viernes, 4 de abril de 2014

REVISIÓN DEL PASADO

Felicito fervientemente a La Nación por su editorial titulado "Víctimas del terrorismo sin Justicia". Además de su independencia de juicio y singular coraje intelectual, sus expresiones son precisas y categóricas: memoria completa e inclusiva y reconciliación por los trágicos años 70, sin odio ni venganza. Como argentino quisiera que se cuente la historia completa, que todas las víctimas sean incluidas en los murales del Museo de la Memoria (militares, gendarmes, policías y civiles, hasta hoy excluidos), que se reinstalen las placas de homenaje injustamente retiradas de cuarteles y lugares públicos y que todos puedan expresarse en el acto central de Plaza de Mayo.


Por último, considero que este editorial es un verdadero llamado a la reflexión para todos los ciudadanos tolerantes que desean paz y reconciliación definitiva, recordando que toda revisión parcial del pasado es prescindible y en nada ayuda a superar antiguos sabores amargos.

Rafael Mariano Braga
DNI 8.447.824


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

EL DOBLE DISCURSO DEL "PROGRESISTA" EUGENIO ZAFFARONI Y EL LIBRO QUE LO INCOMODA

El Juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni se destacó durante todo el periodo kirchnerista no solamente por manifestar siempre posturas progresistas respecto a diversos temas, sino también por hacer una encendida defensa de los funcionarios de la gestión como el vicepresidente Amado Boudou. Sin embargo, el juez más oficialista de la Corte Suprema no fue siempre así. Hace 34 años, Zaffaroni escribió un libro denominado "Derecho Penal Militar" allí no solamente justifica el accionar de las Fuerzas Militares en plena dictadura, sino también manifiesta posturas a favor de la pena de muerte entre otros. Sin duda alguna, un libro que incomoda a más de un progresista k y a él, ya que lo vincula directamente a Zaffaroni con el proceso militar.



CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).-El Juez de la Corte Suprema de Justicia, Raúl Zaffaroni no fue siempre un “progresista k” tal como lo es ahora. Hubo otros tiempos donde, su discurso era muy diferente al actual.

En mayo de 1980, escribió, en coautoría con Ricardo Cavallero, un trabajo denominado Derecho penal militar, fue supervisado por dos auditores castrenses. En él sostiene que hay casos en los que no es inconstitucional la “supresión física del infractor”. También argumenta sobre la necesidad de que, en casos de excepción, se promulguen bandos militares que tipifiquen delitos para militares y para civiles.

En el trabajo académico el Juez más oficialista de la Corte expresa “Queremos hacer público nuestro agradecimiento al brigadier auditor doctor Laureano Álvarez Estrada, quien tuvo la gentileza de leer los originales, por las importantísimas observaciones que nos efectuara, y al contraalmirante auditor doctor Ramón León Francisco Morel, de esta manera arranca Eugenio Zaffaroni en el prefacio de su libro Derecho penal militar: lineamientos de la parte general.


Este trabajo de hace 34 años, incomoda a más de un sector progresista del gobierno y que se pretende ocultar, para evitar que se vincule a su candidato a la Corte Suprema con el Proceso que condujo Jorge Rafael Videla.

El libro fue publicado el 26 de mayo de 1980, en plena dictadura, con coautoría de Ricardo Cavallero, y plantea posiciones inesperadas para el Zaffaroni de nuestros días, como la necesidad de dar muerte a los delincuentes, o la validez de los bandos militares para crear tipos penales.

El antiguo discurso de Zaffaroni

Solo para abrir el libro, el ahora progresista cita a José Ortega y Gasset cuando halagando a las fuerzas armadas dice: “Medítese sobre la cantidad de fervores, de altísimas virtudes, de genialidad, de vital energía que es preciso acumular para poner en pie a un buen ejército. ¿Cómo negarse a ver en ello una de las creaciones más maravillosas de la espiritualidad humana? La fuerza de las armas no es fuerza bruta sino fuerza espiritual”.

