Los mismos obispos
han advertido que el narcotráfico se propaga con la complicidad de ciertos
políticos que-agrega este periodista-sujetan la bandera de la corrupción.
Por Leandro Gasco
La corrupción es como
uno de esos horrendos monstruos que aparecen en las películas de terror. De a
poco fue alzando sus brazos y mostrando sus temibles garras, expandiéndose por
toda la Argentina. Es definitivamente la madre de todos los males porque
destruye el progreso, la esperanza y cualquier deseo de crecimiento en esta ex
república, hoy desajustada a derecho.
Consecuentemente
mientras el dinero compra voluntades es enorme la lista de pueblos sumidos en
el narcotráfico donde la vida de los habitantes se sume en una pesadilla que
nunca termina.
Muchos jóvenes viven
en un clima de violencia tal que matan a los policías por encargo como si fuese
un trabajo más: barrer la calle o vender caramelos en un kiosco.
El Estado no brilla
por su ausencia sino que oscurece el horizonte porque sería el principal
cómplice. Los mismos obispos han advertido que el narcotráfico se propaga con
la complicidad de ciertos políticos que -agrega este periodista sujetan la
bandera de la corrupción.
El matar por encargo,
robar para drogarse o encontrar gente asesinada y tirada en las zanjas junto a
animales sarnosos, enfermos y desnutridos son parte de ese cementerio al estilo
Freddy Krueger en muchos lugares de la Nación .
Es verdad que en la
Argentina donde crecen las villas de emergencia también hay gente honesta pero
lamentablemente cada vez son más los que han entrado en el fantasma desolador
del narcotráfico que les corta piernas y brazos, imposibilitándolos a la hora
de tomar decisiones por cuenta propia.
Cientos de jóvenes
habitantes de los asentamientos parecen robots sin baterías y viven de balacera en balacera a cambio de
más droga y unos pesos.
La corrupción ha
infectado casi todo el país, ha minado toda la geografía, por lo que son muchos
los desgraciados ejemplos de la misma, visibles en todos los oficios o
profesiones.
Esta enfermedad cruel
que busca hacer desaparecer el remedio en extinción de la honestidad ha
levantado un paredón con maliciosos ladrillos de progresismo.
Cuando se premia lo
incorrecto y cunde el desacertado ejemplo, se favorece la destrucción de una
sociedad que en parte está enferma.
Un director de una
escuela que arreglaría para sobredimensionar precios con el proveedor pagando
más cara la merienda de los chicos, brindándoles productos de desechable
calidad y quedándose con el dinero que recibe de un organismo estatal; un
hospital público que sobrefacturaría insumos o vendería a privados aparatología
o medicamentos que por pertenecer al Estado son de todos.
Diputados y senadores
que recibirían altas sumas dinerarias a cambio de votar lo que el Ejecutivo
ordena sin medir consecuencias en la población; obreros que trasladarían
elementos que son propiedad de la fábrica a sus viviendas particulares para
luego revenderlos y hacer un extra; contadores que a cambio de una buena paga
arreglarían con la Administración de Ingresos Públicos para disminuir
impuestos; abogados que utilizarían estrategias impensadas y se venderían al
mejor postor con fines inconfesables; clínicas que serían reductos de la muerte
porque entrarían en el negocio de la venta de órganos y mandarían al otro mundo
a pacientes que tendrían que colocarse prótesis que otorgarían obras sociales
afines a determinado gobierno; funcionarios que pondrían a sus hijos al frente
de empresas paralelas que se beneficiarían con negocios millonarios del Estado
y/o con otros países donde el populismo está de moda, tanto que en el exterior
serían sindicados como testaferros de presidentes sudamericanos; empresas paralelas;
negocio de obra pública; vista gorda para las zonas liberadas de droga, crimen
y narcotráfico; periodistas que instalarían temas y harían honor al veletismo
como deporte nacional, colegas que condenan su prestigio y suicidan su
reputación asegurando sin vacilar la veracidad de hechos y situaciones falsas,
mandados por organismos de inteligencia, gobiernos u organizaciones no
gubernamentales financiadas desde adentro o fuera del país.