Escribe: David Rey
El Teniente Coronel
Emilio Nani, Preso Político Argentino –se lo mire por donde se lo mire– no
puede dejar de ser ni un solo segundo el militar empedernido que es, por eso es
que sea tan profundo conocedor del peso exacto de sus palabras como asimismo de
su cáustico silencio. De hecho, cuando le pregunté qué opinión tenía del papa
Francisco, me cortó de inmediato: “Mi
confesor me ha prohibido opinar de él. Ya con esto creo haberte dicho todo”.
Nani, quien
recientemente recibió el “beneficio”
de la prisión domiciliaria (el 27 de noviembre del 2017, “el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa”), tras siete meses de
estar preso en Campo de Mayo, lejos está de conformarse con la comodidad del
hogar, la cercanía de los afectos y la resignación propia de aquél que asume
que ya no vale la pena luchar. Es que su lucha, la que lo hirió dos veces en la
Guerra de Malvinas y la que le voló la mitad del rostro durante el copamiento
del Cuartel de la Tablada en 1989, claramente está más allá de él y de los
suyos. Escorpiano de pura cepa, porfiado por las dudas y, por si fuera poco,
hincha de River Plate… Nani no precisa que nadie le explique qué demonios
significa eso de ser argentino. Para él, serlo, es justamente haberse entregado
al deber de custodiar que millones de argentinos puedan ostentarlo, con orgullo
y con placer y por los siglos de los siglos. Su lucha es el descanso de más de
40 millones de argentinos que viven en libertad.
De ahí que el
Teniente Coronel Emilio Nani se siente herido, traicionado… Y su herida toca el
alma, y duele porque está más allá de él y de los suyos. Una herida que no
calma con caseras curaciones, frugales consuelos que se apagan rápidamente. El
dolor vuelve con los días. Es que en esa herida, esa llaga, hay un grito, eso
pasa. Emilio (así me pidió que lo llame, y no por “Guillermo” -su segundo nombre-, porque Emilio se llamaba su
padre), huele la detestable hipocresía de un sistema que lo puso a luchar por
su supervivencia -contra el terrorismo- y que es exactamente el mismo que ahora
lo condena por haber cumplido la heroica misión.
¡El mismo país que lo
condecoró por sus servicios a la Patria es el mismo que lo encerró por “represor”, por “genocida”, ¡por ser lo peor de lo peor! ¡El mismo país por el que
ofreció su vida, por el que perdió su ojo, por el que estuvo a punto de morirse
reventado por las balas incontable cantidad de veces… es el mismo país que
ahora lo juzga!
¡El mismo país que le
enseñó a pelear y el mismo país que aprendió a amar… es ahora el mismo país que
lo sojuzga, que lo condena, que lo señala como al peor asesino del mundo!
En fin, Nani… no
tiene consuelo. Nació en 1945, tiene 73 años de edad, siente la vida -le duele-
lo mismo que a los veinte. Su existencia no da para sustos… es que no se murió
de casualidad las repetidas veces que enfrentó a los enemigos de este país.
Perdió un ojo, pero la ve completa. ¡Ojo al parche! Bien completa que la ve. Me
dijo: “Lo más triste aún es la ingratitud
de este pueblo que permite que quienes les aseguramos la libertad que hoy
disfrutan estemos presos y que quienes quisieron quitarles la libertad estén
libres, reconocidos y hasta aplaudidos por el mismo pueblo que a nosotros hoy
nos repudia”.
Me duele haber
entrevistado a Emilio Nani. Pero me inspira haberlo hecho. Este país no tiene cura.
No hay remedio capaz de apagar la sed de aquellos que, inexplicablemente,
todavía luchan, con lo que pueden, con lo que tienen, con lo que nadie ha
podido arrebatarles, con el alma, en fin…
“¡Antes
la muerte que la deshonra!”.
DAVID REY: Héroe,
tanto de la guerra de Malvinas como de la batalla de La Tablada y, sin embargo,
completa la larga lista de Presos Políticos Argentinos, Emilio Guillermo Nani.
¿Cómo está, teniente coronel?