El libro que complica a quienes impulsan su candidatura a la Corte, es un verdadero compendio de justificación de las conductas achacadas a los mandos militares durante la guerra contra la subversión, a la que Zaffaroni llama “factores perturbadores”.

En su página 83 justifica la aplicación del Código de Justicia Militar a todos los ámbitos cuando dice “El derecho penal militar no es un derecho excepcional, puesto que no renuncia a los principios generales del derecho y ni siquiera a los principios generales del derecho penal, aun cuando se dé la circunstancia misma de la guerra, sino que los adecua a la necesidad terrible que ella importa”.

El ex juez que consiguió un meteórico ascenso de un juzgado de instrucción a uno de sentencia ni bien asumió el “Proceso” (abril del año 1976) no se conforma con ello y sostiene en la página 93 que “es un incuestionable principio constitucional el de la legalidad penal: no hay delito sin ley previa; sin embargo, en caso de necesidad terribilísima, la ley militar contempla la posibilidad de legislar por medio de bandos militares”.

Zaffaroni no se reduce a eso, sino que en la página 107 aclara que los bandos también pueden ser utilizados en tiempos de paz, con el límite previo de “establecer que la zona afectada por la conmoción interior puede ser declarada zona de emergencia” y precisando que “la conmoción interior puede provenir de acción humana o material”, en clara referencia al accionar de los grupos subversivos e intervenciones militares, como la zona de emergencia declarada en la selva tucumana durante los primeros años de la dictadura.


Zaffaroni se refiere durante todo el libro como punto de referencia a la Ley de Defensa Nacional de aquel entonces, que fue dictada en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, rechazada por el progresismo autóctono.

Para terminar de aclarar la validez de los bandos, Zaffaroni deja claro que “el bando es una ley penal material cuya vigencia se limita a la permanencia de la circunstancia de necesidad terribilísima”, es decir, a la duración del gobierno militar.


El hoy cultor de los derechos humanos tampoco se priva de justificar “la necesidad de dar muerte al delincuente”. A estos efectos explica que “la supresión del delincuente jamás tiene el carácter de una pena, pero no es inconstitucional cuando se impone como resultado de una necesidad” y completa sin sonrojarse: “Cuando la supresión física del autor responde a una necesidad terribilísima, nos hallamos con claros supuestos de inculpabilidad que encuadran sin dificultad en el artículo 34, inciso 2, del Código Penal” (inimputabilidad). Es decir, avala la inimputabilidad de quien “suprime” a un delincuente, según sus propios términos.

El aval de Zaffaroni

En el libro, Zaffaroni se dedica a avalar al Proceso en la página 115 cuando dice que “los imaginarios integrantes del grupo de habitantes de la Nación ante el ataque inesperado, habiendo desaparecido cualquier autoridad o siendo incapaz la que resta, para evitar el inminente peligro que de esas circunstancias se deriva para sus vidas y bienes, habrán usurpado justificadamente la función pública”, en evidente referencia a la debilidad del gobierno de María Estela Martínez de Perón, y la irrupción de las fuerzas armadas, por su supuesto justificadas para el abogado progre.


Cada vez más militarista, Zaffaroni completa, sin privarse de nada, que “la eficacia del grupo depende de que sus integrantes se hallen convencidos de que el esfuerzo enorme que realizan y de lograr superar la impresión de que la devastación y el dolor ajeno producen en cualquier ser humano normal, tiene su razón de ser, y no sólo se halla explicado perfectamente sino, también, que es absolutamente necesario y que puede ser coronado con el éxito”, explica.

¿Qué opinaba por aquél entonces Zaffaroni de la pena de muerte?

En innumerables apariciones de los últimos años, el jurista ha dejado en claro su rechazo a esa sanción fatal para castigar a un delincuente.

Pero en el manual de derecho penal militar, sostiene: “No puede afirmarse en forma rotunda que la supresión física del infractor sea inconstitucional en todos los casos que prevé el Código de Justicia Militar, puesto que no nos hallamos frente a la ley penal común sino ante un derecho penal especial que responde a una necesidad tremenda o enorme y que, en algunos casos, se funda en una necesidad que se halla mucho más allá de ésta, es decir, en una necesidad terribilísima”.


