ver reflejado en los ojos de cada uno de
mis camaradas, la angustia, la opacidad de la desesperanza, la tristeza de saber
que seremos protagonistas de una comedia judicial, para satisfacer la
venganza de los miserables, y que la
mayoría de nosotros ya estamos condenados a muerte con la seguridad de que muchos
somos inocentes.
Si consideramos el
pensamiento del marqués de BECCARIA,
uno de los paladines de la juridicidad
moderna, que decía:
“SOMETER A UN
DETENIDO A UN ENCIERRO PROLONGADO, ES PEOR QUE UNA SENTENCIA DE MUERTE”.
“Estamos
condenados a muerte”.
Quedará grabado en la
historia judicial Argentina como:
“EL MEGA
JUICIO DE LOS MUERTOS VIVOS”
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