EMILIO
NANI: ¿Cómo estoy? Sigo preso. Por un lado, esto se
puede interpretar como un honor porque hoy por hoy ser preso político de los
políticos, para mí, es un honor, pero, lamentablemente, uno se lleva de la mano
muchas cosas, sobre todo por la ilegalidad y la ilegitimidad de mi privación de
libertad.
D.R.:
¿Cómo podemos explicarnos que por un lado se rinda homenaje a las víctimas de
la agresión terrorista, como es el caso de la batalla de La Tablada (donde
usted no se murió por un pelo) y por otra parte se mantiene detenido a uno de
los principales y más significativos damnificados, que es usted?
E.N.:
No soy damnificado. Casualmente hoy una niña me saludaba por el triste día;
entonces le dije que “de triste no tiene
nada”. Para mí fue un gran honor haber participado de la recuperación del
cuartel de La Tablada, fue un nuevo triunfo del Ejército Argentino sobre el
terrorismo internacional; entonces, de triste no tiene nada. Triste es el hoy,
este presente donde los que le aseguramos la libertad a este pueblo hipócrita
estamos presos. Los terroristas han sido honrados con compensaciones
económicas, cargos públicos, puestos en la justicia, como lo han sido Carlos
Kunkel, Diana Conti… Lo triste es este presente, y lo que es más triste aún es
la ingratitud de este pueblo que permite que quienes les aseguramos la libertad
que hoy están disfrutando estemos presos y que quienes quisieron quitarles la
libertad estén libres, reconocidos y hasta aplaudidos por el mismo pueblo que a
nosotros hoy nos repudia. Eso es lo triste, el presente, no el pasado. Pero así
es esta sociedad, una sociedad suicida.
D.R.:
¿Usted cree en este gobierno? ¿Le cree algo? ¿Le parece que es conocedor de la
injusticia que hay en torno a personas como usted, pero no se anima a
enfrentarlo?
E.N.:
El gobierno no ignora nada. El gobierno permite todo. Desde que el Secretario
de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, fue siempre gratificado porque
el 2017 haya sido el año en que más condenados hubo por los denominados juicios
de lesa humanidad, es todo un mensaje. Se les ha entregado documentación hasta
el hartazgo. El Ministro de Justicia lo tiene totalmente claro, ya que tiene
como subordinado a Claudio Avruj. Es decir, el gobierno permite todo esto y, lo
que es peor, permite que, durante su gestión, 90 presos políticos hayan muerto
en cautiverio, donde son corresponsables del asesinato. Son 430 en total y han
muerto 90
bajo la responsabilidad de este gobierno que se jactó de ponerle fin al “curro” de los Derechos Humanos, cuando
no han hecho otra cosa más que realimentarlos, así que no le tengo ninguna
confianza.
D.R.:
Usted resultó apresado durante los años del kirchnerismo y durante los años del
macrismo.
E.N.:
Durante el gobierno kirchnerista, yo tuve una exposición pública bastante
importante desde que coseché cerca de 300 días de arresto militar, privado de
la libertad en unidades militares por cuestionar las actitudes del gobierno
kirchnerista. 300 días, que es una cifra escandalosa, sobre todo para un
oficial jefe. Ahora, durante el actual gobierno, fui preso.
D.R.:
Sin embargo, como usted hay muchos militares que, gracias a retirar la presión
ejercida sobre la justicia, han obtenido prisiones domiciliarias que incluso
han hecho hablar a la prensa progresista. A usted, ¿no le parece que eso es
significado de algo en torno a los juicios de lesa humanidad?
E.N.:
Yo lo tomo como que algunos jueces han decidido tratar de ajustarse en algo al
Derecho. No es por este gobierno. Vamos a hablar del caso emblemático del
oficial Etchecolatz, a quien en estos días la izquierda miserable y resentida
le está pegando como loco, negándole hasta la posibilidad de tener una atención
médica. Un hombre de 88 años que tuvo dos ACV estando preso, privado de la
libertad. La justicia le ha concedido lo que debió haberle concedido hace un
montón de años. Fue el preso político más anciano privado de su libertad en una
cárcel común. Cuando la justicia decidió otorgarle el arresto domiciliario
salió toda esta izquierda inmunda a pegarle, pero lo que ha hecho la justicia
es cumplir con que los mayores de 65 años deben estar con arresto domiciliario,
que es lo que reconoció el gobierno nacional como edad para los adultos
mayores. Creo que casi todos los que están presos son mayores de 65 años, cerca
de 600 presos en cárceles comunes.