Y agrega, a modo de síntesis “La supresión del delincuente jamás tiene el carácter de una pena, pero no es inconstitucional cuando se impone como resultado de una necesidad terribilísima que permite encuadrar el caso como justificación o como inculpabilidad”.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.



¿SE VIENE LA ARGENTINA?

EDITORIAL

Las perspectivas para la Argentina posteriores al 2015, cuando previsiblemente termine otro ciclo populista, el de los Kirchner, parecen alentadoras.


02 abr 2014

Ha debido caer muy bajo en la consideración internacional, y más bajo aún en su deterioro institucional, como para lograr un milagro del que no cabe esperar más que un nuevo amanecer de estabilidad, de negocios: la prácticamente unánime opinión de los principales candidatos de todas las fuerzas políticas en todos los temas decisivos.

Tropas rusas ocupan Crimea

Es notorio que en estos diez años el país vecino se peleó con Uruguay, con Chile, deterioró fuertemente sus relaciones comerciales con Brasil, empeoró sus vínculos con Estados Unidos y, como cada vez que se apela al populismo, se volvió a enfrentar para la tribuna con Inglaterra, con el resto de Europa, y en particular con España. Tuvo problemas comerciales severos con China y por si fuera poco, al acercarse a Irán agredió a Israel. Y ahora agregó otro agravio a Occidente por el tema de Crimea.

Pero el mundo sabe que ésta no es la Argentina, y sabe que hay otra posible; que la nación de Borges y Leloir, del Papa Francisco y de Saavedra Lamas, no es un club de amigos de los barbudos: ni de los de Centroamérica, ni de los del Oriente Medio.



En lo institucional ha deteriorado su moneda, destruido la credibilidad de su sistema estadístico, la independencia de su Banco Central, la autonomía de sus fondos previsionales, con un gobierno que intenta pasar por arriba del Poder Judicial, de los medios de comunicación con el manejo de la publicidad oficial. Asimismo, utiliza el fútbol como herramienta de propaganda oficial, aprieta jueces y utilizó la consigna famosa "vamos por todo". La forma de entender el gobierno que abre una zanja enorme entre los argentinos. A todo esto hay que sumar la ruptura con Repsol, la ausencia de arreglos con los holdouts, con el Club de París, todos coletazos del repudio, no ya de deudas, sino del modo occidental de resolverlas, aun cuando hay que renegociar por no poder pagar.

En este clima de destrucción institucional, de malas relaciones con todo el mundo, como Argentina no es Venezuela, se vislumbra una reacción que podría ser espectacular.


Macri, Massa, Carrió, los radicales y hasta Scioli, aunque amanuense de los K, todos coinciden en lo relevante que es lo institucional. En efecto, todos hablan de rescatar el sistema de derecho, de la independencia del Poder Judicial, de los medios de comunicación, de la transparencia en la gestión pública. Todos señalan la necesidad de rescatar lo que llaman "la república", esto es, un clima de mayor tolerancia. Todos asimismo, quieren recomponer los puentes con los vecinos, con Europa, con Estados Unidos, y sin distinción, señalan la necesidad de recomponer relaciones con los acreedores, con los vecinos y con los naturales socios comerciales. No es raro escucharles hablar de la necesidad de impulsar al sector privado, de bajar la presión fiscal, de terminar con el cepo. Es como si el cataclismo de los Kirchner hubiera logrado una fuerte convergencia de todos los candidatos hacia el centro del espectro ideológico. Incluso pueden advertirse líneas de este tipo en algunos líderes sindicales a quienes no se les ocurre como a los de acá, que la solución está en apropiarse de los medios de producción.


Habrá que llegar al 2015. Pero para cualquier emprendimiento que pueda hacer "la plancha" en una economía que no tendrá en estos dos años, ni crecimiento ni inversión, ni buen humor, es claro que si se puede aguantar, los astros se alinearán a favor de los negocios más allá de 2015. Es lo que por otra parte el mundo parece aguardar de este país tan rico: es inimaginable lo que una Argentina estable puede generar.

