jueves, 19 de julio de 2018

HÉROE MUERTO EN COMBATE - 19 DE JULIO DE 1976


Hoy se cumplen 42 años de la muerte heroica del Capitán Juan Carlos Leonetti, cayó en combate contra el terrorista Roberto Mario Santucho quién fue abatido en esa oportunidad.


El Capitán Leonetti fue ascendido post mortem al grado de mayor, recibió la condecoración “Muerto Heroicamente en Combate”… y fue olvidado por el pueblo de la República Argentina.

Estaba casado con la señora María del Carmen Viola y era padre de 3 hijos, a quienes dejó huérfanos, acompañémoslos en su dolor con una oración en su recuerdo.

EL LEGADO DE MANDELA


 

El 18 de julio 2018 se cumplieron cien años del nacimiento de Nelson Mandela, activista y político sudafricano, que lideró la resistencia contra el Régimen  de discriminación racial, política, económica, cultural, y territorial  de la población negra de su país, denominado “apartheid”. Como consecuencia de su abnegada lucha fue condenado a prisión perpetua.


Luego de más de veintisiete años  de cautiverio, en 1990 se le concedió la libertad. Fue entonces que lejos de buscar la  venganza y promover el odio hacia los blancos, se abocó con el Presidente  De Klerk y bajo la inspiración teológica de Monseñor Tutu que promovía la reconciliación y el perdón, a un proceso de desmantelamiento del apartheid  y transición hacia una democracia interracial, proceso que culminó con éxito con su designación como Presidente en 1994.


Conjuntamente con otros líderes mundiales, campeones de la lucha contra la injusticia, como Gandhi y Luther King, nos dejó como legado el ejemplo de que con el diálogo, la tolerancia y el perdón es posible alcanzar la paz, la concordia y la unidad de los pueblos que han sufrido el flagelo de las guerras internas.

Argentina , que aun no ha logrado cicatrizar las heridas de la guerra interna que padecimos en las décadas de 1960/70/80, espera aún la aparición de líderes religiosos y políticos, que asumiendo con coraje el legado de Mandela, conduzcan al País por un sendero de diálogo, tolerancia, reconciliación y perdón  en pos de la Unión Nacional.

Juan Miguel Giuliano
General (R)

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

lunes, 16 de julio de 2018

EL GENOCIDA VIRTUAL


En diciembre de 2017 el señor Capitán de Navío de I.M. (RE) Eugenio Bautista Vilardo le respondió a la ex senadora Norma Morandini sobre su artículo “Democratizar nuestros corazones”, publicado por Clarín el 5 de diciembre del mismo año. En su respuesta puso en evidencia una de las tantas acusaciones sin pruebas que ha presentado con documentación fehaciente, y que no han sido consideradas por la justicia. También le dijo que más que democratizar los corazones, deberíamos ser capaces de unirlos. Hacía muy poco que el Capitán Vilardo había sido sentenciado a cadena perpetua.

En un nuevo escrito nos explica el triste destino de un inocente acusado de cometer delitos inexistentes, él siente que por un “genocidio virtual” es un condenado muerto político.


Una nueva categoría de delito se agregará próximamente al código penal argentino: el genocidio virtual.

País bizarro el nuestro, con una justicia que no deja de sorprendernos. Casi al mismo tiempo que en el “Honorable Congreso de la Nación” juraban dos nuevos senadores investigados y hasta condenados por múltiples causas judiciales relacionadas con alta corrupción, el Tribunal Oral Federal 5 me dictaba sentencia a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad que no cometí y de cuya autoría no hay prueba alguna.  

De las 800 presuntas víctimas y testigos que pasaron por el Tribunal durante los siete (¡!) años de audiencias y testimonios que se llevaron a cabo durante mi juicio, ninguna persona declaró conocerme.

A través de documentación fehaciente que fue oportunamente presentada al Tribunal, quedó debidamente aclarado y demostrado 1) que nunca estuve en la ESMA ni destinado, ni en comisión (en el período en el que se me acusa estuve en el extranjero), 2) que no me desempeñé en ningún grupo de tareas ni participé en ninguna acción de combate, 3) que por mi jerarquía y función no tenía ningún poder de decisión y 4) que no figuraba en ningún organigrama que demostrara mi actuación en actividades de combate antisubversivo.

A pesar de las numerosas pruebas presentadas en mi defensa, después de once años de prisión preventiva, fui condenado a prisión perpetua por asesinar y torturar a cientos de personas con las que jamás tuve contacto, y por apropiarme de niños de cuya existencia jamás tuve conocimiento.

He aquí pues la flamante figura del genocida virtual, una nueva especie de supervillano que puede secuestrar, torturar, asesinar, apropiarse de niños sin contacto humano ni poder de decisión, mediante algún superpoder extrasensorial o gestión telepática, o mediante el uso de magia negra, quién sabe, o algún rito de transposición de cuerpos que me resulta imposible conjeturar.

