sábado, 28 de julio de 2018

¡SEÑORES, A CAMBIAR!



"Los hombres se cansan de su propio entusiasmo".
Hilaire Belloc

Trataré, esta vez, hacer propuestas constructivas, algunas bastante sencillas, a un Gobierno al que, sin arrepentimiento, elegí. Comienzo por el propio Mauricio Macri: aprovechando la excelente consideración que tiene su gestión en el mundo, reconstruya simultáneamente todo el sistema ferroviario nacional, de pasajeros y carga, y concesiónelo; se trata de un elemento fundamental para el desarrollo del país, sea por la imprescindible reducción en los costos logísticos, sea por la conservación de la maltrecha infraestructura vial, sea por la protección del medio ambiente. China, por ejemplo, estará dispuesta a acompañarlo en esa tarea. Tuvimos, años ha, 47.000 kilómetros de vías férreas, y hoy sólo quedan 6.000; el peronismo, en su etapa menemista, fue el responsable de su sistemática demolición. Si esta recomendación fuera escuchada, miles de argentinos sin preparación, y muchos que la tienen, encontrarían trabajo de inmediato, en un momento especialmente complicado para el empleo, y se reactivaría la industria de la construcción.

Al Ministro de Modernización, Andrés Ibarra: soy consciente de la imposibilidad legal de despedir a los cientos de miles de inútiles premiados por el kirchnerismo con empleos públicos a costa de nuestros impuestos; más, si le sumamos el duro presente de la economía y la consecuente dificultad para que ese personal superfluo sea absorbido por un mercado de trabajo menguante. Le sugiero, simplemente, seguir pagándole el sueldo pero mandarlo a casa; ahorrará problemas (actúan como quintacolumna) y dinero (café, teléfono, robos hormiga, ocupación de espacio, etc.) y mejorará la atención al ciudadano; además, tendrá menos presión a la hora de negociar los aumentos de salarios.

A Carolina Stanley, cuyo cargo -Ministra de Desarrollo Social- no envidio, le pido que avance en la bancarización de todos, todos, los planes y subsidios sociales. Resulta indispensable para terminar con los punteros que los intermedian y que, con amenazas, arrean a los más pobres a los piquetes cuyos objetivos ignoran y que nos torturan a diario. Tiene, pese a las malintencionadas afirmaciones de Monseñor Jorge Lozano, la sensibilidad suficiente para tomar a su cargo las actualizaciones que correspondan, sin necesidad de negociarlas, bajo extorsión, con los caudillos kirchneristas que sólo buscan medrar, económica y políticamente. Y controlar que esos beneficios tengan efectiva contraprestación laboral y educativa.

A Jorge Triaca, Ministro de Trabajo, le sugiero que deje de tener contemplaciones con los caciques sindicales, entronizados en sus cargos desde hace décadas. Avance con auditorías integrales sobre todas las organizaciones, sean o no amigables, puesto que muchas de ellas se han transformado en verdaderos emporios económicos de propiedad de sus caudillos, que cometen todo tipo de delitos y tropelías para conservar el poder. Sé que el riesgo es alto, especialmente ahora, ya que podrían acceder al control elementos trotskistas, pero la historia de los últimos setenta y tres años prueba que puede ser peor la permanente extorsión a la que los actuales dirigentes "de derecha" han sometido a la sociedad.

A Claudio Avruj, Secretario de Derechos Humanos, le exijo que, como prometió el Presidente de la Nación, termine con el "curro"; debe dar a conocer, sin más, la lista completa de quienes hayan recibido indemnizaciones del Estado por la presunta violación de sus derechos. Hemos gastado por ese concepto cifras siderales, que superan los tres mil millones de dólares, y merecemos, aunque sólo sea como contribuyentes, conocer el destino de esos fondos. Y, por supuesto, debe dejar de actuar como querellante en las pantomimas que, bajo la forma de amañados juicios de lesa humanidad, siguen persiguiendo a los militares de los 70's por el sólo hecho de haber vestido uniforme; debiera darle vergüenza que sus subordinados aplaudan que se le deniegue la prisión domiciliaria a los presos políticos, mientras se concede a tipos como Facundo Jones Huala, el violento mapuche separatista, cuya extradición a Chile ya debiera haberse otorgado.

