Lo
que aquí dejo expresado no es más que un sentir genuino de la mayoría de
nuestra sociedad. Mi intención es puntualizar algunos aspectos de este
compromiso que tenemos los ciudadanos argentinos de restablecer la Constitución
Nacional en valores para la nación. Cuando digo tenemos los ciudadanos me refiero
a TODOS, a recuperar un campo
innegable de participación y de coraje
cívico en los cuales la dimensión de la conversación de lo político tiene que
ser restablecido como una práctica constitucional, cívica y republicana. Esto
último es imprescindible para recuperar el país que perdimos. Nuestra calidad
de vida no se agota frente a una Urna sino que para elevarla debemos mantener
nuestros ideales y nuestras esperanzas.
Las
Instituciones que, como tales, han colapsado en el vaciamiento de sus
funciones, en la independencia de sus poderes, en la vocación de servicio a la
ciudadanía, han sido coartadas y tomadas como rehenes para que, una vez en el
poder, sea apropiado para servirse de las mismas a los efectos de acrecentar
considerablemente los patrimonios y heredades, de aquellos que exhiben el poderío, relegando los más sublimes
objetivos de la nación. Esto está plasmado como un profundo sentir popular y
genera, con gran certeza, inmensa impugnación.
Así como
la mayoría de la ciudadanía no mantiene su vida mediante la rapacería ó la
limosna, sino por su propio esfuerzo tampoco busca obtener su felicidad a
través del daño o el favor de otros sino por sus propios logros.
Así
como no hay contradicciones en sus valores, ni conflictos entre sus deseos,
tampoco hay víctimas ni compromisos de interés entre hombres racionales,
hombres que no desean lo no ganado y no ven a otro con intenciones caníbales,
hombres que no hacen libaciones ni aceptan inmolaciones.
Esto
me lleva a repreguntarme: ¿Qué obligación MORAL
tiene la señora Presidente hacia sus
semejantes? NINGUNA.
Solo
la comprometen a Ud. sus objetivos materiales y el beneficio de obtener todo lo
que exista de cualquier manera.
Nuestra
naturaleza social requiere un trato por medio de la RAZÓN hacia y entre los hombres.
Para
ganar o vencer, un ciudadano, no usa más que la lógica y la ética y no se rinde
ante nada más. Ya no entrega fácilmente su negocio, ni su lógica, ni su moral,
ni la razón y evita la gente que sí negocia hasta su Alma haciéndolo evidente
con estruendoso sentir.
Cada
día esta ciudadanía, que despierta, toma como único valor que se puede ofrecer
el trabajo y su mente.
Desprecia
la interposición de amenazas de destrucción por parte de este régimen, viendo
en ella la negación de supervivencia; se niega a ser forzada a actuar contra su
propio juicio, pues es exigirlo a actuar contra su propio sentido.
Señora Presidente, ¿por
qué ante cualquier causa o finalidad, inicia Ud. el uso de la fuerza actuando siempre
bajo una sola premisa: la destrucción o negación de la capacidad de inteligencia de nuestra
ciudadanía. Acaso su mente la ha convencido de su derecho a forzar todas las
mentes?
Señora, fuerza y mente
son opuestos. Señora, la MORAL termina donde comienza su amenaza
que como un arma letal apunta a su objetivo.
No
puede haber “DERECHO” para destruir, en definitiva, la fuente de los
derechos. Única vía para juzgar lo correcto y lo equivocado de la mente y las
acciones.
Señora, no se puede
forzar a un hombre a renunciar a su mente, ni a sus derechos y mucho menos a su
LIBERTAD, para aceptar su voluntad
como sustituto, con amenazas, con terror pues está Ud. entonces, intentando
existir desafiando la realidad. Esta realidad exige raciocinio, mientras su amenaza
atenta contra su permanencia.
Señora, su “realidad” nos amenaza todos los días,
ya que no actúa de acuerdo a su juicio racional. Nos lleva violentados a un
mundo en el que el precio de la vida es la renuncia a todas las VIRTUDES requeridas y que esta sociedad
no está dispuesta a mudar.
Señora, sus amenazas
se han convertido en poder reinante. Es su argumento “ganador”, según su propia óptica, sobre esta sociedad que hace
tiempo le está diciendo BASTA. BASTA de ultimátum. BASTA de tu mente o tu vida.
Señora, esta sociedad
que se ha puesto de pié, no comparte su malquerencia y mucho menos se sumerge
en sus concepto de “ética y moral”.
Señora, Ud. es libre y
tiene derecho a elegir.
No
pida a esta ciudadanía que elija, pues nuestra LIBERTAD NO ESTÁ EN VENTA.
CRUZADA CONSERVADORA
Fernando A. Castro Pintos
(secretario) castropintos@yahoo.com.ar
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