D.R.:
Es decir, la justicia no hizo nada que no esté en el Código Penal, en la
Constitución.
E.N.:
Exactamente, la justicia no se apartó ni un milímetro de lo que debió haber
hecho. Además, muchos de esos llevan más de cuatro años en prisión preventiva,
cuando lo máximo son dos años con una tolerancia de un año más debidamente
justificada. Ahora se habla de las prisiones preventivas de esta canalla
kirchnerista corrupta que está presa por corrupción, por haber cometido el
mayor de los genocidios en toda la historia de la República Argentina.
D.R.:
Ahí tenemos un detalle más ilustrativo respecto a lo que hubiera sido impensado
años atrás. Esta canalla, como usted dice, está yendo presa. Eso no pasaba
antes.
E.N.:
No seamos ingenuos. Los jueces federales, históricamente, se han caracterizado
por adaptarse a los tiempos como modo de supervivencia. Hoy la mano viene de
meter en cana a los corruptos, porque el Papa pide que se meta en cana a los
corruptos, este gobierno se llenó la boca diciendo que se iba a combatir la corrupción
(por más que lo sostienen al ministro Triaca) y tantas otras cosas. Los jueces
no son tontos. Mírelo al juez Kreplak, que tiene ruido de corrupto desde que
estuvo en la Inspección General de Justicia y en el RENAR. Por donde pasó, dejó
la estela de la corrupción. Cuando fue juez federal hizo lo imposible por
jorobarnos la vida a todos los presos políticos que tenía bajo su jurisdicción,
y de golpe y porrazo se dio cuenta de que Balcedo era corrupto. Se adaptan a
los tiempos como forma de supervivencia. Mírelo a Canicoba Corral, otro que
tiene ruido de corrupción y de golpe y porrazo se dio cuenta de que el “Caballo” Suárez era un atorrante.
Durante todo el kirchnerismo, el “Caballo”
Suárez fue el sindicalista modelo del kirchnerismo, y Canicoba Corral no se dio
cuenta de que era un corrupto.
D.R.:
Usted acaba de mencionar al Papa Francisco. Brevemente, ¿qué piensa usted de Su
Santidad?
E.N.:
No voy a opinar porque tengo prohibido opinar por mi confesor, porque todo lo
que tengo para opinar es condenatorio. Ya con esto creo haber dicho todo.
D.R.:
El año pasado, a pesar de la injusticia flagrante, usted pudo volver a su casa
para cumplir en la misma el arresto domiciliario. Usted estuvo preso en Campo
de Mayo los 300 días que me acaba de mencionar. Allí mismo, seguramente, usted
pudo comprobar mejor todavía la enorme indiferencia de la sociedad argentina
respecto del drama de los presos políticos, como así mismo de sus respectivas
familias. Usted ha dicho que este país no valía ni una gota de sangre de aquella
que fue derramada en la lucha contra el terrorismo, así que le pregunto: la
prisión en Campo de Mayo y su prisión domiciliaria hoy en día, ¿a usted en qué
lo ha hecho cambiar?
E.N.:
En nada. Una cosa es el sentimiento. Cuando hablo de la sociedad, hablo del
pueblo. Este pueblo no se merece una gota de la sangre derramada, no se merece
una lágrima de la angustia de quienes somos familiares de los Caídos durante la
guerra contra los terroristas, no se merece un minuto de la angustia de los
presos políticos, no se merece un segundo ni una lágrima de la angustia de sus
familiares.
D.R.:
Usted es de los pocos militares que, estando en libertad, siempre se jugaron
por sus camaradas presos políticos, lo cual hace la diferencia respecto al
resto de la soldadesca, mientras que muchos otros daban la espalda o preferían
el silencio no comprometedor. Usted es una persona que se jugó desde el primer
día y se la sigue jugando hoy, ¿no es así?