A Germán Garavano, Ministro de Justicia, le recomiendo acelerar en la cobertura de los cargos judiciales, una vez que reciba las ternas que debe  envíarle el Consejo de la Magistratura, para mejorar el mal servicio que hoy presta el Poder Judicial a la comunidad, y seguir insistiendo en la creación de nuevos juzgados federales en lo criminal y correccional, para evitar que las veletas togadas que acompañan los vientos políticos desde Comodoro Py sigan haciendo de las suyas.

A Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad, cuya gestión aplaudo de pie, le pido que aplique a rajatabla, junto al Gobierno de la Ciudad, el protocolo dispuesto para el ejercicio del derecho a la protesta en el espacio público, y avance en la denuncia judicial de las actitudes subversivas, provengan éstas de los organismos de derechos humanos, de las organizaciones sociales (las intensificarán a fin de año) o de los araucanos. E impulse fuertemente la sanción de la "ley de derribo", un elemento fundamental que ha probado su eficacia disuasora en la lucha de Brasil contra el narcotráfico.

A Oscar Aguad, Ministro de Defensa, le sugiero explicar muy claramente el nuevo diseño de las fuerzas armadas, para adecuarlas a un escenario en el que ya no existen hipótesis de conflicto con los países vecinos ni se justifica el despliegue territorial que resultó indispensable para la integración del territorio nacional en los albores del siglo XX. Pero, también, que medite sobre qué garantías ofrecerá al personal militar para evitar que corra la suerte de los dos mil ancianos que hoy se pudren en las cárceles de todo el país por cumplir las órdenes del Poder Ejecutivo; debiera conversar ya mismo con sus pares para poner fin a esa inicua persecución, so pena de ver desobedecidas las instrucciones que imparta.

A Alfredo Rubinstein, Ministro de Salud, sólo que renuncie. No puede permanecer en su cargo después de no recordar haber prestado el juramento hipocrático ni, menos aún, luego de impulsar tan fuertemente la ley del aborto; que un médico, cuya misión natural es salvar vidas, se manifieste a favor del asesinato resulta demasiado ominoso.

A Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios, le pido que, sin recortar la libre expresión que reina hoy en la televisión y en las radios oficiales, haga dos cosas: exponga claramente las obras que el Estado está realizando en todo el país y no permita que desde esas plataformas, que pagamos con impuestos, se siga insultando a las autoridades que hemos constitucionalmente elegido. Una cosa es la libertad y otra, muy distinta, son las manifestaciones destituyentes del obsceno "club del helicóptero".

A Alejandro Finocchiaro, Ministro de Educación, le encarezco escuche los consejos de Alieto Guadagni, un hombre esencial a la hora de la  planificación que esa materia requiere en todos sus niveles.

Como dije, algunas de estas sugerencias son importantes y, otras, bastante elementales pero, si se siguieran, creo que el humor de la sociedad, hoy triste y pesimista, mejoraría enormemente.

Bs.As., 28 Jul 18

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

JUGARSE POR LA VERDAD



Le ruego al lector su empatía para escuchar, trascendiendo prejuicios. Y le pregunto: si hubiese estado desde hace 40 años cumpliendo su deber como soldado y en el presente lo culparan arbitrariamente de un acto indigno, incompatible con su honesta vocación de servicio, ¿cómo se sentiría? ¿Y si solo por haber vivido los años 70 en la Argentina le adjudicasen el título falaz de genocida y torturador, sin poder dar a conocer su situación personal de inocencia y privado de su libertad? Hoy son muchos los soldados subordinados acusados falsamente dentro de los mal llamados juicios de lesa humanidad que no pueden apelar a la voz de la Justicia porque son condenados de antemano, sin que nadie se inmute.


De una vez por todas, nuestro país debe ser transparente y jugarse por la verdad.

Isabel Saravia


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

PALABRAS DE ANTES QUE NO HAN PERDIDO VIGENCIA

Robustiano Patrón Costas
El 4 de junio se cumplieron 75 años del golpe militar de 1943[1]. Se lo reconoce por lo que fue: el originario soplo fascista del movimiento político que permitiría al entonces coronel Juan Perón construir poder desde puestos claves para finalmente encumbrarse en la presidencia de la Nación. Se puede reconocer el golpe del 43 también por haber frustrado la candidatura presidencial de Robustiano Patrón Costas, que debía proclamarse en la convención del Partido Demócrata Nacional el mismo día que los militares derrocaban al presidente Ramón Castillo. Tanta certeza había en el lanzamiento de esa candidatura, que el ex gobernador de Salta, senador nacional e industrial progresista, anticipó a un grupo de amigos el día antes del golpe lo que se proponía decir al aceptar la nominación el día siguiente. Sería candidato por la Concordancia, coalición de los partidos Demócrata Nacional, Unión Cívica Radical Antipersonalista y Socialista Independiente, que coincidían por igual en que el salteño debía suceder a Castillo. De haberse formalizado su candidatura y concretado las elecciones previstas para fines de 1943, Patrón Costas seguramente se hubiera impuesto.