No otra cosa es lo que se vivió en la reciente Asamblea Anual del BID en Brasil. En efecto, en Costa do Sauípe la Federación Brasileña de Bancos, el Fondo Monetario, el Instituto de Finanzas Internacionales, el Magazine Emerging Market, dieron cuenta de un cambio de humor respecto de la Argentina a partir del nuevo gobierno, cualquiera que sea, después de 2015. Incluso a lo mejor, el nuevo tiene la suerte de que muchos ajustes antipáticos, por obligación, los tenga que hacer el actual.

En dos años de no poco sufrimiento, la Argentina tal vez pueda volver a ser lo que el mundo espera de ella.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

jueves, 3 de abril de 2014

ALEGATO DEL ALMIRANTE EMILIO EDUARDO MASSERA EN EL JUICIO A LAS JUNTAS MILITARES (CAUSA 13).

Ya han transcurridos casi 30 años de este suceso, en una breve investigación encontramos el alegato efectuado por el señor Almirante Don Emilio  Eduardo Massera, quién el 3 de abril de 1985 lo efectuara ante el tribunal que lo juzgaba junto a los otros militares que se sucedieron en las 4 Juntas Militares que gobernó a la República Argentina durante el período denominado Proceso de Reorganización Nacional (24 de marzo de 1986 a 10 de diciembre de 1983).

Subimos a nuestro blog ese testimonio tal cual ha sido publicado por el diario La Nación el 4 de Abril de 1985, estimamos que es un artículo de gran interés público y prácticamente desconocido, especialmente por los más jóvenes, a quienes el poder de turno a sometido a un proceso de lavado de cerebro e impuesto su “relato oficial” de la historia reciente y que abarca uno de los períodos más violentos de nuestra joven nación.

No venimos a defender la figura del mencionado almirante, él mismo no se defendió… se responsabilizó y eximió de responsabilidades a todos las personas, de cualquier fuerza u organismo del estado,  que actuaron bajos sus órdenes.

Tampoco defendemos al Proceso de Reorganización Nacional, nuestros objetivos son ayudar a la concordia y pacificación del país a través de la justicia. Deseamos que se aplique el principio de la ley igualitaria para con las Víctimas del Terrorismo en la Argentina, que se las reconozca y repare históricamente; deseamos la inmediata libertad de todos los miembros de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales, Servicio Penitenciarios Federal y Provinciales, organismos del estado y civiles detenidos como Presos Políticos mediante juicios injustos y ajustados a un “derecho a medida de la venganza impiadosa de los terroristas”. En esta guerra existieron dos actores bien diferenciados… ambos tienen que ser medidos por la misma vara.

Este alegato justifica  un análisis cabal desprovisto de juicios a priori, y llama la atención que las palabras de Massera fueran una premonición de lo que sobrevendría en el país. Al final, cada uno arribará a sus propias  conclusiones.

El Art 28 del Estatuto de la Corte Penal Internacional  sobre "Responsabilidad de los Jefes y otros superiores", dispone:
  1. El Jefe militar será penalmente responsable por los crímenes de la competencia de la Corte Penal Internacional que hubieran sido cometidos por fuerzas bajo su mando y control efectivo, en razón de no haber ejercido un control apropiado sobre esas fuerzas, cuando:

a.          Hubiere sabido que las fuerzas a su mando estuvieren cometiendo esos crímenes.

b. No hubiere tomado todas las medidas necesarias para prevenir o reprimir su comisión.


POR LO AQUÍ EXPRESADO CUANDO UN SUPERIOR HABLA NO PUEDE ELUDIR EL TEMA DE LA RESPONSABILIDAD.

ALEGATO DEL ALMIRANTE EMILIO EDUARDO MASSERA

No he venido a defenderme.


Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo fue una guerra justa. Sin embargo yo estoy aquí procesado porque ganamos esa guerra justa. Si la hubiéramos perdido no estaríamos acá -ni ustedes ni nosotros-, porque hace tiempo que los altos jueces de esta Cámara habrían sido substituidos por turbulentos tribunales del pueblo y una Argentina feroz e irreconocible hubiera substituido a la vieja Patria.

Pero aquí estamos. Porque ganamos la guerra de las armas y perdimos la guerra psicológica. Quizás por deformación profesional estábamos absortos en la lucha armada; y estábamos convencidos de que defendíamos a la Nación y estábamos convencidos y sentíamos que nuestros compatriotas no sólo nos apoyaban. Más aún, nos incitaban a vencer porque iba a ser un triunfo de todos. Ese ensimismamiento nos impidió ver con claridad los excepcionales recursos propagandísticos del enemigo y mientras combatíamos un eficacísimo sistema de persuasión comenzó a arrojar las sombras más siniestras sobre nuestra realidad hasta transformarla, al punto de convertir en agresores a los agredidos, en victimarios a las víctimas, en verdugos a los inocentes.

Y esa guerra psicológica no ha cesado. Lleva más de diez años golpeando la sensibilidad de la gente, ayudada por un extraordinario apoyo de la prensa. Era -y es- imposible contestar esos ataques porque, en primer lugar, es muy difícil encontrar los medios dispuestos a jugarse por la verdad cuando la correntada social avanza en sentido contrario; y en segundo lugar, porque no se han tergiversado solamente las palabras se ha tergiversado la convención social que le da a cada palabra un significado aceptable para todos.

Así parecería que la democracia era el terrorismo y los que combatíamos al terrorismo éramos los auténticos terroristas. Así hemos perdido el sentido de la palabra libertad que es un bien en sí mismo, independiente de que alguien intente arrebatárnoslo, y las usinas destinadas a la perversión de las ideas la han suplantado por la palabra “liberación”, que no supone un bien intrínseco, sino un bien coyuntural sujeto que alguien nos esté oprimiendo. Se da entonces por sentado que siempre estamos oprimidos a menos que, claro, estén los liberadores manejando el poder.

Cuando el enemigo se dio cuenta de que empezaba a perder la guerra de las armas montó un espectacular movimiento de amparo, inobjetable, del sagrado tema de los derechos humanos. Yo tenía muy buenas razones informativas para saber que se trataba de una guerra psicológica totalmente desprovista de buenos sentimientos, pero si algo me hubiera faltado para convencerme, aparece una satánica discriminación en los derechos humanos. Nunca, ninguna de las entidades beneméritas ni de las personas notables que alzan su voz por los derechos humanos, ninguna dijo nunca nada sobre las víctimas del terrorismo. ¿Qué pasa con los policías, los militares, los civiles que fueron víctimas —muchas veces indiscriminadas — de la violencia subversiva? ¿Tienen menos derechos o son menos humanos?

Esta sencilla observación que no hace falta demostrar porque ahí están los hechos, nunca fue objeto de la atención o al menos de la curiosidad de nadie y a esta altura es una especie de valor aceptado por la sociedad que la violación de los derechos humanos estuvo únicamente a cargo de los represores y que las víctimas de esas violaciones son únicamente terroristas de la guerrilla subversiva.

El asombroso silencio que hay en torno de esta monstruosa falsificación es suficientemente indicativo del grado de parcialidad que ostentan desde los dirigentes políticos hasta aquellos que deberían ser — por su investidura — profesionales de la imparcialidad, pasando por los jefes de los grupos de presión, siempre preparados para poner en la calle diez mil o veinte mil irracionales ululantes capaces de convencer a los poderes públicos de que ellos son la historia y ellas ya han dado su veredicto.