E.N.:
Yo tengo un concepto de la camaradería que no sé si es el correcto o no, pero a
mí me enseñaron que un camarada es el que no deja a su par caído en el campo de
combate. La camaradería se ve cuando uno se juega por el camarada herido y
hasta por el muerto tirado en el campo de combate. Yo lo sentía así, lo siento
así y lo voy a seguir sintiendo de esa manera. Es por eso que, para mí, el
camarada caído es el que hoy está preso y nunca voy a dejar de luchar por
ellos, inclusive ahora desde la privación de la libertad.
D.R.:
Cuando quiero entrevistar a presos políticos en arresto domiciliario, tengo
miedo de que la entrevista les genere alguna complicación judicial. Usted
entenderá que estamos en Argentina, y acá te pueden meter preso por prender un
cigarrillo en el medio de la calle. Yo realmente tengo miedo de entrevistarlo a
usted y que eso lo complique. ¿Usted qué piensa?
E.N.:
Nadie le puede prohibir escucharme. La Convención Americana de Derechos Humanos
en su artículo 13 lo establece con toda claridad. Se violentaría una vez más el
Derecho, por eso digo que yo ejerzo mi derecho inalienable de poder expresar lo
que siento. Yo no estoy agraviando a nadie, no estoy promoviendo nada (como sí
lo hacen Zaffaroni o Hebe de Bonafini, que promueven la sedición).
D.R.:
¿Qué opina usted de Zaffaroni y Hebe de Bonafini, que anhelan fervientemente
que se caiga el gobierno de Macri?
E.N.:
Los dos han cometido sedición. Una figura como Zaffaroni, que no es un donnadie
sino un jurista internacional, ministro de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, exministro de la Corte Suprema de Justicia, profesor de la Facultad de
Derecho, neutraliza con ese prestigio su condición de proxeneta y hasta le
hicieron reivindicaciones en la Facultad de Derecho por la barbaridad de haber
dicho que era un proxeneta que tenía 6 prostíbulos. Cuando un personaje de esa
naturaleza se manda un exabrupto instando a la caída del gobierno, eso tiene
una sola definición que es sedición.
D.R.:
Yo particularmente siento que ocurren en Argentina cosas que no ocurrirían en
ningún lugar en el mundo; por ejemplo: Zaffaroni alentando un golpe de Estado
contra el presidente Macri.
E.N.:
Yo no me voy a ir a EE. UU. ni a Europa, me voy a Bolivia: si un Zaffaroni, en
Bolivia, llega a decir “ojalá se caiga el
gobierno de Evo Morales”, dura en libertad lo que un en la cancha de Boca.
En nuestro país todo vale. Juan Grabois, funcionario del Vaticano, amigo del
Papa, cuando le preguntaron sobre los hechos del 18 de diciembre, con total
desparpajo dijo: “Esto recién comienza”,
dando a entender que se vienen tiempos negros para la República Argentina,
tiempos negros que la sociedad argentina no los ve, no los quiere ver o no le
importa ver. Ni hablemos del gobierno, porque ante esas expresiones de Juan
Grabois, sobre los hechos del 18 de diciembre, tendrían como mínimo que haberlo
procesado por sedición y, sin embargo, sigue siendo funcionario del Vaticano,
amigo del Papa y sin que nadie lo toque. Ahora, a mí, por este reportaje, ¿qué
me van a hacer? ¿Meterme preso?
D.R.:
Dios no lo quiera.
E.N.:
Por eso digo. Estamos ante este panorama, con un Boudou libre porque la prisión
preventiva es una medida extrema, según dicen, con De Vido y toda esa banda de
facinerosos que, como quise decir al principio, son responsables del mayor
genocidio en Argentina, porque la plata que se robaron no fue a salud, no fue a
infraestructura vial, no fue a seguridad, y como consecuencia de eso miles y
miles de argentinos en los 12 años de kirchnerismo murieron, que reducen a la
nada los 7000 desaparecidos que nos adjudican.