General Edelmiro Julián Farell y Coronel Juan Domingo Perón

La historia contrafáctica promueve hipótesis abastecidas más por la imaginación que por el rigor científico. Conviene prescindir, pues, de las inferencias sobre lo que habría sido el devenir del país en las siguientes décadas signadas por el populismo, hasta la brumosa actualidad del peronismo. Ha quedado, sin embargo, como testimonio la copia del discurso preparado por Patrón Costas, que terminó silenciando la fuerza de las armas. Si su autor hoy viviera, no tendría casi que modificarlo. Apelaba al compromiso político y censuraba la indiferencia frente a los problemas del país de quienes se jactaban de apolíticos. Expresaba la necesidad de enaltecer las tradiciones nacionales y el culto por los próceres civiles y militares para formar así un pueblo con ideales. Hacía notar la importancia del cumplimiento de la palabra empeñada por contraposición a la falta de honradez, que "no es viveza, sino delito". Afirmaba que la Argentina requería una organización social y política con jerarquías, "pero entiéndase bien -diría-, con la jerarquía que dan la conducta ejemplar, la inteligencia, la ciencia, el arte, el trabajo, los servicios prestados al país".


Decía que precisaríamos por muchos años "atraer y radicar población y capital del exterior"; olvidar siempre "el error de encerrarnos en nuestras fronteras" y tener en cuenta que así como es indispensable "dar tranquilidad y seguridad al capital", también lo es respetar al trabajo. Que la base de la paz social es la equidad y que es inadmisible una clase superior enriquecida con un pueblo trabajador en la miseria. También advertía el riesgo de "exagerar la imposición fiscal".


Al promediar 1943, con el mundo en guerra, Patrón Costas advertía lo negativo de la "excesiva intromisión del Estado en las actividades económicas privadas". Asumía con valentía el reclamo por la pureza del sufragio, que había sido sistemáticamente negada desde la revolución de 1930, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. El fraude está, confesaría el candidato a presidente, aunque sea más pernicioso aún el fraude que se expresa en la acción demagógica de los partidos que engañan al pueblo con falsas promesas. El fraude está, insistiría, en los padrones de los partidos. El fraude está en el gobierno y congresales que dictan normas contrarias al interés de la Nación. El fraude está en pagar los servicios electorales con puestos públicos, "cáncer traído de una burocracia inepta y corrompida". ¿Sorprenderían estas palabras si fueran dichas en una arenga en la actualidad?

Patrón Costas se identificaba como nadie lo haría hoy desde posiciones empinadas de la política nacional: "He militado siempre en las filas de los partidos de derecha. Lo proclamo bien alto y con orgullo, en esta hora en que el izquierdismo está en boga". Y diría algo más: "En el término conservador caben todas las reformas que exija nuestra evolución progresiva para perfeccionar la democracia, asegurar la libertad dentro del orden y llegar a la paz social, no por la lucha de clases, sino por la conciliación de intereses".

En ese discurso Patrón Costas se anticipaba a quienes hoy, desde la academia y los partidos políticos, indagan cuándo comenzó la declinación del país en relación con lo que había sido en el pasado. Observaría que debido a crisis periódicas "y a los hábitos de despilfarro, muy argentino, de nuestras familias", el movimiento descendente de "las capas superiores" no se articuló en forma apropiada, sino precipitadamente, con el ascenso de los hijos de la inmigración y la maduración suficiente de estos para adaptarse al ámbito en que cabía asumir la dirección política y social de la Nación.

Las relecturas de estas palabras invitan a reflexionar tanto por lo que expresan como por lo que omiten. Es evidente, a pesar de tantos aciertos, que dejaban entre sus lagunas el creciente fenómeno telúrico de clases medias bajas y bajas del interior del que Perón, con un objetivo de poder, se haría cargo sin pérdida de tiempo. Pero no menos que eso se agita en la exposición preparada por Patrón Costas un tema de la contemporaneidad eludido deliberadamente en las tribunas y los ensayos políticos: ¿por qué la izquierda se manifiesta como tal en la Argentina, mientras la derecha democrática, mimetizada en múltiples agrupamientos políticos, no acepta definirse en nombre de la reivindicación franca de sus ideales y logros?