No le reprocho al fiscal el estilo con que ha desarrollado la acusación porque después de todo, el estilo es el hombre. Le reprocho sí, sus desagradables ironías sobre nuestros héroes, como en el caso del teniente Mayol. Alguien me dijo que era intolerable que se jugara al sarcasmo con nuestros muertos. Pero, ¿quiénes son nuestros muertos?; ¿de quién son los muertos ? Terminado el fragor de la guerra, todos los muertos son de todos, y nadie tiene derecho a hablar de ellos, sin el respeto que a cualquier hombre moral y civilizado debe inspirarle la dignidad intrínseca de la muerte, aunque más no sea, porque cada muerto es un testimonio tangible de la eternidad.

Pero si no ha habido serenidad para hablar de nuestros muertos, ¿quién sería tan candoroso de esperar un proceso objetivo para los que están vivos?: ¿quién sería tan candoroso de esperar un proceso objetivo en medio de esta presión social?; ¿quién sería tan candoroso de pensar que se está buscando la verdad, cuando mis acusadores son aquellos a quienes vencimos en la guerra de las armas? Aquí estamos protagonizando todos algo que es casi una travesura histórica: los vencedores son acusados por los vencidos. Y yo me pregunto: ¿En qué bando estaban mis juzgadores? ¿Quiénes son o qué fueron los que tienen hoy mi vida en sus manos?; ¿eran terroristas?; ¿estaban deseando que ganaran los represores?; ¿eran indiferentes y les daba lo mismo la victoria de unos que la de otros? Lo único que yo sé es que aquí hubo una guerra entre las fuerzas legales, en donde si hubo excesos fueron desbordes excepcionales, y el terrorismo subversivo en donde el exceso era la norma. Esto que acabo de decir es el punto central y tanto que la acusación no ha hecho otra cosa que tratar de demostrar que los excesos eran norma en las fuerzas legales.

Naturalmente no es cierto. Cualquiera puede imaginar que nadie transforma a los oficiales y suboficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada en una banda de sorprendentes asesinos que de la noche a la mañana pierden todo reflejo ético.

Pero lo que no hace falta demostrar es que en una organización terrorista, el exceso sí es la norma, simplemente porque el exceso es su razón de ser. Claro que de eso no se habla, parece un simple detalle. Pero ellos, los que ejercieron el exceso como norma, son mis acusadores, son mi simple detalle.

En la obsesión del enemigo por debilitar a las Fuerzas Armadas no ha ahorrado hasta el uso de la infamia menor, tratando de mostrar supuestos agravios y recriminaciones recíprocas entre los que ejercimos el comando de las fuerzas armadas en aquel momento.

Los distintos puntos de vista políticos que existieron, se mantuvieron siempre dentro del plano de las ideas y es simplemente ridículo pensar que eso tenía consecuencias en las relaciones institucionales como las personales. A pesar de esas diferencias, nunca se perdió el respeto entre nosotros. No obstante comprendo que a los vencidos les interese difundir esa fábula, con la esperanza de que las fuerzas armadas de hoy se miren entre sí con suspicacia. Dividir para reinar. Pero los que están delatando es, en definitiva, miedo, mucho miedo. Porque el enemigo sabe que las fuerzas armadas de hoy son capaces de derrotarlo como las fuerzas armadas de ayer.

No he venido a defenderme. He venido como siempre a responsabilizarme de todo lo actuado por los hombres de la Armada mientras tuve el incomparable honor de ser su comandante en jefe. También me responsabilizo por los hombres de las fuerzas de seguridad y policiales que durante mi comando actuaron subordinadas a la Armada en la guerra contra la subversión. Quiero decir, además, que me responsabilizo por los errores que pudieran haber cometido.

Pero, si el Tribunal necesita para eximir de responsabilidad a mis subordinados, a todos mis subordinados, que yo deba aceptar además que todas sus actuaciones fueron cumpliendo órdenes precisas que yo debiera haber impartido personalmente y en forma omnipresente lo acepto. Yo y sólo yo tengo derecho al banquillo de los acusados. Sentar a otros aquí sería como sentar a la Argentina en el banquillo de los acusados, porque en verdad les digo, que la Argentina libró y ganó su guerra contra la disolución nacional.