Lo más curioso de esta nueva figura es que desde su nacimiento es culpable AÚN CUANDO (ya ni siquiera “hasta que”) se demuestre su inocencia.

Así es como en el interregno hasta mi condena (12 años de prisión preventiva, de los cuales seis transcurrieron sin juicio ni sentencia) me fueron negadas todas las garantías constitucionales en todas las instancias: desde la excarcelación hasta la posibilidad, en un momento dado, de ser atendido por mi propia obra social.

El doble estándar con el que actúa la justicia argentina en el tratamiento de los encausados y en la aplicación de sus sentencias me remite al concepto de “modernidad líquida” desarrollado por Zygmund Bauman, en el que individuos, acciones e instituciones son “flexibles” y pueden adaptarse al molde político o social que los contiene. Los valores sólidos (justicia, constitución, etc.) pueden ser ignorados y reemplazados por valores “líquidos” que se adaptan a la conveniencia de las autoridades o juristas de turno.

En esta justicia “líquida”, los jueces y fiscales fascioderechohumanistas imponen argumentos postmodernistas para torcer conceptos judiciales básicos del derecho penal argentino y el internacional, declarar la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad (que no estaba contemplado en nuestros códigos) y poder llevar adelante una justicia paralela para satisfacer la sed de venganza de los peores actores que desquiciaron nuestra República.

Esta mezcla berreta de conceptos posmodernistas da como resultado lo que yo denominaría GROUCHOMARXISMO JUDICIAL; "si esta sentencia no te gusta, no te preocupes, tengo otras mejores".

Así las cosas, la "líquida justicia argentina", instrumentó una perversa, aviesa y retorcida "PENA DE MUERTE" o mejor dicho un "PLAN DE EXTERMINIO", lento y doloroso para la mayoría de los uniformados que fuimos seleccionados para montar el patético circo judicial al que estamos sometidos. Un verdadero bochorno que algún día saldrá a la luz, cuando alguien con convicción y valentía se anime a auditar la vergüenza que fueron los juicios de lesa humanidad, avalados por "políticas de estado" que no hacen sino cortar el hilo moral que establece la constitución.

Hoy cumplo 81 años y doce de genocida virtual, privado injustamente de mi libertad por un poder judicial acomodaticio y servil, que eterniza recursos y procesos para prolongar la tortura y satisfacer el miserable deseo de venganza de un grupo.

He demostrado fehacientemente mi inocencia. He cumplido con cada uno de los pasos que requirió la justicia. A lo largo de todos estos años no se me ha otorgado ninguna garantía, ni siquiera la presunción de inocencia. Se prolongan indefinidamente los plazos de apelación y el tiempo se agota…

Es por eso que hoy, desde este cadalso de encarnizamiento jurídico al que me condenan, lanzo un desesperado grito de auxilio a los ciudadanos de la patria y denuncio un sistema judicial aberrante, maligno y vengativo que me condena a la muerte en vida.

Eugenio Bautista Vilardo
Capitán de Navío I.M.
Condenado a Muerte Político

¡QUÉ MINAS!


"Una gabardina colgada del perchero ha
conservado la forma del cuerpo ausente".
Dolores Soler-Espiauba

Aunque muchos se lo suplicaron en diciembre de 2015 y a principios de 2016, los asesores de Mauricio Macri lo convencieron de que sería contraproducente describir con precisión la situación económica y social que Cristina Elisabet Fernández le había dejado en reemplazo de la banda presidencial y del bastón de mando, y así se perdió una oportunidad histórica: entregar formalmente a la sociedad un croquis detallado que le permitiera transitar con alguna seguridad a través de ese inmenso campo minado.

Sin embargo, nadie podía prever que, mientras caminábamos aterrados por la posibilidad cierta de una explosión, del cielo cayeran bombas aún más destructivas: la sequía que trajo La Niña y las inundaciones que, conjugadas, llevaron a una sideral pérdida de nuestras cosechas. En cambio, sí resultaba previsible que las políticas comerciales de Donald Trump -"USA first!"- trajeran aparejada una revalorización fuerte del dólar y un aumento progresivo de las tasas de interés norteamericanas, que se transformaron en una gigantesca aspiradora de los fondos mundiales que, mientras subsistían tasas casi negativas, habían buscado lucrar en los mercados emergentes y de frontera, como era la Argentina.

Al frente de un país como el nuestro, cuyo Estado gasta muchísimo más que lo que recibe, no genera los dólares comerciales por exportaciones capaces de corregir tanto déficit ni el ahorro interno necesario para financiarlo, que mantiene una presión tributaria record sobre el sector formal (el otro evade sin medida) y una inflación cercana al 30% anual, y que carece de moneda propia (aquí el peso no es un refugio de valor), el Presidente optó razonablemente por aplicar una receta de corrección gradual de los gravísimos problemas heredados.

La alternativa, el ajuste inmediato de tantas variables desacomodadas a propósito por su antecesora, fue dejada de lado por la conmoción social que, sin duda, hubiera provocado. Para comprobar este aserto basta con recordar qué sucedió cuando se puso en marcha una más que tibia reforma previsional o se incrementaron las tarifas de los servicios y de los combustibles, sobre todo a la capital y el Conurbano.