Con políticos y académicos acomplejados de un lado por no salirse de lo políticamente correcto o de seguir puntillosamente lo que indican las encuestas, los actores con mayor temeridad en la orilla opuesta cuentan con espacios en exceso despejados. Así se profundizan desequilibrios culturales perceptibles en esta hora en la Nación, en la que es tan necesaria la verdad y tan nociva la demagogia.




[1] Con el éxito del pronunciamiento surgieron las primeras discrepancias en el seno de los golpistas. La negativa de los militares de permitir al general Arturo Rawson que incluyera en su gobierno a algunos miembros pertenecientes al anterior gobierno derrocado, provocaron su renuncia al cargo, que fue ocupado por el general Pedro Pablo Ramírez que detentaría la jefatura de la nación durante ocho meses. En febrero de 1944, fue desplazado por el también general Edelmiro Julián FarellLos sindicatos de tendencias izquierdistas que merced a una alianza con sectores del ejército, cuya figura principal era el coronel Juan Domingo Perón, conformaron una corriente laborista-nacionalista. Todo este proceso conllevará a la postre una progresiva polarización social que con la llegada al poder de Juan Domingo Perón se agudizaría en las corrientes opuestas de peronismo y anti peronismo.


NOTA: Las imágenes, referencias y destacados no corresponden a la nota original.

jueves, 26 de julio de 2018

AL FIN SE DIERON CUENTA…


EDITORIAL

Luego de tener un 9 de Julio sin desfile militar, parece que el Gobierno se dio cuenta de que las Fuerzas Armadas aún existen y que sería lógico no solo darles un lugar, sino el que merecen. Pero una cosa es amagar y otra distinta golpear.


La ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, dijo: "Es hora de que las Fuerzas Armadas dejen de ser los hombres de la Dictadura". Podría tener sentido si uno supone que las Fuerzas Armadas pudieron ser de alguien más que de la Nación Argentina, pero la verdad es que esto forma parte de una vergüenza con que se ha lastrado a la democracia desde el inicio de su restauración. Una de las tantas mentiras, que repetidas una y otra vez, pretenden convertirse en verdad. Tampoco ayudan las palabras del Presidente al hablar de "las Fuerzas Armadas de la democracia". De aceptarlo así estaríamos -¡otra vez!– negando a quienes lucharon en Malvinas y -¡un poco de Historia, por favor!– a aquel ejército que nació el 29 de mayo de 1810, cuando ni siquiera éramos Nación y mucho menos democracia.

Sería bueno que el Presidente y todos los políticos pensaran en las palabras de José Miguel Insulza Salinas, político, abogado, académico e investigador chileno, miembro del Partido Socialista quien, cuando era Canciller de Chile, frente a quienes querían querellar –algunos de ellos de su partido– a las Fuerzas Armadas de su país, dijo: "Nadie se equivoque, si hay que juzgar será a algunos hombres, las Fuerzas Armadas de Chile pertenecen al pueblo del que se nutren y son de la Nación que protegen, son Chile".

Sucede que en nuestro país ningún político, en su innata hipocresía, se arriesga a hacer un cálculo de qué sería de su vida –en caso de haber sobrevivido– si las Fuerzas Armadas no hubiesen combatido a la subversión. Bastante mal le fue a Raúl Alfonsín con su niveladora teoría de los dos demonios, tratando de sacarse el problema de encima. Sus aliados de la izquierda lo objetaron y desautorizaron. Era necesario que las Fuerzas Armadas tuvieran un escarmiento si no se las podía eliminar y que se preservase la legalidad de los terroristas devenidos demócratas. Cada uno de los presidentes siguientes, hizo lo suyo por menoscabarlas, dañar su imagen y frustrar a las nuevas generaciones que conformaron los cuadros de oficiales y suboficiales. La Argentina había vuelto a la democracia pero para hacerlo le dieron la mano a quienes quisieron transformarla en un estado totalitario y condenaron a quienes la libraron de aquella suerte.

Ahora, el gobierno que no acierta una, pretende con titulares importantes rediseñar la función de las Fuerzas Armadas. No pretendemos ser derrotistas, pero en medio de una crisis económica, asignándoles el 0,8% del presupuesto en todo concepto suena ridículo inventar lo que no se puede hacer.