Pido a Dios que el Tribunal no cometa la equivocación de poner al país en estado de proceso, porque esa equivocación equivaldría a haber perdido también la guerra de las armas. Si necesitan acabar con nosotros, háganlo, pero no le arrebaten a la Argentina su única victoria de este siglo.

Mi serenidad de hoy, proviene de tres hechos fundamentales. En primer lugar, me siento responsable pero no me siento culpable, sencillamente porque no soy culpable. En segundo lugar, porque no hay odios en mi corazón. Hace tiempo que he perdonado a mis enemigos de ayer, a mis flamantes enemigos que no han podido substraerse a la compulsión que estamos viviendo. Y en tercer lugar, porque estoy en una posición privilegiada. Mis jueces disponen de la crónica, pero yo dispongo de la historia y es allí donde se escuchará el veredicto final.

Casi diría que afortunadamente carezco de futuro. Mi futuro es una celda. Lo fue desde que empezó este fantástico juicio y allí transcurrirá mi vida biológica, ya que la otra, la vida creadora, la vida de la inteligencia, la vida del alma, se la entregué voluntariamente a esta veleidosa y amada Nación.

Sólo de una cosa estoy seguro. De que cuando la crónica se vaya desvaneciendo, porque la historia se vaya haciendo más nítida, mis hijos y mis nietos pronunciarán con orgullo el apellido que les he dejado”.

DIARIO LA NACION

Viernes 4 de Octubre de 1985… hace casi 30 años!!!

ENTREVISTA A JIMENA ÁLVAREZ, LA IDEÓLOGA DE "LA CÁMPORA"

Fragmentos de la entrevista de Luis Gasulla a Jimena Álvarez, la ideóloga de "La Cámpora". FM Identidad, 28 de marzo de 2014.




FALLECIÓ OTRO PRESO POLÍTICO


Estimados Amigos:

Hemos tomado conocimiento que el día viernes 28 de Marzo de 2014, falleció el señor Capitán de Corbeta de I.M. (RE) Don Aníbal Roberto Colquhoun, injustamente detenido como Preso Político.

Con él, son 230 (doscientos treinta) los Camaradas fallecidos, pertenecientes a todas las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales y Penitenciarias; en el marco de este proceso de persecución, teñido de incontables irregularidades jurídicas y sistemática venganza.

Expresamos nuestras sentidas condolencias a todos sus familiares, allegados, compañeros y amigos, rogándole al Señor, les conceda pronta y cristiana resignación. Esperamos que la sociedad argentina y sus representantes políticos recuerden el manto de sangre y acciones del terrorismo que los llevaron a pedir y ordenar a las FFAA que aniquilaran al enemigo subversivo que pretendía alzarse con el poder mediante el miedo, terror y violencia. En todos sus reclamos contra el avallasamiento autoritario del poder de turno deberían incorporar un justo reclamo por la paz, concordia, justicia e historia completa dentro del marco de igualdad contra la ley.

Dadas las avanzadas edades y estados de salud de los Presos Políticos en la Argentina, estas lamentables noticias son cada vez más seguidas. Una vez más levantamos nuestra voz hacia el poder de turno, no pueden continuar con esta matanza selectiva… es su obligación como presidente de todos los argentinos garantizar el debido proceso, la igualdad ante la ley, brindar asistencia sanitaria adecuada y por sobre todo lograr la unión de la sociedad para superar las antinomias que después de casi 204 años aún nos mantienen divididos. Es hora de sin odios, ni venganzas, es hora de una mirada superadora.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva

por una Nueva Década en Paz y para Siempre

UNA OPINIÓN SOBRE UN CAMINO A EXPLORAR

Estimados Amigos:

Vuelvo sobre la entrevista al Filósofo francés  Salazar realizada para el Suplemento Enfoques del Diario La Nación  del domingo 23 de marzo próximo pasados  que ustedes me enviara, por su extraordinaria actualidad para nuestro País. Al respecto, algunas reflexiones:

1. El  exitoso Proceso de pacificación y reconciliación llevado a cabo por Sudáfrica es un modelo a seguir por todos aquellos países que padecieron guerras internas como el nuestro.

