Por VGM Alejandro J. Betts
El 10 de junio, la
Nación Argentina recuerda la fecha de la creación en 1829 de la "Comandancia Política y Militar de las
Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico",
por decreto del Gobernador Interino de la Provincia de Buenos Aires, Brigadier
General Martín Rodríguez, mediante el cual las Provincias Unidas reafirman sus
derechos de soberanía sobre dichos territorios en virtud del derecho de Primer
Ocupante, la proximidad geográfica y por el consentimiento de las primeras
potencias marítimas de Europa.
Ello así, por Ley N°
20. 561 sancionada el 14 de noviembre de 1973 se establece el 10 de junio como
el “Día de la Afirmación de los Derechos
Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico Argentino”,
disponiéndose que ese día y a una misma hora se conmemorará el fasto en los
establecimientos de enseñanza de todos los ciclos, del Estado y particulares,
unidades y oficinas de las Fuerzas Armadas, sedes judiciales y dependencias de
la administración pública, dentro y fuera del territorio, con actos alusivos,
dictándose al efecto clases especiales y conferencias en las que se señalarán
los antecedentes históricos, la legitimidad de los títulos argentinos y la
forma en que ella se ejercita en el sector austral.
Asimismo y como
protesta simbólica contra las agresiones sufridas por la República en la
región, la normativa citada establece que se embanderarán e iluminarán
obligatoriamente en esa fecha, todos los edificios donde funcionen dependencias
oficiales
El extenso
archipiélago denominado Islas Malvinas se halla ubicado en el Atlántico Sur,
íntegramente situado dentro de la plataforma submarina argentina, es decir, que
está unido por un zócalo submarino no mayor de 200 metros de profundidad, con
la Patagonia. Nuestra plataforma submarina las engloba en un abrazo que las
ubica como dependencia de nuestro territorio. Su distancia a Buenos Aires es de
aproximadamente 1.800 Km; a la boca del estrecho de Magallanes cerca de 500 Km
y al Puerto de Río Gallegos aproximadamente 600 Km.
No obstante ello, es
dable advertir que la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas no es un
capricho ni una mera cuestión geográfica, sino que tiene su origen en el
derecho español sobre los territorios americanos, y se hereda con nuestra
Independencia. En cambio, el Reino Unido de Gran Bretaña sólo puede argumentar
como derecho sobre estos territorios el adquirido por medio del uso de la
fuerza. Así lo demuestran los diversos hechos históricos referidos a
continuación.
Durante el siglo XVI,
tras la llegada de los europeos a América, las Bulas Papales establecían los
derechos de España sobre los territorios descubiertos, y le adjudicaban "todas aquellas islas y tierras firmes,
encontradas y por encontrarse, descubiertas y que se descubran, hacia el
occidente y hacia el mediodía", imaginando y trazando una línea que se
fijaba a cien leguas de la isla septentrional de las Azores. Como las Islas
Malvinas se hallan incluidas en la zona descripta, "España no necesitaba descubrir las islas para tener sobre ellas
pleno derecho, cualquiera que fuese el descubridor". A pesar de ello,
igualmente las islas fueron descubiertas por los españoles (quizás por Américo
Vespucio, al servicio de España, o más probablemente por navegantes de la
expedición de Magallanes, en 1520, y casi seguramente por la del obispo de
Plasencia en 1540). Lo prueba la cartografía de la época: Cartas Náuticas de
Reinel (1522-23), de Diego de Ribero (1529) y de Agnese (1536-45), y
especialmente el "Islario"
de Alonso de Santa Cruz (1541). En ellos las islas reciben nombre de "San Son", "Sansón" o "San Antón", y también islas "De los Patos".
Mucho después, los
ingleses atribuyen el descubrimiento de las islas a John Davis en 1592, aunque
la cartografía inglesa de la época no las registra. Por otra parte, sus
referencias fueron imprecisas y rechazadas por la Corte británica del Palacio
de San Jaime.
El 24 de enero de
1600, el holandés Sebald de Weert descubrió o redescubrió las tres pequeñas
islas malvineras en el extremo noroeste del territorio malvinense bautizadas
justamente con su nombre, Sebaldinas o Sebaldes.