Si luego de todo el "plan" pergeñado, aparecen tres o cuatro descolgadas hijas de desaparecidos hablando contra el proyecto y la ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, como defensa del decreto sobre las Fuerzas Armadas tiene que declarar "no va a haber ningún militar en ninguna calle de ninguna ciudad del país", para dejarlas tranquilas, estamos verdaderamente en el horno.

El ministro Aguad no es nuevo en el tema de Defensa, pero también ha sido lastimoso en sus apreciaciones al decir que "no va a haber ningún militar en ninguna calle de ninguna ciudad del país", ¿qué son, leprosos, radiactivos, contaminantes? ¿El ministro se avergüenza de aquellos que comanda?

Tampoco fue muy feliz al considerar que "no se puede condenar eternamente" a las instituciones castrenses. Lamentable que un ministro considere que se puede condenar momentánea o eternamente a una institución que nació con la Patria, pero al menos, finalmente, se dieron cuenta que tienen Fuerzas Armadas.

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA ESTUPIDEZ



“Estoy acá porque queremos saldar la deuda con las Fuerzas Armadas de la democracia"
Mauricio Macri, Campo de Mayo. 23/07/2018

Cabría decirle al presidente que no hay Fuerzas Armadas de la democracia. Las Fuerzas Armadas son de la Nación, no de un sistema de gobierno, y si él cree que la democracia tiene alguna deuda con ellas, es porque, no la democracia, sino aquellos que la usufructúan -la infame casta política que supimos conseguir- solo intentó desde 1983, en el mejor de los casos, ningunearlas y en el peor, destruirlas.

Edmond Thiaudière

Hoy nadie, en su sano juicio podría desmentir la frase de Edmond Thiaudière: “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”; lo acaba de confirmar el presidente con este sainete dirigido por él mismo en Campo de Mayo, porque el plan de reconversión de las Fuerzas Armadas es solo eso, meter en la cabeza de los argentinos que es de interés nacional que el personal militar cuyo nivel de eficiencia está dado por su capacidad de aniquilar al enemigo deba esperar la orden de un juez para tirar un tiro al tratar de allanar un bunker narco.


Nadie sabe quien ha “ideado” este plan ni -fuera de vacías generalidades- en qué consiste; si hay militares comprometido con él, probablemente estén tratando de despegarse de manera urgente, porque este plan solo podía ser urdido por un ministro, lacayo de su ignorancia en temas de defensa y que, con tal de demostrar que alguna neurona se mueve es su cerebro no tuvo mejor idea para justificar el ítem de la cyber defensa que dar como ejemplo la presunta injerencia cibernética de Rusia en los resultados electorales de USA. Si la declaración de este ignorante no tiene un rápido reclamo diplomático de Rusia, es porque ya ni siquiera el tovarich Putin nos tiene en cuenta.


En medio de este palabrerío vacuo al que el mago de la botella que supimos conseguir en diciembre de 2015 nos tiene acostumbrado se yergue como un túmulo funerario de las esperanzas que los argentinos teníamos de volver a ser el país que alguna vez fuimos, la realidad de nuestras Fuerzas Armadas. Sin hipótesis de conflicto mientras los países vecinos, Chile y Brasil, llevan adelante políticas de defensas serias y realistas ante un mundo que va por los recursos naturales de los países débiles y subdesarrollados, con las Malvinas ocupadas por el inglés quien, cómplice de cuanto corsario pesquero quiera hacerse de dinero fácil, contribuye a la depredación de nuestra plataforma continental, al tiempo que apoya y colabora con los secesionistas mapuches del RAM.

Alguien debería decirle al presidente que gracias a las acciones llevadas contra las Fuerzas Armadas por todos los políticos que se vienen sucediendo desde 1983, la Argentina hoy existe solo porque Chile y Brasil no han decidido lo contrario.

José Luis Milia

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

miércoles, 25 de julio de 2018

ENTREVISTA AL GENERAL HECTOR FABIO VELASCO, EX JEFE DE LA FUERZA AÉREA COLOMBIANA

General Héctor Fabio Velasco Chávez


“La JEP no es ninguna garantía para nosotros, los militares, por el hecho de que los jueces de la misma han sido seleccionados por cinco personas de las cuales tres son extranjeros y de reconocida simpatía con la ultraizquierda”.

“No podemos colocar a los militares al lado de criminales de dudosa trayectoria como los miembros de las FARC”.

por Ricardo Angoso

Héctor Fabio Velasco fue jefe de la Fuerza Aérea Colombia (FAC) durante el gobierno del presidente Alvaro Uribe y durante su mandato fue considerado como uno de los como uno de los más sobresalientes artífices de la reestructuración operacional de las Fuerzas Militares. Ahora, tras abandonar su actividad y pasar a la reserva, es uno de los máximos expertos en asuntos relacionados con el proceso de paz y, en especial, con la denominada Justicia Especial para la Paz (JEP).