D.R.:
Mientras usted estaba preso en Campo de Mayo, yo, como persona preocupada por
usted y por todos los presos políticos, siempre fantaseé con un encuentro entre
usted y el general Milani, también detenido por delitos de lesa humanidad,
igual que usted, y no por haber sido un delincuente kirchnerista. Milani está
detenido por los mismos motivos que usted. ¿Me podría decir, ante un encuentro
imaginario, cuál hubiera sido su actitud y qué le hubiera dicho al general
Milani?
E.N.:
Lo primero que le hubiera dicho es que es un traidor, porque él entrego la
nómina de todos los agentes secretos del Ejército Argentino, y se la entregó
nada menos que a Horacio Verbitsky, quien la publicó completa en la revista
Veintitrés, con lo cual se puso en superficie a gente que, en algún momento, se
debe haber jugado por algo. Así que la primera pregunta que le haría es esa:
¿por qué traicionó a su gente? Porque los agentes secretos dependían de
Inteligencia, y él fue Jefe de Inteligencia. Con respecto a su prisión por
delitos de lesa humanidad, sinceramente es un disparate, porque Milani era un
subteniente prácticamente recién egresado del colegio militar sin posibilidad
alguna de nada, ni siquiera de pegarle una patada en el traste a un soldado,
mucho menos hacerlos desaparecer. Es decir que lo de Milani como violador de
los derechos humanos es un disparate como todo lo que se ha hecho hasta el día
de hoy en este tema de los juicios de lesa humanidad. Pero si Milani no hubiera
sido Jefe de Estado Mayor y no hubiera sido un kirchnerista, no le quepa la
menor duda de que nadie lo hubiera tocado, pero como fue Jefe de Estado Mayor,
es una figura muy importante para tenerlo preso, para el mantenimiento del “curro” de los derechos humanos al que
este gobierno había dicho que iba a poner fin.
D.R.:
Usted es una persona informada, un militar de alma, un hombre que comprende las
intrínsecas cuestiones estratégicas que hacen al entendimiento entre los
países, así que, dada la actualidad, debo preguntarle lo siguiente: ¿cómo ve
usted el acercamiento del gobierno argentino con la Federación Rusa de Vladimir
Putin, socio de Venezuela, Cuba y defensor de cuanta dictadura exista en el
mundo, entre ellas Corea del Norte?
E.N.:
Hoy por hoy, Putin está más cerca de lo que yo pienso que Trump, Merkel,
Theresa May, Macron y todos estos líderes de lo que otrora fue el Occidente
cristiano. Por supuesto, es un ex KGB, no lo miro con admiración ni nada.
D.R.:
Es una persona que trabajó para el comunismo.
E.N.:
Es verdad, pero ¿qué me dice del acercamiento de Occidente a Cuba? ¿Qué me dice
del pacto de paz en Colombia, donde todo el ex Occidente cristiano aplaudió al
presidente Santos en su traición de haber firmado la paz con la organización
narcoterrorista más importante del mundo? Y hoy Timochenko (exlíder de las
FARC) es candidato a presidente de la nación colombiana.
D.R.:
Quiero decirle a usted y a tantos otros lo que cada ciudadano argentino debiera
decirle: gracias por haber luchado por nuestra libertad, gracias por luchar por
nuestra historia y gracias por haberme concedido estos minutos de su valioso
tiempo.
E.N.:
El agradecido soy yo por tener esta posibilidad de contar a la gente otra
interpretación de la historia. Yo no soy dueño de la verdad. Hablo para que se
piense que no todo el relato de estos 35 años de desgracia (no de democracia
sino de desgracia) para lo único que ha servido es para llegar a este momento
de decadencia en un país que nunca en la vida llegó ni siquiera a ser un país
desarrollado y hoy estamos en la peor condición de país subdesarrollado, y no
en lo económico: somos subdesarrollados en lo moral, en lo intelectual, en lo
familiar, en lo religioso. Hemos abandonado a Dios, hemos abandonado a la
familia, bregando por el aborto… Nos hemos olvidado de Dios.