2. Lamentablemente Argentina perdió la oportunidad de aplicarlo (hubiera sido factible cuando regían las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida que  funcionaron como Leyes del Perdón). Con su derogación se inició un proceso judicial parcial arbitrario e ilegal, utilizando a la Justicia como una "FORMA CODIFICADA DE LA VENGANZA".

3. Quedó clausurada así la posibilidad del conocimiento de la Verdad Completa, presupuesto básico para la Reconciliación y la superación de la trágica Etapa  que vivimos.

4. La situación que viven nuestros Prisioneros Políticos hace inviable la aplicación del modelo Sudafricano, aunque es inspirador para que nosotros encontremos nuestro propio "Camino a Explorar" para lograr la Libertad de Ellos.

5. Del modelo Sudafricano podemos aprovechar las siguientes exitosas enseñanzas.

a. La búsqueda de una instancia Política  por encima de la Jurídica, instancia que debe solucionar el  problema mediante una AMNISTÍA AMPLIA Y GENEROSA PARA TODOS (El Estatuto de Roma así lo prevé al término de las guerras internas de los países que las hayan padecido).


b. La búsqueda de una instancia Teológica Religiosa por encima de la Política basada en El extraordinario aporte del Arzobispo Tutú que desde un plano teológico-religioso logró una nueva forma de Transfiguración o sea de un vocabulario teológico  (amor, misericordia, perdón, reconciliación) a  la adaptación de una solución política. En este sentido, nuestro Papa Francisco podría oficiar de Arzobispo Tutú. Induciendo la necesidad de la Reconciliación, la Unión Nacional y la Concordia antes que finalice  en el 2016 el período de nuestro Bicentenario.


c. La decisiva influencia de los LIDERAZGOS en, este tipo de procesos , Sudafrica contó con tres (Mandela, Tutú y De Clerk) Nosotros ya tenemos uno excepcional , nuestro Papa Francisco, nos falta un Líder político que comprenda y asuma con lucidez y valentía la idea y la impulse con decisión. (o en su defecto un Acuerdo de Partidos similar en su espíritu al Acuerdo de San Nicolás   DE 1852).

Un abrazo,

General (R) Juan Miguel GiulIano

¿ES UNA BROMA?: EN LA RIOJA NO PRESENTAN PRUEBAS EN JUICIO DE LESA HUMANIDAD POR FALTA DE DINERO PARA COPIAS

[02 de Abril de 2014 11:46]
Insólita situación se vivió en la causa por el crimen del padre Angelelli, cuando el Archivo Histórico respondió que no tenía presupuesto para hacer copias del diario "El Sol".

 
Insólita situación se vivió en el juicio por Angelelli.
El juicio oral y público por la muerte de monseñor Enrique Angelelli durante la última dictadura tuvo un insólito traspié por la falta de 25 pesos para sacar fotocopias de un diario requeridas como prueba.

Todo comenzó cuando el Tribunal Oral Federal de La Rioja, que está juzgando la causa del ex obispo riojano, presuntamente asesinado el 4 de agosto de 1976, había pedido como prueba documental al Archivo Histórico de la provincia que le enviara fotocopias de las ediciones del diario "El Sol" de los días 4 y 5 de agosto de 1976.

"El Sol" fue un diario que dejó de editarse en la década del 80, pero en su tiempo participó activamente en la campaña contraria a Angelelli, a la par de los Cruzados de la Fe y otros sectores conservadores de la provincia.

En la última audiencia, que tuvo lugar el viernes pasado, el TOF recibió como respuesta del Archivo que no pudo enviarle las copias porque no tenía presupuesto: el costo de la operación era de apenas 25 pesos.

Ante ello, el Tribunal ordenó un nuevo oficio y rechazó la propuesta de la Secretaría de Derechos Humanos para costear el trámite. Según se dijo en la ocasión, las autoridades provinciales "deben buscar los medios para satisfacer el pedido de la justicia".

La próxima audiencia se concretará el viernes 4 de abril. (DYN)