Ricardo Angoso: ¿Qué opinión tiene acerca del debate sobre la Justicia Especial para la Paz (JEP) y sobre la misma en particular?

Héctor Fabio Velasco: Creo que este asunto de los juicios a los militares deben ser encausados por personas que conozcan el derecho de la guerra, o el derecho internacional en su defecto, para que puedan ser examinados estos procesos porque, de lo contrario, los militares corremos el riesgo de ser juzgados por personas sin estar lo suficientemente dotadas para afrontarlos. Por ejemplo, en el caso de la fuerza aérea creo que es muy necesario, ya que por ejemplo en el caso de un bombardeo es muy difícil determinar responsabilidades y daños. Ya ha habido algunas sentencias controvertidas, como una de un juez de Cundinamarca, y creemos que se hacen desde premisas falsas y poco adecuadas a lo que es la realidad.

La JEP no es ninguna garantía para nosotros, los militares, por el hecho de que los jueces de la misma han sido seleccionados por cinco personas de las cuales tres son extranjeros y de reconocida simpatía con la ultraizquierda. También los de aquí son de conocida trayectoria izquierdista por lo que consideramos que no se dan las condiciones para que los militares sean tratados con imparcialidad. Primero, como ya he dicho, no se dan las condiciones objetivas ni de justicia para ser tratados con imparcialidad y, en segundo lugar, en contra de lo que había dicho el presidente de la República, Juan Manuel Santos, se nos coloca al lado y se nos da el mismo trato que a delincuentes y terroristas dedicados ahora al narcotráfico. Son terroristas que han violado los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y crímenes de lesa humanidad, lo cual es, en conjunto, lo suficientemente grave para que sea equiparado a lo que hicimos los militares. Además, mucha gente acabará colaborando con esa justicia por no volver a la cárcel y no en aras de que se cumplan las premisas de verdad y reparación. Conozco ya casos así, como el de un coronel que estuvo detenido varios meses y me confesó que estaba dispuesto a decir cualquier cosa con tal de no volver a la cárcel. Es decir, vamos a vivir situaciones aberrantes bajo el imperio de la JEP. No podemos colocar a los militares al lado de criminales de dudosa trayectoria como los miembros de las FARC.

R.A.: Precisamente usted hablaba antes del Fuero Militar y fue el gobierno de Uribe el que lo suprimió, ¿fue así?

H.F.V.: Efectivamente fue así, lo cual es una paradoja. Fue el presidente Uribe el que suprimió el Fuero Militar pero lo hizo mal asesorado y después de unas maniobras políticas que no permitieron recuperarlo. El Fuero Militar no es una prebenda para los militares, sino una garantía para algunas personas que en virtud del cargo que ocupan y las responsabilidades que desempeñan deben ser juzgados por jueces e instancias especiales. Nosotros incluso creemos que se podrían dar estos procesos dentro de la JEP siempre y cuando seamos enfrentados con jueces idóneos e imparciales sin cargas ideológicas a priori, ya que en la actualidad tal como se ha concebido y se han elegido los jueces no hay esas garantías para nosotros a las que me he referido antes.

LOS JUICIOS A LOS MILITARES EN AMÉRICA LATINA

R.A.: ¿Usted cree que en Colombia se pueden repetir los casos de los militares juzgados y detenidos por episodios ocurridos hace décadas, tal como está pasando en Argentina, Chile o Guatemala, por poner tan solo algunos ejemplos?

H.F.V.: Yo no lo dudo y sabemos que esa es una de las consignas de la ultraizquierda a nivel continental y la JEP parece parte de ese proyecto, que no existe en ninguna parte del mundo, todo hay que decirlo. El origen de todo este asunto, al menos en Colombia, tuvo que ver con la supresión del Fuero Militar y con un error político al que fue inducido, mal asesorado, el presidente Uribe y que nos ha llevado a este punto crítico en el que estamos ahora.

R.A.: ¿Tienen esperanzas con el nuevo presidente, Iván Duque, de que estos asuntos relacionados con los militares se resuelvan?

H.F.V.: Nosotros no reclamamos impunidad a nadie, eso está claro, sino que nosotros reclamamos claramente justicia. Ahora, viendo lo que plantea el presidente Duque y conociendo su discurso, tenemos una gran esperanza puesta en él.