Sobre el final del
siglo diecisiete un nuevo foco de disputa surge en 1690 con relación a los “descubridores” del archipiélago
malvinero, cuando el capitán inglés John Strong al mando de la corbeta “Welfare” penetró por el estrecho de San
Carlos que separa a las dos islas mayores, al que denominó "Falkland Sound", como reconocimiento a quien había
patrocinado su viaje. No llega a desembarcar. El Reino Unido, sin embargo,
sostiene que Strong fue quien pisó las islas por primera vez. Para ese entonces
las Malvinas llevaban 177 años apareciendo en los registros cartográficos de la
región. Más adelante el nombre de Falkland, fue utilizado por los ingleses para
denominar a todo el archipiélago.
A partir de 1698,
fecha en que se fundó la Compañía de Pesca del Mar del Sur, las Malvinas fueron
visitadas por pescadores franceses, especialmente del puerto de Saint Maló. Por
esa razón las islas recibieron el nombre de Malouines y posteriormente
Malvinas.
El primer ocupante
efectivo del Archipiélago fue el francés Luis Antonio de Bougainville, marino y
matemático que zarpó de Saint Maló y llegó a Malvinas en 1764. Funda en la isla
Soledad, la pequeña población de Port Saint Louis o Puerto San Luis. La acción
queda registrada en su libro “Voyage
autour du Monde”.
Un año después, en
una expedición clandestina, el inglés John Byron exploró la isla Trinidad y en
enero de 1766 los británicos establecieron un puerto, al que bautizaron Egmont.
Enterados los
españoles de la primera usurpación de su derecho sobre las islas, reclamaron
ante Francia, que reconoció la soberanía de la Corona hispánica tanto en virtud
del descubrimiento como por las cláusulas del Tratado de Tordesillas (1494),
evacuando la isla el 2 de abril de 1767 disculpándose por “sus intrusos establecimientos en las Islas Malvinas de Su Majestad
Católica".
En cuanto a los
ingleses, fuerzas españolas de la escuadra del Plata desalojan a la guarnición
inglesa del islote Trinidad, logrando la rendición de la Plaza y Fuerte. La
bandera de Gran Bretaña fue removida de inmediato y los prisioneros fueron
retenidos cuatro semanas. Inglaterra reclama ante la Corte de Madrid. Para
evitar una guerra anglo-española y debido a su inferioridad militar ante
Inglaterra, España debió restablecer “las
cosas” en el “Puerto llamado Egmont”
al estado en que se encontraban el 10 de junio de 1770. Pero aún así, la corona
española dejó a salvo sus derechos de soberanía sobre las islas. “Esta restitución no puede, ni debe, en modo
alguno afectar la cuestión de derecho anterior de soberanía de las Islas
Malvinas, llamadas también Falklands.”
La restitución se
acordó mediante un intercambio de notas el 22 de enero de 1771. Los británicos
reinstalaron en el enclave en el mes de septiembre de 1771, el día 13 una
escuadrilla inglesa al mando del capitán Scott llegó al puerto. Allí se
encontró con el lugarteniente Francisco de Orduña. Scott puso en sus manos la
orden del rey católico y tras los arreglos de entrega y toma de posesión con la
mayor brevedad, se cumplió el desembarco de las fuerzas británicas el día 15.
Sin apresuramiento
alguno en cumplir la promesa de abandonarlas, recién en mayo de 1774, en
cumplimiento de lo pactado con España, los ingleses abandonan el lugar. En esa
fecha fue evacuado Puerto Egmont y España continuó ocupándolas hasta poco
después de que Buenos Aires, sede del gobierno virreinal del Río de la Plata,
rompiera vínculos con España, y asumiera el control efectivo de todos los
territorios. A los pocos días del
pronunciamiento del 25 de mayo de 1810, el primer gobierno argentino, ya tomaba
su primera resolución relacionada con las Malvinas.
La época hispánica
duró de 1767 a 1811, y durante esos 44 años, se sucedieron ininterrumpidamente
veinte gobernadores de las islas de los cuales 2 fueron criollos; Jacinto
Mariano del Carmen Altolaguirre (1781/83) y Francisco Xavier de Viana y
Alzaibar (1798/99 – 1800/01). En realidad, muchos de los veinte nombres de la
nómina de las autoridades malvineses españolas en esta época, se repiten en sus
mandatos. Todas ellas dependían del Gobernador de Buenos Aires o los virreyes
del Río de la Plata.
Es una época de
importancia, pues durante ella Inglaterra declinó sus pretensiones ante los
derechos hispánicos, reconocidos por Francia en 1767, y tácitamente por los
ingleses en 1774, cuando abandonaron las islas, desde Puerto Egmont, en
cumplimiento de la "promesa
secreta" y de los derechos nunca renunciados por España.
