jueves, 31 de julio de 2014

INSEGURIDAD PARA TODOS, A TODA HORA Y EN TODO LUGAR

En ninguna zona de la Capital y el conurbano se está a salvo de la imparable ola delictiva, como lo prueban los graves hechos recientes
  

Ya no hay zonas peligrosas en materia de seguridad en la Capital y el conurbano. Ni horarios más favorables al delito violento, ni sectores sociales más desguarnecidos o protegidos que otros. La verdad, la triste y dolorosa verdad, es que, hoy, a cualquier hora del día y de la noche, cualquier ciudadano, sin importar su edad y condición ni en qué zona de la ciudad de Buenos Aires o del conurbano se encuentre, es una víctima potencial de un delito, generalmente violento, y en el que es posible que pierda la vida o resulte herido.


Veamos unos pocos casos, como el secuestro del padre del futbolista Carlos Tevez, anteayer, a las 8.28, a escasos metros de la Autopista del Oeste, en Haedo Norte, partido de Morón. Comenzó como un simple robo de la camioneta. Simple porque en la actualidad un robo sin violencia es, prácticamente, un golpe de suerte dentro de la escala delictiva en la que todos somos víctimas de hecho o potenciales. Pero cuando los asaltantes advirtieron la identidad del hombre, regresaron sobre sus pasos y secuestraron a su víctima.


Hubo cerca de diez llamadas extorsivas, desde la primera comunicación en la que los delincuentes exigieron hasta cuatro millones de pesos, hasta que finalmente se conformaron con los 400.000 que permitieron la liberación del secuestrado, cinco horas después. La liberación fue obra del pago del dinero y no del cholulismo mostrado por el secretario de Seguridad, Sergio Berni, y otras autoridades, quienes, por tratarse del familiar de alguien famoso, multiplicaron sus declaraciones a la prensa prometiendo remover cielo y tierra o, como dijo Berni, buscar "hasta debajo de la cama".

El escenario del secuestro debería ser objeto de una constante vigilancia policial porque en los últimos dos meses recrudeció allí la cantidad de secuestros, denunciándose uno por día. Es notorio el incremento respecto del año pasado, cuando se registraron 51 secuestros, mientras que en los siete meses transcurridos del presente año la policía intervino en 70 casos.


A ello hay que sumar la denominada cifra negra, conformada por los secuestros que, ante el temor de los familiares, no se denuncian a las autoridades. Todos los integrantes de todas las bandas actuaron a cara descubierta y, en la mayoría de los casos, ejercieron violencia física sobre sus víctimas, como la aplicación de la picana eléctrica, por lo cual algunos secuestrados, tras su liberación, debieron permanecer internados durante varios días para recuperarse.


Pocas horas después del hecho protagonizado por el padre de Tevez, un ciclista de 25 años fue asesinado a balazos en la mañana de ayer en un sitio hasta ahora inusitado como escenario de la violencia delictiva: la esquina de la Avenida del Libertador y Federico Lacroze, en el barrio porteño de Palermo. La hipótesis más firme que barajaban los investigadores para el móvil del crimen es la del intento de robo de su bicicleta por parte del asesino, quien le habría dirigido tres disparos en la cabeza ante la resistencia que opuso el joven. El asesino se dio a la fuga.

La violencia irracional ejercida por los delincuentes no cesa de aumentar. ¿Desde cuándo una bicicleta vale una vida humana? Igual de preocupante es la enorme cuota de sadismo que ejercen los delincuentes. Desde ya, no nos encontramos ante un fenómeno nuevo. La novedad, en todo caso, radica en el incesante aumento de la cantidad y gravedad de los delitos.


El fenómeno no deja de crecer y esto obedece al desinterés de las autoridades nacionales, provinciales y comunales, desinterés que a veces se confunde con el afán de negar el fenómeno. En su segundo informe ante el Senado en su calidad de jefe de Gabinete, Jorge Capitanich se molestó ante la pregunta del jefe del bloque radical, Gerardo Morales, sobre la tasa de inseguridad. "Eso no existe, existen los delitos", afirmó, y se refirió al "volumen radial y televisivo", al tiempo que negó variaciones de carácter sustancial en los homicidios dolosos y subrayó "el impacto de los medios en la constitución de la agenda de la sociedad".


Hace ya mucho tiempo que en esta columna sostenemos que es indispensable enfrentar la delincuencia diseñando y consensuando entre LA NACION, las provincias y las comunas una estrategia pragmática, no ideológica, madura y cimentada en los más modernos avances de la criminalística. Debe cesar de una vez por todas la política de la improvisación constante y de la ceguera voluntaria que nos ha conducido al actual drama, cuyo fin no está a la vista. Prueba de ello es que, como ha señalado el especialista Alejandro Föhrig, en los últimos 21 años hubo 21 ministros de Seguridad bonaerense. La creciente cantidad de hechos delictivos protagonizados por efectivos de las fuerzas de seguridad y policiales señala la urgencia de proceder a una depuración en las filas de esos organismos indispensables, pues el Estado debe monopolizar el uso de coacción violenta a fin de reprimir los delitos.


La inseguridad que hoy nos abruma a toda hora y en todo lugar pone en peligro la vida de cada uno de los integrantes de nuestra sociedad. Como ante la realidad del narcotráfico, si las autoridades no reaccionan, deberá ser la sociedad la que se lo exija.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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