R.A.: ¿Cree que esta ofensiva contra los Ejércitos, por parte de cierta izquierda, va a continuar, va a seguir adelante?

H.F.V.: Vemos que en Argentina y Chile se ha concretado esta ofensiva. Aquí tendremos que plantear una estrategia contra esos ataques, que son bien planeados, contra nuestras Fuerzas Armadas y nuestros hombres. Aquí lo que se está tratando es de exonerar a los responsables de las FARC, que son responsables de delitos de lesa humanidad. El fondo de este asunto es equipararnos a los militares con esos criminales, algo realmente aborrecible y que no es de recibo.

R.A.: ¿Cree que el ELN tiene voluntad de negociar y abandonar las armas?

H.F.V.: Ya hemos tenido experiencias con el ELN, un grupo con el que negociar es muy difícil y muy poco viable llegar a un proceso de paz negociado propiamente dicho. Son muy radicales y, sinceramente, no creo que vaya a prosperar por eso que he dicho antes. No conozco las interioridades de esas negociaciones pero seguramente el ELN debe estar exigiendo mucho más que lo que las FARC exigieron en las negociaciones de La Habana y de lo que se les dio a este grupo. Le será muy difícil al próximo gobierno aceptar esas condiciones y darles lo que piden, creo que es un objetivo casi de imposible cumplimiento para la nueva administración que presidirá Iván Duque.

domingo, 22 de julio de 2018

SIN MIRAR ATRÁS



"Los recuerdos son una carga
extra para el que camina".
Ignacio González Jansen

En medio del vendaval que azota, otra vez, a nuestra economía, contra todo lo que aconsejaría la prudencia más elemental, ya estamos inmersos en la campaña electoral para las presidenciales de octubre del año próximo; con ello, hemos batido un nuevo record mundial: la duración de ese proceso.

En la fotografía de hoy -la película mantendrá el suspenso por mucho tiempo- aparecen sólo dos contendientes en condiciones de aspirar al triunfo y, debido a la improbabilidad de que un nuevo candidato consiga reconocimiento nacional en ese lapso, le propongo pensar qué propuestas tendremos en esa magra oferta electoral, y qué consecuencias traerían aparejadas cada una de ellas y, sobre todo, qué puede suceder hasta que llegue el momento de elegir entre ellas. Obviamente, me refiero a Mauricio Macri y a Cristina Elisabet Fernández, que se ha puesto a correr.

El primero, ratificará su apuesta al futuro, es decir, a que vivamos en un país donde el populismo quede finalmente desterrado y a que la sociedad entienda, de una vez por todas, que no habitamos en un país rico, pese a contar con enormes recursos naturales, y que debemos dejar de gastar más que lo que nos ingresa; si obtuviera un segundo mandato, es probable que lo consiga, ya que mucho de lo que se está haciendo, sobre todo en la educación y en obras en el Conurbano y el interior del país, será la prueba de la existencia de un camino distinto y viable para el progreso.

La otra, cuando finalmente salga del bunker de silencio autoimpuesto, volverá al escenario con una propuesta de retornar a un pasado al que pintará con los colores engañosos de reparto de inexistentes riquezas; su receta, que conlleva la ansiada impunidad para los graves crímenes cometidos por ella y su banda durante la prolongada década kirchnerista, sólo puede conducirnos a las penosas realidades en las que hoy viven, y mueren, las trágicas Venezuela y Nicaragua.

El Presidente ha ido perdiendo aprecio en su propia base electoral -la clase media urbana- por efectos de la crisis económica, la insoportable inflación y, también, por haber habilitado la discusión parlamentaria sobre la legalización del aborto; pero aún se encuentra entre los mejor posicionados de la región. Y, nos guste o no, encarna hoy la única posibilidad de que Argentina continúe inserta en el mundo, al cual debe abrirse cada vez más para evitar las peores consecuencias de la guerra comercial global que se está imponiendo rápidamente. Eso me inclina a pensar que, cuando llegue el momento, todos esos desencantados se taparán la nariz, si es necesario, y volverán a votarlo. No se tratará de simpatizar con Macri, el PRO o Cambiemos sino, simplemente, de conjurar una nueva tragedia.