Esta es una de los
elementos de la amplia base de los derechos argentinos en lo histórico y en lo
jurídico, por ser herederos y continuadores de las posesiones insulares
españolas del Atlántico Sur.
En 1820, Londres
reconoció la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y hasta
firmó con Buenos Aires un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación en 1825. En
ninguno de ambos instrumentos jurídicos hizo reclamos o reservas del legado
histórico de la nueva República Argentina, la cual a partir de mediados 1820 el
Gobernador y Capitán General, Manuel de
Serratea, hizo efectivo el control político sobre las Islas Malvinas y otros territorios
insulares en el Atlántico Sur. El 6 de noviembre de 1820, el Coronel de Marina
David Jewett procede a tomar posesión del archipiélago de las islas Malvinas,
como un acto de jurisdicción propia sobre un territorio heredado de España y
reasumiendo su soberanía. Fue izada por
primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas y se dio lectura de la
Proclama en las ruinas de Puerto Soledad, como reafirmación de los derechos de
las Provincias Unidas del Río de la Plata a las anteriores posesiones
españolas.
Luis Vernet fue el
primer gobernador argentino: ocupó su cargo el 10 de junio de 1829 y prohibió
la pesca en toda la zona. A pesar de las agrias protestas de los infractores,
detuvo en 1831 a tres goletas norteamericanas Breakwater, Harriet y
Superior, por no respetar dicha ley. El
cónsul norteamericano en Buenos Aires protestó, amenazó con tomar represalias y
apoyó su decisión con un navío de guerra (el USS Lexington) que en ese momento
estaba en la zona del Río de la Plata. El USS Lexington navegó hacia las islas,
destruyó todas las instalaciones militares, tomó prisioneros a la mayoría de
los habitantes y se retiró, declarando que las islas carecían absolutamente de
gobierno. Fue el principio de un conflicto aún irresoluto: El 10 de septiembre
de 1832, Buenos Aires designó un nuevo comandante militar en las Malvinas y
envió una cañonera, la ARA Sarandí, para reparar los daños y restablecer el
orden. Así fue que desembarcó el segundo gobernador, José Francisco Mestivier,
quien hizo cargo del gobierno de las Malvinas el día 10 de octubre de 1832.
Pero, a menos de dos meses después, mientras la cañonera se alejaba de las
islas el 21 de noviembre, en una navegación de inspección y reconocimiento de
las Islas y la costa Patagónica, la guarnición se rebeló el día 30 de
noviembre, y lo mató.
Entonces la Sarandí
regresó a Puerto Soledad el 27 de diciembre, se entera de los hechos y puso fin
a la sublevación. Pero al mismo tiempo, la corbeta británica Clio apareció en
Puerto Soledad, enviada para consolidar la soberanía británica en las islas
aprovechando la desorganización provocada por el incidente de la USS Lexington.
El capitán de la Clio informó al capitán José María de Pinedo, de la Sarandí,
que la bandera británica remplazaría a la argentina a partir del día siguiente,
3 de enero de 1833. Pinedo expresó su desacuerdo, pero no pudo resistir ante la
fuerza superior. No hubo disparos, y dos días después la Sarandí abandonó las
islas llevándose a los soldados argentinos, los convictos de la colonia penal
de San Carlos y los pobladores argentinos que se encontraban en Puerto Soledad.
Así fue que las islas
fueron declaradas colonia de la Corona Británica en 1840, y el primer
gobernador británico, el teniente Richard Moody, partió desde el Reino Unido en
1841. Después, se desarrolló una pequeña comunidad agrícola y Gran Bretaña
mantuvo la ocupación.
El pueblo y Gobierno
argentinos nunca consintieron este acto de fuerza y ratifican hoy el mandato
histórico, reflejado en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución
Nacional, de su permanente e irrenunciable determinación de recuperar por la
vía pacífica de las negociaciones diplomáticas el ejercicio pleno de la
soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los
espacios marítimos circundantes.
El reclamo argentino
ha sido tradicionalmente respaldado por los países de nuestra región y por
relevantes organismos internacionales, incluyendo la Asamblea General de las
Naciones Unidas y la Asamblea General de la Organización de los Estados
Americanos.
En esta fecha
trascendente, renuevo mi más profundo
convencimiento de que la reanudación de las conversaciones sobre el fondo de la
cuestión, así como el restablecimiento de las comunicaciones bilaterales,
crearán el marco propicio para resolver, a la brevedad posible y de manera
justa y definitiva, la disputa de soberanía aún pendiente de solución, dejando
de lado el camino de la confrontación y apelando siempre al entendimiento entre
los hombres.