Entonces, se recurrió a los mercados voluntarios internacionales de crédito que, como dije, estuvieron encantados de prestarnos dinero mientras no existían otras posibilidades mejores y de renta segura; cuando éstas aparecieron, salieron corriendo pese a los altísimos rendimientos que aquí les ofrecemos. Esa fuga fue, precisamente, la que provocó la crisis cambiaria que soportamos hasta hace quince días, mucho más fuerte -por nuestra permanente fragilidad- que las que sacudieron a las demás economías en todo el mundo.

Nuestro pobre peso -sólo una unidad de intercambio-, que venía con un claro atraso comparativo, se devaluó como ninguna otra moneda regional, si se excluye al bolívar de la asesinada Venezuela, y ello pese que, cumpliendo su compromiso, el Gobierno no emitió, como hizo el kircherismo para enmascarar sus permanentes desaguisados.

Y así llegamos al FMI que, con el inmenso apoyo internacional que recoge esta administración, nos sacó un poco las papas del fuego. Pero, como se dice, no hay almuerzo gratis, y ahora hemos llegado al momento en que debemos dejar de lado los modos graduales de reducir el gasto público y el derroche al que los argentinos somos tan afectos. Ahora, Macri debe aplicar recetas duras, aunque ya no cuente con la popularidad que lo llevó a ganar en 2015 y 2017, que le hubiera permitido sortear con mayor tranquilidad el temporal que viene con vientos fuertes: la economía enfriándose, una inflación indomable que este mes superará el 3% y los coletazos que llegarán desde lejanas playas por la guerra comercial pronta a desatarse entre Estados Unidos y China, que hará temblar al mundo entero.

La tormenta social es inevitable, pero eso no me impide preguntarme cuál es la receta que aplicarían para alivianarla quienes protestan todos los días en la calle, quienes se resisten al achicamiento de la planta de empleados estatales, quienes se rasgan las vestiduras por los aumentos en los precios del transporte, del gas, de la electricidad, de la nafta o del gasoil, o los periodistas que se desgañitan quejándose del Gobierno.

Sergio Massa y su equipo, que recientemente presentaron un pseudo plan económico, confirmando la validez del teorema de Baglini obviaron maliciosamente explicarnos de dónde saldrían los fondos necesarios para continuar subsidiando todo eso; y lo mismo hacen tanto las restantes tribus peronistas cuanto los movimientos insurreccionales de izquierda.

Señores: o nos ponemos serios o llegará a la Casa Rosada un símil de Nicolás Maduro para expropiar todas las empresas, propiedades y campos, para enriquecer a su claque incondicional y para, cuando hasta eso se acabe, hambrear a la población y sumirla en la desesperación más absoluta, como prueba el masivo éxodo de venezolanos que llegan en masa a los países de la región. Pensemos que, a pesar de flotar sobre un inmenso mar de petróleo, el chavismo ha producido esa gigantesca catástrofe humanitaria que hoy obliga a sus ciudadanos a abandonar todo para no sucumbir ante las enfermedades y el hambre.

No se trata de recurrir al viejo apotegma -"yo o el diluvio"- sino de un hecho casi físico: alguien debe pagar tanto disparate, y ese alguien hoy no existe; no hay, ni siquiera entre los propios argentinos, quien esté dispuesto a enterrar aquí sus ahorros para que sigamos transitando este insano camino de gastar más de lo que tenemos. Si aumentamos los impuestos, ahogaremos aún más nuestra economía; y si no pagamos lo que nos prestaron hasta ahora, caeremos en un nuevo default, con todas las terribles consecuencias que acarrea caerse del mapa del mundo.

Me parece que, mal que le pese, Macri debe hacer uso de la cadena nacional y explicarle todo esto a un país angustiado por muchas voces interesadas en hacerse con el poder para lucrar desde él, como han hecho casi todos en los últimos setenta años. Pero, otro gran problema comunicacional del Gobierno, también para enumerar las obras de infraestructura que se han encarado, y de las cuales dan escasísima cuenta sólo las informaciones que nos llegan, desde el interior, a través de las redes sociales.

¿Por qué se permite a los miembros del "club del helicóptero" el monopolio de los micrófonos y de las cámaras de televisión? ¿Por qué no mostrar las cloacas, las viviendas, las rutas, los puentes, los pavimentos que se han hecho y que benefician a miles de compatriotas? Es cierto que el kirchnerismo hizo claro y mentiroso abuso de esa forma de relacionarse con la sociedad, pero Cambiemos está pagando un alto precio por abstenerse irracionalmente de hacerlo.

Basta con que se diga la verdad, aún cuando esa verdad sea dolorosa, ya que costará mucho más seguir permitiendo a tantas inescrupulosas voces  propalar de la desesperanza. 

Bs.As., 14 Jul 18

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1avogadro@gmail.com