Porque su rival, la "noble viuda", no tendría siquiera la posibilidad de evitar la inmediata recaída en el aislamiento internacional, que conllevaría la imposibilidad de acceder a mercados voluntarios de crédito e, inclusive, al apoyo de los grandes organismos, como el FMI (¿por qué no comprenden quienes protestan que, si no hubiera ayudado ahora, la situación sería mucho peor?), el Banco Mundial, la CAF, etc.; y qué decir de lo que sucedería con los proyectos de firmar tratados de libre comercio con la Comunidad Europea y el eje Asia-Pacífico. Y sus aliados continentales, que hubieran podido auxiliarla, como lo hicieran con valijas voladoras y préstamos usurarios en un pasado reciente, han desaparecido.

El Foro de San Pablo y la UNASUR, inspirados por Luiz Inácio Lula da Silva, Hugo Chávez Frías, Rafael Correa, José Pepe Mujica, Raúl Castro, Daniel Ortega y su marido, han fracasado en toda la región y, en la práctica, felizmente han dejado de existir. La ola que había comenzado a formarse ya a finales del siglo XX, finalmente rompió y está llevando a sus principales númenes a la cárcel por hechos de corrupción (seguirá la arquitecta egipcia) o han fallecido; los sobrevivientes -los gerontes cubanos, el tirano nicaragüense y el heredero venezolano- sólo han conseguido mantenerse en sus sitiales a fuerza de hambrear y arrasar, a sangre y fuego, sus países y sus sociedades, generando un éxodo migratorio inédito en América. 

En ese marco, ¿cómo podría Cristina solventar su proyecto populista? Las respuestas sólo pueden ser dadas por recetas harto conocidas y sufridas en carne propia: un reinstalado cepo cambiario, un nuevo default, un renovado impulso a la máquina de imprimir dinero, menos estadísticas públicas, más impuestos, menos energía, menos libertades y, por qué no, hasta arbitrarias confiscaciones.

Decidió -confirmando el desprecio absoluto que siente por él- separarse del Partido Justicialista y formó su Unión Ciudadana. Con esos colores correrá la carrera electoral, puesto que el camaleónico movimiento, que aún carece de candidatos instalados y ha resistido los cantos de sirena uninonistos, tampoco está dispuesto a inmolarse definitivamente atando su suerte al carro de la mariscala de la derrota, a quien sólo acompañan sus más notorios cómplices en el saqueo (Zannini, Vera, Sabatella, Mariotto, Kiciloff, Larroque, Cabandié, Conti, D'Elia, etc.), algunas de las organizaciones sociales de extrema izquierda y circunstanciales aliados sindicales, que también buscan impunidad ante los innumerables delitos cometidos.

El panorama económico seguramente se complicará en los próximos meses por razones locales e internacionales: aquí, la sequía, las inundaciones, la perenne inflación, el sideral gasto público, la pobreza, la reducción del empleo, la subsistencia de subsidios energéticos, la necesidad de un financiamiento más caro; y desde afuera, la caída en el precio de la soja, el aumento en la cotización del petróleo y en las tasas de interés en Estados Unidos, los coletazos de las guerras económicas desatadas por Donald Trump, la inevitable reacción china, la reconformación del comercio mundial, los problemas internos de Brasil, el aislamiento de los Estados Unidos y su abdicación del rol que ejerció desde hace un siglo, etc.

Esas complicaciones económicas producirán, sin duda, conflictos sociales de magnitud, a pesar de los ingentes esfuerzos que está desarrollando el Estado -nacional y provinciales- para aliviarlos. Las razones son obvias, puesto que si esas situaciones se producen, tal vez con connotaciones violentas, serán más que bienvenidos para los integrantes del "club del helicóptero" y hasta para quienes, en la medida de sus escasas probabilidades de subir al podio, ratifican la vigencia del "teorema de Baglini", que determina que, cuanto más alejado se encuentra un político de acceder al poder, más inconsistentes son sus propuestas.

¿Habrá pensado el "círculo rojo" cuánto se depreciarían sus activos si la viuda de Kirchner volviera al poder?, ¿cuánto valdría una hectárea después de una nueva guerra contra el campo?, ¿cuánto las empresas, sin energía y obligadas a practicar una ruinosa política de precios?, ¿cuánto los inmuebles urbanos ante la falta de demanda?

Para no volver atrás, es imprescindible que los empresarios contribuyan, con una hasta hoy desconocida generosidad, a paliar esas graves situaciones, sea con alimentos, sea con moderación en los precios, sea con mejores salarios; no se trata de reeditar la frase "les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo", sino de mero instinto de supervivencia.

Bs.As., 21 Jul 18

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado